13 años me cuida mi vecina y....(3ªparte)

Ese día martes fui a casa de Carola y ahí estaba una mujer para mi desconocida era Verónica una mujer de 32 años, quien al verme me sonríe es un muchacho dice, no crees que es muy joven, Carola le dice aparéate con él en la cama y veras como te posee y te va a embarazar..., nos trasladamos a un dormitorio nos recostamos en una cama y...comenzamos a besarnos...
Mientras seguíamos besándonos yo empecé a desabotonar su blusa y se la arranqué para dejar esos pechos solamente cubiertos por su brasier fucsia. Sin dar más vueltas afloje enseguida su brasier y empecé a sobar esos pechos deliciosos. Los pezones rosados sobre su piel blanca daban un contraste perfecto y cuanto más los tocaba más duros se ponían y más me excitaba. Ella enseguida desabotonó mi camisa quedando ambos torsos desnudos y continuamos besándonos desesperadamente mientras el roce de nuestros cuerpos aumentaba la excitación.
Me puse de rodillas y la hice sentar de frente a mí en la cama, quedando frente a su vagina, separado solamente por sus bragas de color negro con encaje. Sin detenerme la jalé del trasero hacia mí y hundí mi cabeza entre sus piernas. Ni bien me acerqué noté lo caliente y húmeda que estaba esa conchita que yo estaba a punto de comerme. Pegué mis labios a sus bragas y la besé, la lamí comenzando por su clítoris hacia abajo continuando así por un buen momento, la comencé a chupar y disfrutar. Tome su braga por los lados y se la quité deslizándola por sus esbeltas piernas, suaves como toda su piel.
Cuando vi por primera vez esa vagina frente a mí pensé estar soñando. Estaba totalmente depilada, era pequeña y estaba tan húmeda que solo quería comerla toda. Pegué nuevamente mi boca a ese sexo que tanto había deseado todo este tiempo. La comí desesperadamente, mi boca y mi lengua no parecían satisfacerse de ese húmedo placer, mi lengua disfrutaba de su clítoris rosado al igual que mis labios. Verónica se retorcía de placer, se cogía los pechos, temblaba de placer y sus gemidos poco a poco fueron convirtiéndose en el compás que marcaba la melodía erótica. Ubiqué mi pene entre sus piernas, suavemente comencé a empujar, la vagina húmeda no opuso resistencia.
A medida que aceleraba mis embestidas contra su vagina ella empezó a gemir un poco más fuerte. Nuestras respiraciones entrecortadas llenaban el ambiente y mi pene bañado en sus jugos y los míos, entraba y salía cada vez con más facilidad. Estaba disfrutando cada momento de aquel acto sexual con esa mujer. Ella aparentemente también disfrutaba la situación y no dudaba en demostrarlo. Sus gritos, sus gemidos y su respiración lo decían todo.
Mi marido no sabe saciarme, me comenta entre suspiros, no sabe consolar a su mujer desesperada, fogosa, ardiente…, imagínate que a mis 32 años con casi diez de años de casada apenas tengo un hijo, está muy buena, está sabrosa mujer. Tiene unos pechos bastante grandes redonditos, muy jugositos y muy bien puestos ya que no los tiene caídos ni nada por el estilo, además tiene unas caderas que saltan a la vista de inmediato, estas caderas las sabe mover muy bien, las sacudía y estremecía escandalosamente, desvergonzada, como me meneaba, me apareaba desesperadamente con todas mis fuerzas, , me acariciaba, la besaba, estaba activadísima, de pronto me atieso, se calmo y exploto en un orgasmo asombroso quedando entre sus brazos mas muerta que viva. Como había gozado esos alucinaciones momentos de placer... la tenia agarrada de sus caderas en cada penetración mas fuerte me apretaba a su cuerpo, yo casi inconciente por placer que me estaba dando en este apareamiento gemía, jadeaba, ella chillaba recompensada por mi adolescente amo. Ahora era yo quien en un profundo y bien penetrado empujón me atieso y entrego mis efluvios del placer de poseerla..., si estaba siendo mía una mujer madura era mi amante..., sentía ella esos líquidos deslizarse por sus muslos, nalgas y caer sobre las sabanas, mi joven semental me tenia agarrada de mis caderas y cada vez que eyaculaba repletándome mi matriz, me apretaba contra su cuerpo, era un exquisito macho me había recompensado plenamente a pesar de ser un adolescente muchacho.
Siento a continuación como su instinto animal salió a flote y colocándose de rodillas en la cama, toma mis piernas y la alcé a la altura de mi vientre para perforar con todas sus fuerzas a mi pobre cuerpo y me brindaba en mi intimidad la mejor sensación del momento.
Esta madura hembra sentía que sus entrañas eran invadidas por el mástil y no quería que el intruso se le escapara, por lo que apretó las piernas para aprisionar al miembro y contrajo su interior y el masaje me brindaba un placer indescriptible a mi pene. Alcanzaba lo más recóndito de la intimidad femenina, la que a su vez sentía como su cabeza apenas rozaba la cama y con las manos trataba de dar estabilidad a su cuerpo, sintiendo como la penetración le daban un gozo de proporciones inimaginables, un poco de dolor mezclado con un cosquilleo placentero, su cuerpo le anunciaba un cercano acto de placer siente su orgasmo, la sangre se calentaba al compás de las embestidas explotando en un virtuoso orgasmos. Aumentaba la sensación de placer; los cuerpos se tensaban y mis piernas temblaban, la fuerza con que el macho me apretaba las nalgas, hizo que mi tronco de hembra ardiente se incorporara y la ayudé con una mano en la espalda, al momento mis piernas femeninas abrazaban su cintura y nuestras bocas se fundían en un húmedo beso, las tetas se comprimían, su volumen aumentados por la pasión en mis pechos y se producía la inevitable descarga de semen en mi matriz, que delicioso coito me estaban proporcionando y como se rebalsaba mi matriz repleta de semen, si este macho si sabia llenarme de semen, mi embarazo estaba asegurado, pero ahora deseaba para siempre a este macho..., lo conservaría como su amante. Su amante mas joven, pero como la reconfortaba y la llenaba de semen.
Media hora después de descansar y llenarse de halagos y caricias los amantes se reúnen con Carola en la cocina acompañados de una taza de tibio café y unos pastelillos, saboreándolos en un alegre círculo social.
Quince días después Verónica va a su control medico y este después de unos exámenes, le da la noticia que esta embarazada nuevamente, tendrá por fin su segundo hijo. Satisfecha como mujer y ardiente de pasión por el adolescente que la cubrió lo busca en la plazoleta y lo lleva en su automóvil a un motel donde ella da rienda suelta a la ardiente y desvergonzada mujer que es en esos momentos de gozo, placer y exaltación al saber que nuevamente esta embarazada siendo sacudida, meneada y reconfortada por su tierno y joven amante. Una idea se le fija en su mente y la cumpliría una vez al mes vendría a satisfacerse con este macho y lo distinguiría con ser su amante semental por este joven semental también sería el padre de su tercer hijo mas adelante.