Regresaba a casa, después de pasar una noche loca con varias de mis amigas, y unos cuantos chicos del Cole. Mi intención era llegar lo más pronto a mi casa, para que mi esposo no se diera cuenta de que había estado fuera celebrando, su regresó. Cuando por ir a exceso de velocidad, me detuvo una patrulla de caminos.
Relato
El amargado policía no quiso escuchar mis razones, para ir un poco rápido, solo se limitó de manera impersonal hacer que yo entrase a la patrulla. Y aunque mi esposo llegaría a eso de las diez de la noche, lo más seguro era que me detuvieran, y me llevasen a juicio, hasta el siguiente día. Por lo que sin pensarlo mucho, y en vista de que corría el riesgo de que mi marido se enterase que yo andaba de farra, no me quedó más remedio que hacerle una propuesta al oficial de policía. En pocas palabras le explique lo que me sucedía, y que estaba dispuesta hacer lo que él quisiera, si me soltaba. Pero al parecer nada de lo que yo le decía, le podía hacer cambiar de idea. Sin decirme nada lo vi que apagó el radio y de inmediato se desvió del camino principal, hasta que se detuvo en una abandonada granja. Y no es que yo sea bruta, pero cuando detuvo la patrulla en ese apartado lugar, la verdad es que no pensé que él hubiera tomado en serio mis palabras. Hasta que me ordenó salir de la patrulla, y agarrándome por un brazo me dijo. Ven para aquí, que quiero asegurarme que no llevas armas escondidas. Y de inmediato haciendo que yo me apoyase su vehículo, comenzó a revisar todo mi cuerpo. En cierto momento pensé que en realidad buscaba un arma, o drogas. Pero a los pocos segundos sentí como sus manos exploraron todo mi coño, cosa que en condiciones normales, tengo entendido que los policías no le hacen a las mujeres. Sin dejar de tratarme bruscamente, me ordenó que me subiera sobre el motor y separase las piernas, y casi de inmediato acercó su rostro a mi coño, la más sorprendida fui yo cuando comencé a sentir como su lengua comenzó a lamer mi coño. En ese instante comprendí que él había aceptado el trato, por lo que dejé de preocuparme por la llegada de mi esposo. El oficial al principio simplemente sacó su verga, del pantalón y sin decirme nada, haciendo que yo mantuviera mis piernas abiertas, hecho a un lado mi braga, y sin más ni más me penetró. Yo aún estaba algo asustada, ya que en ningún momento había soltado su arma, pero procuré no pensar en eso, y a medida que movía mis caderas, le comencé a pedir que me diera más y más duro. De momento se detuvo, y me ordenó que me quitase toda la ropa, lo que yo de manera sumisa le obedecí de inmediato, al tiempo que él también se comenzó a desnudar. Guardo la ropa y su arma dentro de la patrulla, pero en lugar de que nos acostásemos en el asiento trasero, me volvió a decir que me subiera sobre el motor, junto con él. El oficial se recostó, y luego me tomó por la cintura, haciéndome que me fuera colocando sobre su erecto miembro, el que se deslizando por completo dentro de mi coño. En mi vida nadie que yo recuerde, había tenido sexo conmigo a plena luz del día, y menos sobre un auto. Yo por mi parte seguí moviendo mis caderas, con mucho gusto, y placer, a medida que iba sintiendo como su verga entraba y salía de mi abierto coño, una y otra vez. Yo gritaba de placer, mientras que él no paraba de decirme que era la puta más rica que se había encontrado en la carretera. Sus palabras lejos de ofenderme o indignarme, como que me excitaron más y con más fuerza movía mis caderas, sintiendo como su verga llegaba hasta lo más íntimo de mi vulva. Así estuvimos un buen rato, hasta que él por una parte se vino por completo dentro de mi coño, y yo disfruté de tremendo orgasmo. Por un rato nos quedamos tal y como estábamos, hasta que él dándome una ardiente nalgada, hizo que me levantase. Él debía conocer bien ese lugar, ya que sabías hasta donde había una pluma con agua, en la que yo me lavé todo mi coño, y el se lavó su verga. Rápidamente él se vistió, pero antes de que yo comenzara a vestirme, me ordenó que le mamara su verga, lo que yo sin dudarlo por un instante me dediqué hacer, hasta que después de un rato de estar chupando aquel buen trozo de carne, se vino dentro de mi garganta y boca. Por lo que aun sin yo querer hacerlo, terminé por tragarme todo su semen. Después de eso me dijo que me vistiera, y entrase a la patrulla. Yo ya estaba abriendo la puerta trasera, cuando me dijo que me sentara adelante, que no estaba detenida. En el trayecto a mi auto, me dijo que la próxima vez, que pasara por ese lugar, nada más bastaba que acelerase un poco, cuando lo viera para que el me detuviera. Consejo que he puesto en práctica en par de ocasiones. Mi marido llegó a eso de las diez de la noche, y yo lo recibí completamente desnuda, ya que nuestras hijas las dejé en casa de sus abuelos.
Ambos iniciamos a besarnos con toda pasión, con aun más pasión que la primera vez, mientras nos besamos Armando comenzó a tocarme mi zona intima debajo la falda de mi vestido y como consecuencia a esto de inmediato me moje toda, ¡Quiero hacerte el amor! Me dijo suavemente al oído, -Lo sé y también quiero- le conteste.
Relato erótico enviado por putita golosa el 29 de August de 2010 a las 23:31:22 - Relato porno leído 513553 veces