En Puerto Rico tenemos una vieja tradición, supuestamente heredada de los Españoles, que tan cierto sea no lo sé realmente, pero se trata de la celebración de la noche de San Juan Bautista, Santo Patrono creo que de la capital, o de toda la isla, ya que se celebra en casi todos lados. Consiste, que en la noche de la víspera, las personas por lo general van a la playa, y entre comida, bebida, y otras cosas a cierta hora después de que haya oscurecido pero antes de las 12 de la noche, caminan de espalda rumbo al agua, y se tiran 7 veces, bueno hay quien dice que son diez, y otros dicen que trece, pero si estas en la isla no menciones ese número, ya que sale algún sinvergüenza y te dice. Mientras más me lo mamas, más me crece…
Relato
Mi nombre es Devora, y como todos los años en compañía de mi familia, nos vamos a las playas del último trolley, y frente al parque deportivo Barbosa, nos instalamos con sillas, casetas, parrillas, neveritas, en fin es casi una mudanza a la orilla de la playa. A diferencia de los años anteriores, nos pasó algo bien diferente y raro. Para comenzar mi marido Esteban se ha dado una tremenda borrachera, cosa sumamente rara en él, pero lo cierto es que se emborrachó, de tal manera que ya a eso de las once de la noche, perdió el sentido, mejor dicho se quedó dormido, como un tronco.
Como lo acomodamos dentro de la caseta, no nos dio ningún problema, así que mi madre, mis dos hermanas, mis hijas y yo, nos dedicamos a disfrutar de la tradición, pero después de las once, comenzamos a recoger para marcharnos, pero Esteban que pesa casi unas doscientas cincuenta libras, y mide más de seis pies de alto, como ya les dije estaba dormido como un tronco, por lo que el tratar de llevarlo en su condición hasta nuestro auto, era una tarea muy difícil, por no decir que imposible, para cuatro mujeres pequeñas sobre todo para nosotras que pienso que juntas no alcanzamos su peso. Bueno recogimos casi todo, menos la caseta, y le pedí a mi mamá que junto a mis hermanas se llevaran a mis hijas a la casa, que yo me quedaría con mi marido hasta que se despertase, y cuando eso sucediera al siguiente día la llamaría por el celular para que viniera a recogernos a la playa. Una de mis hermanas se ofreció quedarse acompañándome, pero le dije que no hacía falta.
Bueno ellas se fueron, y me quedé con mi esposo dormido dentro de la caseta, yo me quedé disfrutando del resto de la noche, viendo a las parejas, a los jóvenes, como jugueteaban en la playa, escuchando música, en fin, me encontraba de lo más aburrida, sentada frente a la caseta, cuando un grupo de chicos de cómo unos veinte y tantos años, se colocaron a un lado de nuestra caseta. Uno de ellos, bien lindo, y con su cabello casi hasta los hombros, bien diferente a mi esposo que es calvo como una bola de billar, a los pocos minutos, me buscó conversación, preguntándome descaradamente como era posible que una chica, como yo estuviera sola en la playa en esos momentos. Fue cuando abriendo la caseta, le señale a mi esposo. Que dormía a pierna suelta, y aun tirado en el piso de la caseta se veía bastante impresionante por lo grande de su tamaño.
El chico se me quedó viendo, ya que apenas mido un poco menos de cinco pies, soy bien menudita, aunque bien formada a pesar de los dos partos que he tenido. No se le ocurrió otra cosa que decir. Y ese monstruo es tu marido, y le continué diciendo y padre de mis dos hijas. El chico se quedó con la boca abierta, y algo cortado me dijo, disculpa es que yo pensé que eras soltera, a mi no se me ocurrió en ese momento otra cosa que decirle, bueno para los efectos, y por ahora es como si fuera soltera.
Cerré la caseta, dejando que mi esposo continuase durmiendo a pierna suelta, y no sé porque, o de donde se me ocurrió preguntarle al chico, ¿bueno y si realmente fuera soltera, que diferencia abría? Él en completo silencio, me tomó de la mano y me invitó a levantarme de la arena, y una vez que ambos estuvimos de pie, nos encaminamos a la playa, pero a diferencia de otras personas, que entraban de espalda al agua, lo hicimos de frente.
Ya con el agua un poco más debajo de mis tetas, comenzamos a jugarnos de manos, dándonos empujoncitos, él me perseguía a mí, y me agarraba, entonces yo daba la vuelta y lo perseguía a él y también lo agarraba, y así estuvimos un rato. Hasta que en una de esas agarradas que me dio, me abrazó y nuestras bocas se unieron. No sé en que estaba pensando yo en ese instante, que en lugar de separarme de él y regresar a la orilla, nos quedamos besándonos mutuamente.
Alrededor nuestro había un sin número de personas, otras parejas jugando como lo hacíamos nosotros dos, un par de familias enteras metidas en el agua, pero nosotros no nos ocupábamos de ellos, y ellos seguramente tampoco se ocupaban de nosotros dos, fue cuando sentí sus manos acariciar todo mi cuerpo, y cuando introdujo una de ellas por dentro de la parte inferior de mi pequeño biquini, en lugar de retirársela, separé mis piernas, y sentí como agarró todo mi coño divinamente. A los pocos segundos yo con mi mano derecha hice lo mismo que él, como pude la metí dentro del pantalón corto que usaba como traje de baño, y sin pensarlo dos veces, agarré su parado miembro. Al tiempo que sin dejar de besarnos de manera ardiente, yo con mi otra mano, de manera casi automática, me solté el cabello que lo tenía completamente recogido. Entre los besos, las caricias, y el sabroso agarrón de coño que el chico me estaba dando, no lo pensé dos veces, y yo misma bajé la parte inferior de mi biquini.
En cosa de segundos, él se colocó tras de mí, y sentí como dentro del agua, su verga se deslizaba por completo dentro de mi caliente coño. Quizás en otro momento, no me hubiera atrevido hacer eso dentro del agua, pero había otras tantas parejas, que al igual que nosotros, seguramente también lo estaban haciendo que únicamente me concentré en disfrutar lo que mi joven acompañante me estaba haciendo.
Sentía divinamente su caliente y parada verga entrar y salir de mi coño, y como una de sus manos me lo agarraba por encima apretándolo, y produciendo en mi un mayor placer y deleite. Yo no estaba ni borracha, ni drogada, estaba bien consciente de lo que estábamos haciendo, por lo que el morboso placer de estar haciendo prácticamente en público aumentaba mucho más mi excitación. El chico metía y sacaba casi totalmente su verga de mi coño, hasta que cuando yo comencé a disfrutar de un tremendo orgasmo, lo sentí como me apretaba con fuerza contra su cuerpo, y como su dura verga golpeaba una y otra vez mi depilado coño, hasta que ambos nos quedamos como paralizados, y ante la mirada de una vieja, que no me cabe la menor duda que se estaba relamiendo los labios mientras descaradamente nos observaba como a unos cinco o seis pies de donde nosotros estábamos. Después de ese encuentro, me volví a subir la parte inferior de mi biquini.
En mi vida le había llegado a ser infiel a mi esposo, pero no sé que me ocurrió esa noche que, al salir del agua, agarradita de mano de mi amante, sentía unas ganas locas de volver al agua y de que sin compasión alguna me volviera a clavar a su verga. Pero el chico, me propuso que nos quedásemos en la orilla, donde de inmediato seguimos besándonos frente a la caseta donde dormía mi marido. Después de un corto rato, le agarré su miembro por encima de la tela, y como si no me importase otra cosa en la vida, lo jalé hasta dentro de la caseta, y ahí yo saqué con mis dedos su verga del pantalón y sin escrúpulos alguno me dediqué a mamárselo. Con mi esposo durmiendo a nuestro lado, apenas la verga de mi amante se encontró en condiciones de volverla a sentir dentro de mi coño, prácticamente me arranqué el biquini, separé mis piernas, y volví a dejar que él me lo volviera a meter pero de frente.
Si bien lo disfruté tremendamente, me quedé con unas locas ganas de seguir, cosa de por sí muy rara en mi, fue que me acordé que mi marido había insistido mucho en que me tomase un trago que él mismo me había preparado. Quien sabe que le habrá puesto dentro, pero yo estaba súper deseosa de seguir disfrutando de mucho sexo, caliente y salvaje. Por lo que apenas terminamos, me puse el biquini y me volví al agua, donde me lave mi coño con agua salda, al tiempo que me auto satisfacía. Casi por el resto de la noche de San Juan me la pasé metida en el agua dándome dedo, hasta que ya cuando comenzó amanecer ya me sentía muchísimo más relajada.
Al chico no lo he vuelto a ver, aunque no me ha hecho la menor falta, ya que en la urbanización en la que vivimos hay un jardinero que me presta muy buenos y variados servicios.
Ambos iniciamos a besarnos con toda pasión, con aun más pasión que la primera vez, mientras nos besamos Armando comenzó a tocarme mi zona intima debajo la falda de mi vestido y como consecuencia a esto de inmediato me moje toda, ¡Quiero hacerte el amor! Me dijo suavemente al oído, -Lo sé y también quiero- le conteste.
Relato erótico enviado por putita golosa el 29 de August de 2010 a las 23:31:22 - Relato porno leído 513552 veces
Relato casi en su totalidad real que demuestra que toda mujer casada es una puta sumisa en potencia
Relato erótico enviado por morboso sadico el 29 de July de 2009 a las 18:09:16 - Relato porno leído 299793 veces
Si te ha gustado Celebrando la noche de San Juan… vótalo y deja tus comentarios ya que esto anima a los escritores a seguir publicando sus obras.
Por eso dedica 30 segundos a valorar Celebrando la noche de San Juan….
narrador
te lo agradecerá.
Comentarios enviados para este relato
camadedu
(31 de July de 2012 a las 06:26) dice:
genial, genial, genialllllllll katebrown
(18 de October de 2022 a las 22:02) dice:
SEX? GOODGIRLS.CF katebrown
(18 de October de 2022 a las 19:36) dice:
SEX? GOODGIRLS.CF saidfull84
(10 de December de 2012 a las 05:01) dice:
buen relato
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