Gracias a mi esposa tuve la mas placentera relacion extramatrimonial, fue con mi sirvienta, una chola depollera, quien me despertolos mas bajos instintos !!!!
Relato
Amor por una campesina de Quillacollo
Mi nombre es David Herrera Pinedo, soy de Quillacollo, departamento de Cochabamba, en esta zona de Bolivia las campesinas llamadas cholitas, son muy lindas y bien formadas, por la pobreza del campo vienen a trabajar a las ciudades, donde se emplean de lo que pueden, generalmente como empleadas domesticas, en mi casa siempre hubo una cholita para los quehaceres del hogar. A lo largo de mi vida las empleadas domésticas han ocupado una parte importante en mi vida sexual, siempre me excitó la ropa que llevan, pues deja mucho a la imaginación, especialmente la pollera. . Durante mis años mozos me acostumbré a tener mucho sexo con las empleadas, todas fueron lindas campesinas, complacientes y se llevaron muy buenos recuerdos míos. Mi primera vez fue con Isabel, una cholita Capinoteña de 22 años, blanca, algo gordita, bien caderudita, en ese entonces yo tendría como 17 años, eran como las dos de la tarde, mi mamá se había ido al mercado, así que nos quedamos solos, Isabel estaba planchando, me puse a charlar con ella y llegamos al tema del sexo y de la ropa interior, ella me contó que con su enamorado habia “ hecho cosas”, y que si bien ya no era virgen, tampoco estaba para acostarse con cualquiera, solo con el que le gustara, entrando en confianza le pedí que me enseñara su calzoncito, ella traía una pollera muy insinuante, se la levantó y vi su calzon, de pronto me acerqué a ella, quise besarla pero esquivo mi boca riendo, pero le agarré la cintura y un poco a la fuerza la besé en la boca, poco a poco cesó su rabia y de los besos pasamos a un manoseo intenso, mientras nos besabamos le levanté la pollera y acaricié sus nalgas sobre su calzon, decidí agacharme para bajarle los calzones y se los bajé a la mitad, intenté chupar su vagina, pero se apartó, no quiso, estaba nerviosa, mejor me propuso que al día siguiente nos fuéramos a un alojamiento por afuera de Quillacollo, pues era domingo y ella tenia libre, nos encontramos en la puerta del alojamiento y ya en la pieza no pude esperar mas, le saqué la blusa de campesina, el sostén, la pollera y el calzon, le besé todo su cuerpo, su vagina se la chupé solo un poco porque no me gustó mucho su sabor, no se en que rato ella me agarró el pene con las manos y se lo introdujo a su vagina, Isabel se me sentó y empezó a moverse con furia, muy rapidamente eyaculé, “no importa”me dijo, tenemos tiempo, luego de un rato de nuevo yo estuve sobre ella y quise ver la cara de ella en cada empujon mío, fue para no olvidar nunca esa cara de placer, esa tarde hicimos el amor varias veces, a partir de allí, cada vez que teníamos oportunidad de quedarnos solos en la casa los revolcones eran fabulosos. Despues de unas semanas aprendí a penetrarla con las piernas de ella sobre mis hombros, tambien la sentaba sobre mis piernas y yo estando sobre una silla, en una ocasión nos metimos a la sala, cerramos la puerta y allí la subí al sofá, ella se puso como perrito mostrandome sus nalgas, al ver su ano me dieron ganas de penetrarla por allí, al principio no pude pues Isabel argumentaba que le iba a doler bastante, no obstante seguí insistiendo hasta que pude penetrar ese lindo ano en medio de llanto, jadeos y gemidos de la linda cholita, le pregunté si le gustaba por allí, me dijo que si, que le diera despacio pues le dolia mucho, pero al momento de empezar el mete y saca, sentí que me lastimaba el pene, así que opté por sacarlo y metérselo por la vagina, la estuve bombeando un buen rato hasta que se vino con un gran gemido y me pidió que yo acabara de una vez, aceleré mis movimientos y en eso tocaron la puerta, al mismo tiempo no pude controlar mi eyaculación y al sacar mi pene todos los fluidos de ella y míos cayeron al suelo, rápido nos vestimos y yo me puse a limpiar el piso mientras Isabel abría la puerta. Después de un tiempo Isabel se fue a otra casa, donde encontró mejor paga y otra familia con hijos adolescentes con los que podía tener sexo. No tardé mucho en encontrar reemplazante, pues en Quillacollo hay bastantes cholitas para servicio domestico Estando ya casado mi esposa contrató una cholita para trabajar en la casa, de nombre Hilda Vargas, era del mismo Quillacollo, le gustaban los bailes, era muy coqueta, de unos 16 años, tenía unos labios carnuditos, mojados por su saliva, sus trenzas eran de color castaño, al llegar a la casa su pollera de tela brillante dejaba ver unas bellas piernas de adolescente, su blusa y su manta trataban de ocultar sus senos, algo grandes para su edad, yo deseaba que trabajara camadentro, o sea, que durmiera en casa, pero mi esposa la contrató camafuera, es decir llegaba de lunes a sábado a las 9 y salía a las 6, cuando la vi entrar a la casa solo cruzó mi mente la idea de que esa linda campesina adolescente debía ser mia algun día. En una ocasión que Hilda estaba barriendo mi dormitorio, mi esposa estaba en la cocina y yo me estaba cambiando en el closet que esta cerca al dormitorio, dejé la puerta abierta para que se viera el closet, y allí estaba desnudo, con mi pene parado por la excitación de la situación, entonces ella se acercó a barrer por la puerta y al verme noté que sus ojos se hicieron más grandes y su boca quedó muy abierta, estaba toda sorprendida, se tapó la boca para no reir y salió del dormitorio roja como una manzana. Desde ese momento Hilda trataba de evitarme a toda costa, el saludo era lo mas que me hablaba, y siempre estaba ocupada o junto a mis hijos, pero las pocas veces que cruzamos miradas, se coloreaba y sonreia picaronamente, entonces me imaginé que Hilda era virgen, muy curiosa y con ganas de experimentar el sexo por primera vez.. Unas semanas después, en una salida de mi esposa al banco, Hilda lavaba ropa en la terraza, me acerqué con calma y la abracé de repente por atrás, se dio vuelta muy enojada y me dio un golpe en el hombro, jalandola de los brazos y riendo la atraje hacia mi y quise besarla, pero la cholita forcejeaba por soltarse, pero siempre riendo, en medio de nuestro jugueteos noté que su resistencia cesaba, la tomé de la cintura, le puse los brazos alrededor de mi cuello y comence a besarla en la boca, Hilda solo echaba su cabeza hacia atrás y su respiración se escuchaba muy agitada, en ese momento se escuchó el carro de mi esposa llegar y tuvimos que dejar todo pendiente para otro día, el cual llegó pronto, cuando mi esposa salió a visitar a su madre con mis hijos y yo salí al trabajo, una vez allá me fingí enfermo y volví a la casa, entré en silencio y me puse ropa cómoda, Hilda estaba en la recámara de mis hijos, tenía una prenda en sus manos que estaba doblando, me acerqué a ella, la abracé y le planté un largo beso en la boca, acaricié sus pechos sobre la blusa, tocaba su vagina sobre la pollera, seguí besando sus orejas, su cuello, la cholita solo movía su cabeza y respiraba agitadamente, sus gemidos eran intensos, rapidamente le saqué la blusa y el sostén, esos senos estaban con los pezones bien parados, la eché sobre la cama de uno de mis hijos y levanté su pollera, hundí mi cabeza en su entrepierna y le saqué el calzon con los dientes, abrí sus piernas para lamer su vagina y chupar su clítoris, la cholita estaba muy excitada, después chupé sus pechos y fui bajando por su estómago, bajé por sus rodillas, llegué hasta sus pies, toda ella era pura excitacion, volví a subir chupando sus muslos, ella no decía nada, solo gemía de placer, al notarla toda mojadita decidí penetrarla, mi pene entró con suavidad a esa vagina virgen, Hilda me abrazó fuertemente, yo callé sus grititos de dolor con besos ardientes, poco a poco empecé a moverme muy despacio, la cholita empezó a rasguñarme la espalda, señal de que el placer era intenso en ella, cada metida era un gemido de Hilda, se agitaba como loca, el placer le mordía las entrañas, estuvimos así casi mas de 20 minutos, hasta que por fin llegamos a un orgasmo compartido y muy intenso, arreglamos la cama de mi hijo, nos vestimos y salimos de la habitación muy avergonzados por lo que habiamos hecho. Después de algunas semanas de no pasar del saludo, le pedí que nos viéramos en la plaza San Sebastian de la ciudad de Cochabamba, pues debíamos hablar sobre nuestra situación, el sábado por la tarde Hilda salió con permiso y yo inventé la excusa de que debía acompañar al dia siguiente a mi madre a unas compras a Tarata, otro pueblo de Cochabamba. Ese domingo por la tarde cuando vi a Hilda en el lugar de nuestra cita, me quedé pasmado, llevaba una pollera celeste de raso, una blusa de campesina con encajes y una manta blanca con la que trataba de tapar sus pechos, era de lejos, una chola joven, hermosa y con mucha clase, estaba junto a varias cholitas muy lindas y varios soldados, todos reían contentos, el fantasma de los celos se apoderó de mi al verla tan feliz y mostrando una total indiferencia a mi persona, Hilda me miraba disimuladamente de rato en rato, entonces entendí, estaba con gente de su pueblo y si la veian conmigo, las habladurías podían perjudicarla, pasado un rato el grupo se encaminó hacia una parada de microbús, en silencio y disimuladamente los seguí, subí a la misma movilidad que ellos y todos bajamos en La Tamborada, que es una zona donde las empleadas domesticas bailan y beben chicha todos los domingos, entraron a una chichería, pidieron platos de chicharron y varios baldes de chicha, tuve que sentarme en una mesa alejada desde donde podia ver bien a Hilda y su grupo, comieron, tomaron y bailaron toda la tarde, tambien yo tomé bastante chicha y no dejaba de espiar a esa linda chola, a eso de las 7 de la noche, Hilda fue al baño, la seguí y le pregunté hasta cuando le iba a esperar, me contestó que en un rato mas ella iba a salir a la puerta y que yo debía estar con un taxi listo para irnos, así lo hice y cuando salió, le silbé, subió en silencio al vehículo y nos fuimos a la ciudad, en el taxi le acaricié las piernas y la vagina bajo su pollera, yo estaba muy excitado, llegando a Cochabamba paramos en un alojamiento famoso por que solo entran parejas, Hilda y yo estabamos bastante tomados, al entrar a la pieza, la chola me abrazó y se puso a llorar, me dijo que me quería y que la disculpara por haberme hecho esperar toda la tarde, pero que eran amigas y parientes de su pueblo y que no podía dejarlos así no mas, yo respondí que la entendía y que nada importaba pues ahora estabamos juntos, empezamos a besarnos, el alcohol hacía su efecto, por la excitación me saqué la ropa quedando con el pene como palo de escoba, tomé a Hilda por los hombros y la obligué a hincarse en el suelo mientras pasaba mi pene por su cara y su boca mientras le decía “chupámela por favor, chupamela”, hasta que sentí su boca aprisionando mi miembro, por la embriaguez de Hilda pude darme cuenta que podría hacer cualquier cosa con ella, la agarré de las trenzas y empujé mas mi pene dentro su boca, esa cholita descubrió rapidamente como dar sexo oral, me mordía suavemente y su lengua raspaba mi glande, casi por eyacular, saqué mi pene de su boca y nos dimos un beso muy jugoso, rapidamente le saqué toda su ropa, de último fue su pollera, al verla con los pechos al aire, despeinada, bastante tomada y lista para ser amada, la tomé de la mano y la llevé a la cama, la hice echar mientras mis dedos entraban y salian de su vagina, luego le introduje un dedo al ano, ahí fue cuando Hilda gimió muy fuerte, sus brazos apretaban mi cabeza mientras mi boca chupaba esos magnificos pezones, mi boca fue bajando, con los dientes le subí esa pollera que tanto me gustaba, le bajé el calzon y mi lengua buscó su vagina y su clítoris, Hilda ya no podía mas de placer, cada chupada a su clítoris era una oleada de gemidos, me di cuenta que tuvo varios orgasmos, entonces le desaté su pollera, esa chola ardía de placer y ganas de mas sexo, la di vuelta en la cama y le separé las nalgas para lamer ese ano, ella al principio no quiso, pero al sentir mi lengua y mis labios, solo atinó a seguir gimiendo de placer, nuevamente le introduje mis dedos y los moví hasta que sentí que ese ano ya estaba bien dilatado, entonces la puse de cuatro y le dije: “ Ahora si mi cholita, vas a saber lo que es bueno” y antes que me respondiera introduje la cabeza de mi pene, un gemido de dolor se le escapó a Hilda, y se quedó quieta un rato, asumí que todo estaba bien y seguí metiendo mi pene muy despacio hasta que sentí que ya podía empezar a moverme dentro ese lindo trasero, fui aumentando la velocidad hasta que el movimiento se hizo casi violento, la cholita solo me dejaba hacer en silencio, me agarró las caderas con ambas manos para que los empujones sean mas parejos, sus gemidos de placer creo que se escuchaban hasta la calle, para Hilda era la primera vez que la penetraban por el ano, y al parecer lo disfrutaba completamente, con mis dedos tocaba su clítoris y con otra mano sobaba sus pechos, en medio de tanto manoseo, sentí que la chola se tensaba, señal de que iba a acabar, aceleré mis empujones y ambos acabamos en un orgasmo magnífico. Descansamos un buen rato hasta que sentí que una mano tocaba mi pene, lo que hizo que se pusiera duro otra vez, nuevamente la agarré de las trenzas para meter nuevamente mi pene en su boca, pero esta vez cruzamos nuestros cuerpos, de tal forma que hicimos un 69 muy excitante, Hilda acabó varias veces , pues sentí sus jugos en mi boca, despues nos pusimos en una pose excelente, ya que sus piernas estaban sobre mis hombros y le agarre las dos manos, estaba completamente dominada, penetrada hasta el fondo de su vagina, mi boca chupaba sus labios, su cuello y sus pechos, al acabar nuevamente, la chola dejó escapar un gemido bastante fuerte, señal de que el placer le llegó hasta lo mas profundo de su ser. A eso de las 2 de la madrugada compartimos el taxi hacia Quillacollo, la dejé en su casa y yo me fui a la mía, no hubieron muchas explicaciones a mi esposa, pues siempre acompañaba a mi madre a sus compras por los pueblos de Cochabamba. Desde ese domingo, Hilda se acostumbró a tener buen sexo, pero siempre con algunos tragos encima, llegamos a ser tan caraduras que a veces yo bebía con mi mujer, la dejaba dormir y me salía a un alojamiento donde Hilda me esperaba desnuda y dispuesta a cualquier cosa, estuvo como nuestra empleada mas de 2 años, se desarrolló bastante y se transformó en una chola hambrienta de sexo a cualquier hora. Actualmente vive en Cochabamba, es dueña de una licoreria con su marido, tiene 2 hijos ya jovencitos, cuando voy a comprarle algun trago, siempre aprovecho para invitarle a tomar una “chichita” y cuando puede se escapa y nos vamos a masacrar a algun alojamiento. Hasta ahora me di cuenta que lo que siento por esa linda campesina es algo parecido al amor, pero como ambos tenemos nuestras familias, debemos conformarnos con vernos de “mes” en cuando, o hasta que decidamos que hacer con nuestras vidas.
Ambos iniciamos a besarnos con toda pasión, con aun más pasión que la primera vez, mientras nos besamos Armando comenzó a tocarme mi zona intima debajo la falda de mi vestido y como consecuencia a esto de inmediato me moje toda, ¡Quiero hacerte el amor! Me dijo suavemente al oído, -Lo sé y también quiero- le conteste.
Relato erótico enviado por putita golosa el 29 de August de 2010 a las 23:31:22 - Relato porno leído 513554 veces