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A la madrugada

Relato enviado por : Alguien el 06/10/2004. Lecturas: 3319

etiquetas relato A la madrugada .
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Resumen
La historia de como una noche que se mostraba inevitablemente aburrida toma un giro inesperado.


Relato
A L A M A D R U G A D A

Era una de esas noches aburridamente tranquilas que pasaban muy lentamente. Los chicos ya se habían ido, y como yo volví a casa después de que ellos arreglaron para salir, nos desencontramos. Intenté llamarlos, pero en sus casas me dijeron que se habían ido hacía rato.

Me senté a pensar que hacer de aquella noche, resistiéndome a la idea de ver la televisión o pavadas parecidas, ¿pero qué hacer? Automáticamente se me ocurrió volver al boliche. No estaba muy segura, porque aunque ya me sentía bastante mejor después de los estragos de aquella noche, todavía tenía un persistente dolorcito en el ano que me ardía un poco. Pensé en el asunto hasta que me di cuenta de que, si tenía sexo solo con un chico que tenga un órgano medianamente normal, no habría muchos problemas y lograría pasar un buen rato. Al fin y al cabo, después de mi primera fiesta con la barra, fui un poco más dolorida a ver a mi amigo y al salir de su casa no me dolió mucho más que antes de entrar. Tomando ese recuerdo como ejemplo me di una ducha rápida y corrí a ponerme las medias. Si creen que fui vestida igual que la noche del show, se equivocan, nada deslumbrante esta vez: una panty de lycra muy brillante (mi favorita), y bombacha y corpiño negros. Minutos después me tomaba el colectivo para el boliche. Al llegar, terminé de saludar a mis conocidos y a otros que me recordaban del espectáculo de la vez anterior, entre risas y bromas, como por ejemplo: "te las viste negras la otra noche" o algo por el estilo.

Ignorando las gastadas (bastante cómicas) me senté delante de la barra a tomar algo. Miré alrededor y vi todo semivacío. Pregunté al barman por qué estaba así, siendo que ya eran más de las doce y media, y me dijo que para ser un jueves estaba bastante concurrido, que otras veces cerraban a las dos de la mañana o directamente no habrían.

Me sentí desalentada. Creí que yendo allí mi suerte cambiaría, pero al final no encontré nada diferente. Fue entonces cuando pensé que si quería algo diferente debía buscarlo por mí misma. No podía repetir lo de la vez anterior por no haber hablado con los dueños del boliche y porque no tenía la ropa necesaria ni mi cola en condiciones, pero eso no me impidió mirar entre los presentes hasta elegir uno como el que yo necesitaba para divertirme sin sufrir mucho.

Miré entre la gente hasta que encontré una posible pareja ocasional. Era de estatura mediana tirando a alta, delgado y de rostro común pero agradable. Al fijarme en sus pantalones no noté nada abultado, por lo que deduje que, si bien no estaba excitado, tampoco daba la impresión de estar muy bien dotado.

Supongo que su pito sería corriente, como lo parecía todo en él. Estaba parado contra un parlante, tomando algo solo.

Al verme llegar me miró fijamente las pechugas y yo percibí un amague de sonrisa en su cara. Me le acerqué en la penumbra y entablé conversación con él, que parecía contento de hablar con alguien. Charlamos de trivialidades y al cabo de unos minutos me invitó a tomar algo. Yo caminaba delante de él. Al pasar por debajo de una luz me di vuelta a preguntarle qué quería tomar y su cara me miró con los ojos desorbitados. No se si en la penumbra se había dado cuenta, pero ahora me había reconocido seguro.

Iba a decir algo en voz alta cuando me anticipé a él tapándole la boca con la mano, explicándole que no quería llamar la atención. Cuando estuvimos tomando algo en la barra le expliqué lo que quería. Necesitaba que me cogiera bien, pero despacio y con los menores dolores posibles, de ser posible en algún lugar apartado. El asintió sonriendo nervioso ante la idea, mientras pensaba a donde podíamos ir. Le pregunté por qué estaba nervioso y me contó que quedó infartado después de aquel show, que por eso no podía creer que ahora esté para él solo pidiéndole sexo. Le dije que se calme y disfrute del momento, que yo pensaba hacer lo mismo. Terminamos nuestros vasos y me tomó de la mano. Entramos al baño de hombres. Estaba vacío. Nos metimos en un box y cerramos la puerta con traba. Yo pasé primero y me di vuelta frente a él mientras ambos comenzábamos a bajarnos los pantalones. El al ver mi ropa se detuvo para mirarme, y yo decidí terminar el trabajo por él, sentado en el inodoro. Le pedí que se recostara en la puerta mientras iba directamente a sacarle la pija cuando contuve el aliento por la sorpresa. Nunca le había visto bien la entrepierna hasta entonces, cuando ya no podía hacer nada, ni siquiera irme aunque quedara como una gran descortesía de mi parte y una enorme y fea desilusión para él. Una larga, gorda, enorme berga cabezona se alzaba espléndida frente a mí, de la cual pendían dos muy cargados testículos, enormes como tomates, que en conjunto me predecían una noche realmente inolvidable. Su berga, ya totalmente dura y venosa, me mostraba su impaciencia por entrar en alguno de mis dos agujeros, mientras los huevos se hinchaban cada vez más, a modo de muestra de todo lo que tenían para darme.

Decidí entregarme enteramente al macho que tenía enfrente de mí. Agarré su gran pene metiéndomelo despacio en la boca, haciéndolo entrar muy despacio mientras mis labios saboreaban su colorada cabeza y el resto del grueso tronco hasta llegar al final, donde reposó tranquilamente en mi garganta, sobre mi lengua. Después de sentirlo según mi deseo, lo empecé a chupar suave y dedicadamente, ayudado un poco por mi mano. De vez en cuando le pasaba sólo la lengua y chupaba únicamente la cabeza, para luego volver a comerla entera, adelante, atrás, adelante, atrás...

El cada tanto me acariciaba las piernas, sintiendo la agradable suavidad de mis medias, llegando hasta mi cintura donde las medias terminaban para subir un poco más y dedicarle un pequeño apretón y algunas caricias a mis grandes pechos, que al estar yo inclinada, pendían de mí sostenidos por mi corpiño.

Chupaba muy entusiasmada, mientras pensaba en las maravillas que me haría sentir en unos momentos. Sabía que tal vez me doliera, pero no podía desaprovechar una oportunidad así. Además, eso era lo que yo siempre busco, duela o no. Y en ese momento solo me importaba la enorme pija que me llenaba la boca, y que su mágico hechizo me impedía parar de chupar.

El daba exclamaciones de las más variadas mientras a mi se me caía la baba de tanto comerme su tremenda pija, que ya llevaba casi media hora recorriendo toda mi boca hasta la garganta.

Cuando al fin el pensó que ya estaba bien, un ligero mohín de mal humor se reflejó en mi cara y el lo advirtió. Me tranquilizó con una sonrisa, diciendome que después podría chuparlo todo lo que quisiera, pero que ahora estaba ansioso por probar mi fantástico culo. La idea me hizo cambiar automáticamente la cara y todavía con más entusiasmo me paré y me dí la vuelta, poniéndome de cara a la pared, con las piernas abiertas entre el inodoro. Me bajé la bombacha hasta los tobillos y las medias por debajo de las nalgas, muy provocadoramente. Entonces él se acercó a mí por detrás mientras se masturbaba para mantener su erección, o tal vez para mejorarla. Se ubicó pegado a mis espaldas y pude sentir como su enorme cabezota hinchada recorría la unión de mis nalgas abiertas, hasta que al fin encontró mi agujero, y dando un buen empujón hacia adentro me la metió hasta la mitad. Lancé un gritito ahogado y al segundo vino otro empujón más fuerte que terminó de meterme su gigantesco trozo de carne hasta mi fondo, presionándolo un poco.

No pudo evitar dar una larga exclamación al sentir la estrechez de mi culo, que le quedaba como un guante a su pija, diciéndome que si todavía no la tuve, él me daría la cogida de mi vida.

Me sonreí por la expresión, que me decía que se sentía muy a gusto dentro de mí y que me prometía placer seguro.

Después de sentir su terrible berga alojada en mi colita unos segundos, me avanzó un poco más haciéndome sentir sus enormes y peludos huevos en la puerta de mi ano, lo que me dejó con la boca abierta.

Entonces empezó a cogerme. Al principio fue algo despacio, pero después se aceleró. Su enorme pito se deslizaba en mi interior con mucha ligereza y sorprendente energía, mientras él se esforzaba en bombearme constantemente. Mientras su pija entraba y salía de mi rendido culo a su antojo, yo con la cara y mis brazos extendidos contra la pared, gozaba con los ojos cerrados, en un bajo pero sostenido gimoteo. Me sentía terriblemente empalada y muy a gusto, con toda la cola abierta y llena.

Bombeaba y me cogía sin parar, y mis piernas ya empezaban a temblar otra vez. Me la sacó despacio, y para volver a metermela y llegarme hasta el fondo, y luego la volvió a sacar para hacer lo mismo, otras tres veces más. Parece que esta práctica es algo común en todos aquellos que me penetran: a todos en algún momento les dan ganas de dejar de bombear sólo para jugar a vencer la resistencia de mi esfínter, pareciera que esto les excitara particularmente. Seguí recibiendo tu tranca en mi ano muy placenteramente por espacio de unos veinte minutos más, hasta que cambiamos de posición. Entonces él se sentó en el inodoro y yo dándome vuelta de cara a la puerta me sentaba sobre su pito al tiempo que lo agarraba para introducírmelo en culo. Cuando su cabeza forzaba mi ano nuevamente y ya la sentía adentro, empecé a bajar con las caderas hasta cubrirlo por completo dentro de mí, y una vez que estuve cómodamente sentada encima de él mis movimientos no se hicieron esperar. Subía y bajaba con todas las ganas, haciéndome tocar fondo con su pija en cada entrada y ya estaba gimiendo de nuevo, casi para gritar. El no podía creer como me movía, desesperado por no perderme ni un milímetro de tan magnífica berga, y me hacía los honores dejándome perforar mi culo con ella. Estaba sintiendo mucho placer, y fue con la idea de aumentar ese placer que me tomó de la cintura con las dos manos acompañando mis frenéticos movimientos de arriba hacia abajo, mientras yo me sujetaba con las dos manos de las paredes del box. Siguió cogiéndome de esa forma sin parar mientras mis tetas daban unos marcados saltitos, haciéndolo calentar aún más de lo que me hacía sentir. Quince minutos después me dijo que pare, que no aguantaba más y que saliéramos del box.

Yo sin entender nada lo seguí, a ver que quería hacer. Era medio peligroso, ya que una cosa era coger adentro de un box, lo que todo el mundo hacía, y otra era coger en pleno baño a la vista de cualquiera.

Pues eso era lo que quería, cogerme en pleno baño, aduciendo que quería ponerme en cuatro patas para montarme como la vez pasada lo hicieran mis nuevos amigos de color. Evidentemente tenía un fanático. Con un poco de miedo accedí a su pedido y me puse en mi posición favorita. El empezó a frotarse la cabeza babosa del pito sobre mis medias y enseguida se puso detrás de mí para esclavizarme con su tremendo pedazo de carne dura. Se puso por encima de mí y mi colita se tragó enseguida todo ese duro falo, para ella sola. Era increíble. Me habían cogido muchas veces de la misma forma, pero esta vez tenía algo diferente que no alcancé a darme cuenta. Aumentó el ritmo y sus empujones me llegaban cada vez más adentro, tocando fondo bastante seguido, hasta que unos minutos después empecé a tener sensaciones placenteras que iban aumentando de a poco. Mientras tanto, él me culeaba y disfrutaba a lo grande sin poder parar, exclamando y gritando. Y me cogía más y más fuerte cada vez, mientras mis tetas se movían sin parar a la par de su pija. Enloquecida de placer empecé a gritar. Ya sentía un placer inmenso en todo el cuerpo y seguía gritando cada vez más fuerte y disfrutando como una puerca por la espectacular enculada que me estaban dando. Mi culo reventó al borde del éxtasis en

un descomunal orgasmo anal comparable al de noches pasadas, dejándome rendida en el suelo, pero mi compañero todavía seguía gimoteando y su energía parecía inagotable. Después de una brevísima pausa para poder recobrar un poco de aliento, volví a ponerme en cuatro patas. A los dos segundos siento que me clava la pija hasta el fondo y empujando un poco más lo escuché gritar un orgasmo impresionante y, según me pareció, deseado desde hacía un tiempo (yo diría que me tenía ganas desde la noche del show). Entonces su enorme berga, así de alojada y súper apretada como estaba dentro de mi colita, me dio tres enviones más, acompañados por tres fuertes y abundantes escupidas. Una caliente y muy generosa cantidad de leche me inundó las tripas, y la que seguía fluyendo de su pene rebalsaba de mi culo hacía afuera, cayendo al suelo por mis piernas en delgados hilitos.

Cuando su potente pijota hubo terminado de satisfacerme tan espléndidamente, salió de mi culo el resto de leche que no pudo tragarse, quedándome un negro y enorme agujero manchado de blanco que chorreaba semen por todos lados.

Intenté pararme, pero antes aproveché encontrarme de rodillas para chupar tan magnífico pito un poco más, y de paso tragarme toda esa babita que seguía saliendo de él.

Luego de subirme las medias otra vez y ponerme la bombacha y la ropa, él terminó de vestirse y juntos salimos del baño, intentando disimular en vano lo que sucedió allí dentro. Después de invitarme un trago estuvimos hablando un rato más hasta que él se fue, ya que tenía un largo viaje por delante hasta La Plata. Antes de irse le pedí el teléfono (¿acaso pensaron que iba a dejar ir una tremenda berga como esa sin saber como localizarla en el futuro?), con la intención de verlo otra vez. Me lo dio, y después de darnos un beso de despedida, se fue.

Al rato también me fui yo, pensando en la hermosa enculada de esa noche y sonriendo; no sólo por lo vivido sino porque de ahora en adelante ya sabría como hacerle frente a noches aburridas. Lo único que habría que hacer sería usar ese teléfono, y esperar hasta la madrugada...

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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 20:33) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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