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Angélica, una secretaria caliente (1)

Relato enviado por : Anonymous el 18/08/2010. Lecturas: 7364

etiquetas relato Angélica, una secretaria caliente (1)   Infidelidades   Trabajo   Secretarias .
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Resumen
Angélica era una secretaria compañera de trabajo, una morena caliente que a pesar de tener novio formal, no le importó tener un buen sexo salvaje conmigo y que sé que no habrá olvidado. Espero les guste y escribanme si les gusta.


Relato
El mejor recuerdo que tengo de una aventura es con una compañera de trabajo cuando laboraba para una empresa de fotografía. La empresa ha desaparecido ya, a ella dejé de verla hace años y aunque supongo que esté ya casada, sé que no olvidará el mejor y más salvaje sexo que ha disfrutado en su vida (para desgracia de su cornudo novio de ese entonces) y que como para mí, es inolvidable. Por lo anterior me atrevo a usar nombres ficticios que dudo que alguna vez podamos volver a encontrarnos.
Vivo en una ciudad industrial al norte de México y trabajaba en el área de sistemas de una gran empresa de fotografía llamada “DeLlano”. Angélica Lorena Mancilla era una secretaria en el área de administración y era una morena escultural y realmente fogosa según pude sospechar por su manera de hablar y caminar, cosa que pude notar cuando empecé a acompañarla al comedor durante nuestros recesos para comer. Yo era casado pero si he de ser sincero, nunca me he podido sustraer de una aventura y menos cuando la chica era como Angélica y más aún, cuando de alguna manera ella también se me ofrecía o insinuaba de alguna manera.
Tengo que reconocer que su atuendo, no era excesivamente provocativo, era de lo más normal para una secretaria, sin embargo, su porte, su busto, su trasero y sus piernas, eran realmente tentadoras. Era muy tentadora y estoy seguro que más de cinco en la oficina les hubiera encantado llevarla a la cama y tener un buen sexo con ella.
Con todo y eso, el afortunado fui yo. Empecé de una manera casual; nuestros encuentros y pláticas en la oficina por cuestiones de trabajo eran frecuentes por lo que no tuve dificultades para ganarme su confianza. La acompañaba durante nuestros recesos para comer y frecuentemente platicábamos de nuestros problemas y hasta llegué a comentarle acerca de mi esposa y mi familia. Para evitar sospechas le conté una historia triste de incomprensión y problemas con mi esposa y como tenía su confianza, me creyó todo. Empecé a planear el atraerla a una sesión de buen sexo, a pesar de que me comentó que tenía novio formal y que según ella, lo amaba y planeaba casarse.
Llegó un día sin embargo en que me di cuenta de que tan cachonda era Angélica Lorena y que tan urgida de una buena verga de macho. Fue una tarde al salir de la oficina, me ofrecí a llevarla a su casa en un lugar llamado San Rafael que quedaba apartado de mi casa y mi camino rutinario. Ese día su novio no iría por ella y por lo tanto aceptó de buena gana. Al salir de la oficina empecé a platicar de manera casual mientras conducía a su casa. Mientras manejaba, observaba sus tetas como se erguían con cada una de sus respiraciones como invitándome a mamarlas salvajemente. Tenía un cuerpo lleno de curvas que podían notarse a través del uniforme que usaba y que hacía que mi verga se pusiera realmente dura.
Mientras nos dirigíamos a su casa, seguimos platicando de cosas personales, hasta que llegamos cerca de su casa. Ella me pidió que me estacionara en una esquina de su domicilio, pues no quería arriesgarse a que sus padres le vieran llegar con un desconocido, más sabiendo que ella tenía una relación supuestamente formal con su novio. Yo acepté para no arriesgarme más de lo necesario y después de todo, bien podía tener un buen cachondeo con ella en el vehículo. Bastó que nos miráramos y en poco segundos me atreví a acercar mi boca a la suya, lo que aproveché para pasar mi brazo sobre sus hombros y abrazarla, a lo que ella permitió de buen grado pues no se quejó ni lo evitó. Por el contrario pareció como si lo deseara. Unimos nuestros labios y en un beso apasionado y violento meí mi lengua y jugueteó con la mía pasando mi saliva a su boca y correspondiendo a mis juegos linguales. Nos besamos con hambre, casi sin respirar como si quisiéramos chuparle la vida uno al otro. Mi mano libre tocó una teta sobre su ropa y empecé a masajearla así, sin despegar mis labios e los suyos. Luego empecé a desabrochar lentamente los botones superiores de su blusa para meter mi mano y meterla entre la copa de su sostén para masajear el pezón de su teta. Mientras ella, con ojos cerrados y la cabeza hacia atrás, lanzaba gemidos de placer ya la vez que me rogaba que me detuviera, pero sin ningún deseo real de que lo dejara como pude percibir. Aproveché para desabotonarle completamente la blusa y hacer a un lado las copas de su sostén blanco y acercando mi boca a uno de sus pezones, empecé a mamárselo suave al principio y violentamente después. Y aunque en ocasiones pasaba gente por la calle, corrimos con suerte de que no nos vieran en semejante cachondeo, debido a que estaba ya anocheciendo y la oscuridad podía ayudarnos. Mi lengua empezó entonces a recorrer desde su cuello hasta los pezones de sus tetas lo que parecía volverla loca por sus movimientos y gemidos. Ella me rogaba que parara pero por sus movimientos sensuales en el asiento y el tono de su voz y su mirada me di cuenta que sólo lo hacía por mera fórmula. Estábamos ya muy calientes y aproveché para deslizar mi mano entre el pantalón metiéndola entre sus pantaletas hasta llegar a su sexo. Ya estaba húmeda, bastante para alguien que me pedía que me detuviera. Empecé a trabajar su clítoris y esto la humedeció más; metí un dedo a su mojada vagina y eso empapó su pantaleta al máximo por los jugos vaginales que se desataron hasta casi llevarla al orgasmo. Me detuve un poco porque no deseaba que llegara al orgasmo de inmediato. Pero luego de unos segundos continué con el masaje más lento de su clítoris. Gemia y se retorcía en el asiento del vehículo como una perra en celo, estaba calientísima y una de sus manos tomó la muñeca de la mano que tenía en su vagina intentando detenerme pero sin éxito. Me suplicaba que parara y me rogaba que la dejara ir por temor a que alguien de su familia o algún vecino nos viera. Yo no hice caso y seguí besando sus pechos y metiendo uno y luego dos y hasta tres dedos en su vagina y pude notar que la presión de su mano sobre mi muñeca empezó a aflojar un poco, señal de que realmente era toda una perra en eso del sexo.
Empezó a quejarse: “Ahhhh sssiiii que rico, sigue no pares, aahhhhh mmmmmmm dámmmeellloooo” me suplicó. Me dirigí a su boca de nuevo en un beso violento jugando con su lengua de nuevo y pasándole mi saliva como antes, deseando marcarla con ella de alguna manera; mientras mis cuatro dedos de mi mano entraban a un ritmo rápido en su mojadísima vagina. Los vidrios empezaron a empañarse del calor que había dentro del vehículo. Ambos sudábamos pero eso no nos importaba. Por fin con mi lengua en su boca en un beso salvaje la sentí explotar en un tremendo orgasmo que si no hubiera sido porque estaba besándola, sus gritos se hubieran escuchado en toda la calle. Sólo se escuchó un gemido largo y prolongado como música sexual. Quedó toda guanga en el asiento con la ropa en desorden y el pelo despeinado por el tremendo orgasmo que le había producido. Saqué mi mano de su sexo y estaba toda mojada de sus jugos femeninos.
Le pregunté si con su novio había tenido orgasmos así y ella me dijo que en ocasiones los había tenido pero que este le había gustado más. Quedó callada, y empezó a arreglarse la ropa y su cabello. Pero yo tenía una erección de mi verga tan fuerte que no podía dejarla ir así como así. La atraje de nuevo y le pedí que me masajeara la verga y me diera un poco de satisfacción. Al principio ella se negó pero yo había aprovechado a desabrocharme la bragueta de mi pantalón para poder sacar mi verga y aliviar un poco la presión de la erección contra mi pantalón. Tomé su mano y la llevé hasta mi verga y le pedí que me hiciera un masaje rico hasta que me hiciera venir. Ella lo hizo así hasta que solté un chorro de semen que manchó su mano y mi pantalón. No me importó el no haberla penetrado como debiera porque después de lo sucedido tenía la plena seguridad de que pronto podría hacerla mía y darle una buena metida de verga en un lugar mas adecuado y con más tiempo.
Terminó de arreglarse como pudo y nos despedimos con un beso confiando en vernos al día siguiente en la oficina. Yo empecé a planear el siguiente encuentro que deseaba fuera inolvidable para ella, pues la iba a poser en todas las formas posibles y haría mío su culo que suponía era aún virgen.
Pero ese encuentro lo relataré en mi siguiente escrito.

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Comentarios enviados para este relato
Mr. Psychoeddy (29 de August de 2010 a las 05:23) dice: lo siento por ti por no haberla penetrado, pero se nota qe es una putilla. Un relato muy excitante, muy bueno. Felicidadez

katebrown (18 de October de 2022 a las 21:08) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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