Yo soy Denise, la tercera en discordia, uso el pelo bien cortito y pelirrojo para resaltar mi cara redonda, y mis ojazos azules, de mediana estatura, me considero muy linda, muy bonita, soy muy famosa entre las travestis del lugar, mi fama está en mi enorme verga de casi treinta centímetros, en mis seis centímetros de diámetro. Esto me ayuda puesto que me pagan muy bien por ella, los hombres suelen buscar una pija enorme para que los sodomice y no me puedo quejar de mis ingresos, al mismo tiempo no deja de ser una maldición porque a mí me enloquece tener una posición pasiva, me encanta que me la den por el culo y gozar como perra.
Relato
BAR EDEN
Caroline es delgada, demasiado delgada, alta, es la más extrovertida del grupo, es la de voz mandante, de fuerte carácter, es la primera que comúnmente es arrestada por la policía y la que no duda en agarrarse a golpes de puños con quien sea, es la que no reprime su lado masculino.
Suele salir casi desnuda a la calle para buscar clientes, con apenas una colaless enterrada en su culo, usa el cabello lacio a media espalda, negro profundo, haciendo contrapunto con su piel blanca como leche, de ojos almendra, nariz pronunciada y labios carnosos y sensuales, pechos pequeños conseguidos a base de hormonas, adicta a los tatuajes y a los piercing, camina con la cadencia de una princesa, lástima que tiene la boca como una cloaca, mal hablada como pocas.
Samanta es sin dudas la más mujer de las tres, la más femenina, casi histérica con su cuerpo, se pasa largas horas depilándose, llenándose de cremas, maquillándose, combinando ropas y llorando con las telenovelas. Se asume totalmente como mujer y aspira a ser actriz, sueña con salir algún día de esta mierda de la prostitución.
Es morena pero se tiñe de rubio, tiene ojos negros pero usa lentes de contacto verdes, su rostro es delicado, sus modales aún más, de anchas caderas y hermosas piernas torneadas, tiene prótesis de normal tamaño que perfeccionan sus líneas, realmente es demasiado bonita. En algún balneario sus diminutos trajes de baños en su piel bronceada trajeron suspiros de hombres y envidias de mujeres, muchos no pueden creer que ella sea en realidad un hombre.
Yo soy Denise, la tercera en discordia, uso el pelo bien cortito y pelirrojo para resaltar mi cara redonda, y mis ojazos azules, de mediana estatura, me considero muy linda, muy bonita, soy muy famosa entre las travestis del lugar, mi fama está en mi enorme verga de casi treinta centímetros, en mis seis centímetros de diámetro. Esto me ayuda puesto que me pagan muy bien por ella, los hombres suelen buscar una pija enorme para que los sodomice y no me puedo quejar de mis ingresos, al mismo tiempo no deja de ser una maldición porque a mí me enloquece tener una posición pasiva, me encanta que me la den por el culo y gozar como perra.
Las tres somos más que amigas, como hermanas de la vida, solemos juntarnos en el bar Edén, un puterío que frecuentan gays y travestis y tipos que andan en busca de este tipo de mercadería, es nuestro lugar habitual de levante, el hombre que atiende la barra se llama Gregorio, un animal de casi de dos metros de altura, musculoso, de abdomen plano ancha espalda, de piel bronceada, ojos negros, achinados de mirada dura, cabello crespo y rostro angelical, las mujeres ‘se mean’ cuando lo ven, por su estampa, por su belleza masculina, pero lamentablemente para ellas es gay. Yo siento un enamoramiento especial hacia él, me excita, me deslumbra, es esa persona que no te deja dormir y te provoca suspiros sinfín…
En Octubre pasado cumplí años, y esa noche fue una noche especial, recuerdo que hacía demasiado calor, un calor veraniego a pesar de estar en plena primavera, había un exceso de humedad en el ambiente que te hacía transpirar aunque te quedaras inmóvil, con las chicas habíamos decidido ya que esa noche no trabajaríamos, sería mi noche, así fue que nos juntamos en el Edén a divertirnos y pasar un buen rato, nos sentamos a un costado y casi inmediatamente Caroline se transformó en el centro de atención, con su verborragia desenfrenada, su desinhibición, su desfachatez, trajo una gran torta con 23 velas y me cantaron el feliz cumpleaños desde todos los rincones.
Fue ella quien propuso terminar las tres enredadas en una noche a puro sexo, cosa que no era habitual entre nosotras pero que por algún motivo especial como este, solíamos hacer.
Entonces fue cuando le dije a Caroline que invitara a Gregorio, me moría de ganas por hacerle el amor…
A eso de las tres de la mañana entrábamos Gregorio, Caroline, Samanta y yo a mi modesto departamento.
Puse música y Samanta me pidió que bailara sensualmente, le hice caso, para provocarlos, ellos se sentaron juntos en un sillón al costado, con Gregorio al medio de las dos chicas.
Sacudí mis caderas con suave cadencia, abriendo mis piernas como una puta, provocándolos, lado a lado, las chicas aullaban en complicidad, me sentía caliente, me acerque lentamente a Gregorio para darle un terrible beso en la boca, mis labios contra sus labios, mi lengua con su lengua, sus manos acariciaron mis pequeños pechos por sobre la tela de mi remera, en ese momento me imaginé mujer y como seguramente se me mojaría la concha, pero yo solo comenzaba a sentir una terrible erección que apenas podía contener mi pequeña tanga, me retiré unos pasos, pasé la mano bajo la corta falda y liberé mi pija por el costado de la prenda femenina que cubría mi intimidad.
Mi verga semirrígida colgó entonces entre mis piernas, sobresaliendo engolosinada por debajo de la pollera, mis continuos movimientos hacían que se meciera provocativamente de un lado a otro como el péndulo de una campana, Samanta tomó la iniciativa incorporándose como un resorte para exclamar
Hija de puta! Que verga hermosa que tenes! Quiero sentirla en mi culo…
Sin más palabras se sacó a mi lado casi toda su ropa, su camisa, su sostén, su short y su delicada colaless blanca para acomodarse en cuatro patas a mi lado para volver a rogarme
Dale Denise… no me hagas desear, mi culito está hambriento…
Fui tras ella ante la atenta mirada de Caroline y Gregorio que permanecían sentados masturbándose lenta y recíprocamente sus vergas
El culo de Samanta lucía tentadoramente femenino, con sus anchas ancas, su pequeña cintura, su piel bronceada, la diminuta marca blanca de la colaless que usa para asolearse, su perfecta depilación, su esfínter abierto y caliente.
Acaricié una y otra vez mi grueso glande contra la entrada lubricada del culo de mi amiga, empecé a forzar y pese al tamaño descomunal de mi miembro, su esfínter no puso demasiada resistencia, lo sentí deslizarse el tiempo que ella emitía un quejido de extremo placer, comencé a moverme, a hacerle el culo, a abrírselo todo, la excitación me llenaba, pasé la mano bajo su cadera para tomar su verga y masturbarla al ritmo de mi penetración, a un costado Gregorio se había distendido sobre el sillón, Caroline a sus pies se perdía chupándole la pija, solo veía sus negros cabellos y su escueto trasero enfundado en una tanga roja.
Pronto formamos un cuarteto, Caroline se puso en cuatro a la par de Samanta, así que acepté la sutil invitación para cambiar de culo, me acomodé tras ella para enterrársela por completo, era raro el contraste entre su pequeño trasero y mi enorme serpiente, mis dedos jugaban en el esfínter abierto de Samanta y Gregorio por el frente se hacía chupar el sable por ambas, pasamos algunos minutos, cambié de culo a culo en un par de veces, satisfaciendo a ambas amigas, Gregorio vino a mi lado para besarme profundamente, luego me acercó su verga para que se la mamara, lo hice con locura, casi olvidándome de lo que estaba haciendo, quería saciarme con la verga de ese macho, no aguanté más y le dije
Mi hermoso Gregorio… quiero poseerte
El respondió con una dulce sonrisa y fue el tercero en acomodarse, fui por todo, tomándolo por la cintura forcé su trasero, se la empujé bien adentro hasta hacerlo gritar, hasta el fondo, en ese momento me sentí tontamente enamorada, con él era diferente, mi gozo al hacerle la cola a Gregorio tenía otro sabor, sentir sus gemidos varoniles, sentirlo alabar mi pija…
Mis ojos se llenaron con su pequeño trasero, con su espalda tan varonil, triangular, musculosa, poseerlo era mi perdición, mi verga se calentaba en su interior, las chicas se pusieron frente a el quien lamía sus pijas a izquierda y a derecha, apreté su cintura entre mis manos, solo para aferrarlo y evitar que se escape, para poseerlo bien profundo, cerré mis ojos para ya no ver, para prolongar el momento, pero no pude ya hacerlo, me sentí acabar, aceleré el ritmo, mi leche caliente comenzó a llenar su interior, los gemidos de placer de Gregorio solo aumentaron mi propio placer, lo llené hasta la última gota, me tiré a un lado rendida, casi sin aliento…
Gregorio hizo lo mismo, con su culo abierto y chorreando leche, nos miramos y sonreímos cómplices, en eso me di cuenta que necesitaba que me hicieran bien la cola, era mi cumpleaños y al fin y al cabo era la única que no había recibido una buena verga, y realmente lo necesitaba, necesitaba que me rompan bien el culo, estaba caliente, por lo que reclamé
Y? nadie me la va a meter un poquito?
Samanta, la más femenina de todas, contra lo que hubiera pensado fue quien tomó la iniciativa, vino sobre mí, levantó mis piernas y jugó con su pija dura, pasándola por mi esfínter, por mis testículos y por mi propia pija, al fin hizo centro y me la metió por completo, empezó a dármela por el culo con fuerza haciéndome gemir, mi verga flácida se movía de lado a lado mientras mis manos se llenaban con las tetas perfectas de Samanta, nos mirábamos directamente a los ojos. Los gemidos de Gregorio llamaron mi atención, giré un tanto mi cabeza para encontrármelo en cuatro patas siendo cogido salvajemente por Caroline, ella a su vez nos miraba a nosotras, en especial a mi pija que poco a poco iba creciendo nuevamente en tamaño, recuperando su rigidez hasta pasar la línea de mi ombligo.
Ella no pudo resistir la tentación, dejando a Gregorio de lado vino sobre mí, se acomodó de tal forma en que mi pija quedó al alcance de su boca, dejando al mismo tiempo la suya sobre la mía, empezó a lamérmela, a comérmela toda y yo hice lo propio con su verga dura que se movía sobre mi rostro, me la metí por completo para comprobar que estaba impregnada con sabor a mi propio semen, Gregorio no iba a quedarse afuera del juego, por lo que se acopló a nosotras y comenzó a culearse a Caroline.
La situación no pudo ser mejor, Samanta me la daba por el culo, y Gregorio hacía lo propio con Caroline, y nosotras nos chupábamos mutuamente nuestros sexos, mis ojos se llenaban con las pequeñas nalgas de mi amiga, con su esfínter abierto y atravesado con la vara de carne, con sus testículos depilados, Gregorio cada tanto se la sacaba del culo y me la daba a probar, de pronto Samanta trajo mi atención nuevamente al otro lado, su pija se puso más dura, la sentí venir, pronto mi culito recibió su rico licor, tocaba el cielo con las manos…
Llegaba la hora de cambiar, Samanta se retiró satisfecha, pero mi culito aún no lo estaba, ella dejó su lugar a Caroline, ahora necesitaba su hermosa verga, me la metió completa culéandome sobre mi agujero rebalsado se leche, Samanta a un costado, en cuatro patas jugando con mi verga y Gregorio tras ella dándose por el culo.
Samanta se dedicó a torturarme, sentía mi verga caliente, pero ella solo la peló bien y la apretó en su mano, se quedó solo mirándola y apenas la movía, yo deseaba que lo hiciera pero no lo hacía, solo cada tanto acercaba su rostro para pasar un lengüetazo de punta a punta, la puta me enloquecía, no podía mas, con la otra verga taladrando mi culo me sentía desfallecer.
Mi verga empezó a latir con fuerza, llegaba el momento, y ella seguía impasible, casi sin mover su mano, no hizo falta, retorciéndome en placer saltó un gran chorro que bañó mis pechos, mi garganta y hasta mi cara, y siguió un segundo y potente tiro de liquidó blanco y pegajoso, y un tercero, y cuarto, y quinto hasta provocar la risa socarrona de Samanta.
Casi no percibí que la escena enloquecía a Caroline quien sacando de pronto su verga de mi culo y apoyándola contra la mía terminaba de refregarse para llenar mi vientre y mis tetas con su rico semen.
A todo esto, Gregorio masturbando su sexo y viniendo sobre mi preguntó con la urgencia de un bombero
Donde lo quieres?
En la boca papi! todo en la boca…
Abrí grande mi boquita, Gregorio apuntó en lo profundo, masajee con dulzura sus bolas mientras me llenaba con leche calentita, que placer! su rico sabor, más y más, casi me colma, no podía tragar tan rápido todo lo que me regalaba, hasta exprimirlo mientras lo chupaba con espero.
Él se acercó a darme un profundo beso de lengua sin importarle que aun tuviera sus jugos en mi boca y sonriendo me dijo
Feliz cumpleaños putita!
Seguimos cogiendo toda la noche hasta rendirnos por cansancio, tres chicas trans y mi hermoso Gregorio, nada de mujeres, solo pitos y leche, mucha leche…
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Escríbeme con título ‘BAR EDEN’ a dulces.placeres@live.com
Yadira y yo que me llamo Luis, llevamos varios años de casados, pero no nos consideramos una pareja común y corriente, ya que desde que éramos novios nos dimos cuenta que tanto ella como yo somos personas de mente abierta, ella no se considera dueña de mi cuerpo, ni yo tampoco me considero dueño del suyo, por lo que si nos place en algún momento llegar a tener relaciones con otra persona, las disfrutamos abiertamente, sin que por ello el amor que nos sentimos mutuamente se vea lesionado o disminuido. En ocasiones tanto ella como yo también le damos rienda suelta a nuestras fantasías, con la completa colaboración tanto mía como de parte de ella.
Relato erótico enviado por narrador el 13 de March de 2011 a las 21:45:11 - Relato porno leído 120861 veces