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50 AÑOS (2 de 4)

dulces.placeres Relato enviado por : dulces.placeres el 04/08/2017. Lecturas: 3580

etiquetas relato 50 AÑOS (2 de 4)   General .
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Resumen
Y no podía resistir, quien podría, no? me sentí venir, ellas lo percibieron, mi glande estaba desnudo y reluciente, como la lava de un volcán, irresistible, imparable, lo hicieron lentamente, esperando la erupción, mi leche caliente empezó a saltar entre sus lenguas, entre sus rostros, entre sus labios, hasta la última gota, quedaron embardunadas en el viscoso jugo blanco y jugaban con él, con profundos besos blancos, me retiré hacia atrás hasta apoyarme en el placar, necesitaba recuperarme, pensé que tendría una ataque al corazón, estaba agitado y transpirado…


Relato
50 AÑOS
Parte 2 de 4



Ese Sábado tendríamos un almuerzo íntimo, en casa, ya hacía un par de años desde que nuestras hijas habían volado con sus parejas, la mayor ya nos había hecho abuelos, solo el querubín aún vivía bajo nuestro techo, pero el hacía su vida y generalmente solo venía al anochecer.
Al llegar del trabajo, un exquisito olor a salsa que escapaba por la ventana llegó a mi olfato, abrí la puerta y Laura me recibió casi colgándose de mis hombros con un enorme beso en la boca, alcancé a notar unas calzas blancas que me enloquecen por lo que instintivamente mis manos se aferraron a los cachetes de su hermosa cola, entonces ella en una actitud evasiva se separó de mi lado y me dijo

- Mi amor… tranquilo, tenemos visitas…

A un costado, sentada a la mesa, Rocío nos miraba en silencio, enrollando sus cabellos entre sus dedos, ella solo sonrío al verme, e inevitablemente mis ojos se fueron a sus pechos, que estaban exquisitamente visibles, tapados apenas lo suficiente por una musculosa roja de amplio escote.
No entendí mucho el juego, porque nos llevábamos muy bien con la petisa, pero no había motivos para que estuviera almorzando en nuestro hogar, a menos que…

En fin, pasé al baño, me lavé las manos y la cara, imaginando no sé cuántas cosas, y al salir tuve que disimular una marcada erección, me senté a la punta, a un lado Rocío me miraba con hambre, al otro, mi esposa servía unos exquisitos fideos con salsa.
Y las mujeres llevaron la charla por un camino caliente, con indirectas, con sonrisas, con miradas, pero yo no podía ir más rápido que Laura, debía dejar que ella llevara las riendas.
En un momento, mientras yo bebía unos tragos de vino, mi esposa se levantó y fue hasta la cocina que quedaba un par de metros más adelante, dándome la espalda, inconscientemente mis ojos se perdieron en la redondez de su culo perfecto, notando como una pequeña tanga se perdía en su raya, se veía tan puta, y eso me encantaba…

Una mano de Rocío se apoyó en mi muslo, muy cerca de mi verga, no lo vi venir, y solo logró que me ahogara con vino, para reír con la situación, era un plan perfecto y todo empezaba a encajar…
Eran cerca de las tres de la tarde, a esa altura las cosas estaban más que claras, era obvio que íbamos a coger los tres juntos, solo faltaba que llegara el momento, los ojos de Rocío tenían un brillo especial, mezcla de alcohol y locura, Laura se notaba nerviosa, sin dudas por acercarse el momento de hacer algo que nunca había hecho. Mi esposa fue por unos postres helados, y empezamos a degustarlos en silencio, de pronto un trozo de crema cayó de la cuchara y fue a parar entre los pechos de la invitada, para correr hacia abaja y desaparecer ante mis ojos, con los pezones erectos por el frio exclamó

- Pero que tonta soy!

Pero de tonta no tenía nada, Laura se paró y fue a su lado sigilosamente y dijo

- No te preocupes, yo te ayudo.

Solo se inclinó un poco, acomodó su cabello por detrás de la oreja y empezó a pasar la punta de su lengua entre los pechos de la morena ante mi atenta mirada. Lentamente fue limpiando todo, incluso yendo abajo y más abajo, Rocío sacó entonces su remera y su sostén, sus enormes y perfectos pechos quedaron ante mi vista, con aureolas casi negras, esferas perfectas, ella me miraba sádicamente y me preguntó

- Te gustan?

Yo seguía en mi silla solo observando, agitado, con una erección que amenazaba con detener mi corazón, mi esposa se las comía plácidamente como yo solía comer las de ella, subió un poco y en una locura lésbica comenzaron a besarse, boca a boca, lengua a lengua, todo muy sexy, muy porno, lo hubiera esperado de Rocío, pero de Laura? de mi Laura? era demasiado…
Mi esposa se paró entonces y fue ella quien descubrió sus pequeñas tetas dejándolas al alcance del rostro de Roció, ella pareció devolverle el favor y se las lamió con ternura, dándole pequeños mordiscos y tirones en los pezones de mi esposa, a quien se le erizaba la piel.
Me indicaron con la mirada que me uniera al juego, Laura ahora estaba por detrás pasando los brazos sobre los hombros, llegando con sus manos a los pechos de la morena que permanecía sentada.

Al fin entraba al juego, empecé a besar con locura a mi esposa quien a su vez acariciaba mi nuca, mientras Rocío aflojaba la hebilla de mi cinto para bajar mis pantalones y mis calzoncillos, pronto desnudó mi verga y empezó a chupar mis quince centímetros de carne dura, nunca había vivido nada igual, en mi vida otra mujer que no fuera Laura había hecho eso, no podía concentrarme en todo y tantas ideas venían a mi cabeza que sencillamente no podía controlarlo.
Ellas de levantaron dejándome a un lado, se tomaron de la mano en una actitud que me resultó muy provocativa, y mi esposa me dijo

- Papi, te esperamos en el dormitorio…

Las vi alejarse, la rubia y le morena, el sueño se cumplido, yo me quedé enredado en mis pantalones bajos, me saqué todo con premura para alcanzarlas, casi corriendo llegué al dormitorio, las dos mujeres estaban frente a frente sentadas en la cama, acariciando pechos contra pechos, pezones contra pezones, reían cómplices, fui al encuentro de ellas, empezaron a compartir mi miembro.
Tenía una terrible erección, empezaron a besarse nuevamente y dejaban colar al medio de sus labios mi carne dura, la sensación de tener dos bocas, dos lenguas jugando es indescriptible, cada una con su estilo, Laura pelaba bien mi glande y pasaba lentamente su lengua por toda la parte inferior de mi miembro, particularmente por el glande, eso me hacía hervir la sangre, era su estilo, ya la conocía, Roció por el contrario, era quien empujaba para meterla toda en su boca, y si bien tengo una verga normal, era lo bastante grande como para engullirla por completo, pero ella lo hacía con terrible naturalidad, empujando hasta llegar con sus labios en mi pubis, luego de unas embestidas, le devolvía el lugar a mi esposa.

Y no podía resistir, quien podría, no? me sentí venir, ellas lo percibieron, mi glande estaba desnudo y reluciente, como la lava de un volcán, irresistible, imparable, lo hicieron lentamente, esperando la erupción, mi leche caliente empezó a saltar entre sus lenguas, entre sus rostros, entre sus labios, hasta la última gota, quedaron embardunadas en el viscoso jugo blanco y jugaban con él, con profundos besos blancos, me retiré hacia atrás hasta apoyarme en el placar, necesitaba recuperarme, pensé que tendría una ataque al corazón, estaba agitado y transpirado…
Laura y Rocío siguieron jugando como si yo no estuviera, besos, abrazaron caricias, poco a poco dejaron caer las ropas que quedaban al suelo, una a una, percibí que el sexo de Rocío estaba completamente rasurado y presentí que Laura le había comentado sobre mis preferencias, se me hizo muy sexi…

Rocío permanecía acostada boca arriba, Laura a un costado, encerradas en interminables besos, volví al juego, el pubis depilado de la morocha se me hizo irresistible, fui al borde de la cama, levanté sus piernas, me incliné empecé a beber de su sexo, pasé la lengua por sus piernas, por sus labios, por su esfínter, por su hueco, por su botoncito, estaba enloquecido, mi esposa observaba complacida, Rocío se arqueaba y gemía, suspiraba, sus labios rosados sabían tan bien, me sorprendió una segunda erección, como si fuera un joven de veinte años, mi amor se había acomodado como cabalgando sobre el rostro de Rocío, quien empezó a lamerle la concha, dejando su hermoso culito hacia mi lado, me levanté, fui sobre la morena y le enterré la verga en la raja, y fui sobre el culo de Laura, la figura fue perfecta, yo cogiendo a Roció y lamiéndole el esfínter a Laura, su concha lamida por la lengua de Rocío, y la morena a su vez ensartada por mi verga.
Ahhh!!! Como un estúpido me vine nuevamente, toda esta situación me alborotaba de tal manera que no podía darme tiempo a disfrutar…

Las dos mujeres se sentaron lado a lado, abrieron sus piernas y comenzaron a masturbarse, primero, autosatisfacción, pero al rato cambiaron las manos de lugar y fue una a la otra, era demasiado para mí, no podía creer lo que hacía mi esposa, esta no era mi esposa, yo solo era un espectador de lujo y ellas gemían, y se encorvaban como endemoniadas, sabía que era todo para mí, un show para mí, y desconocía si tenían orgasmos o solo lo simulaban, tampoco me importaba…
Rocío notó en mí una tercera erección y me dijo

- Quiero ver como coges a tu esposa…

Laura se puso entonces en cuatro patas, posición que se me hace irresistible, cuando su trasero se hace perfecto, fui sobre ella y empecé a cogerla, los flujos de mi esposa rebalsaban de su hueco, respiraba agitado, ella gemía, Rocío le habría las nalgas y miraba con excitación como mi miembro entraba y salía del sexo de mi amor. La morocha ensalivó un par de sus dedos y acarició provocativamente el ano de mi rubia mujer, cerré los ojos para no ver, volvió a hablar y dijo

- Papi, que culito grande que tiene tu esposa!, ahora quiero ver cómo le haces la colita y después me das otra vez tu lechita así la tomamos juntitas, somos muy putitas…

Toda esa forma de hablar solo me levantaba la temperatura, como tantas veces lo había hecho, saque la verga de la concha de Laura y tras una breve presión se la metía toda por el culo, después, algo que ya es habitual para nuestra relación, al cambiar de agujero los suspiros de mi esposa se transforman en pequeños maullidos, le embestí con fuerza, una y otra vez…
Entonces pasé mis piernas por sobre la de ella, estando casi parado, bajé nuevamente y Roció guio mi pene otra vez en su culo, ella ahora quedó a nuestras espaldas y empezó a lamer todo lo que podía, clítoris, labios, pija y hasta mis huevos…
Apenas saqué la verga del culo de mi mujer y disparé un chorro sobre su cráter, y otro, y otro más…
Roció seguía lamiendo, degustando otra vez el semen que chorreaba por los labios de mi mujer…

Esta vez sí fue suficiente, no quería más, no podía más…
Fue el fin de esa única experiencia, sabía muy bien que no habría otra vez, era mi regalo…
Después de esa locura nos cambiamos y fuimos los tres a merendar, hablamos un poco, tenía demasiadas preguntas pero ellas solo contaban lo que querían contar, estaba claro que para Rocío solo había sido un juego y que todo terminaría en el momento mismo en que ella abandonara nuestro hogar.

Los días pasaron, y muchas cosas quedaron dando vueltas en mi cabeza, esta versión desconocida para mí de mi esposa, de mi rubia Laura. Me dejó en claro entre tantas cosas que solo había sido un juego, que sabía muy bien que no le gustaban las mujeres, pero que había querido complacer una de las fantasías, la rubia y la morocha…
No tiene sentido que les platique sobre la continuidad de nuestros días con Rocío, puesto que volvió a ser nuestra vecina, como si nada hubiera pasado ese día en ese cuarto.

Solo le dije a Laura

- Gracias por todo mi amor, jamás lo hubiera imaginado
- Me alegro que te gustara, realmente yo también lo disfruté
- Pero bueno… en seis meses tu llegarás a los cincuenta y será tu turno de pedir
- No seas tonto, sabes que no pediré nada… me conoces…

Y ciertamente, sabía que al empezar el verano, cuando Laura llegara a los cincuenta años no pediría nada, o tal vez si…

CONTINUARA


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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 22:09) dice: SEX? GOODGIRLS.CF

katebrown (18 de October de 2022 a las 19:39) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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