Mi nombre es Yadira, y desde pequeña siempre había sido bien tímida, tanto que casi no tenía amigas, por miedo a que me pudieran hacer daño, o por lo menos eso era lo que constantemente me decía mi mamá.
Relato
En la urbanización donde vivía, con mis padres, cuando yo tenía entre los 17 o 18 años, se mudó a la casa de al lado una nueva familia. Bárbara una chica de mi edad más o menos, que desde el primer momento en que la vi pensé que era una salvaje, por la manera tan brusca como se comportaba, casi como si fuera un chico.
A Bárbara yo, no la soportaba, por ser tan grosera, mal hablada, vulgar, y abusadora. Razones por las que yo, debido a que el solo verla, me causaba miedo, por lo que siempre la evitaba, y le sacaba el cuerpo. Cosa que ella de seguro ella se debió dar cuenta. Por lo que cada vez que podía, me hacía pasar más de un mal rato. Bárbara no tenía ni que decirme nada, tan solo se paraba en medio de la acera, por donde yo iba a pasar, se me quedaba viendo de pies a cabeza, relamiéndose los labios, con sus brazos cruzados y mirándome de manera amenazante. Y aunque yo procurase evitarla, ella cuando no era que me daba un fuerte empujón, tirándome al piso, y haciendo que yo me pusiera a llorar. Sencillamente me trancaba el paso, hasta que yo del miedo que me hacía sentir me ponía a llorar, al tiempo que ella rebuscaba en mi cartera, robándome de manera descarada, mi dinero, o cualquier cosa que yo llevase, de la cual ella se antojase.
Por esa y otras razones, yo llegué a tenerle tanto miedo a Bárbara, que de solo verla, en ocasiones hasta yo me orinaba encima, sin poder evitarlo. Ya que como mis padres, no me hacían caso cuando les hablé sobre ella. Me sentía perdida, cuando me la encontraba en la calle.
Pero un día, cuando yo llegaba del Instituto donde estudiaba, cuando vi que ella se dirigía hacia mí. Salí corriendo, pero aunque me esforcé mucho porque no me alcanzara, no bien había yo llegado a la puerta de mi casa, y comenzado abrir la puerta, cuando Bárbara me puso sus manos encima. Para esos momentos, mi papá y mi mamá se quedaban trabajando hasta bien tarde en su negocio. Por lo que apenas abrí la puerta Bárbara de un fuerte empujón me metió dentro de la casa. Insultándome, acusándome de ser una puta por hablar con algún chico en el instituto donde yo estudiaba.
Yo la verdad me encontraba muerta de miedo, llorando, y rogándole que no me hiciera daño. Sin tener la menor idea de porque ella actuaba así. Lo que a Bárbara de seguro le pareció muy gracioso, ya que continuó insultándome, y empujándome hasta que sin mucho esfuerzo de su parte me tiró al piso. Por su parte Bárbara me tomó del cabello, y comenzó a darme cachetadas, sin parar de decirme que yo era la culpable por ser tan puta.
Yo me encontraba tremendamente aterrada, tanto que sin pensar en lo que hacía o decía, me abrase a sus piernas, pidiéndole perdón, y diciéndole que yo haría lo que ella quisiera, pero que por lo que más quisiera no me siguiera golpeando. Bárbara de momento de detuvo, se me quedó viendo, y sin soltar mi cabello me dijo. Bueno vámonos a tu cuarto, hasta donde prácticamente me llevó arrastrada, y ya dentro me dijo quítate toda la ropa, ya mismo. Yo estaba tan asustada, y temerosa de que me siguiera golpeando, que de inmediato le obedecí. Sin que ella me soltase, me despojé de mi blusa, de la falda, de mis medias, y cuando estaba ya en pantis y sostén, bastó con que me diera un fuerte jalón de pelo, para que yo de inmediato procediera a quitarme lo poco que tenia encima para quedarme completamente desnuda a los pies de Bárbara.
Al tiempo que aun me mantenía agarrada por mi pelo, con su otra mano, se bajó con todo y pantaletas, los pantalones cortos que estaba usando. Y cuando el pantalón, y las pantis llegaron a sus tobillos, con sus mismos pies terminó de quitarse todo, frente a mí. Fue cuando la escuché decirme, en un tono de voz bastante autoritario, y fuerte. Ponte a mamar mi coño, desgraciada. Al principio como que no la entendí, pero cuando separando sus piernas y jalándome por el pelo, colocó mi cara frente a su peludo coño, por el temor a que no me fuera hacer más daño, que el que ya me había hecho, tímidamente comencé a pasar mis labios por sobre la negra pelambre de su vulva.
A medida que yo fui pasando mi lengua por sobre su peluda vulva, a pesar del asco que sentí. El miedo a que Bárbara me siguiera golpeando era mucho mayor. Por lo que sumisamente seguí lamiendo su coño por fuera. Al tiempo que ella se fue echando hacia atrás, hasta que separando bastante sus piernas, tomó asiento sobre mí cama. Cuando Bárbara finalmente tomó asiento, sin soltar mi cabello, colocó ambas manos sobre mi cabeza, y comenzó a presionarla contra su vulva, al tiempo que me ordenaba que le chupara su clítoris. Lo que por el miedo a ser golpeada por ella, hice de inmediato.
Por un largo rato, aun en contra de mi voluntad, yo permanecí mamando, lamiendo, y hasta chupando toda su vulva, tanto por dentro como por fuera. Mientras que Bárbara restregaba mi rostro contra su coño. Ella por su parte no dejaba de gemir, y de seguirme ordenando que no parase de mamar su coño. Cuando al momento en que levanté la mirada, ya ella se había quitado la camisilla que estaba usando, quedando con sus grandes tetas al aire. Fue cuando me ordenó que levantase mis manos, y se las agarrara.
Yo desde luego que la obedecí sumisamente de inmediato, y mientras acariciaba sus tetas y pezones, Bárbara fue recostándose sobre mi cama, y soltando mi cabello. Por un instante pensé hasta en salir corriendo, pero el miedo a que me diera alcance de inmediato lo evitó. Ella gemía de placer, a medida que yo continuaba enterrando mi cara dentro de su coño, y acariciando sus tetas. Fue cuando de momento me dijo, ahora te toca a ti. Yo retiré mi cara de entre sus piernas, aun sumamente confundida, cuando de momento me tomó por debajo de mis brazos, y como si nada me ha levantado, y tirado sobre mi misma cama. Ya recostada en la cama, de manera brusca me hizo abrir mis piernas, y antes de que yo me diera cuenta, ya Bárbara había enterrado su rostro sobre mi coño.
Casi de inmediato traté de separar su cuerpo del mío, pero cuando comencé a sentir su lengua, sus labios, y hasta sus dientes, mordisqueándome sabrosamente mi clítoris, me quedé como paralizada. No es que nunca yo no me hubiera tocado haya abajo, si lo hacía, pero de manera ocasional cuando me bañaba. A diferencia de Bárbara mi coño, no es muy peludo. Y cuando sus dedos, y boca de manera que yo no podía, o mejor dicho no quise evitar, continuaron besándome y acariciándome íntimamente, el placer que Bárbara me estaba produciendo era algo completamente nuevo para mí.
Tal fue el placer que sentí, que disfruté de lo que ella luego me dijo era un húmedo y salvaje orgasmo. Ya de que mi coño salió como si fuera un chorro de agua, que le mojó todo su rostro. Por su parte ella, sin dejar de tocarme, una vez que me hizo disfrutar de todo eso, se recostó a mi lado, y sin que yo hiciera el más mínimo esfuerzo por detenerla, comenzó a besarme en la boca, al tiempo que con sus manos acariciaba todo mi cuerpo en especial mi coño, y mis senos. Yo por mi parte como que me dejé llevar, y lo mismo que ella me hacía, yo se lo fui haciendo a ella. Ambas completamente desnudas, nos abrazábamos, y besábamos una y otra vez. Luego Bárbara volvió a colocar su coño sobre mi rostro, y no hizo falta ni que me dijera nada, ya que yo de manera voluntaria se lo volví a mamar, al tiempo que ella también me mamaba y lamía sabrosamente toda mi vulva.
Así estuvimos por no sé cuánto tiempo, pero en medio de nuestros besos, caricias, y abrazos, Bárbara separó sus piernas, y me pidió a mí que hiciera lo mismo. Las entrecruzamos, quedando nuestros coños, uno pegado al otro, era como si fuéramos dos tijeras, y bien sujetas por medio de nuestras manos, comenzamos a restregarnos la una contra la otra. Hasta que nuevamente tanto Bárbara como yo disfrutamos de múltiples orgasmos.
Se puede decir que desde ese día, Bárbara y yo nos convertimos en algo más, que mejores amigas. Ella me fue introduciendo al mundo del sexo, mientras que yo le fui corrigiendo su manera tan brusca y grosera de comportarse. Al poco tiempo, entre las dos fuimos comprando algunos juguetes sexuales. Los que usábamos en ocasiones, dejando que ella me penetrase a mí, y yo la penetrase a ella. Pero de eso, mientras que yo disfruto más cuando ella me penetra por el coño, a ella en cambio, lo que más placer le causa es que yo le dé por el culo.
Hoy en día tanto ella como yo nos hemos casado, pero aun seguimos siendo muy intimas amigas…
Ese viernes fue el mejor de todos, porque desde entonces nunca me separo de mi amiga Lorena Con la que mas de una vez, y desde entonces nos hemos enloquecido de placer juntas!!!!
Relato erótico enviado por Anonymous el 07 de February de 2009 a las 22:46:05 - Relato porno leído 304524 veces
Mi nombre es Antonia, pero mis amigas me llaman tan solo Ant, cuando llegué a casa de Valeria mi amiga, me encontraba llorosa, triste y bien deprimida ya que me novio, momentos antes, sin más ni más, me dijo que terminaba conmigo, y que no lo buscase más. No me dio razones, y simplemente se montó en su motora y se marchó. Dejándome toda confundida y sin saber qué hacer, fue que me di cuenta que me encontraba cerca de la casa de Valeria, y me llegué hasta su casa, buscando consuelo, pero al tocar la puerta, salió su madre la señora Estela, únicamente cubierta con una pequeña toalla de baño alrededor de su cuerpo, pero nada más al verme, sonriendo me dijo, que Valeria había salido con su padre y regresaba a la noche. Fue cuando sintiéndome más sola y abandonada, estallé en llanto, Estela al verme en esas condiciones, de inmediato me hizo entrar a su casa.
Relato erótico enviado por Narrador el 24 de October de 2009 a las 11:09:24 - Relato porno leído 127158 veces
Acariciándonos nuestras piernas hasta que ya estábamos lo suficiente calientes nos quitamos nuestros calzones y comenzamos a mamarnos nuestras vaginas y a besarnos.
Relato erótico enviado por Anonymous el 22 de July de 2009 a las 23:49:21 - Relato porno leído 110299 veces