El escribano estaba en su estudio cuando recordó que debía llamar al Señor Z y lo hizo.
-Hola, mi estimado amigo…
-¿Es usted, escribano?
-Sí, y con una buena noticia…
-¡Ah, que bien! –exclamó el Señor Z y su voz sonó exultante. -¿Cuándo puedo ir?
-Vea, anoche le dimos mucha verga y me dice Ligia que el nene está con la colita irritada y que conviene dejarlo descansar un par de días.
Relato
El escribano estaba en su estudio cuando recordó que debía llamar al Señor Z y lo hizo.
-Hola, mi estimado amigo…
-¿Es usted, escribano?
-Sí, y con una buena noticia…
-¡Ah, que bien! –exclamó el Señor Z y su voz sonó exultante. -¿Cuándo puedo ir?
-Vea, anoche le dimos mucha verga y me dice Ligia que el nene está con la colita irritada y que conviene dejarlo descansar un par de días.
-No tengo inconveniente, mi amigo. ¿Le parece bien el viernes?
-Perfecto, ¿a qué hora le vendría bien?
El señor Z reflexionó durante un instante y por fin dijo:
-Estaré llegando a la mansión alrededor de las 9 de la noche.
-Perfecto, a esa hora se lo estará esperando. ¿Prefiere que cenemos o un vermouth?
-No, un vermouth, mi amigo, quiero estar liviano para lo que vendrá después. –eligió el hombre para después soltar una risita.
-Muy bien, hasta el viernes, mi estimado señor…
-Hasta el viernes, escribano.
……….
Ligia se había sentido frustrada la noche anterior, cuando debió posponer su deseo de ver a Alex maturbarse delante de ella al notarlo un poco decaído por ese ardor en la cola. Por eso al visitarlo esa mañana llevaba el propósito de comprobar cómo estaba el ano y, si era posibe, excitar al chico para verlo masturbarse.
Llevaba con ella la crema para una segunda aplicación y ante la pregunta de la matrona el chico contestó que se sentía mucho mejor y que el ardor había mermado bastante.
-A ver, echate boca abajo y abrite las nalguitas que voy a inspeccionar eso.
-Sí, señora… musitó Alex y de inmediato obedeció la orden, manteniendo separadas sus nalgas con ambas manos mientras la matrona se sentaba en el borde de la cama con el pote de crema a su lado.
-Mmmhhhh, muy bien, putito, efectivamente esto está mucho mejor. Ya casi no hay inflamación y el agujerito está muy cerca de su color rosado natural. –comprobó Ligia. –Voy a seguir aplicándote la crema y creo que dentro de un par de días ya vas a estar en condiciones de volver a ser usado.
-Ojalá, señora… - se sinceró el chico mientras la matrona comenzaba a untar con la crema la diminuta entradita.
-¡Ah, putito! ¡Tenás ganas de volver a tragar verga!...
Alex hizo una pausa, tragó saliva y con las mejillas ardiendo de vergüenza respondió con un murmullo apenas audible: -Sí… Sí, señora…
-Qué putito sos… Qué tremendo putito sos… ¡Me encanta que tengas hambre de vergas!... –exclamó Ligia mientras, concluida la aplicación de la crema, comenzaba a deslizar lentamente su mano derecha por los muslos del jovencito.
-Bueno, bebé, podés sacar tus manitos del culo…Ya te puse la crema…
-Sí, señora… murmuró Alex mientras sentía que la mano de Ligia en sus piernas lo iba excitando. La mano seguía muslos arriba, con morosa lentitud y la mujerona se deleitaba con la suavidad de esa piel, con la morbidez de esa carne adolescente. Por fin la mano llegó a las nalgas, tan redonditas, tan firmes, según apreció Ligia una vez más al empezar a acariciarlas mientras Alex gemía y acompañaba esos gemidos moviendo sus caderas a derecha e izquierda.
-Mmmmmhhhhhh, mi bebé se está excitando con lo que le hace mami… ¿me equivoco, putito?...
-No… no, señora, no se… no se equivoca…
-¿Y mi bebé tiene la verguita dura ya?... –probó Ligia sin dejar de acariciar y pellizcar las apetecibles nalgas.
-Sí… sí, señora…
-Mmmmhhhhh, mi chiquito está caliente… Muy caliente…
-¡Síiiiiiii!...
-¿Acaso mi chiquito tiene ganas de masturbarse?...
-¡Síiiiiii!... Sí, señora Ligia… Por favor… ¡Por favor! –suplicó Alex, que ya se estaba tocando.
-Ponete de espaldas. –ordenó la mujerona y Alex obedeció de inmediato.
-Mmmmmmhhhhhhh, qué paradita la tenés, bebé… -se admiró Ligia y de inmediato condujo a Alex al baño, en cuatro patas.
Una vez allí quiso saber dónde se masturbaba el chico por lo general.
-En el inodoro… -explicó Alex. –Sentado al revés…
-Bueno, sentate y ya sabés: acabás en la palma de tu mano y después te tomás toda tu lechita.
-Sí, señora… -aceptó el jovencito y adoptó la posición ordenada. Ligia, de pie a la izquierda del chico, admiró una vez más esos muslos largos de piel suave y carnes mórbidas y ahora engordados por la presión contra los bordes del inodoro. La mujerona era lesbiana y mantenía una relación con cierta hembra quince años menor a la que recibía frecuentemente en sus dependencias de la mansión. Era lesbiana y desde esa condición el chico la excitaba tanto, por la turbadora ambigüedad de su figura, pero además la excitaba esa dominación total que ejercía sobre él.
Alex había empezado a masturbarse, con los ojos cerrados y la boca entreabierta, entre jadeos que excitaban a la mujerona al punto de haber empezado a tocarse.
-Así, putito, así… así… muy bien… -alentaba Ligia y poco después, de la verga de Alex brotaron cuatro chorros de semen que fueron otros tantos goterones en la palma de la mano izquierda del chico, que respiraba fuerte por la boca.
Ligia le ordenó que dejara inmóvil esa mano y sus ojos contemplaron extasiados ese semen que sería alimento para Alex.
-Tragá esa lechita, bebé… ¡Vamos! –apremió la mujerona y el chico comenzó sin dilación alguna a lamer y beber su propio semen hasta que no quedaron rastros en la palma de su mano y él trataba de ir asimilando ese sabor algo agrio, aunque menos que el del semen de los viejos.
-A ver, abrí grande la boca. –le ordenó Ligia, que pudo así comprobar que el chico había tragado por completo su leche. Lo llevó al cuarto en cuatro patas y sin preocuparse de nada más se dirigió apresuradamente a sus dependencias, buscó el consolador que usara para trabajar el culo del chico y, echada de espaldas en la cama se masturbó afiebradamente mientras se excitaba cada vez más repasando la escena reciente en el baño de Alex, pero también con el placer intenso y morboso que le daba sentir su dominación sobre el jovencito, para el cual tenía planes a ejecutar una vez que los vejetes decidieran liberarlo. Pensó en ese proyecto y mientras sus labios dibujaban una sonrisa perversa sintió entre convulsiones que se disolvía en un orgasmo violento e interminable.
………….
Llegó el viernes, día de la visita del señor Z y a las ocho de la noche, una hora antes de su llegada a la mansión, el escribano le daba a Ligia las instrucciones para recibirlo. Ligia lo condujo desde el portón de entrada hasta la salita de recepción, donde esperaba el escribano. El señor Z era un hombre de unos sesenta años, de estatura media, contextura gruesa y cabello teñido de un tono caoba. Lucía anteojos oscuros que guardó en su maletín antes de estrechar la mano del escribano.
-Siéntese, amigo, siéntese. –invitó el dueño de casa indicando un sofá frente al cual había una mesa ratona. –Es un gusto tenerlo nuevamente aquí.
El señor Z tomó asiento en el sofá y el escribano hizo lo mismo, a su lado.
-Estuve esperando este momento con impaciencia, escribano. ¿De verdad es tan lindo el chico como usted me lo pinto?
-Es el más lindo de todos los que hemos tenido, mi estimado señor. –confirmó el escribano y dijo después: -Créame que mis amigos y yo no terminaremos nunca de agradecerle que haga posible esto de los chicos.
-Bueno, no lo hago de bueno, escribano. –dijo el señor Z y emitió una risita. -Me gusta coger jovencitos tanto como les gusta a ustedes… Y además no me vienen nada mal esos dinerillos que ustedes gentilmente me dan todos los meses…
-Oh, sí, ya sabemos cuál es el arreglo, pero esto sería imposible sin sus contactos en los más altos círculo del poder y sus buenos oficios en esos ambientes. Pero basta de echarnos flores y tomemos el vermouth, ¿le parece?
-De acuerdo. –convino el señor Z y entonces el escribano llamó a Ligia con su handy. Minutos después se escuchaban unos golpecitos de llamado a la puerta.
-¡Adelante, bestia! –autorizó el escribano y entonces ingresó a la salita una chica de unos veinte años, desnuda, cuyo pelo oscuro tenía aspecto de llevar mucho tiempo sin higiene.
-Esto también es algo que debemos agradecerle, mi querido señor, el haber podido comprar en cárceles e institutos de menores a estas infelices que nos resultan imprescindibles en la mansión.
El señor Z respondió apenas con un movimiento de cabeza y observó cómo la chica se ocupaba de servir el vermouth y luego permanecía a la espera de ser autorizada a retirarse.
-Si le interesa la bestia se la hago manguerear y es suya… -sugirió el escribano.
-No, gracias, amigo, vine por el chico.
-Bien, fuera, bestia… -ordenó el escribano acompañando sus palabras con un gesto despreciativo de su mano derecha, cual si estuviera ahuyentando a una mosca.
-Mmmmhhh, soy un devoto del Gancia con soda y limón.
-Buen trago… -acordó el escribano y poco después llamaba nuevamente a Ligia por el handy: -Señora, por favor, venga y conduzca a nuestro amigo a la habitación del chico. -y allí estuvo un instante después el señor Z, deslumbrado ante Alex, que lucía de túnica y ojotas, de pie, con las piernas juntas y las manos atrás, mirando al frente para que el visitante pudiera observarlo completo, incluido el bello rostro.
-No puedo creerlo… ¡no puedo creero!... –se admiró el hombre y mucho más cuando Ligia le ordenó al chico:
-Ponete de espaldas, putito. –ordenó Ligia y el señor Z pudo apreciar entonces la deliciosa cola que se transparentaba bajo la túnica, abultando la seda.
-Veo que el escribano no exageró cuando me habló de esta preciosura.
El chico había sido duchado, perfumado y sometido a una enema por la mujerona y estaba listo para ser usado por el señor Z.
-Señora, como con todos, ¿verdad?, puedo hacer con él lo que se me antoje sin lastimarlo.
-Así es, señor, las reglas del juego no han cambiado.
Alex escuchaba el diálogo tratando de calmar ese vendaval de sensaciones que lo estremecía. Allí estaba, a punto de ser entregado por los Amos a un desconocido. ¿Y a cuántos hombres lo entregarían de allí en más?. Una pregunta para la cual no tenía respuesta y que lo inquietaba y excitaba a la vez, aunque esa excitación lo perturbaba.
-Bueno, putito, ya sabés. –intervino Ligia. –Hacés y te dejás hacer todo lo que el señor quiera, ¿oíste?
-Sí… sí, señora… -murmuró el chico estremecido por las palabras de la mujerona, que temió preanunciaran extravagancias a las cuales él debía someterse. Tras esa advertencia la matrona abandonó la habitación y el chico quedó a merced de los apetitos de ese solterón vicioso.
Entramos al cuarto y empezó todo, él me tomó por detrás y empezó a tocar mis nalgas y me susurraba cosas al oído: ¡eres una puta q aprenderá de mí!, ¡eres mi perra! Y yo se lo confirmaba le dije q seria su perra, el me volteo y quedamos frente a frente, y acercó su boca a la mía, pero mas q besarme su lengua paseaba por mi boca.
Relato erótico enviado por Putitacachonda el 29 de December de 2009 a las 23:34:17 - Relato porno leído 140731 veces
Aventuras en Paris
Jesús y Pablo marcharon a Paris para poder vender el video. Dejaron a sus tres amigos en una casa que habían alquilado en un pueblo muy pequeño en Huesca. Los dos habían quedado con Pierre, un ejecutivo muy interesado en esta clase de material.
Relato erótico enviado por mena55 el 24 de August de 2008 a las 13:55:00 - Relato porno leído 114317 veces
Si te ha gustado Alex, 16 años, casi Alexia de tan lindo (5) ( CON fotos) vótalo y deja tus comentarios ya que esto anima a los escritores a seguir publicando sus obras.
Por eso dedica 30 segundos a valorar Alex, 16 años, casi Alexia de tan lindo (5) ( CON fotos).
señoreduardo
te lo agradecerá.
Comentarios enviados para este relato
katebrown
(18 de October de 2022 a las 22:19) dice:
SEX? GOODGIRLS.CF katebrown
(18 de October de 2022 a las 19:46) dice:
SEX? GOODGIRLS.CF
Registrate
y se el primero en realizar un comentario sobre el relato Alex, 16 años, casi Alexia de tan lindo (5) ( CON fotos).
Vota el relato el relato "Alex, 16 años, casi Alexia de tan lindo (5) ( CON fotos)" o agrégalo a tus favoritos