Cintia y yo, vivimos juntas desde hace relativamente poco tiempo. Cuando ella vino del pueblo, supuestamente para estudiar, yo como es lógico le ofrecí que se podía quedar en mi apartamento, siempre y cuando compartiéramos los gastos. Pero la muy sinvergüenza, resulta que me enteré que había dejado de estudiar, y que por ganarse algo de dinero. Adivinen como, pues puteando.
Relato
Yo me indigné con ella, la tomé por el cabello, y le restregué sus malas notas en la cara. Y cuando me confesó que era lo que estaba haciendo, cuando se suponía estuviera en el instituto, estudiando. Me sentí mucho peor. Por lo que para darle una lección, me dirigí a mi cuarto, y tomé mi juguete favorito, el que uso con alguno de mis más íntimos clientes. Al regresar donde Cintia, la tomé por el cabello, y diciéndole. Quieres ser puta, pues te voy a tratar como a una, para que aprendas.
En mi desespero y frustración, por lo que mi hermana menor estaba haciendo, la obligué a meterse parte de mi juguete en la boca. Cintia estaba asustada, claramente pude ver que todo eso le producía mucho miedo, que era en sí, lo que yo deseaba que sintiera. Por lo que continué tratándola de esa manera, sin consideración alguna, como sé por experiencia, que algunos clientes tratan a las putas.
Sin pensarlo mucho, me quité la ropa, y aprovechando la confusión que debía tener mi hermana dentro de su loca cabeza, coloqué mi juguete sobre mí coño, y tras ajustármelo con las finas correas, la obligué a que se tirase en el piso, y se pusiera en cuatro, donde sin consideración alguna, me dediqué a penetrarla por su coño. A todas estas Cintia no dejaba de pedirme perdón, de llorar, y de rogarme que no continuase haciéndole eso. Pero mi intención era darle una lección a la pendeja esa, por lo que continúe, con todas mis fuerzas metiendo y sacando mi verga de goma, una y otra vez, penetrándola sin consideración alguna con mi juguete, sin ningún tipo de restricción. A medida que seguí castigando a mi hermana, ella continuó llorando, y quejándose, tal y como lo hago yo cuando me toca uno de esos difíciles clientes. Pero al mismo tiempo que la seguí castigando, con la intención de que que aprendiera lo que es bueno. Comencé a disfrutar de lo que le estaba haciendo a mi hermana, al punto que con más placer que rabia, yo seguí penetrando a Cintia.
Así que a medida que, yo no dejaba de ver como mi juguete desaparecía dentro de su coño, ella movía sus caderas, y se quejaba, por todo lo que yo le hacía, yo continuaba empujando, mi verga de goma dentro de su depilado coño. Dándole fuertes jalones de pelo, no sé en qué momento precisamente, el castigo pasó a convertirse en una especie de juego entre nosotras dos, ya que me di cuenta, que lejos de estar haciéndola sufrir, la puta de mi hermanita. Por lo que pude ver, a medida que yo con todas mis ganas la penetraba, por su coño, con mi juguete, en su rostro pude ver que en lugar de sentirse mal, ella lo estaba disfrutando, y mucho. Todo aquello que yo le estaba haciendo.
Yo continué también disfrutando de todo lo que le hacía a Cintia, sin dejar de vez en cuando de darle una ardiente nalgada, y de ponerla a que me mamase el coño, hasta hacerme disfrutar de un tremendo clímax. Ya al rato que ambas nos encentrábamos tiradas en el medio de la sala. Con una cara de puta satisfecha Cintia, me preguntó, muy contenta ¿cuándo lo volvíamos a repetir?
Relato erótico enviado por Anonymous el 14 de December de 2007 a las 13:35:08 - Relato porno leído 783538 veces
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narrador
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Comentarios enviados para este relato
katebrown
(18 de October de 2022 a las 19:43) dice:
SEX? GOODGIRLS.CF
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