No sé que hacer. No se si lo que hice estará bien o no. Lo cierto es que no me arrepiento, ni mi madre tampoco. Hace 8 años que vivo con mi viejo y desde entonces no veo a mi madre, ya que ellos están
Relato
No sé que hacer. No se si lo que hice estará bien o no. Lo cierto es que no me arrepiento, ni mi madre tampoco. Hace 8 años que vivo con mi viejo y desde entonces no veo a mi madre, ya que ellos están separados. Un buen día me entero que mi viejo tiene que hacer un viaje a Australia por su trabajo y no me puede llevar, entonces decidimos que yo podría aprovechar ese tiempo que él no estaría (dos meses) para ir a la casa de mamá, y compartir con ella un tiempo, ya que hacía tanto que no nos veíamos. Ok, pues mi padre se marcha y yo me voy a lo de mi vieja.
Ella vive en Buenos Aires y yo estaba en Córdoba, así que me fui en avión. Cuando llego, ella me había ido a buscar al aeropuerto. Debo admitir que en un principio no la reconocí, ya que estaba impactante. Mi madre tiene 40 años, pero aparenta muchísimo menos. Es alta y muy delgada, con unas curvas espectaculares fruto de meses y meses en el gimnasio. Yo recuerdo que era morocha, pero ahora se ha teñido de rubio, cosa que le queda muy bien. Y lo mejor de todo: se había implantado siliconas en los pechos, lo que le producía unas tetas realmente enormes, redondas y duras. No voy a olvidar nunca el abrazo de bienvenida que me dio. Lo que sentí cuando ella apoyó sus duras tetas en mi pecho. Recuerdo que durante esos breves segundos de cariño entre madre e hijo, yo experimente una erección imposible de disimular.
En el coche, camino a casa, yo no sabia como hacer para evitar mirarle el cuello de su blusa escotadísimo, o su minifalda diminuta que hacia excelente juego con sus botas negras. Ella me hablaba de muchas cosas, pero para mí era imposible concentrarme en lo que me decía. Bueno, pues llegamos a casa. Me fui a duchar, y en la ducha solo pensaba en el nuevo y maravilloso cuerpo de mi madre. Obviamente, con la pija durísima de tanto pensar en ello, me masturbe sin sacarme esa idea de la cabeza. Durante las noches siguientes salimos a cenar juntos, a caminar y a compartir buenos momentos como madre he hijo.
Una noche me presento a Miguel, su amante, un profesor de educación física, muy adinerado, y de muy buen físico, musculoso, alto y fornido. Aparte de todo eso, debo reconocer que Miguel es un tipazo. Esa misma noche Miguel fue a cenar a casa. Después de la cena yo salude y me fui a dormir. Luego de un rato sin conseguir consumar el sueño, decido levantarme a buscar agua. Lo que vi en el comedor de la casa de mi madre me cuesta describirlo con palabras. Me escondí tras la puerta para no ser descubierto mientras espiaba. Mi madre estaba arrodillada en el piso, semi desnuda, proporcionándole a su amante una mamada estupenda. Lo que debo reconocer de Miguel, a parte de ser un buen tipo, es que porta un pene francamente enorme. Yo he visto una variada cantidad de películas porno, pero estoy seguro que de haber filmado lo que vi esa noche, gano el Oscar a la mejor Porno de todos los tiempos. El terrible polvo que se echaron ese tipo con mi vieja era de aplaudir. Por la vagina, por el culo, sexo oral... en fin... de todo.
En un momento, en el que yo esta excitadísimo por lo que observaba y en que yo ya había perdido toda preocupación de ser descubierto, mi madre me ve escondido tras la puerta. Yo me asuste, suponiendo que se enojaría con migo. Contrario a eso, mi madre me miro a los ojos, me sonrió y acto seguido me guiño un ojo, y luego siguió con lo suyo. Nunca olvidare aquello. Los días pasaban y situaciones así se repetían diariamente. Yo no podía más. Pero lo mejor aun no había comenzado.
Un mediodía caluroso, se me ocurre ir a nadar un rato a la piscina de mi madre. Cuando llego al borde de la piscina, estando a punto de darme un chapuzón, reparo en que mi madre esta tomando sol en una reposera. Estaba boca abajo y dormida. Tenia puesto una bikini diminuto. Y yo pude observar detalladamente la perfección de su culo. Me tiro al agua y nado un rato, sin dejar de mirar de reojo el espectáculo que mi madre ofrecía. De pronto, ella se despierta y se voltea boca arriba, y entonces me ve y me dice: hola hijito de mi alma, como estas?. Yo estaba enmudecido. A pesar de mi presencia, mi madre no vacila en quitarse el corpiño para hacer toples, para broncear así sus magnificas tetas. Se coloca sus gafas de sol y enciende un cigarrillo. Ahora mi mayor preocupación era para cuando salga del agua, ya que seria imposible de ocultar la tremenda erección que tenia. Así que allí estábamos, yo en el agua con la pinchila durísima y mi madre acostada en tetas fumando y fumando (cosa que también me excita una barbaridad). Cuando ya no aguanto mas, aburrido de estar en el agua, decido salir a secarme. Cuando salgo mi madre abre los ojos y mira con una sonrisa de orgullo mi pene agigantado y duro que remarca y evidencia el bulto en mi bañador. Me acerco a ella, y me mira a los ojos mientras me dice: mi vida, cuanto has crecido. Ella noto indiscutiblemente la forma en la que yo no dejaba de mirarle las tetas, pero nada de eso parecía importarle. Eso me llevó a que corra hasta mi cuarto y me masturbe frenéticamente sin dejar de pensar en lo sucedido.
Esa misma noche Miguel tuvo que hacer un viaje y no fue a casa. Así que nos quedamos mi madre y yo solos. Nos pusimos a ver televisión y cuando ya no había nada para ver, ya que eran las 2 de la mañana, ella comenzó a hacer zaping en busca de algo interesante. Estábamos sentados en un sillón uno al lado del otro. En eso, pasando de programa en programa, mi madre se detiene en un canal porno en donde se veían una dos mujeres chupando la pinchila a un tipo. Mi madre enciende un cigarrillo y se me acerca. Yo estaba atónito. Entonces sucede lo que yo no esperaba. Mi madre comienza a acariciarse las tetas, cada vez más desesperada. Y luego... lo mejor. Después de manosearse empieza a acariciarme mi pija, por encima de mi pantalón. al notar ella que mi miembro estaba durísimo se excita aun más y entonces me mira a los ojos y me besa enterrando su lengua hasta lo mas profundo de mi boca, fundiendo labio con labio y lengua con lengua. Yo, que no dejo pasar semejante oportunidad, empiezo a apretarle sus durísimas tetas con mis manos. Ella continua besándome de forma desesperada, mientras que con una mano (con la otra sostenía el cigarrillo) me abre la cremallera del pantalón y saca mi pene para luego masturbarlo con el mismo frenesí con el que yo le apretaba las tetas. El beso pasional se detuvo para que yo le abriera la camisa con violencia, haciendo saltar los botones, y así dejar en evidencia sus magnificas tetas. Le chupe y mordí los pezones mientras ella continuaba masturbándome, aunque detenía de vez en cuando esta acción para introducirse la mano en el pantalón y así masturbarse su concha. Entonces, inesperadamente se agacha alejando sus tetas de mi cara y mirándome a los ojos, con una sonrisa provocativa en su rostro, me baja los pantalones y me chupa el durísimo falo mucho mejor que las tías que estaban el peli porno chapándosela a un tío. A todo esto, cabe aclarar, que mi madre seguía fumando mientras me la chupaba, cosa que ninguna de mis novias hizo jamás. Esa chupada fue monumental, como nunca lo había sentido.
Mi madre es toda una experta. Cuando decide acabar semejante mamada, comienza a subir desprendiéndome la camisa y pasándome la lengua por mi vientre para ir arrastrando a su vez los pezones por mi cuerpo. Luego me tumba violentamente sobre el sofá, y se baja los pantalones. Tenia dos medias largas de color negro y un portaligas. Se baja el tanga (sin sacarse el porta ligas), se abre de piernas y se sienta sobre mi rostro, dejando sobre mi boca toda la perfección de su depilado coño. Empiezo a chapárselo mientras se me inunda la boca. Escucho sus gemidos, mientras que mi madre se mueve muy eróticamente. Después de haber tragado yo litros de flujo, ella se para, le da una ultima fumada a su cigarrillo, lo deja suavemente en el cenicero, y se recuesta boca arriba sobre el sofá mientras que se abre de piernas y me dice: venid, mi vida, haz feliz a mami... Me recosté sobre ella y la penetré hasta el fondo. Junto con mis movimientos sexuales, sus tetas se movían de una manera que me enloquecía. Luego de unos minutos a ese ritmo, cambiamos de posición, colocándose ella en cuatro patas y yo la penetré desde atrás. De esa manera yo tenía una perfecta visión de su silueta, su cinturita perfecta y su culo espectacular. Luego de otro rato de fallarla de esa forma, ella se volteó bruscamente y me recuesta como antes sobre el sofá. Entonces introduce mi polla en su coñazo y cabalga sobre mí frenéticamente. Entonces siento como me sube un rió de leche. Y le digo: Mamá, estoy por acabar, déjame salir que acabo, acabo!!! Mi madre, en pleno orgasmo explosivo, me dice: tranquilo, bebé, seguí, seguí... Y, si mi madre dice que siga, yo le obedezco. La cosa es que acabé brutalmente y sentí cómo se le inundaba el coño con mi semen. No sé si tomará pastillas o qué, pero me dejó eyacularle dentro sin ningún reparo. Entonces, mamá se tomó un respiro, me miró y con una sonrisa me dijo: estoy orgullosa de vos, hijo mío, sois todo un hombre.
Así mi primera gran experiencia sexual fue con mi Madre. Después de aquella ocasión, hasta el último día de vivir con ella, follamos todos los días, con la misma pasión y desenfreno. Nunca hablamos si está bien o mal lo que hacíamos, lo cierto es que ambos sentíamos placer, un placer único que no volveríamos a sentir jamás, y de lo que no nos arrepentimos. Estoy muy feliz de tener la madre que tengo, y no veo la hora de volver a verla, para así entregarnos una vez más a ese maravilloso y especial, muy especial, sexo.