Celebrando nuestro aniversario…. ( CON fotos)

Gladys desde luego sabía, que yo me refería al sexo. Por lo que me comentó, que eran varias, y estando en la cama, mientras que yo la penetraba a ella, me enumeró como cinco. Desde tener sexo con otras mujeres. Pasando, por ser la única mujer, con cinco hombres en una orgía. Hacer la calle como puta barata. Pero la que más me llamó la atención, fue la de acostarse con un negro, que tuviera una enorme verga, pero estando yo presente. Claro que esa noche, a Gladys hasta le di por el culo, aparte de ponerme a mamar su sabroso coño. Pero me quedé con la idea de darle una sorpresa a mi esposa, y bueno ya que se acercaba nuestro octavo aniversario, decidí hacer realidad una de esas sorpresas. Ya que en lo relacionado al sexo, ni Gladys, ni yo andamos con mojigaterías moralistas. El acuerdo es que mientras ella no salga preñada, o yo no embarace a otra mujer. Podemos acostarnos con quien nos dé la gana. Además después de que alguno de los dos tenemos alguna aventura, lo primero que hacemos es contárselo al otro. Pera que no hayan secretos, ni malos entendidos.

Así que la noche del aniversario, llevé a Gladys a cenar fuera de casa, para luego irnos a bailar. Tanto ella como yo, pensábamos beber lo suficiente como para pasarla bien, decidimos llamar un taxi, que nos fuera a buscar a la casa. Lo que Gladys ignoraba era que el chofer que nos vino a buscar, previamente yo había hablado con él. Y al regresar a la casa, debido a lo bebido que yo supuestamente me encontraba. Gladys le pidió al chofer del taxi, que por favor la ayudase a meterme a la casa, y ya dentro, que me llevase a nuestro cuarto. Gladys, que también había bebido bastante, en ningún momento sospechó que todo era una farsa. Hasta que ya estando en nuestra habitación acompañados, por el chofer del taxi. Le pregunté a Gladys, si ella quería hacer realidad una de sus fantasías. Al principio como que no me entendió, pero cuando se lo volví a preguntar, de manera sugerente, frente al chofer del taxi, un fornido negro, de casi un metro ochenta de alto. Mi esposa como que finalmente se dio cuenta a que yo me refería. Así que dejando de actuar como ebrio, me le acerqué a ella, y frente al chofer comencé por ir quitándole parte de su ropa, poco a poco. A todas estas el negro, no dijo nada, solo nos observaba callado, viendo como yo le fui quitando su falda a Gladys, le bajé las bragas, y hasta le quité sus medias. Gladys únicamente se sonreía, viéndonos a los dos. Hasta que la acosté en la cama, y el negro se comenzó a quitar su ropa. Y apareció aquella tremenda verga, que la verdad es que hasta me hizo sentir algo de envidia. Gladys en esos momentos, algo nerviosa me miraba a mí, y lo miraba a él. Hasta que yo, le dije. Cariño este es mi regalo de aniversario de bodas. Ya en ese instante Gladys dejó de ponerme atención, y clavó sus ojos en aquel inmenso miembro, y en su propietario. Algo temerosa se le comenzó acercar a él, y titubeando todavía, con una de sus tersas manos, agarró aquella tremenda verga. Por un corto rato lo comenzó a masturbar, y su mano parecía pequeña al agarrar aquella enorme cosa. Sorprendida Gladys no dejaba de recorrer con su mano, todo el largo tallo, a medida que lo seguía viendo con sus ojos extremadamente abiertos, sin ponerme, ni tan siquiera un poco de atención a mí. Gladys levantó su mirada, para darle un vistazo al dueño de aquella cosa, y sin más ni más, abrió su boca, y dirigió aquel enorme, y colorado glande, directo a su boca. Creo que como mucho, haya podido meterse una tercera parte de aquella enorme verga, pero aun y así la estuvo mamando, de manera gustosa, por un largo rato. Hasta que el dueño de aquella cosa, finalmente dijo. Señora, ya es hora. Gladys de inmediato sacando aquella verga de sui boca, se recostó sobre nuestra cama. Separando sus piernas, lo más que pudo. Yo que estaba de pie, al otro lado de nuestra cama, vi claramente como aquel tremendo miembro, comenzó a penetrarla frente a mí, Haciendo que en gran medida se realizara la fantasía de ella. Gladys al principio, se mantuvo algo cohibida, pero a medida que aquella verga la comenzó a penetrar, mi mujer comenzó a mover sus caderas, rítmicamente. Por mi parte yo me encontraba extasiado, y sumamente excitado, viendo como Gladys disfrutaba, moviendo sus caderas, y restregando su coño contra el negro. A medida que el negro seguía enterrando una, y otra vez toda su verga dentro del coño de mi mujer. Gladys gemía, y chillaba de placer, como toda una puta, al tiempo que me miraba a los ojos, y sin dejar de moverse, me dijo que me acercase a ella, y le diera un beso. Cosa que hice, sin importarme que momentos antes, ella estuviera mamando aquella enorme verga.

Gladys chillaba de placer, a medida que el negro, no paraba de penetrarla, una y otra vez. Yo seguía observándolos a los dos, contento por hacer sumamente feliz a mi mujer. Viendo como cambiaban de posición, y como ella disfrutaba al máximo de los embates del negro, contra su coño. Yo conozco tanto a Gladys, que fácilmente me di cuenta, de lo mucho que disfruto los distintos orgasmos que durante el encuentro con el negro tuvo. Al finalmente terminar, Gladys se quedó tirada en la cama con sus piernas bien abiertas, y una enorme sonrisa de puta satisfecha en su rostro. Bueno, yo acompañé a Hernán, el negro, y antes de salir de casa, le di el pago acordado, y algo más. Cuando regresé al cuarto, Gladys seguía acostada con sus piernas bien abiertas, pero en ese momento se encontraba boca abajo, ofreciéndome su culo….