Soy una persona que desde hace ya varios años, vivo solo, voy de mi casa al trabajo y viceversa, como dicen en mi tierra ni tiro piedras ni velo al guardia, lo que significa en pocas palabras que soy sumamente respetuoso de las leyes, y sus representantes. Por lo que cuando un día miércoles a las 9 de la noche, justo cuando había terminado de darme un buen baño, sentí que prácticamente derribaban la puerta de mi casa, y una gruesa voz diciendo. Es la policía, abran la puerta esto es un allanamiento. Apenas y tuve tiempo de envolverme en una toalla y dirigirme a la puerta. Como el que no la debe, no la teme, abrí la puerta justo en el momento que la persona vestida con uniforme de policía le daba órdenes a otros, de que cubrieran la parte trasera de la casa.
Relato
Prácticamente de un solo empujón y restregándome un papel en mi cara diciendo que era una orden de allanamiento, entraron a mi casa. Eran tres hombres dos de ellos portando armas largas, yo aunque algo asustado, les pregunté que buscaban y les exigí ver la orden, su respuesta fue más violenta de lo que yo pensaba, ya que uno de ellos me dio con la culata de una escopeta por la barriga, haciendo que callera derribado al piso. Cuando recuperé el aire, y a duras penas tomé asiento en la sala, el jefe me preguntó donde ocultaba la droga. Yo sorprendido les respondí que en mi casa no había ningún tipo de droga, y de inmediato, me dijo. Ok si no hay droga, donde ocultas el dinero de las ventas. Inocentemente les respondí que el único dinero que tenía en esos momentos se encontraba sobre la mesa de noche de mi cuarto.
De más está decir que no me creyeron y prácticamente voltearon toda mi casa patas arriba, no hubo lugar que no registrasen, hasta las viejas cajas con ropa de mi ex mujer. Pero finalmente al realmente no encontrar nada, el jefe se me acercó y me ordenó que me parase. Así que agarrando la toalla que tenía alrededor de la cintura, me puse de pie. De un jalón uno de sus compañeros me la quitó, al tiempo que me ordenaban que me pegase a la pared con las manos arriba. Yo a todas estas o dejaba de repetirles que seguramente habían cometido un error, ya que yo no tengo ni he tenido nada que ver con drogas ni lavado de dinero.
Fue que escuché decir al que pensé que era el jefe, al parecer alguien metió la pata, pero bien metida, yo al escucharlo respiré con calma, hasta que de momento sentí que uno de ellos me agarraba las nalgas. Diciéndole a los demás. Bueno ya que estamos aquí y él, refiriéndose a mí, nos está ofreciendo sus nalgas, no podemos menos que comerle el culo. Yo al escuchar semejante barbaridad casi me desmayo de la impresión. De inmediato comencé a decirles que yo no era marico, y lo que recibí fue otro golpe, pero en mi cabeza que me hizo perder el sentido, cuando comencé a recuperarme, de inmediato me di cuenta de que alguien estaba sobre mi cuerpo y por lo molestia que tenía en mi culo, indudablemente ese alguien me tenía bien clavado con su verga.
Yo no podía creer que eso me estuviera pasando a mí, para colmo de males también me di cuenta de que seguramente mientras estuve desmayado, uno de ellos agarró algo de la vieja ropa intima de mi ex mujer y como pudieron me la pusieron. Yo no bien ya me había recuperado del golpe, cuando el tipo que me daba por el culo, sin parar de insultarme me decía mueve el culo maricón, yo que al principio estuve como paralizado, quizás por lo que él me decía o porque como que sentí que algo de eso me estaban haciendo me estaba gustando, comencé a mover mis caderas, y a medida que yo restregaba mis nalgas contra el cuerpo del tipo que me enterraba su verga una y otra vez, seguramente él se vino dentro de mí, ya que me apretó con mucha fuerza, y por un rato dejó de moverse. Luego al sacar su verga de mi culo, dijo. Lo tenía bien apretado de seguro nadie antes se lo ha metido.
En el estado de confusión que me encontraba, de momento otro de esos tipos, colocando el cañón de su arma presionándolo con fuerza contra mi frente, me dijo. Marico hijo de puta ponte a mamar o te vuelo la tapa de los sesos, al tiempo que colocaba su verga frente a mi cara. A mí no me quedó más remedio, que obedecerle, por miedo a que me diera un tiro. Y aunque llegué a sentir unas fuertes nauseas, pero el mismo miedo a que me matasen me las aguanté. Seguí mamando, hasta el momento en que esa persona se vino dentro de mi boca y sobre el resto de mi cara.
Fue cuando el jefe me dijo, aunque no lo crea lamento mucho lo sucedido, pero si nos denuncia tenga por seguro que muchas personas se enteraran de que a ti te gusta que te den por el culo, y mamar verga vestido de mujer. Su amenaza no se quedó en eso, y continuó diciendo, y si no lo crees pon la denuncia y te aseguro que el resto de lo que queda de año, lo pasarás preso, y seguramente lo que te suceda dentro de la cárcel, será mucho más duro, difícil y peor que lo que te haya pasado esta noche.
Los tres se retiraron riéndose, mientras que yo me quedé en el medio de la sala de mi casa, medio vestido de mujer, con mi culo adolorido, y una gran cantidad de semen en mi rostro. Tenía una rabia tremenda por lo que me había pasado, la indignación mía era tal, que estuve a punto de llamar a la policía para poner la denuncia, pero sus palabras aun sonaban en mis oídos, por lo que maldiciéndolos a los tres, cerré la puerta de casa y a pesar de lo adolorido que me encontraba, me quité los trapos que me habían puesto y me metí bajo la ducha, sin dejar de pensar en lo que me había ocurrido. De momento mientras me bañaba, al pasar el jabón por entre mis nalgas, aunque me sentía algo adolorido, recordé de inmediato que yo mismo movía las caderas cual si fuera una puta.
Al salir del baño me acosté, pero el resto de la noche me la pasé soñando que yo me vestía de mujer, y que un hombre que no conocía me daba por el culo salvajemente, y para colmo yo lo disfrutaba. Desde el día del incidente, no había momento en que no pensara en lo sucedido. Como a la semana, al entrar al cuarto de los cachivaches, tropecé con la caja que tenía llena de la ropa de mi ex esposa. Al principio no le presté atención pero justo antes de salir de ese cuarto, al ver la caja nuevamente, me quité la ropa que tenía puesta, y de inmediato me dediqué a probar frente al espejo, como me veía vestido de mujer. Frente el viejo espejo de ese cuarto, me dio mucha risa el verme así vestido. Durante el resto de la semana, cada vez que regresaba del trabajo volvía a ponerme alguna de esa ropa, y poco a poco fui mejorando mi apariencia femenina.
Pero además de eso al verme en el espejo así vestido, una noche me entraron unas fuertes ganas de masturbarme, cosa que continué haciendo cada vez que me vestía de mujer. Además también comencé a explorar mi propio culo, introduciéndome una que otra cosa de forma fálica. En ocasiones me decía a mi mismo que no volvería hacer eso, pero irremisiblemente volvía a terminar vestido de mujer, con algún objeto cilíndrico introducido entre mis nalgas y masturbándome como un demente. La situación me molestaba tanto que un buen día decidí ir donde un psicólogo. Pero como que peor fue el remedio que la enfermedad, ya que después de contarle con lujo de detalles todo lo sucedido, guiado por sus preguntas, llegué a confesarle que deseaba volver a ser sodomizado por otro hombre. Razón por la que no volví más a su consulta.
Así que continué haciendo lo que la mayoría de las noches hacía, me desnudaba por completo, y comenzaba a vestirme con la ropa de mi ex, hasta que un día en que me encontraba disfrutando de enterrarme un embase plástico entre mis nalgas, alguien tocó a la puerta de mi casa, realmente no pensaba abrirle, pero escuché decirle a la persona del otro lado de la puerta, que su auto se había accidentado, y que si le podía prestar mi teléfono, para llamar a una grúa. Eso me dio lastima, así que colocándome una peluca, le abrí la puerta a esa persona. Era un hombre algo mayor que yo, llamado Ignacio, por ser cortes le ofrecí un refresco mientras al parecer el de la grúa le dijo que podía pasar a buscar el auto, pero a la mañana del siguiente día.
Ignacio aunque lucia contrariado, no le quedó más remedio que aceptar, ya estaba a punto de marcharse a su auto, cuando en mi papel de mujer, se me ocurrió invitarlo a cenar, mientras él cerraba su carro que casi lo había dejado frente a la puerta de mi casa. Pero al ver el sitio en la carretera en que su auto se había quedado le propuse que lo empujara hasta dentro de mi propiedad. Cosa que como es una bajadita se le hizo fácil.
Ya con el auto asegurado, entramos a cenar, y comenzamos a conversar, y por aquello de ser una buena anfitriona le invité un trago, mientras seguíamos charlando amigablemente, como si nos conociéramos de toda la vida, claro que yo siempre en mi papel de mujer. Fue en una de esas que me levanté para servirnos otro trago que me di cuenta de la manera en que me veía las nalgas. Y comencé a soñar despierto que de momento Ignacio me tomaba entre sus brazos y tras darme un fogoso beso, levantaba la falda del vestido que estaba usando y me penetraba divinamente.
Al regresar a su lado, y seguir charlando, Ignacio discretamente me tomó la mano derecha, y me la mantuvo sujeta por un largo rato, hasta que, me dijo. Quizás no te agrade lo que te voy a decir, pero me doy cuenta de que no eres una verdadera mujer, yo me turbé al escucharlo decirme eso, pero él continuó diciéndome, pero espero no te moleste que te pida, que te acuestes conmigo.
Yo me quedé casi sin saber que decirle, cuando él acercó su boca a la mía y me estampó un tremendo beso. Después me tomó entre sus brazos y a medida que me continuó besando y acariciándome, yo me le entregué completamente, ya que de manera muy lenta le fui dando la espalda. Sus manos hábilmente me levantaron la falda, y bajaron las pantis que yo estaba usando, y a los pocos segundos estaba siendo penetrado por Ignacio.
Gracias a que antes de que él llegase a pedirme prestado el teléfono, yo había estado introduciéndome un largo y grueso embase plástico de champo usando vaselina, por lo que su gruesa verga se deslizo fácilmente dentro de mi cuerpo. Realmente para mí fue la cosa más placentera del mundo, que yo haya disfrutado. Ignacio no dejó de meter y sacar su gruesa verga de mi culo, por un largo rato. Tratándome en todo momento como si yo realmente fuera una mujer, cosa que me agradó mucho.
Si bien es cierto que cuando los policías me hicieron lo que me hicieron, me sentí sumamente mal, ahora estando en los brazos de Ignacio, disfrute todo aquello que entre los dos hicimos. Al grado que cuando se vino, yo de manera casi automática, retiré su verga de mi culo y la dirigí hacía mi boca, para mamársela hasta que ya él no pudo soltar una gota más.
Después de eso nos fuimos a mi cama, donde le volví a mamar su verga a Ignacio, y después en la madrugada, me volvió a clavar divinamente se gruesa verga. Al levantarnos vestido con una bata de mi ex, le preparé un buen desayuno, esperamos a que la grúa recogiera su auto, y nos despedimos, aunque quedó en pasar en otra ocasión por casa, cosa que no ha hecho todavía. Pero como a la semana, otro hombre de nombre Eduardo, tocó la puerta de mi casa, yo estaba recién salido de la ducha después de depilarme todo el cuerpo, me había puesto una de las batas de mi ex y por no dejar hasta me había colocado a manera de turbante una toalla alrededor de mi pelo. Eduardo llegó pidiéndome que si le podía prestar el teléfono, que su auto se había accidentado.
La verdad es que desde el principio eso me pareció bien raro, pero como dicen, lo dejé correr a ver qué sucedía, le dije que me iba a vestir, pero que mientras se pusiera cómodo y usara el teléfono. Casualmente, según él, el de la grúa le dijo que pasaría al día siguiente, yo por aquello de no ser una mal anfitriona, lo invité a cenar y después de eso hasta unas cuantas copas nos tomamos. Ya estaba por darle las buenas noches cuando a manera de cumplido me dijo que estaba muy hermosa, y un montón de baboserías más, que nos llevaron directo a mi cama. Pero a Diferencia de Ignacio, después de confesarle que yo era un hombre, nos comenzamos a besar y acariciar, en cierto momento yo me dediqué a mamar su verga, y cuando más inspirado me encontraba haciendo eso, él se dedicó a mamar la mía.
Esa noche entre el tal Eduardo y yo cambiamos de lugar en varias ocasiones, cuando no era que él, me estaba penetrando, yo gustosamente lo penetraba a él. Como les dije a Ignacio no lo he vuelto a ver, pero Eduardo no hay fin de semana que no se lo pase en mi casa. Lo único que no me esperaba fue que recientemente lo encontré midiéndose uno de los vestidos que yo uso…
Yadira y yo que me llamo Luis, llevamos varios años de casados, pero no nos consideramos una pareja común y corriente, ya que desde que éramos novios nos dimos cuenta que tanto ella como yo somos personas de mente abierta, ella no se considera dueña de mi cuerpo, ni yo tampoco me considero dueño del suyo, por lo que si nos place en algún momento llegar a tener relaciones con otra persona, las disfrutamos abiertamente, sin que por ello el amor que nos sentimos mutuamente se vea lesionado o disminuido. En ocasiones tanto ella como yo también le damos rienda suelta a nuestras fantasías, con la completa colaboración tanto mía como de parte de ella.
Relato erótico enviado por narrador el 13 de March de 2011 a las 21:45:11 - Relato porno leído 121178 veces