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Al estilo brasileño, asi le llamaba ella a una serie de juegos que finalizaban c

Relato enviado por : lorcim el 14/08/2015. Lecturas: 8235

etiquetas relato Al estilo brasileño, asi le llamaba ella a una serie de juegos que finalizaban c   Anal .
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Resumen
Una mujer preciosa, fuera del alcance de la mayoría de gavilanes. Tenia una forma muy particular de disfrutar una cogida. Y descubrí esa particularidad!


Relato
Por esas historias que se cuentan, secretos que todos saben, sabíamos que la novia de un amigo era algo extraña en cuanto al aspecto sexual. Se comentaba que le pegaba cuernos, y que le gustaba introducir dedos en el trasero de sus amantes. Cosa que algunos contaban asustados, como la razón por la cual decidieron “salir corriendo” de aquel encuentro. La mujer es una belleza, de las que gustan a la mayoría, que no es una flaca por cierto, sino una mujer voluptuosa, de amplias caderas, piernas largas, nalgona. En fin una rica.

No sé si será el caso de todos los hombres, pero en estos temas de mujeres trato de no pifiar, para lo cual hago siempre un análisis de probabilidades, y ella era una mujer que no estaba dentro de mis probabilidades. Principalmente por su vida ostentosa y su apatía. Si nos encontrábamos había cordialidad necesaria para los saludos de rigor, nada más.

Físicamente una mujer despampanante, que llama la atención por su figura y su arrogancia. Por cosas del destino llegué a la empresa donde trabaja a hacer un proyecto por un tiempo corto, de unas semanas. Por las tardes yo usaría la computadora que ella tenía asignada, creí que eso no sería de su agrado… Pero sorpresa! Al ingresar a la oficina encontré una nota “Hola… esta es la clave, cualquier cosa me llamas” eso me pareció un gesto muy amable de alguien de quien no lo esperaba.
Ya para este tiempo no era novia del amigo (en realidad era solo un conocido) ella trabajaba en la oficina, era ayudante de redacción de un libro. Yo trabajaba en la parte de investigación en campo, y por las tardes tabulaba datos. Coincidíamos en el área de comedor en los tiempos de descanso... Ella comía poco... Fumaba y tomaba café. Yo tenía la costumbre de llenar crucigramas de los periódicos. Ella se me acercó un día y me dijo que siempre le había gustado eso, pero que nunca podía terminarlos. Entonces fue un hobbie compartido. Llegamos a tener libros, la Santa Biblia, y cuanta fuente de información pudiéramos con tal de completar los crucigramas. Eso nos acercó.
Ella: atractiva, dominante, bella, consciente de que los hombres derretían babas por ella. Yo, serio, objetivo, que me hacia el desentendido con su belleza. No la halagaba, no le decía nada atinente a sus encantos, por la sencilla razón de que –según mis cálculos- no obtendría resultados positivos para mí... Entonces era por demás...

Llegó nuestra obsesión por los crucigramas al extremo de quedarnos después del trabajo varias horas hasta terminar de llenarlo cada día. En ese tiempo que compartíamos aprovechaba para analizar su temperamento, su forma de ver la vida, sus temores, y cada detalle que podía sin que ella sospechara. Adopté la actitud de un marido, como quien tuvo sexo con ella anoche, asi la veía, le hablaba con confianza, la cuestionaba a veces, la iba probando. Una vez me pidió que el fin de semana la acompañara a una tienda. Fui con ella. Me di cuenta que ella tenía un problema de autoestima, que no le gustaban sus piernas, pues a pesar de que para mi gusto eran perfectas, para ella eran torcidas y muy delgadas en los tobillos. Me di cuenta en ese momento que nunca la había visto con short o minifaldas!! Y era por eso… La animé a que se comprara una minifalda, lo hizo y repitió mil veces que quizá nunca se la pondría!

Esa visita a la tienda creó un increíble vínculo, ella me buscaba a toda hora, me esperaba para tomar café, siempre se quedaba conmigo después del trabajo. Y charlábamos de todo tema.
Yo vivía en una casa contigua a las oficinas, ella en un apartamento a unos cinco kilómetros. Un día me habló de un bar que visitaba con frecuencia antes de que yo llegara a la empresa. O sea antes no llenaba crucigrama ni charlaba con compañeros, sino que salía e iba al bar. Ok quedamos en ir al bar un fin de semana, fue otra experiencia única. Era un bar enorme, tenía cubículos para estar en privado desde el cual se usaba un intercomunicador para hacer los pedidos. Entramos a un cubículo, pedimos cerveza y bocadillos, fue un relajo, ella se liberó, hablamos, charlamos. Me sorprendió su forma de tomar, dos o tres sorbos y se acababa la cerveza.. Cuando llevábamos unas seis cervezas, me pidió que bailáramos.. Salimos del cubículo y nos fuimos a la barra, bailamos merengue, ella se me pegaba deliciosamente, yo la acariciaba, me miró y me dijo “me gusta como sos, que mal que pronto te vas”

La fiesta siguió hasta pasada la media noche. Nos fuimos a su apartamento, quise acompañarla y luego despedirme... pero al entrar me dijo que me estacionara y que entrara. Era un lugar lindo. Ya adentro me dijo que podía quedarme, que había lugar adicional. Acepté, me señaló un cuarto y me dijo “todo tuyo” estaba evidentemente ebria, ahora me parecía pícara, relajada. Me tiró una sábana y la vi irse al baño, que estaba cerca de la sala. Se tambaleó un poco y se devolvió por ropa a su cuarto, yo permanecía sentado en un sofá disfrutando su espectáculo. Quedé impresionado cuando salió de su cuarto y se desnudaba mientras caminaba, tiró los zapatos por acá, la blusa por allá, y más allá la falda y otras prendas, se quitó el sostén y lo engancho al entrar al baño. Qué belleza! La verdad estaba sorprendido, pero no hice nada. Ella se bañó y salió envuelta en un paño. Yo me dispuse a entrar a bañarme, giró y me gritó “no hay paño, deja la puerta abierta ya te traigo uno” así lo hice, al terminar de bañarme ella me esperaba con un paño, extendí la mano, pero ella me tomó y me jaló, me dijo venga para secarlo.. y mi pene saltó, fue una erección inmediata.

Ella me secó el cabello, los hombros, los brazos.. y bromeando colgó el paño en mi pene, se retiró un poco mientras reía y me decía estás de foto! Luego se acercó y siguió secándome, frotó un poco mi pene, lo tomó suavemente y lo lamió dejó escapar un gemido que me puso a soñar, se incorporó me puso el paño en un hombro y me dijo allá te espero. Salió del baño y yo terminé de secarme. Caminé desnudo hasta su cuarto, esperaba encontrarla acostada y desnuda, pero no.. Estaba en una silla, con un vestidito (y luego me di cuenta que tenía ropa interior), el cabello recogido en cola de caballo, y para mi sorpresa un recipiente de miel en la mano.. Hice una entrada triunfal con mi glande apuntando al techo. “acuéstate” y me untó miel en el abdomen, en el ombligo, en el pene, testículos, piernas... Gotitas de miel por aquí y por allá, la esparció con las manos y lentamente las lamió, hasta llegar al pene, que delicia, saboreó la dulce miel, sin reparos, donde hubo miel estuvo su lengua, y donde estuvo su lengua yo suspiré mil veces.

Luego se colocó encima y delicadamente friccionó su intimidad con mi glande. Yo simplemente me dejaba llevar. La besé, la acaricié, ella cerró los ojos y permitió que entrara aquel hinchado y deseoso pene. Se deslizó despacio, y gemía, expulsaba aire mientras hacía movimientos, y así despacito, como sintiendo cada milímetro tuvo un orgasmo. Se quedó quieta, se me recostó en el pecho, luego giramos y quedé sobre ella, pensando en que le gustaba despacio comencé a penetrarla así. Hicimos variantes del misionero, ella estaba como en un trance, concentrada, gemía, me besaba, y decía “si, rico, ooohh, uuuhh, si mi amor, así” tuvo otro orgasmo. Y se quedó quieta, yo me levanté me cambié el preservativo y volví a la cama, me acosté a su lado, me dijo que tenía frio, y la verdad hacía frio. Era de madrugada en un lugar que es frío.

Nos cobijamos y quedamos de lado, frente a frente, nos besamos con pasión, con ternura, ella me agarró las nalgas me acarició y buscó mi ano, eso me sorprendió sobre manera, ni siquiera fue al calor de un orgasmo, ni durante el sexo, fue allí tranquilos, acarició mi ano y yo la vi con asombro. Giré un poco, me incorporé, me coloqué sobre ella, la besé, ella volvió a aquel trance, a aquel gemido, tomé sus tetas y las acaricié las mamé, luego seguí hacia abajo, llegué a aquella delicia de panocho que tantas veces había imaginado, lo lamí con frenesí me encantó su olor y su abundante lubricación.
Quité la braga.
Abrí sus piernas y las levanté, humedecí su culito y deslicé la lengua la froté contra su esfínter y ella se crispó, se despertó, supe que le gustó, entonces seguí. Luego me aferré a sus labios vaginales mientras con un dedo le hacía un masaje al culo. Ella se volvió loca, gritó a todo pulmón RICO, RICO MI AMOR y yo me sentía como se siente un minero cuando da a una veta de oro macizo, eureka ¡! Metí el dedo, y luego dos dedos, su culo dilatado pero ajustado, aprisionaba mis dedos maravillosamente mientras ella se retorcía de placer, se incorporó al tiempo que me pedía que parara un poco, la vi quitarse la ropa y tirarla lejos, se soltó el cabello y tiró la cola. Se colocó en posición de perrito y me pidió que me colocara frente a ella, me dio una felación vigorosa mientras yo acariciaba su espalda, sus nalgas y con los dedos llevaba saliva hasta aquel activo esfínter que parecía succionar.

Luego se separó un poco y supe lo que deseaba. Me puse un condón y ella se colocó con su precioso trasero en pompa, deliciosamente levantado. Instintivamente me cambié de posición y me dispuse a darle placer. Pero ella como quien recuerda algo, lanzó un gritillo y dijo “espera” se levantó tomó una cartera que colgaba de su ropero, sacó un frasquito y supe que era un lubricante… se aplicó unos chorritos en las manos y las frotó, aceitó mi falo, y luego sus nalgas, su ano. Y allí en el borde de la cama la tomé con lujuria, coloqué mi hinchado glande en su entradita y ella empujó para que entrara, empujó más y su trasero chocó con mi cuerpo. Ella se tiró sobre su pecho, giró un poco y pasó una mano hacia atrás para jalarme. Comprendí que ya no quería despacio! Aceleré, hice embestidas profundas y ella entró en delirio, la vi manotear sobre la cama, tiró almohadas y cobijas..

Yo seguí dándole, al chocar sus nalgas contra mi produjo un sonido que quise multiplicar, entonces le di unas palmadas, gritó emocionada “si nene, me gusta” y le di más palmadas con la mano derecha, mi mano izquierda se aferró a su cadera derecha y mi pene se hizo amigo del recto. Bastaron unos cuantos minutos, no sé, quizá dos o tres minutos. Y ella se contrajo de tal manera que me sorprendió, la embestí duro, y me pidió que me quedara quieto que se la dejara adentro hasta el fondo. Sentí contracciones repetidas del esfínter contra la base de mi pene.
Me quedé unos instantes y luego me dijo que se la sacara despacito. Que belleza, ese culito dilatado, haciendo aún contracciones. Se incorporó, la vi despeinada, sudorosa, se sentó en el borde de la cama y yo también, nos besamos mientras me quitaba el preservativo, me puse uno nuevo y ella volvió a repetir la ceremonia del aceite, se colocó de espaldas a mi, allí en el borde de la cama, me agarro el pene, con rapidez lo puso en su culito y empujó, se movía como desesperada, le agarre´ las tetas, bastaron unos segundos y ella estaba jadeante, afónica, agitada, vi un mueble y la empujé, nos pusimos en pie, sin sacarla la llevé hasta el mueble, ella comprendió rápido, allí contra el mueble, de pie, le di duro, me abandoné a mis contracciones, ya no quería contener ese semen deseoso de salir.

Me aferré a sus caderas y me olvidé que podría dolerle. Unos segundos que toqué el cielo, sentí como descargaba aquella presión. Y ella estaba también en un delicioso clímax, nos quedamos quietos, aquel esfínter hacia contracciones involuntarias que me devolvieron a la tierra. Abri los ojos y aprecié aquel bello escenario: ella sostenida de un borde, sus bellas piernas deliciosamente abiertas, su trasero bien conformado reluciente por el aceite y mi sudor, mi pene hasta la mitad aún dentro de su ano. Sostuve el condón y me retiré despacio mientras observaba la despedida de ese rico agujerito y mi glande. Rodee su cintura, nos besamos, la acaricié, nos acostamos.
Creí que nos dormiríamos, pero ella encendió la tele, me miró y me preguntó si no me molestaba que fumara.. Mentí, le dije que no.. Prendió un cigarro y fumaba. Yo me recosté y creo que me quedé dormido un rato. Abrí los ojos y me sorprendió que ella en vez de ver tele me observaba, me sonrió y me dijo “gracias”, se incorporó y se fue al baño. Hice lo propio, me encaminé y pregunté si podía acompañarla, aceptó y nos bañamos…

Abrio un pequeño refrigerador y sacó una botella de vino. Yo la verdad no quería más que ir a dormir, por la mañana tenía que viajar y estaba en ese punto que el cuerpo pide cama. Pero ella no preguntó nada! Sirvió dos copas, prendió otro cigarrillo y la vi muy animada a conversar. Charlamos trivialidades y se me ocurrió preguntarle por qué me dio gracias… “te voy a confesar algo, algo confidencial. Sabrás si te vales de eso para bien o para mal” y yo me preguntaba qué sería aquel secreto… “mi primer hombre, con quien tuve sexo por primera vez y durante casi tres años, fue un brasileño, él tenía 35 años y yo tenía 16 años. Por casi un año nunca me penetró vaginalmente siempre me trataba con demasiada delicadeza, me hacía darle dos o tres orgasmos con solo masturbarme, él me frotaba con el pene o con los dedos despacito y me llevaba al cielo… Luego me penetraba analmente y yo tenía un orgasmo profundo mientras él eyaculaba abundantemente dentro de mi culito”

Y continuó relatando “he querido adaptarme a otras personas, pero me es muy difícil. Casi todos los hombres lo que quieren es meterla y bombear, uno se queda con las ganas de que sean tiernos. Analmente sí me gusta duro, pero por poco tiempo… Y no te enojes, pero te dije gracias porque me recordaste al brasileño” Y lejos de enojarme quise obtener toda la información detallada para no parecerme, sino ser el brasileño! Hacérselo como él y que reviviera sus bellos recuerdos!
Tiempos después bromeábamos con el tema y cuando nos citábamos yo le decía que el brasileño quería verla, ella siempre estaba anuente!

Para ella una de las razones para seleccionarme fue que yo no parecía un desesperado. Que yo no intentaba conquistarla, y aunque eso al principio la molestó, luego le atrajo.. Buen consejo

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Si te ha gustado Al estilo brasileño, asi le llamaba ella a una serie de juegos que finalizaban c vótalo y deja tus comentarios ya que esto anima a los escritores a seguir publicando sus obras.

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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 20:57) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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