Mi nombre es María Eugenia, aunque todo el mundo me llama simplemente Mari. Resulta que una noche después de que mi esposo Esteban y yo disfrutamos de una intensa sesión de sexo en nuestra cama. Esteban me dijo que le gustaría colgar un buen cuadro, en nuestra habitación. Realmente me gustó la idea de mi esposo, hasta que me dijo que le pediría a Rufino, su amigo el pintor, que me hiciera un retrato de cuerpo entero desnuda.
Relato
La verdad es que la idea, en principio no me agradó mucho, por dos razones, una es que cada vez que el tal Rufino me ve, pareciera que quiere desnudarme con la mirada, y la otra es porque tendría que posar desnuda, y esa idea no me gustaba. Pero bueno Esteban continuó insistiendo, e insistiendo tanto, hasta que finalmente me convenció para que yo aceptase. Así que después de que mi esposo habló por teléfono con su amigo, no me quedó otra, que ir al día siguiente a su estudio, para posar y él me pintase.
Cuando llegué al estudio de Rufo, que es como yo le digo, me encontraba sumamente ansiosa, nerviosa, incomoda, y también bastante molesta, además la forma en que él me miraba me hacía sentir muy incomoda. No solamente con Rufo, sino que también con mi esposo por ponerme en ese aprieto. Ya que el solo hecho de pensar en quitarme la ropa, y quedar completamente desnuda, frente a su amigo, me incomodaba mucho. Y el no poder hacer nada para evitarlo, me frustraba mucho más.
Pero apenas entré a la casa de Rufo, él me condujo a su estudio, que se encuentra en la parte trasera de su casa. Yo cargaba puesta una falda y mi blusa de lo más sencilla, pensando que al momento de quitarme la ropa, me sería mucho menos incomodo. Ya dentro de su estudio, lo primero que vi fue un retrato aun sin terminar de mi esposo. Pero me encontraba tan y tan tensa, que Rufo se dio cuenta de eso, y me ofreció un te para relajarme, así que mientras él iba a la cocina a prepararlo, yo podía pasar tras un pequeño biombo a quitarme la ropa. Cosa que consideré una soberana estupidez, ya que al fin y al cabo de todas maneras me iba a ver completamente desnuda.
Así que por lo nerviosa que yo estaba, rápidamente me quité toda la ropa, menos mis botines y medias. Justo cuando Rufo regresó con una taza de te en sus manos. Aunque completamente muerta de vergüenza, tomé la taza y en par de tragos me lo tomé todo, mientras Rufino comenzó a colocar el caballete y el lienso para comenzar a pintar. Luego me pidió que me sentase frente a él, en una silla cubierta con una tela.
Por un rato se mantuvo pintando, o boceteando la pintura, cuando me llamó para que viera. Lo cierto es que me sorprendí al ver lo mucho que había avanzado en tan poco tiempo. Pero fue cuando me dijo. Mira Mari, si gustas ponte tu blusa, para que no te sientas tan incomoda, pero ahora antes de continuar, quiero que te pongas a posar como tú entiendas te hace sentir más comoda y tranquila.
Al principio solamente me senté en la silla, pero Rufo comenzó a decirme, Mari no eres una estatua, puedes moverte, suéltate, te vez muy tensa aun. Por lo que yo me a pesar de lo incomoda que me sentía, comencé a seguir sus instrucciones. Hasta que llegó el momento en que el estar completamente desnuda frente al amigo de mi esposo, dejó de incomodarme. Además a medida que yo cambiaba de pose, él me halagaba diciéndome lo firme de mis carnes, lo esbelta que me veía, en fin no dejó de decirme cosas lindas sobre mi. Por lo que yo comencé a sentirme más comoda, a pesar de estar desnuda frente a él, ya que la blusa realmente no me cubría mucho.
Pero a medida que continuamos, yo posando y él diciéndome que hacer, me fui sintiendo mejor, hasta que en cierto momento, sentada sobre aquella silla, y sin ningún tipo de vergüenza, abrí mis piernas lo más que pude, y agarrando mi propio coño, le pregunté a Rufino que le parecía esa pose.
Sus palabras fueron, te vez sensacional, me gustaría en otra ocasión hacerte un cuadro con esa pose, pero a medida que fue diciendo eso, se me fue acercando, y ya estando frente a mi, dejó caer sus pantalones hasta su rodillas, yo me sorprendí, al verlo delante de mi de pie, y con su miembro completamente erecto.
Se que debí detenerlo, o decirle algo. Pero en lugar de eso, dentro de mi coño sentía un sabroso y caliente cosquilleó, que me llevó sin decir palabra, a agarrar su miembro y meterlo dentro de mi boca.
De momento pensé en mi esposo, pero a medida que seguía mama que mama la verga de Rufino, dejé de pensar en él. Ya que gracias a su insistencia, de que su amigo me hiciera una pintura, me encontraba en esa situación. Yo aun me encontraba sentada en la silla, cuando Rufino, sacó su miembro de mi boca, y separando mis piernas acercó su rostro a mi coño, el que se dedicó a mamar, como nunca nadie antes lo había hecho.
El placer que Rufino me estaba proporcionando era algo increíble, yo no dejaba de restregar todo mi coño contra su cara, hasta que en medio de la sabrosa desesperación que él me estaba provocando, le pedí, o mejor dicho le imploré que me penetrase. Asi que frente al mismo retrato de mi esposo, Rufino estando yo en cuatro patas, comenzó a penetrarme divinamente por mi coño.
Yo gritaba, y gemía de placer. Mientras que él continuaba empujándome toda su verga, un a y otra vez. Yo nunca le había sido infiel a Esteban. Por lo menos hasta esos momentos. Lo que deseaba era que Rufino y yo continuásemos así por siempre. Así que a medida que continuamos disfrutando mutuamente el uno del otro, yo ni tan siquiera pensaba en mi esposo.
Además por primera vez en mi vida, supe lo que era un orgasmo húmedo. Ya que estaba tan excitada, por todo lo que Rufino me estaba haciendo, que fui la primera en sorprenderse cuando de mi coño salío disparado un fuerte chorro.
Al terminar, ambos quedamos recostados sobre el piso de su estudio, cuando finalmente me pude levantar, Rufino me mostró donde podía asearme. Y estando sentada sobre el bidet, con mis piernas bien abiertas lavando mi coño. Él de pie frente a mi me dijo, que con esa misma pose, en algún momento le gustaría hacerme otra pintura, pero exclusivamente para él.
Bueno yo sigo asistiendo, a las citas con Rufino, y aunque ya terminó el cuadro, siempre hay algún pequeño detalle que hay que revisar, o por lo menos eso es lo que le he dicho a mi esposo…
Ambos iniciamos a besarnos con toda pasión, con aun más pasión que la primera vez, mientras nos besamos Armando comenzó a tocarme mi zona intima debajo la falda de mi vestido y como consecuencia a esto de inmediato me moje toda, ¡Quiero hacerte el amor! Me dijo suavemente al oído, -Lo sé y también quiero- le conteste.
Relato erótico enviado por putita golosa el 29 de August de 2010 a las 23:31:22 - Relato porno leído 513555 veces
Relato casi en su totalidad real que demuestra que toda mujer casada es una puta sumisa en potencia
Relato erótico enviado por morboso sadico el 29 de July de 2009 a las 18:09:16 - Relato porno leído 299796 veces
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Comentarios enviados para este relato
katebrown
(18 de October de 2022 a las 20:21) dice:
SEX? GOODGIRLS.CF
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