Casada, excitada con el viejo portero

Nunca me hubiera imaginado que llegaría a tal extremo en mi debilidad que aceptase ser cogida por nada más ni nada menos, el portero de mi edificio.
Soy una mujer de 53 años, casada con un hijo de 19 años. Me mantengo bastante bien de peso a pesar de que no hago gimnasia ni salgo a caminar.
Con mi esposo Juan de 54 años, siempre hemos tenido una relación afectiva armoniosa de 32 años de casados. Sexualmente durante los primeros 10 años, pude disfrutar a pleno de lo que era orgasmos de 2 a 3 por relación con mi marido, al que le he sido fiel toda la vida hasta el momento que les contaré.
El trabajo de Juan le insume de 10 a 12 hs. fuera de casa. El mío apenas 8 hs. por lo que generalmente yo llego antes que él, siendo quien se encarga de todos los pagos de los gastos de la casa, coordinándolo todo con Don José de 63 años, el portero de mi edificio.
Siempre he tenido muy buena relación humana con Don José, al punto de que muchas veces lo invito a tomar un café en casa, para que la tardecita le sea más aliviada. Otras veces se lo he bajado, porque su trabajo le impide subir.
Un buen día, cuando bajo a avisarle si quería venir a mi apartamento a tomar su cafecito, antes que él se percatara de mi presencia, lo encuentro masturbándose activamente, inspirado en una vecina, que en esos momentos muy floja de vestimenta se subía a su auto para salir y que desde la posición estratégica que se encontraba Don José, se la podía ver con la falda subida hasta la casi su entrepierna y un escote suelto cruzado adelante que dejaba ver casi todo el seno izquierdo.
Me quedé observando un ratito este acontecimiento y noto que me empiezo a mojar naturalmente, dado que Don José tenía una pija de novela, de aproximadamente 25 cms. Quedando absolutamente hipnotizada por aquel espectáculo maravilloso.
Por un momento se me cruzó por mi cabeza una pregunta que me hizo llegar a pensar en masturbarme en ese momento, ella era ¿cuál cosa tenía ella para ofrecerle a Don José en su fantasía, que no pudiera superar yo misma en la realidad?, además esta pregunta se me tornó casi en una necesidad, ya que a esa altura lo que me salía del fuego íntimo de mi concha era, dale vejete, ponete adentro y destrozame.
No podía olvidar mi condición de casada fiel durante 32 años de casada y perder ese mérito nada más que con Don José, el portero de confianza y un viejo del cual nadie decía o podía asegurar algo semejante, respecto a su capacidad potencial sexual.
Cuando la vecina terminó de sacar el auto, veo que Don José activa rápidamente el movimiento de su mano sobre su pija hasta que observo la salida de 4 chorros de semen, que en la mayoría empapó su mano derecha.
Enseguida, hago un ruido para que Don José se preparara para atenderme, ya que no me había visto, y me le aparezco con cierta rapidez para impedirle limpiarse totalmente sum ano, la que busqué en forma casi inocente para estrecharle la mano de las buenas tardes. Él al principio no supo qué hacer, pero dada mi insistencia, estrechó su mano mojada por su semen, cosa que yo sentí pero me hice la que nada hubiera ocurrido. Lo invito a tomar el cafecito en casa, a lo que me contestó, que iría enseguida, pero que antes debía terminar de limpiar el pallier de entrada.
Cuando llego a mi apartamento, me vino una fuerza interior en lamer su semen que había quedado en mi mano, lo que hice no bien cerré la puerta tras de mí.
El olor a hedor de su espesa lubricación, me hizo ponerme como una gata en celo, sintiendo que los labios vaginales se mojaran de tal forma que mojaron mi bombacha con increíble rapidez.
Respiré hondo y traté de pensar en mi esposo Juan, los años que tenemos de casados y que tengo una familia divina, que nada me faltaba; pero había algo superior que me inquietaba, la voz de la carne de ese viejo que en forma inocente vendría en pocos minutos a tomar el cafecito conmigo.
Cuando toca el timbre lo extiendo de tal manera que me acerco a él más de costumbre, a lo que él se apartó desconcertado pero interesado en algo más, pero que obviamente no se podría tirar el lance de primera.
Nos ponemos parados ambos en la cocina a tomar el café, cuando le alcanzo el suyo le toco su mano y se me erizó todo el cuerpo, pensando en su hermosa pija que aunque vieja, era lo suficientemente buena como para disfrutarla con todo.
Tomó un sorbo y exclamó, Ojalá todas las mujeres fuera como usted!!, y le pregunto ¿en qué sentido lo dice?
¿tan bonita y al mismo tiempo tan atenta y amable conmigo?
Le contesté...”Debe ser por cómo es Usted conmigo...?...¿cómo? preguntó el viejo
Que me vive haciendo favores, salvo uno. ..le contesté; al tiempo que me acerqué a él y agarrándolo del bulto lo miro directamente a sus ojos y termino diciéndole y contestándole “Éste!!!.
No termine de apretarle el paquete cuándo me empieza a besar con furia el cuello y a apretar intensamente con sus manoplas ambos senos, con delicadeza fuerza, una sensación extraña increíble me corrió por todo el cuerpo, me agaché y le desabroché su bragueta, saqué su pija y viéndola ahí a penas 2 cm, me pareció haber llegado al paraíso. Mi mamada era profunda y lenta, de tal forma que Don José el viejo de portería, se enloquecía al verme que se la succionaba con tanta pasión y deseo, sabiendo muy bien lo que tenía entre labios. Cuando don José empezó a jadear en forma más intensa, me doy cuenta que está a punto de eyacular, y empieza a hacer los movimiento con su cadera como si me estuviera cogiendo por la boca, cosa que me apasionó más aún, dejándole que me eyaculara adentro de mi boca, tragando cada gota de su espeso salado y oloroso esperma.
Mi cincha pedía a gritos su presencia. Por lo que le pedí que rápidamente me la pusiera antes que se le achicara, cosa que hizo de inmediato. Cuál fue mi sorpresa cuando veo que empieza a bombearme dentro sin descanso y sin que se le aflojara un ápice su erección.
Eso me hizo excitarme más aún, por estar con un hombre que apreciaba estar conmigo, esta vez sí, comparándolo, mucho más viril, y decidido que mi marido, sobre todo que apreciaba hasta el último agujero de mi cuerpo a juzgar por el hábil movimiento de sus dedos; que mi esposo jamás había reconocido.
No se cuanto duró el mete y saca, lo que sé es que de pronto me dice voyyy y le dije si por favorrr veniii que te quiero con toda adentro; acábame adentro por favor, no la saques que la quiero sentir toda, y su chorro fue de tal magnitud que salió por fuera mojándome la entrepierna, a pesar que más de las ¾ partes habían quedado dentro de mí, y yo no me lo quería perder.
En esa posición quedamos no menos de 10 minutos, quietos y abrazados, besándonos lentamente y con mucha lengua y saliva.
En ese momento me vino a la conciencia que era una mujer casada y que a partir de ese momento tendría un amante fugaz, toda vez que diera la oportunidad...y así fue.

Catarata