Acompañando la vida de Liza

Me llamo Liza, tengo ya 40 años, morena de bonito cuerpo, por lo menos eso dicen los hombres cuando paso a su lado y los hago suspirar, casada con tres hijos cuando sucedió lo narrado, hace ya más de tres años, lo que narraré solo tenia dos a Juan hoy de 19 años, Irene de 15 años engendrados en mí por mi marido y ahora tengo Liza de más de 2 años engendrada por mi nuevo macho y amo, el cual nuevamente me tiene embarazada de un nuevo crío en mi vientre… El problema que este semental es compañero de mi hijo en el colegio, pero este es un macho que no puedo dejar a pesar de todos los problemas que me acarrea por estar prendada y enloquecida de pasión por él.

Este macho y semental a sus diez y ocho años se siento un poderoso, ardiente y vigoroso semental, mi vida a continuado siempre deseándole y enloqueciendo por él, cuando esta cerca de mi y disimuladamente me abraza, mi entrepierna se humedece y me corre el flujo, por mis piernas, de la pasión por tenerlo dentro de mí.

No se negarme a sus requerimientos y menos a negarme cuando me lleva a la cama, en ella este mi poderoso, apasionado y ardiente macho me estruja hasta las pasiones mas bajas de mi amor entusiasta y ardiente coronándome como la mujer mas entusiasmada en la entrega carnal a sus imposiciones.

En la cama soy su muñeca cuando este se abalanza sobre mi cuerpo dueño de la situación, su mano la acomoda en la entrada de mi vagina moviéndola lentamente, recoge mis vestimentas y suavemente me mete toda su mano en mi desnuda vulva, comenzando a jugar con mi cuerpo, mueve desesperadamente su mano en mi vagina, la movía hasta tocarme mi culo, subía, bajaba. Para luego arrodillarse y meter su lengua en ella, me quejaba abatida, gemía y jadeaba como loca, sentía mis contracciones, luego se sueltan todos mis líquidos dentro de mi matriz, cuanto gozaba, ese rico y miserable compañero de clases de mi hijo lo hacia tan delicioso, que era rico sentirlo caliente dentro de mí, luego el miserable me recuesta en la cama y empujo su pene hacia arriba hasta sentirlo palpitar dentro de mi sexo, abandonada a los empujones del pene que se mueve complaciente dentro de mi matriz y mirando a mi amo y señor de ese momento, me abrazo con fuerza a su cuerpo moviendo mis nalgas como nunca mi marido me excita, las movía solo él es capaz de obtener esos movimientos de mi cintura, como las movía, empujó este pene contra mis entrañas y lo acompañé con movimientos de caderas hasta sentir llegar mi orgasmo, entre gritos y movimientos de cinturas recibía el semen que el macho inyectaba en mi profundo útero al tiempo que con desesperación entregaba mi orgasmo al pene que tan deliciosamente me mojaba con sus líquidos seminales, no me importaba si me dejaba embarazada de un nuevo hijo.

Estaba apretando mi vagina sentía como me penetraba y exclamaba gritando, abriendo bien mis ojos y mis piernas y con un ¡ah, uh!, le decía esto era lo que quería, me estas dando todo, dale, dame todo, muévete, quiero sexo, que rico lo haces, estas muy bueno, eres mi macho, que rico lo haces rufián" mientras decía todo esto me movía como una verdadera perra, nos besábamos como locos, solo le decía " no te vayas a venir todavía, dame mas, déjame llenita de tu semen hasta arriba", me empezaba a someterme con fuerza, forcejeando con los pies, él tratando a abrirme hasta el fondo y yo apretándome, luego finalizado el acto le daba una cariñosas cachetadas en su rostro y me retiré ofuscada conmigo misma por haberme nuevamente entregado a este semental.

Un día vengo llegando y un diluvio de agua caía de las nubes al salir del metro, mi macho venía llegando a la entrada de este y se devuelve protegiéndome con su paraguas, llegaras tarde a clases digo, mas vales tu que las clases me dice abrazándome. Entramos a casa, los hijos mayores en el colegio y los bebés en casa de mi madre mientras salía a mis diligencias, nadie había en casa… me ayuda a sacarme la ropa mojada, la blusa estaba mojada y tomándome entre sus brazos me dice sácatela que te vas a resfriar y me ayuda a sacármela por sobre la cabeza, pero no termina de sacármela se queda admirándome mis senos, oye le digo no seas mirón al tiempo que le refriego su pelo sobre su cabeza. El hace lo mismo con mi cabello y sus dedos quedan enredado en ellos, al sacarlos me apretuja con su cuerpo y yo le digo estas con tu camiseta mojada sácatela o te resfría, y me la sacó, los dos estamos a dorso desnudo, me dices, tu tienes protegidas tus mamas, no vale y abrazándome en contra de él me desengancha los sostenes y los quita mirando mis senos, luego los acaricia y como yo no me muevo se acerca y comienza a chuparlo, besarlos y acariciarlos, me quedo quieta esperando su siguiente paso, se queda ahí chupándolos, el chico soltó mis pechos todos llenos de saliva y sudor.

Mi vagina a estas alturas estaba completamente viscosa, húmeda, caliente y olorosa. Se arroja sobre mi en la cama y entierra sus cabeza entre mis piernas comenzando un exquisito mete y saca de su lengua en mi orificio sexual, mientras acaricio su pene que crecía y crecía hasta ponerse duro y firme como un tronco, tanto lengüetazos en mi vagina rindieron frutos y mi orgasmo llego vaciándole sobre su boca mi liquido que tan primorosamente estaba logrando con su lengua, en medio de mi orgasmo no me entere cuando cambio de posición y ensarto en mi gruta sexual su pene extrayendo de mi boca gemidos y bramidos de excitación que rico lo hacia, se movía como un hombre experimentado haciéndome gozar y al tiempo que recibía su semen le entregaba mi segundo orgasmo, era mi enloquecedor amo de mi cuerpo.

Esa tarde no fue a clases. En dos ocasiones fui satisfecha sexualmente por mi juvenil amante, la primera vez tuve un orgasmo reprimido en mi cuerpo y lo miraba con lujuria, él se dio cuenta y trato de acercarse mas, lo rechacé diciéndole que era casada y comenzó a juguetearse conmigo, comenzó a tratar de besarme por todas partes, quise seguirle la jugarreta y jugar con él, pero pudo mas la fogosidad por el ímpetu carnal y sucumbí , entre los crujidos de la cama comenzó a besarme por todas partes, empezó a someterme con fuerza, forcejeábamos, con los pies él tratando a abrirme y yo apretándome, para no entregarme, con mis manos le pegaba en la cara, le pegaba en el pecho, él me pegaba nalgadas que me ponían mas dura esa parte del cuerpo, solo pude decirle atrevido y mirándolo fijamente le dije déjame por favor yo no puedo dejarte hazlo tú, separándome las piernas pues yo ya no podía mas de su acoso, con las ultimas fuerzas que me quedaban me abracé al macho, él tratándome bruscamente y con fuerza se acomodo junto a mí, me subió mis vestidos, saco calzones, bajó sus ropas y bruscamente abriéndome de piernas me metió su duro miembro de una sola estocada. Me llevo al cielo sentía ese ardiente pene abrirme hasta el fondo de mi matriz, separarme de él imposible.