Era una joven cercana a los 30 años, de origen filipino. La conocí en una reunión de abogados a la que me invitaron por ser integrante de la asociación de licenciados en un poblado del Sur de California de los Estados Unidos.
Noté que ella se fijaba mucho en mí. Y me extraño, ya que los filipinos en Estados Unidos, no tienen mucha relación con los chicanos, [estadounidenses de origen mexicano] y por lo regular se mantienen al margen de todo lo relacionado con latinos en este país.
Relato
Siempre fue muy amable, muy atenta, a lo que el licenciado [yo] necesitaba. Me imaginé que por ser una “figura pública” se desmayaba por que no me faltara nada durante las reuniones.
En una sesión le pasé una nota invitándola a almorzar. Se me hizo apropiado, de alguna manera, pues agradecerle personalmente sus finas atenciones.
Cuando salimos ella tenía muchas preguntas profesionales, las cuales fui contestando una por una.
Sucede que fue a la misma universidad en la que estudié leyes. Eso la emocionó bastante y la plática se centró de cómo fue mi vida en los dormitorios de la escuela. De con quién salía y hasta con quién dormí. Aunque no lo dijo, si quería saber cuál era mi estilo o que me gustaba hacer en la cama. Quería saber todos los detalles.
“Quiero saber que hay detrás del traje y la corbata de un famoso como tú”, dijo con un todo familiar, que rompió el formalismo y el respeto de una persona como yo merecía en ese tiempo de mi vida.
Los detalles se los platiqué de una forma no morbosa, sino le dije que yo era el tipo de hombre, no machista, que disfrutaba dar placer, antes de recibirlo.
Le conté que crecí entre mujeres, y fueron mujeres maduras las que me enseñaron el arte de la sexualidad en todos sus ámbitos y por eso no fui muy buscador de un placer personal, sino el dar placer.
Me dio a entender que a ella le gustaba explorar todas las posibilidades en la sexualidad ya que durante sus años en la escuela se cansó de estar con jovencitos que solo fornicaban y eyaculaban precozmente dejándola insatisfecha. Le dije que ese no era mi caso.
“Lo sé”, dijo. “Ya hice mí tarea sobre ti. Conocí con quienes estuviste y me platicaron de ti. Pero no sabía que vivías por aquí. ¡Qué alegría me da!, expresó.
Después de almorzar me dijo que si tenía tiempo de ir a una cena familiar entre filipinos. Le contesté que no había inconveniente, siempre y cuando no hubiera malas caras al ver llegar a un chicano a su hogar. Me dijo que ella se encargaba del asunto.
Dos días después, viernes por la tarde, llegué a su casa. Todos hablaban inglés y tagalo. Cuando me vieron llegar presumieron de algunas palabras en español, como si yo no hablara inglés. Les dije que era de Los Ángeles y que hablaba inglés.
Por fin cambiaron su actitud y la conversación fue mantuvo cordial. Su mamá presumía que sabía hacer comida afrodisíaca, por lo que tuviera cuidado ya que me veía muy guapo. Le dije que no se preocupara.
“Yo no me preocupo, sino por mi hija”, dijo. “Ella es la que necesita de alguien que la haga sentir. Qué sepa lo que es ser amada”.
No dije más. Terminamos de cenar y pedí entrar al baño. Fui y escuché como hablaban entre ellas tagalo. Ahora si comprendí lo que los sajones han de pensar cuando los chicanos hablamos español frente o cerca de ellos, ¿estarán hablando de mí? Me arreglé el cabello, me refresqué la cara. Ya eran casi las 10:30 pm. Ya es hora de irme a casa. Salí del baño y ella me esperaba. Le dije que ya me tenía que ir. Me despedí y di las gracias por todo y me fui a mi hogar, que era mi propia oficina. Tenía arreglado una de las oficinas como dormitorio. .
Como a las 11:30 pm, escuché que alguien tocaba la ventana del cuarto. No hice caso y luego escuche que alguien tocaba la puerta de atrás de la oficina.
Pregunté quién era. Y para sorpresa mía era la chica filipina. Le abrí la puerta. Entró muy rápido y le pregunté qué hacía ahí tan tarde.
Su respuesta fue colgarse de mi cuello y puso sus piernas detrás de mi amarradas y me beso apasionadamente, como queriéndome devorar.
Acepté su gesto. Venía dispuesta a experimentar todo lo que sabía de mí.
“Ya sé de lo que era capaz y quiero que me hagas el amor a la luz de la luna y las estrellas”, dijo.
Me quedé pasmado. Ella se quitó la blusa y se postró frente a mí sus pequeños senos, típicos de las mujeres orientales. No quiso esperar nada del masaje erótico, ni la masturbación anal ni vaginal que siempre doy en mis sesiones intimas. Ya venía caliente, ardiente. Como que lo que sabía de mi y su fantasía de hacerlo bajo la luna y las estrellas la habían hecho que se mojara y casi escurría de las ganas.
Le empecé a tentar sus tetas y empecé a besar sus pezones de forma sensual. Ella tomó mi cara y empezó a dirigir movimientos rígidos, como si estuviera en lucha contra alguien mucho más fuerte que ella. Quería sentir dolor, dureza, fuerza, no tanto sensualidad.
Eso era su deseo, y como buen cumplidor que soy, participé en hacerle realidad su fantasía.
En la oficina succioné sus senos, su vagina su culo hasta hacerla gritar de placer.
Después mis dedos entraron casi en su totalidad en su vagina. Pedía rudeza. Pero ella no me tocó nada. Ella totalmente encuerada y yo en mis pijamas. Ya con erección. Era los tiempos en que mi impotencia todavía no se desarrollaba. Cuando ya casi se venía por segunda vez. Paró y se volteó y puso mi mano en su culo, y luego en su vagina y con rudeza ya manifestada dirigía cada movimiento para sentir placer. Me pedía un dedo, dos, tres o cuatro en cada orificio. El pulgar lo pedía en el culo todo el tiempo. Terminada de de mojarse, lamía toda mi mano, saboreando cada uno de mis dedos.
Una vez ya empapada de sudor por haber sido penetrada por delante y por detrás por mis dedos, me dijo:
“Lista para ir a la luna y las estrellas”. Se vistió rápidamente y salimos de la oficina. Me aventó las llaves de su carro y manejé. Tomé la carretera hacia las montañas de Malibú, pasé una base naval por la costera y el Océano Pacifico y me acordé de una playa privada que a esas horas de la noche no había nadie. Entré al estacionamiento. Y se bajó del carro, disparada corrió hacia la arena y se paró frente a las olas.
El cielo totalmente estrellado. Ninguna luz de la ciudad se veía, ya que estábamos prácticamente frente a mar abierto. La luna llena era sólo nuestro único testigo.
Las luces de los pocos carros pasaban desapercibidas porque estábamos ya casi a una milla de donde estaba la carretera que estaba arriba de nosotros. Una oscuridad era total.
Llegue a ella, y se aventó al paso de las olas. Quedando completamente empapada.
Se paró frente a mí y me metió una zancadilla. Se montó en mí y agarró mis manos y me las puso en sus senos. Empezó a rozarme con su vientre mi verga. Empecé a quitarle la blusa empapada dejando a relucir sus pequeños senos.
Mis manos empezaron a masajear sus pechos, sus hombros. Se acomodó para que succionara sus senos uno por uno. Mordisqué sus pezones y ella gimió de dolor y placer. Logrando que pudiera alcanzar su pantalón el cual se lo pude desabrochar. Me tomó tiempo por estar empapado, ya que era de mezclilla y se pegaba a su piel.
Tuve que revolcarme, rodando sobre la arena, exprimiendo sus senos mientras que mis manos sacaban el pantalón de sus piernas. Estábamos como una lucha libre de campeonato por quitar el pantalón y pantaleta.
Por fin lo logré. Ya estaba completamente encuerada. Se paró, brincó de gusto. Una ola nos llegó y nos empapó a los dos.
Ella se montó sobre mí. Empezó a quitarme la ropa. Lo logró.
Me dejé llevar, ya que tenía contra mí lo húmedo de mi ropa y lo agresivo de sus movimientos.
Por fin estábamos los dos bien empapados. Ella empezó a mamar mi verga, salada por el agua de mar. Totalmente tiesa por lo fresco de la noche, lo frío del agua y la estimulación que ejercía con su lengua y sus mordiscos. Se acomodó para un 69 y empecé a succionar su panocha. A besar sus labios vaginales. Mis nos dedos pulgares empezaron a penetrar su ano. Dilataba su culo con lo mojado de su vagina Y mi saliva que lograba untar en ellos.
Ella sintió lo que estaba haciendo y empezó a lamer su mano, echándole saliva y me pidió que hiciera lo mismo para que ella misma me ayudara a dilatar su culo.
Ella no succionaba mi verga, simplemente la lamía. Y ella pedía que le succionara su vagina.
“Chúpame, absorbe, chúpame, absorbe corazón, sí, sí, sí, sí, sí, sí sí, méteme tus dedos en mi culo, rómpeme, absorbe, rómpeme, absorbe, rompe, absorbe., así, así, así, así, así, así, Ay, Ay Ay Ay, me vengo, ve vengo, me vengo, Ay, Ay Ay Ay Ay, sácame los jugos, así, así, así…………………………………. ¡AHAHAHAHAHAHAHAHHAHAHHAHAHAHHAHAHAHHAHAHAHHAHAHAHAHAHHAHAHAHAHAHAHHA!
Sentí en mis labios y en mi lengua sus ricos jugos cuando de repente una ola nos agarró y nos metió al mar.
Logré salir del mar nadando, totalmente encuerado. NO supe dónde quedo ella. Le grité, para saber dónde estaba.
No contestó, me preocupé, pero de repente sentí que se montaba sobre mi espalda y como lucha me tumbó al piso.
Tomo mi verga y se la metió en su vagina. Cabalgó por un buen rato. Después, se acomodo en cuatro y me dijo;
“Métemela por el culo. Vente dentro de mí…”, me lamió la verga. Luego me acomodé, le lamí el culo que estaba lleno de arena y de agua salada. Le limpié con la lengua lo que pude. Con mis dos decíos pulgares tenté y sentí que ya estaba preparado.
Acomodé mi verga y lentamente le empecé a meter.
“Ah papi, así, así despacito, y ahora más duro, más duro, más duro, ábreme, ábreme son toda tuya”, gritaba. “rómpeme, rómpeme, rómpeme. Si, Sí, sí, sí, así así, empuja, empuja, empuja, empuja empuja………………………………………..
¡AHAHAHAHAHAHAHAHHAHAHAHHAHAHAHAHHAHAHAHHAHAHAHHAHAHAHHAHAHAHHAHHAHAHHAH!
Entró toda mi verga. Su culo muy apretadito, mantenía mi verga totalmente adentro.
Ella empezó a mover sus nalgas y yo empujaba y trataba de sacarla pero estaba como atorado. Ensartado. Por lo que mi verga empezó a ponerse muy caliente y ella lo supo por lo que empezó a menear sus nalgas en cuatro direcciones, y que cuando ya no me aguante.
“Ya me vengo, ahahahahahahahahahhahahhahahhahahah”, y mi verga empezó a echar chorros dentro de su culo. “Ahahahahahahhahahhahahhahahhahahhahahhahahhahah”.
Ella siguió moviéndose muy rápido hasta que la última gota de semen se derramaba en su culo.
Quedé totalmente exhausto. Ella se acomodó boca pecho sobre la arena y yo encima de ella con la verga dentro. Paso un tiempo hasta que lentamente saque mi verga de su culo, me recorté sobre la arena. Ella se paró, acercó su boca a mi verga y la empezó a lamer, de una manera sensual y con una de sus manos tomaba el semen que salía de su culo y lo untaba en sus dedos. El cual lo lamía al mismo tiempo que lamía mi verga.
Así estuvimos hasta las 2:00 am.
Nos recuperamos y buscamos nuestras ropas ayudados con la luz de la luna.
Caminamos al carro y nos dispusimos a regresar a la ciudad.
Sólo una vez más se repitió la aventura pero esta vez fue en un lugar más al norte de California. Desde muy temprano hicimos el amor de manera tradicional y ya en la noche volvimos la playa bajo la luna y las estrellas. Y esa fue la última vez. Se mudó de ciudad y desde hace 12 años que no sé de ella.
¿Te gustaría tener esta experiencia en la playa bajo la luna y las estrellas? Estoy dispuesto. Escríbeme para ponernos de acuerdo a: laga1954@hotmail.com.
Mi plan salió perfecto aunque no pude cojer con mi esposa por una semana por que ella no queria que yo me diera cuenta que un negro le dejo su panochita bien abierta pero lo que ella no sabe es que yo fui el que planeo todo
Relato erótico enviado por Anonymous el 21 de June de 2013 a las 00:23:44 - Relato porno leído 249974 veces
Hola, soy Diego y les voy a contar lo que me paso, soy Colombiano, tengo 28 años, pero vivo en Agentina desde los 15, soy negro, mido 1,90, estoy muy bien dotado (25 cm de pene) y trabajo de jadinero, un dia me contatan
Relato erótico enviado por Anonymous el 14 de April de 2010 a las 00:22:23 - Relato porno leído 119256 veces
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Relato erótico enviado por Anonymous el 06 de December de 2011 a las 23:38:02 - Relato porno leído 118102 veces