No me puedo quejar de cómo me trata la vida, soy una feliz chica transexual que aprendió a hacerse su lugar en el mundo, en poco más de veinte años tengo buenas y malas historias, seguramente muchas más de las que la mayoría de ustedes llegará a vivir en toda su vida.
Relato
No me puedo quejar de cómo me trata la vida, soy una feliz chica transexual que aprendió a hacerse su lugar en el mundo, en poco más de veinte años tengo buenas y malas historias, seguramente muchas más de las que la mayoría de ustedes llegará a vivir en toda su vida.
Al final de esta historia les dejo algunas fotografías para que me conozcan, ustedes dirán que opinan, y con gusto leeré los comentarios que quieran hacerme.
Entre tantas personas quisiera agradecer especialmente a mi médico cirujano, un importante doctor, prestigioso, reconocido en mi país, del cual obviamente no daré su nombre, puesto que es casado y tiene hijos.
El modeló a Alexandra, la chica que soy, el me hizo el rostro, los pechos, la cintura, y la cola, y cuando digo que me ‘hizo la cola’ lo digo en todos los sentidos de la palabra!
El me sigue visitando hoy en día, es un bombón de chocolate!
Pero yo no quiero contarles de Alexandra, porque alguna vez fui un chico, me llamaba Jorge, y quiero ir sobre mis primeros días, el principio de mi historia, el principio de mi transformación.
Yo tenía catorce o quince años, vivía con papá y mamá, único hijo y bastante malcriado por cierto. Típica familia de clase media, ambos trabajaban para poder llegar a fin de mes por lo que era habitual que pasara demasiado tiempo solo, nunca fui de ser muy abierta para hacer amigos.
En esos años iba mis padres me mandaban a una escuela pública ya que no podían costear una privada y ese lugar era casi el único donde socializaba con chicos de mi edad.
Estaba en mi despertar sexual, y aunque suene raro, por esos días yo miraba a las chicas, ni imaginaba ser lo que soy, descubrirme a mí misma.
Desde joven fui siempre delgadito y de piel blanca, esos chicos tímidos que suelen ser centro de burlas del resto de los compañeros, y por esas burlas fue que Patricia empezó a pegarse a mí, por compasión.
Hace años que no veo a Patricia, fue mi gran amiga, una rubia pecosa con rostro de ángel y alma cristalina, de voz dulce, una chica se silueta perfecta, era ‘el objeto deseado y admirado’ por todos los chicos, y era quien provocaba la envidia de las compañeras de curso.
Y así pasábamos mucho tiempo juntos, en recreos, compañeros de banco, trabajos en equipo, y compartí muy lindos momentos con ella, quien sabía casi todos mis secretos.
Pero sin quererlo, sin darme cuenta, mi cercanía a Patricia creó un conflicto…
Ya les conté quien era yo, el tímido, quien era Patricia, el diamante, ahora les contaré quien era Javier, el malo.
Javier era ese personaje que está en todos lados, él era el malo, el macho de la manada, y chico de cabello lacio y corte desprolijo, un tanto narigón, de caminar desgarbado, mal hablado, intimidaba a todo el mundo y todos festejaban sus pavadas, su palabra era ley y los que trataron de desafiarlo se habían encontrado con sus puños.
El me llevaba dos años y estaba en un par de cursos por sobre el mío, había tenido varios problemas de conducta, con compañeros, profesores y hasta directivos del colegio que no encontraban forma de encausarlo, ni la encontrarían.
Era ese chico rebelde, loco y bohemio por el que muchas chicas suspiran, era el que desafiaba a la sociedad.
Javier no andaba solo, como una pandilla tenía sus laderos, cuatro amigos que lo secundaban y eran cómplices y ejecutores de sus locuras, ellos eran unos miserables lambe botas, títeres que se creían piolas por solo estar cerca del líder, pero que imponían las cosas por la fuerza asumiendo que ser número dos era mejor a no ser nada.
Había una persona que desafiaba a Javier, alguien a quien le parecía un estúpido, un nene de mamá, un malcriado, una basura, adivinaron? sí, mi amiga Patricia lo detestaba, y solía enfrentarlo en público, y no había cosa que molestara más a este chico que las actitudes de mi amiga, y por consiguiente, al estar yo tan unido a ella, sería quien pagaría los platos rotos…
Los chicos solían evadirla, por ser mujer, porque los desafiaba y no querían tener más problemas de los que ya tenían, entonces se ensañaron conmigo, empezaron a molestarme, a perseguirme, cuando de casualidad nos cruzábamos a solas solían amenazarme, a intimidarme, y hasta me manoseaban como si fuera una chica, y si me distraía me apoyaban sus paquetes en la cola, cosa que me ponía nervioso y que solo Patricia sabía, pero le rogaba que no dijera nada…
En el colegio habían organizado una jornada de campamento, un desafío deportivo en varias disciplinas entre varios cursos y años, y ahí fuimos, Patricia, Javier, sus custodios, los compañeros y yo.
Todo parecía normal, nada hacía proveer que algo raro pasaría, pero sería para mí un punto de quiebre…
El predio era grande, muchos chicos y nadie tenía en verdad control de la situación, a un lado estaban construyendo nuevos vestuarios, estaban levantadas las paredes y los techos pero no había mucho más, pilas de arena, pedregullos, bolsas de cemento y cerámicos apilados era todo lo que podía verse, en un momento de curiosidad se me ocurrió visitar esa edificación, no los vi venir, pero ahí me sorprendió Javier con su patota de amigos, sentí temor, me habían acorralado y el bullicio que había en el lugar hubiera hecho inútil cualquier pedido de auxilio de mi parte.
Javier empezó a insultarme, a cuestionarme muchas cosas, pensé que me darían una paliza, pero estaba equivocado…
Tenía un short blanco de gimnasia, era el uniforme escolar, el solo se quedó observando en algo que evidentemente ya habían planeado, me agarraron entre los cuatro amigotes y empezamos a forcejear, pero que podía hacer? ya dije que era muy delgado y sin fuerzas, me resistí como pude, pero me bajaron los pantalones y calzoncillos a las rodillas y me hicieron arrodillar, me tenían con tanta fuerza que no podía evitarlo, uno de los cuatro bajó sus pantalones y empezó a acariciarse la verga, iban a violarme…
Y traté de resistirme con todas mis fuerzas, pero no pude, sentí que ese chico escupía en mi culo y apoyaba su carne en la mía, empezó a empujar y sentí un dolor desgarrador, entre sus risas y mis protestas su pija terminó por penetrarme y me empezó a hacer la cola, dale y dale.
Javier solo era espectador con una sonrisa en sus labios, en un plan que seguramente él había trazado, de pronto el bastardo salió de mi interior y sentí en mis nalgas los jugos calientes de su eyaculación…
Cambiaron, era el turno del segundo, y algo empezó a pasar en mí, empecé a notar que me gustaba todo eso, no pude controlarlo pero de pronto mi verga estaba dura y mis gritos de protesta se transformaron en gemidos de placer, y conforme pasaban los segundos todo cambiaba rápidamente, ellos poco a poco aflojaban la fuerza que hacían para retenerme y cuando el último me la daba por el culo ya nadie me tenía, ya no era por la fuerza, ellos solo miraban rodeándome en círculo, solo disfruté hasta el final…
Cuando los cuatro habían acabado quedé recostado en el piso con mi trasero adolorido, Javier tomó la palabra y dijo
Ahora es mi turno… pero a mí me la vas a chupar…
Entonces bajó su ropa y emergió su pito duro, cerca de mi rostro, ahora lo hice con deseo, me acerqué, se lo acaricié y empecé a lamerlo, nunca había hecho algo así pero su pene me pareció exquisito, su forma, su glande, su color, su sabor, no pude evitarlo, pero a medida que se lo chupaba empecé a masturbarme, sentí hervir la sangre y a gemir por todo ese placer desconocido para mí, Joaquín y sus laderos se vieron sorprendidos por mi actitud, lejos de un castigo esto se había transformado en una bendición, el semen de Javier saltó de golpe sobre mi rostro, en mis labios y corrió hacia la remera haciendo un enchastre, yo mismo empecé a tirar chorros de leche de mi verga caliente culminando con el juego.
El silencio y el desconcierto reinaron en el lugar, las cosas no habían salido como ellos las habían planificado, Javier tomó un balde con agua que había a un costado, me lo alcanzó y dijo
Lavate, y lava esas ropas, eres un asco…
Y dirigiéndose a sus amigos
Vamos muchachos…
Aparecí al tiempo con mis prendas mojadas, inventé una estúpida excusa, pero lo importante es que era el principio de algo nuevo en mi vida.
Empecé a masturbarme mucho con esa situación vivida, es más, revivía en mi mente esa experiencia maravillosa y me excitaba demasiado, me metía los dedos en la cola para tratar de sentir lo que había sentido y se me hizo necesario volver a hacerlo, al menos en mi mente.
Y nadie supo de esto, ni siquiera mi amiga, o mis padres.
Unos días después Javier me abordó a solas, fue raro porque siempre estaba secundado por sus matones, pero en esta oportunidad había buscado un lugar apartado y discreto, fue un encuentro distinto, él no se mostró hostil como de costumbre, ni tampoco dijo nada de lo que había sucedido, solo me entregó una bolsa en papel madera y me dijo
Le robé esto a mi hermana, quiero que mañana te lo pongas para venir al colegio, y quiero que en el último recreo me lo muestres, nos encontraremos en el baño del cuarto piso.
No dijo más nada y se retiró, no pude aguantar a husmear dentro de la bolsa, pude ver una bombacha que dejaba un suave aroma a perfume de mujer, ante la situación tuve una incontenible erección.
Esa noche, cuando mis padres se fueron a dormir, tomé la bolsa que había ocultado con mucho cuidado y saqué esa tanga tipo culote color negra, no pude resistir la tentación, y en la soledad y oscuridad del cuarto dejé a un lado mi calzoncillo y me subí esa prenda femenina, que rica se sentía! los cachetes me quedaban desnudo y la verga apretada, empecé a imaginar, imaginar, imaginar, cuando quise darme cuenta tenía dos dedos en mi culo y me masturbaba hasta ensuciar todas las sábanas.
A la mañana siguiente me cambié con sigilo, nadie sabía que tenía debajo de mis pantalones, fui al colegio y creo que ese fue el primer día en que de alguna manera me sentí mujer, y que miré a Patricia como si fuéramos ‘amigas’.
Esperé ansioso al último recreo y fui al cuarto piso saltando los escalones de dos en dos, con premura, con el corazón que parecía saltarse de mi boca, imaginando una nueva violación de los muchachos, pero para mi sorpresa solo estaba Javier
Y los chicos? – pregunté un tanto defraudado por mis propias expectativas.
No, no hay chicos… te pusiste lo que te pedí? – preguntó él cambiando rápido de tema
Si! quieres ver cómo me queda?
Acá no, es peligroso, mejor nos encerramos en uno de los baños
Así que entré a uno de los lugares asignados y el tras de mi cerrando la puerta de chapa tras sus pasos, entonces sí, solté mi cinturón y bajé mis pantalones, saqué culo hacia atrás (en esos años no tenía lo que tengo ahora) pero me sentía igual muy puta, ya estaba duro y sus manos empezaron a acariciar mis nalgas, cada vez más cerca, hasta que al fin lubricó sus dedos con saliva y me enterró un para en mi culo, me estremecí, quería que me la metiera toda, pero algo sucedería en ese momento que me dejaría perplejo.
Javier me giró y quedamos frente a frente, luego me hizo sentar sobre el inodoro, el me miró de arriba abajo y se arrodilló a mis pies.
Tomó mi verga entre sus manos y empezó a masturbarme mirándome fijamente, yo no sabía qué hacer, que decir, estaba mudo, el solo se inclinó un poco más y empezó a lamerla, a chupármela, a comérmela toda, no salía de mi asombro…
Y yo no pude contenerme, me gustaba demasiado como pasaba la punta de su lengua por mi glande desnudo, como acariciaba mis bolas, me sentí venir, traté de avisarle pero él no se detenía
Basta… basta…
Susurré naufragando en placer, empecé a acabar, con contracciones rítmicas, una tras otra, Javier solo seguí chupando
El levantó entonces su rostro, yo estaba asustado esperando su reacción, solo saboreaba mi leche, lo vi tragar, se acercó y me dio un profundo beso boca a boca, lengua a lengua, me dejó pegote por mi propia leche, fue luego a mi oído y me dijo apenas audible
Esto nunca sucedió, si escucho algún comentario de bocas de terceros, sabré quien fue el que abrió la boca, y juro que voy a matarte… entendido?
Hice un si rápido con la cabeza, siendo honesto, tenía pánico.
Y no entendí que sucedía, de repente ese chico que se comía el mundo y atemorizaba a todo el colegio, ese muchacho por el que suspiraban muchas tenía intimidad conmigo?
Pero no podía hablarlo, con quien hablarlo?
Ese día en el baño fue el primero de muchos encuentros secretos con Javier, básicamente yo cumplía el rol de mujer, sin embargo a veces, el me la chupaba, o yo lo penetraba.
Y el mantenía su imagen, pero yo empecé a cambiar sin darme cuenta, mis gustos, mis modales, mis charlas, mis ropas…
Patricia fue de las primeras en notarlo, me preguntó directamente si yo era gay, pero yo no quería ser gay, quería ser mujer, y Javier empezó a alentarme en eso, mirábamos mucha películas y fotos de travestis y me fue empujando a esos cambios… y yo me dejé empujar…
Recuerdo cuando fui a comprar mi primer conjunto de ropa interior, tanga y corpiño, aun no tenía pechos, pero que sexi me sentí, y esa primera colaless carmesí!. Le dije a la vendedora que era para mi novia, pero adiviné que no me creyó ni media palabra, lo mío ya era muy notorio…
Y también recuerdo como se excitó Javier al verme, como me rompió el culo esa noche!!!
Preguntarán como siguió la historia, bien. Yo la pasé mal, no fue fácil que empezaran a verme como Alexandra, mis compañeros, mi familia, solo tuve tres apoyos fundamentales que me aceptaron sin prejuicios, Javier, mi amante secreto, Patricia, mi amiga incondicional, y obviamente, mi madre.
Pero para Javier fue peor, tenía una doble personalidad y no podía asumirlo, el sencillamente no podía ser gay, no podía darse ese lujo, lo vi lloriquear por los rincones, apesadumbrado, cargando una enorme cruz, el día y la noche, el cielo y el infierno, la luz y la oscuridad, tan opuestos eran sus sentimientos, vivía en una profunda depresión…
Esa tarde llegué al colegio, recuerdo que fui en pollera y tacos altos, Jorge era pasado, las cosas o estaban en orden, los alumnos deambulaban como hormigas fuera de su hormiguero, había un murmullo persistente en la atmósfera, que diablos pasaba? No eran buenos presagios…
Al fin encontré a mi querida amiga, nos saludamos y le pregunté qué diablos pasaba
No te enteraste?
No… que pasó?
Nena, siempre en bolas… (era cómico, ya me decía ‘nena’ y que justo yo estuviera en ‘bolas’)
Dale boluda… decime…
El hombrecito de Javier, anoche se suicidó, se ahorcó en su casa con un cinturón, dicen que se colgó del techo…
Me estás jodiendo?
Cómo voy a joder con un tema así!. Nadie entiende que carajo pasó, dicen muchas cosas…
Y dijeron muchas cosas, pero yo sola sabía el motivo, esa depresión que lo llevó a la muerte por no poder aceptar ser quien era y aun hoy en día sigue el misterio en torno al motivo de su fin.
Y bueno, al tiempo dejé los estudios y seguí mi vida, nunca más como Jorge, Jorge murió, ahora soy Alexandra, esta sexi trans culona que se presenta ante ustedes.
Besos! Y no dejen de escribir!
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Entramos al cuarto y empezó todo, él me tomó por detrás y empezó a tocar mis nalgas y me susurraba cosas al oído: ¡eres una puta q aprenderá de mí!, ¡eres mi perra! Y yo se lo confirmaba le dije q seria su perra, el me volteo y quedamos frente a frente, y acercó su boca a la mía, pero mas q besarme su lengua paseaba por mi boca.
Relato erótico enviado por Putitacachonda el 29 de December de 2009 a las 23:34:17 - Relato porno leído 140392 veces
Aventuras en Paris
Jesús y Pablo marcharon a Paris para poder vender el video. Dejaron a sus tres amigos en una casa que habían alquilado en un pueblo muy pequeño en Huesca. Los dos habían quedado con Pierre, un ejecutivo muy interesado en esta clase de material.
Relato erótico enviado por mena55 el 24 de August de 2008 a las 13:55:00 - Relato porno leído 114055 veces
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dulces.placeres
te lo agradecerá.
Comentarios enviados para este relato
katebrown
(18 de October de 2022 a las 20:17) dice:
SEX? GOODGIRLS.CF
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