Abuelita, que grande tienes el… ( CON fotos)

Abuelita, que grande tienes el…
Yo ya llevaba más de 15 años que no veía a mi abuela, no por nada en particular, solo que mis padres me llevaron a vivir fuera del país, por lo que cuando regresé de vacaciones, uno de los encargos que me hizo mi padre, fue que visitara a su señora madre, a la cual realmente, yo conocía, o mejor dicho recordaba muy poco.

Así que tras varios días de estar visitando a varios familiares, por parte de mi madre, finalmente conseguí la dirección de Ana, mi abuela paterna. Siempre había escuchado decir a mi madre, que su suegra, o sea mi abuela, era muy rara.

Yo la verdad únicamente fui a visitarla por el compromiso que ya había hecho con mi papá, pero la verdad es, que ni ganas tenía de ir a peder mi tiempo, visitando a una vieja decrepita. Tenía planificada una visita de medico, es decir, hola y adiós.

Pero apenas toqué la puerta, de inmediato fue abierta por una mujer madura, sugestivamente vestida de rojo. Yo comencé a decir, yo soy. Cuando ella de manera bien energica, me dijo. La verdad cariño que no me importa como te llames, lo que quiero es que me satisfagas.

Yo me quedé sin saber que decir, al tiempo que ella tomandome de la mano, prácticamente me arrastró hasta un sofá en la sala. Ya en el sofá me dijo, espero que seas la mitad de bueno, de lo que me contó mi hermana.

Yo a todas estas, sin dejar de verla, quería decirle, pero vieja que soy tu nieto. Pero no se quizás fue lo rápido que fue sucediendo todo, que no tuve tiempo, ni de pensar en lo que estaba sucediendo.

De momento se me acercó y viéndome a la cara me dijo, esto va ser mejor de lo que yo pensaba, ya que te pareces tanto a una persona, que hace mucho tiempo que no veo.

Sin demora alguna de inmediato me plató un tremendo beso, en mi boca, al tiempo que sentí una de sus hábiles manos, agarrándome el miembro por encima de la tela de mi pantalón.

Sin soltarlo comenzó a mostrarme sus grandes, y aun bien formadas tetas, pidiéndome que se las besara. Al tiempo que tirándose hacía atrás, me comenzó a mostrar su depilado coño.

En esos momentos, no se si sería lo morbosa de la situación, que en lugar de aclararle quien yo era en realidad, decidí continuar con lo que mi abuela Ana había comenzado.

Así que comencé a darme el placer de agarrar sus grandes tetas, y comenzar acariciarla al mismo tiempo que besarlas, y chupárselas. En cosa de segundos, mi abuela sintió como toda mi verga había reaccionado, y rápidamente se dedicó a soltar la correa de mi pantalón, hasta que sostuvo mi verga entre sus manos. Diciedome, la verdad es que te le pareces mucho, y de inmediato comenzó a mamarmela.

Yo me fui desnudando, deseoso de clavar mi verga dentro de su llamativo coño. Cuando ella me dijo, hasme el favor de ir quitándome toda la ropa con los dientes. No se si sería una de sus fantasía, pero gustosamente comencé acerlo. Hasta que la dejé completamente desnuda.

Ana tomó asiento, y mantuvo sus piernas bien abiertas, y de solo ver su coño, y sus ojos, supe que la vieja deseaba intensamente, que le diera una buena mamada.

Por un buen rato le estuve mamando todo el coño a mi propia abuela, hasta que en cierto momento a medida que restregaba mi cara contra su vulva, disfrutó de un tremendo humedo orgasmo.

Despúes de secarme la cara con su ropa, tomé asiento en el mismo sofá. Y ella gustosamente fue acomodando mi verga dentro de su caliente coño. Mi abuela Ana estuvo cabalgando sobre mi verga, yo sentía como una, y otra vez el coño de mi abuela se tragaba por completo toda mi verga. La manera en que mueve sus caderas es única, yo disfrutaba de mi abuela tanto a más de lo que ella disfrutaba de mi verga, hasta que nuevamente, alcanzó otro salvaje orgasmo, al tiempo que yo me venía dentro de ella.

Cuando terminamos, de manera algo más tranquila, me dijo ya regreso, fue a su habitación, y regresó con un gran fajo de dinero, diciéndome. Te lo has ganado, espero volver a verte la próxima semana. Fue en ese instante y al terminar de vestirme, que le dije.

Abuela Ana, el placer fue todo mío, y no hace faltes que me pagues nada. La vieja se quedó boquiabierta, mientras que yo salía de su apartamento. Pero antes de marcharme le dije, espero volver a verte el martes antes de regresar a casa.

Desde luego que volví, y nuevamente mi abuela me atendió como nunca antes.