Yo soy ejecutiva de cuentas de cierta empresa, que por sentido común me reservo el nombre. Además de ser una mujer casada, y madre de una bella niña de diez años. En la empresa yo mantengo una amplia comunicación con todos mis asociados, por lo que cuando uno de ellos de nombre Miguel, sus cuentas comenzaron presentar un sin número de pequeños problemas, nada del otro mundo, pero la verdad es que eran muchos, justo unos minutos antes de salir lo llamé a mi oficina, y una vez que todo el resto del personal de la oficina se retiró, tras sentarnos en el sofá, le pregunté qué era lo que le sucedía. Miguel sin que yo me lo esperase, se ha puesto llorar.
Relato
Yo traté de calmarlo, pero al decirle que esos pequeños problemas que presentaban sus cuentas y clientes, no eran para que actuase así. Con más fuerza e ímpetu continuó llorando, lo que me llevó a preguntarle estúpidamente, que era lo que le estaba pasando, que tuviera confianza en mí, y le dije tontamente, que aunque soy unos diez años mayor que él, quizás con mis consejos pudiera ayudarlo.
Al decirle eso, más fuerte lloró Miguel. Hasta que finalmente se fue calmando, poco a poco. Y comenzó a decirme la causa de su llanto. Su mujer lo quería dejar por otro, y a pesar de que él estaba al tanto de que ella le era infiel, con otros hombres. Según Miguel me dijo, él la perdonaba. Pero sin dejar de llorar, siguió diciéndome lo mucho que él la amaba a ella, y todas esas cosas que hicieron que me condoliera del pobre. Así que con el fin de darle apoyo, no se me ocurrió otra cosa que acercarme a él y pasarle mi brazo por encima.
Miguel siguió llora que llora, y yo sentía que mi corazón se partía. Como era posible que un tipo tan bueno como lo era él, le sucedieran esas cosas, me decía yo. Miguel siguió contándome con lujo de detalles todos sus sufrimientos, al tiempo que yo continuaba consolándolo. En cierto momento mantenía su rostro contra mi pecho, y sentía su angustiada respiración sobre mis senos. Pero no le di importancia a eso, y en lugar de detenerme y cortar por lo sano, me interesó el saber que más le había sucedido al pobre de Miguel.
Por lo que continué preguntándole y él siguió respondiéndome entre llanto, y abrazos. Las cosas que Miguel me estaba contando en ese instante no las podía creer, de cómo su mujer a la que yo no conocía, en ocasiones hasta había llevado hasta su propia cama a sus muchos amantes. Y Miguel continuó contándome como en ocasiones hasta había visto como se besaban y acariciaban. Y a medida que él me iba contando todo eso, yo paradójicamente me fui sintiendo sumamente excitada, nada más de imaginarme las escenas que él me describía tan hábilmente.
Yo estaba tan y tan centrada en el problema o la situación del pobre Miguel, que cuando al momento en que me fue explicando como uno de los amantes de su mujer, acariciaba los muslos de ella. Al sentir una de sus manos sobre mi rodilla, comenzando a recorrer mis propios muslos, quizás por el interés de enterarme de todo, en lugar de detenerlo lo dejé continuar, y cuando comentó en su relato que su mujer había abierto las piernas mientras las manos de su amante le acariciaban sus muslos, yo hice lo mismo. Por lo que las hábiles manos de Miguel, continuaron acariciando mis piernas, introduciéndolas por debajo de mi falda sin que yo hiciera nada por impedírselo.
De momento nos quedamos viendo a los ojos, y no sé que me llevó a dejar que Miguel me besara intensamente, al punto que cuando sentí su lengua introduciéndose dentro de mi boca, no hice nada por evitarlo, sino todo lo contrario lo comencé a disfrutar tremendamente. Justo en el mismo instante que comencé a sentir como sus hábiles dedos, se introducían por debajo de mis pantis, y en un dos por tres ya me tenía mi clítoris aprisionado entre sus dedos. Sin que yo hiciera nada por evitarlo.
Miguel continuó besándome, y acariciándome por todos lados, con su otra mano soltó los botones de mi blusa, y con sus carnosos labios logró darle alcance a mis inflamados pezones. Yo ni idea tenía de que era lo que estaba haciendo ahí, lo que deseaba era intensamente que Miguel continuase sin detenerse. Por lo que cuando me recostó sobre el sofá, y noté que en sus manos sostenía mis pantis, yo misma recogí mi falda, dejando todo mi coño a su completa disposición.
Miguel inclinó su rostro sobre mis muslos, y al sentir su caliente aliento sobre la piel de mi vulva, separé de inmediato más mis piernas. Dejado que él comenzara a lamer y mordisquear mi coño y clítoris como le vino en gana, haciendo que yo disfrutase de un placer, hasta esos momentos completamente desconocido para mí. Miguel lamió, chupó, mordisqueó, toda mi vulva, tanto por fuera como por dentro, arrancándome profundos gritos y gemidos de placer, como nunca antes nadie me lo había hecho.
Por primera vez en mi vida, un hombre me estaba haciendo todas esas cosas, ya que al tiempo que me mamaba el coño, alguno de sus dedos acariciaban mí apretado esfínter. Hasta que mismo momento en que yo disfrutaba de un tremendo orgasmo, sin yo poder controlarme solté un fuerte chorro de mi vulva. Tras lo cual al verlo de pie ante mí, casi le rogué que me penetrase. Cosa que hizo de inmediato, produciéndome un mayor placer y satisfacción como nunca antes la había sentido.
Miguel no dejaba de moverse sobre mí, mientras que yo como pude me terminé de quitar la blusa, y prácticamente me arranqué el sostén. Por un largo rato disfruté de las profundas atenciones que Miguel le daba a mi acalorado coño. Hasta que nuevamente, volví a disfrutar de otro tremendo y largo orgasmo. Al tiempo que él sacó su verga de mi coño y colocándomela en la cara, yo misma sin que ni tan siquiera me presionase, me dediqué a mamársela, hasta que se vino dentro de mi boca y garganta.
Jamás en mi vida había hecho algo semejante, aparte de serle infiel a mi marido, con un empleado. Locamente deseaba que Miguel me siguiera haciendo suya, sin importarme como, por lo que motivada por eso seguí mamando su mustia verga, hasta que está nuevamente se tonificó. Miguel me tomó por los tobillos, y separando mis piernas, los levantó quedando mi culo frente a su verga. Y aunque apenas comenzó a penetrarme, sentí un profundo y raro dolor mesclado con placer, que me recorría toda mi columna vertebral. Yo me quede viendo como su tremendo instrumento desaparecía enterrándose entre mis nalgas, al tiempo que una de sus manos las comenzó a introducir completamente dentro de mi mojado y caliente coño.
Yo chillaba, y le pedía que me diera más y más duro, lo que sin cansarse Miguel seguía haciendo, claramente podía ver gran parte de su mano dentro de mi coño, y como una y otra vez sentía como su tremenda verga entraba y salía de mi culo. Yo quedé completamente desfallecida, disfruté como nunca antes de un sin número de orgasmos. Al separarnos, yo me quedé tirada sobre el sofá, completamente molida, pero tremendamente satisfecha como nunca antes lo había estado sexualmente hablando.
Miguel no me dijo nada en lo absoluto, se arregló dejándome tirada en el sofá, y se marchó. Cuando comencé a recuperar mis fuerzas, lo primero que me dije a mi misma, como era posible que yo hubiera dejado que algo así sucediera, me sentí mal por haberle sido infiel a mi esposo, pero eso la verdad que me duró muy poco. Como pude me levanté del sofá, terminé de quitarme la ropa, y me encaminé al baño para asearme.
Posteriormente me enteré que el tal Miguel, ni tan siquiera tiene novia, pero eso ya a mi no me importa. Ya que ocasionalmente lo llamó a mi oficina para reprenderlo, momento que aprovecho también para contarle a él, lo mal que me trata mi marido, y la manera tan abusiva que sexualmente me trata, y me obliga a que me acueste con sus amigites. Aunque tanto él como yo sabemos que todo lo que le digo es mentira, al parecer eso nos excita tanto a los dos que terminamos revolcándonos en la alfombra de mi oficina….
Mi Madre, a sus 42 años, es una hembra que está rebuena. Mi Padre, un pobre idiota. Así que una noche decidí darle marcha a ella con mis amigos, mientras mi padre miraba..........
Relato erótico enviado por domo54 el 12 de December de 2008 a las 11:35:56 - Relato porno leído 313439 veces
Era un día normal, común y corriente, yo regresaba de la prepa, yo soy un chavo moreno, alto, con buen cuerpo, bien dotado y muy atrevido, no tengo novia y ese día fue uno de los mejores en mi vida
Relato erótico enviado por Anonymous el 29 de August de 2008 a las 13:06:42 - Relato porno leído 213149 veces
Mi nombre es Alicia, y hasta no hace mucho mi familia, y yo desde luego vivíamos en un retirado pueblo, en el que apenas y nos enterábamos de las noticias, ya que ni tan siquiera llegaba la señal de la Tele. Por lo que cuando nos mudamos a la ciudad, lo que más me impresionó fue el baile del perreo
Relato erótico enviado por Narrador el 04 de June de 2012 a las 23:00:35 - Relato porno leído 150466 veces
Si te ha gustado Caí como una verdadera pendeja, pero algo aprendí… vótalo y deja tus comentarios ya que esto anima a los escritores a seguir publicando sus obras.
Por eso dedica 30 segundos a valorar Caí como una verdadera pendeja, pero algo aprendí….
narrador
te lo agradecerá.
Comentarios enviados para este relato
joserogeliogalvan
(6 de August de 2013 a las 18:12) dice:
Muy bien relato estupendo. Gracias por compartir..... rogeliogalvan arroba live.com.mx katebrown
(18 de October de 2022 a las 19:52) dice:
SEX? GOODGIRLS.CF
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