Nos hicimos pareja y empezamos con los típicos besos y agarrones, a veces en el trabajo, en las bodegas o cuartos de servicio de la tienda. Llevábamos planeando coger durante algunos días y habíamos quedado ir a un motel de la ciudad un fin de semana pero el jueves anterior a ese sucedió algo inesperado, estaba en la parte de arriba de la tienda buscando algo cuando ella entró, estábamos solos y ella se portaba de un modo raro. Cuando me acerqué a ella me abrazó fuertemente y no dijo nada, yo comencé a besarla y a presionarla contra mí, en un momento bajé mis manos a su trasero y empecé a masajearla, ella gemía y se dejaba hacer.
Relato
Con El Sello De Placer y Morbo…
Anita baya mujer. La conocí en una tienda de mascotas, yo trabajaba ahí temporalmente mientras continuaba mis estudios, yo tenía 25 y ella 20 ya bien desarrollada. Físicamente era una chica guapa, de 1.68 de altura, complexión delgada, tiene unas tetas pequeñas, firmes y deliciosas y un trasero tremendamente redondo y sexy. Al principio casi no hablaba con ella pero fue cuestión de un par de meses que empezáramos a salir juntos, primero en plan de amigos y poco a poco en algo más serio. Nos hicimos pareja y empezamos con los típicos besos y agarrones, a veces en el trabajo, en las bodegas o cuartos de servicio de la tienda. Llevábamos planeando coger durante algunos días y habíamos quedado ir a un motel de la ciudad un fin de semana pero el jueves anterior a ese sucedió algo inesperado, estaba en la parte de arriba de la tienda buscando algo cuando ella entró, estábamos solos y ella se portaba de un modo raro. Cuando me acerqué a ella me abrazó fuertemente y no dijo nada, yo comencé a besarla y a presionarla contra mí, en un momento bajé mis manos a su trasero y empecé a masajearla, ella gemía y se dejaba hacer.
--Haaaaaa, ha, ha, haaa, ha, ha, ha, ha, haaa, ha, haaaaaa.
De repente metí mi mano dentro de su pantalón y su calzoncito, por detrás, y alcancé a rozarle la vagina empapada, no era la primera vez que la tocaba así pues otras veces antes de dejarla en la puerta de su casa teníamos que subir 3 pisos de escaleras y ahí aprovechaba para masturbarla, un par de veces hasta el orgasmo, en esta ocasión teníamos más riesgo de ser descubiertos y ella estaba excitada y encantada al mismo tiempo. Seguimos un poco más hasta que oímos ruidos y nos separamos. En ese momento faltaban un par de horas para terminar el turno. Unos minutos después platicamos y me dijo que tenía muchísimas ganas, así que decidimos ir al hotel ese mismo día, durante el resto de la tarde nos la pasamos manoseándonos a cada oportunidad y fue bastante divertido en ciertas ocasiones, cómo cuando le levanté la blusa para acariciar sus pezones con la lengua y justo en ese momento escuchamos que subían por las escaleras. Ella tuvo que ocultarse mientras yo salía huyendo. Al fin salimos de trabajar y nos dirigimos al hotel más cercano que encontramos, nada más entrar comencé a besarla apasionadamente mientras la manoseaba toda. La desnudé hasta dejarla sólo con sus calzoncitos, color amarillo muy bonitos. Nunca le había visto sus tetitas completamente al aire y me encantó, debo decir que siempre me han gustado las mujeres de tetas pequeñas y Anita tenía unas tetas apenas visibles pero muy sabrosas y firmes. La acosté en la cama y comencé a pasarle la lengua por todos lados, ella solo gemía y se retorcía, al llegar a su vagina no le quité la ropa interior, sólo la hice a un lado y comencé a pasar mi lengua suavemente por esa rajita empapada. Ella me suplicó que la cogiera, entonces me puse un forro y me coloqué entre sus piernas, listo para embestirla. Mi pene comenzó a abrirse paso lentamente al principio, pues a pesar de la humedad ella estaba muy apretada, lo cual hacía que se sintiera increíblemente rico mientras la penetraba. Nos desnudamos totalmente y la puse en cuatro sobre la cama, la visión de sus nalgas y su vagina peludita escurriendo jugos era deliciosa, la tomé por la cadera y comencé a penetrarla así más y más duro, no pasó mucho tiempo hasta que ella comenzara a tener un orgasmo que la dejó medio inconsciente. Yo quería seguir pero ella decía que estaba adolorida, así que la acosté boca abajo y comencé a pasar mi lengua muy suavemente desde su clítoris hasta llegar a su colita. Pasaron unos 5 minutos así cuando ella me dijo que quería ser penetrada de nuevo, esta vez me acosté sobre la cama y ella comenzó a cabalgarme, en esa posición mi pene le llegaba hasta lo más profundo y ella gemía encantada mientras yo veía moverse esas tetitas pequeñas y de vez en cuando le daba unos jaloncitos en los pezones. Seguimos así un poco más hasta que empecé a sentir que me corría, se lo dije y ella se movió mucho más rápido, con lo que los dos acabamos casi al mismo tiempo. Nos quedamos en la cama durante un rato y luego nos dimos una ducha rápida. Esa fue nuestra primera vez juntos pero no la única.
FIN…