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Cena para ocho (segunda parte)

Relato enviado por : turulato el 25/01/2011. Lecturas: 3380

etiquetas relato Cena para ocho (segunda parte)   eroticos .
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Resumen
Continuación del primer relato. sigue la fista en acapulco


Relato
La plática estaba amena. Todos permanecíamos desnudos. Frente a nosotros Carlos y Lía aun estaban acariciándose. A un lado teníamos a Mario y Elena y del otro a Darío y Vania. Ella se puso de pie en medio de todos y dirigiéndose a nosotros nos dijo:

- Ahora ya son de nuestro club, ¡Bienvenidos!

Agradecimos con una sonrisa, mientras Darío se ponía de pie a su lado. Pude ver a Lorena que era atraída por la erección que aun presentaba Darío, como en el video que habíamos visto. A mí en lo particular me atraían las nalgas de Vania, que mostraba grandes caderas, y dos globos de carne voluminosos y respingados. Vania nos solicitó que pasáramos a la sala para sentarnos mientras bebíamos algo. Todos salimos, mientras Darío servía las bebidas, Vania se quedó en la habitación donde habíamos estado, estaba pegando unas cartulinas negras en las ventanas, me llamó la atención pues estábamos en un quinto piso y era ya noche.

A los cinco minutos ella salió de la habitación y se fue a sentar a las piernas de su esposo, mientras nos decía:

- Vamos bien; ahora vamos a jugar otro juego pero este va a ser más excitante. A mi señal vamos a pasar todos al cuarto y a cada mujer le voy a dar un silbato que sonará suave pero agudo, mientras que a los hombres les daré un silbato de tono grave. Escuchen como suena para que puedan reconocer los sonidos de cada uno.

Toco primero el de las mujeres, no molestaba pero si era agudo, luego tocó el de los hombres que resulto similar al de los antiguos carteros. Cada uno tuvo el suyo. Siguió hablando:

- Las instrucciones son: nadie va a poder hablar, ni una palabra. Solamente podrá tocar el silbato una vez por espacio de dos segundos y esperar por lo menos un minuto antes de volverlo a tocar. El juego consistirá en encontrar a su pareja, sin pronunciar ninguna palabra, las luces permanecerán apagadas por espacio de 10 minutos luego se encenderán automáticamente sin ningún aviso. Las ventanas han sido tapadas para que no haya ninguna luz en la habitación, si creen haber encontrado a su pareja permanezcan juntos hasta que la luz se encienda, si la luz se enciende permanezcan como estaban ese momento. ¿Está claro?

Todos dijimos que sí. Nos pidió que nos pusiéramos de pie los hombres y la siguiéramos, lo hicimos, entramos con ella a la habitación, nos pidió que entráramos y nos pusiéramos a caminar sin dejar de movernos, y que podíamos comenzar a tocar el silbato solo hasta que se oyera el primer sonido. Al salir apagó las luces. Todo quedo en completa oscuridad. No podíamos ver prácticamente nada. Solo 3 minutos después ellas entrarían, no podíamos ver quien era cual, pues entraron con el rostro cubierto por unas toallas. La puerta se cerró, la oscuridad fue total. No había temor de caer o tropezar porque únicamente había en la habitación los colchones en el suelo, nada más. Un silbato femenino sonó por dos segundos. Luego los demás de las mujeres comenzaron a escucharse. Los hombres hicimos lo mismo.

Escuché a mi lado un silbato de mujer, yo toqué el mío. Una mano tocó mi pecho y fue bajando hacia el vientre. De momento sentí sorpresa y me retiré. La mano volvió o tocarme, esta vez fueron sobre mis nalgas, sentí que eran acariciadas, la mano corrió hacia el frente y fui tomado de mi verga, delicadamente. Extendí mis manos y encontré un cuerpo de mujer, mis dedos dieron con el hombro de ella. Con la otra mano encontré un seno, lo tomé y lo acaricié, encontrando un pezón rígido y erecto, luego solté el hombro y tomé los dos pechos entre mis manos. Los oprimí y acaricié. El cuerpo se me pegó a mi cuerpo y sentí con mi miembro las caderas de la mujer que me estaba tocando. Me soltó. Mi erección creció a todo. Pude sentir como mi falo intentaba entrar entre las piernas de mi acompañante. Pero ella me soltó y la perdí.

Moví los brazos buscándola. Choqué con la de otra persona, inmediatamente sonó el silbato de un hombre. Retiré las manos y esperé escuchar otro sonido femenino cercano. Lo escuché. Extendí mis brazos y toqué unas caderas femeninas, al pasar mi brazo por su cintura sentí que era tocada por otra persona, el cual supe que era un hombre por los vellos de sus brazos. Entre los dos la acariciamos. Tomé uno de sus senos y encontré que el otro era acariciado por el otro hombre que la estaba tocando. Bajé mi mano hacia el pubis, encontré una concha caliente y mojada, cubierta de vello, lo suficiente para ser notorio al tacto, por lo que supe que no era Lorena, pues ella se había depilado por completo su rajita. Seguí tocándola, era grato estar tocando, ser tocado y no saber ni quien lo hacía con quién. La mano femenina fue a buscar mis testículos, y los acarició luego los apretó delicadamente, el sentir los dedos de ella en mis partes fue agradable y excitante. La erección fue mayúscula. Sentí como su otro brazo bajaba al nivel del que me estaba tomando por la verga, estaba buscando la del otro hombre que la acariciaba.

De pronto pude sentir que me jalaba de mi miembro hacia enfrente, y sentí el roce con otra mano que empuñaba algo entre sus dedos. Ella estaba tratando de tomar las dos vergas en una mano, sentí el roce con el miembro de él, sentí un escalofrío, pero acepté. Mientras yo intentaba introducir mis dedos entre las nalgas de ella, quien reculó hacia atrás permitiendo que mis dedos entraran hasta dar con su culo. Busqué uno de sus senos y al pezón, el cual introduje en mi boca, besándolo y acariciándolo con mis labios. Mientras nos acariciábamos, pensé que ella era Lía, pues por el vello púbico supuse lo era. Sonó otro silbato femenino a mi lado. Extendí el brazo y encontré a otra mujer que era también tocada. Dirigí mis dedos hacia su vagina y pude sentir unos labios completamente desnudos, sin nada de vello. Estaba mojada, otros dedos exploraban su vagina. Supe que era Lorena. Solté a la otra mujer y me dediqué a tocar a mi esposa, sintiendo como era tocada por otro hombre. Con mi brazo toqué el de ella y pude deducir que estaba tocando algo hacia abajo. Seguí por su brazo hasta dar con su mano y la encontré entre las piernas de aquel que la tocaba. Ella estaba tomándole la verga. Con la otra mano pasé mis dedos por sus nalgas, buscando el surco entre ellas, introduje mi dedo y me encontré que otros dedos la exploraban de enfrente hacia atrás. Choque contra los dedos de su otro explorador. Ella no soltaba aquel fierro rígido. Mientras hacía esto, otra mano me tocó el cuerpo. Ahora por entre mis piernas, desde atrás, tocaban mi palo firme y duro. Solté a Lorena, dejé que ella siguiera en su exploración disfrutando mientras yo trataría de saber quien me tocaba.

Busqué entre sus piernas, y encontré una concha también mojada, creo que a esas horas del juego todas estarían humedecidas. Con mi otra mano busqué sus senos. Nadie la tocaba. Era sola para mí. Mientras yo la acariciaba, ella puso sus manos en mi cabeza, y la fue llevando hacia abajo. Acepté ser conducido por ella, me hincó, y colocó mi rostro entre sus piernas y lo clavó en su vagina. Al pegar mi boca a sus labios vaginales, sentí la humedad sobre mis mejillas. Saqué la lengua y me bebí los jugos que escurrían. Ni traté de averiguar quién era. Con mis manos tomé sus nalgas y las jalé pegando su vagina a mi boca. Mis dedos exploraron aquellas nalgas encontrando un hoyo cálido y suave, en el cual comencé a introducir uno de mis dedos. Escuché unos leves gemidos que fueron oídos por todos. Hundí más mi rostro entre sus piernas metiendo mi lengua entre ellas cuando la luz fue encendida. Solo pude despegarme de su concha.

El instinto de todos fue buscar a nuestra pareja. Ninguno había dado con ella. Lorena estaba con las manos de Carlos tomando sus senos enormes por detrás, mientras que él tenía su verga erecta metida entre las nalgas de mi esposa. Darío tenía entre las manos los senos de Elena, y ella la verga de este. Vania estaba acariciando la verga de Mario mientras él le tomaba las nalgas. Yo estaba entre las piernas de Lía.

- ¡Vaya si hay sorpresas! ¿Qué nadie pudo dar con su pareja?

Vania rió provocando la risa de todos. Nos soltamos y nos pusimos todos de pie buscando nuestro cónyuge. Nos pidió que nos sentáramos. Lo hicimos. Comentó que aun faltaba un juego más antes de concluir. Lía hizo una cara de dejo por escuchar que ya terminaríamos. Casi todos teníamos una erección notoria. Vania pidió que los hombres saliéramos de la habitación mientras prendía el aire acondicionado. Lo hicimos. Las mujeres permanecieron mientras Vania salía con los 4. Elena no pudo evitar el comentario:

- Hey… hey, son muchos para ti ¿no crees?

Esto hizo que todos riéramos. Afuera nos pidió que nos diéramos un chapuzón en la piscina para “bajar” nuestro “ánimo”, mientras ella iba por unas toallas para secarnos. Obedecimos, el agua fresca nos caería bien para el calor que había dentro de aquella habitación. Salimos y nos secamos. Luego nos dio instrucciones:

- Se van a cubrir los ojos con estas vendas. Y se van a tomar de la mano para que los pueda llevar. Vamos a entrar a la habitación y van a hacer lo que les diga sin hablar, y sin descubrirse los ojos. A mi señal podrán quitarse la venda y permanecer donde estén. Háganlo mientras voy a dar las instrucciones a las muchachas, vengo por ustedes.

Se fue. Hicimos como lo pidió. Y esperamos. En menos de 5 minutos volvió por nosotros. Tomó a l primero de la mano y nos llevó hacia la habitación. Al entrar recibimos silbidos y aplausos. Vania nos pidió que nos acostáramos en los colchones dejando un espacio de medio metro entre nosotros. Lo hicimos. No supe quien estaba a mi lado. Vania dio una señal a las mujeres y estas se colocaron de pie teniéndonos acostados entre sus piernas a cada uno de nosotros, como se los indicó. A la siguiente señal, les pidió que se sentaran sobre nosotros.

De pronto sentí unas nalgas sobre mi verga, las cuales rozaban mi trozo de carne provocándole una erección, lo cual creo sucedió con cada uno de nosotros. Sentí como los labios vaginales de mi pareja humedecían mi glande. Frotó su coño en mi fierro hasta lograr una erección. Solo unos minutos después Vania dijo:

- A cambiar…

Quien estuviera encima de mí se levantó y cambió de lugar, luego otra llegó a ocupar el lugar de ella. Se sentó en mis rodillas y tomó mi lanza para masturbarla. La sensación era increíble. El saber lo que me hacían pero no saber quién, era en verdad excitante. Su mano subía y bajaba en mi tronco. Las pantorrillas de quién estaba sobre alguien a mi derecha tocaron mis piernas, tomé su tobillo y sentí su piel en mis dedos, luego tomé su pie, me excitó mucho pues si algo me gusta de una mujer son sus pies, me considero fetichista, y jugué con los dedos de sus pies entre los dedos de mi mano. Nuevamente se escuchó la voz de Vania que decía que cambiaran.

Las mujeres cambiaron de lugar, pero esta vez la que me tocó tomó mi verga y se la introdujo en su vagina. Penetrar a una mujer sin saberlo y ni verlo fue más que provocativo; solo se movió encima de mí por unos instantes y nuevamente cambiaron de lugar. La que llegó hasta mí, se sentó en mis rodillas e introdujo mi tranca en su boca, chupando y lamiendo mi glande, el calor de sus labios rodeando mi miembro me produjo una mayor erección. Al cabo de unos minutos, nuevamente Vania ordenó un cambio. Quien vino conmigo, se sentó en mi pecho y empuñó mi verga para masturbarme nuevamente, lo cual lo hizo con verdadera dedicación. Sentí que estaba próximo a venirme, pero quería disfrutar aun más; traté de pensar en cosas de mi trabajo para distraer mi mente, pero la habilidad de la que era mi pareja ese momento hizo que terminara arrojando un chorro de semen con gran fuerza, el cual debe haber caído sobre de ella por la posición en la que estaba. A pesar de haberme venido, ella siguió subiendo y bajando su mano sobre mi miembro hasta sacar la última gota de leche. Luego acarició mis bolas por unos instantes y se puso de pie retirándose de sobre mí. Algunos minutos después Vania dijo:

- Ahora sí, ya pueden quitarse las vendas de sobre los ojos.

Lo hice. La luz me molestó unos segundos, pero cuando pude ver, las mujeres estaban de pie juntas, frente a nosotros. Vania tomó la palabra nuevamente y añadió:

- Esto, no fue un juego para ustedes, sino para ellas, era un concurso, y la ganadora resultó ser … ¡Lorena!

Ella sonrió y alzó las manos en señal de victoria. No supe en ese momento cual era el concurso que ella había ganado, pero vi sus mejillas sonrojadas. Mientras ella hablaba, Darío fue a la sala y trajo un pequeño bulto, el cual dio a Lorena junto con un beso. Todas pidieron que lo abriera y lo enseñara. Mi esposa lo hizo. Resultó ser un juego de ropa interior, un sostén totalmente transparente en negro y las bragas del mismo color pero con abertura al frente. Todas le pidieron que se lo pusiera. Lorena estaba apenada, pero delante de todos se los puso. Ellas le aplaudieron.

Darío trajo bebidas para todos. Lorena llegó hasta mi lado y me tomó de la mano. Estaba feliz. Pasamos nuevamente a la sala. Cuando vio que todas permanecían desnudas, me miró y se despojó de las prendas que acababa de ponerse. Se sentó a mi lado.

Darío preguntó si alguno queríamos decir qué nos había parecido participar en esa reunión. Los hombres nos miramos y Mario tomó la palabra:

- Ha sido una velada maravillosa. En verdad agradable. Sobre todo este último juego, porque no sé ni con quién me tocó.
- A mí también me agradó, fue excitante participar sin saber con quien hacía tal o cual juego; en lo personal me gustó mucho el del cuarto a oscuras, - dijo Carlos mientras miraba a Lorena sonriéndole.-
- A mí me ha gustado todo, desde la convivencia hasta los juegos, este último estuvo pero si caliente, pues no saber ni qué pero haber experimentado lo que hicieron, fue delicioso, -dije-
- Quiero que sepan que la que organizó todos los juegos fue mi esposa, -dijo Darío- yo no los conocía.

Todos aplaudimos a Vania por los juegos y por la hospitalidad. Mario alzó la mano y esperó que hubiera silencio para hablar.

- Creo que la hemos pasado muy bien, pero algo falta; no conozco las reglas del juego pero creo que ellas no se pueden quedar sin disfrutar como nosotros, ellas no han tenido ni un orgasmo, y creo que antes de irnos podemos hacer algo por ellas, ¿No creen muchachos?

Todas sonrieron. Mario tomó a Lía y a Elena de las manos y les pidió a Vania y Lorena que lo siguieran. Entró al cuarto donde acabábamos de estar y cerró la puerta. Algunos minutos después salió. Se dirigió hacia nosotros y nos dijo:

- Creo que podemos pasar un buen rato todavía. Las muchachas estarán con los ojos vendados, ellas no podrán vernos pero nosotros a ellas sí. Ellas no pueden tocarnos, fue la instrucción que les di. Vamos a hacer solo dos cambios, al segundo cada quien buscará a su esposa, pero que no sepan que eres tú, trata de comportarte diferente, has cosas que no acostumbras hacer. Voy a solicitar un cambio más. Retírense de ella pero luego regresen a su esposa y continúen con ella. La luz la voy a apagar y a encender con diferencia de 10 minutos. Desde aquí sorteamos.

Escribió los 4 nombres de ellas en un papel y luego pidió que tomáramos uno. Me tocó con Elena, a Carlos le tocó Vania, a Mario Lía y a Darío Lorena. Mario entró y bajó la luz, luego entramos nosotros ubicándonos delante de la que nos tocó en el sorteo. Mario apagó la luz.

Comencé a acariciar el cuerpo de Elena, desde sus pies hasta los hombros. Mordisqueé los dedos de sus pies, los besé mientras recorría y acariciaba sus pantorrillas. Fui subiendo lentamente mis manos llegaban hasta sus caderas y las bajaba nuevamente. Fui besando su cuerpo lentamente. Primero sus muslos, mordisqueando. Luego sus caderas. Flexioné sus piernas y las abrí. Comencé a morder sus muslos por la parte interna hasta llegar a rozar su vagina con mi nariz. Pasé mi lengua por sus labios vaginales y pude saborear el jugo que escurrían. Estaba caliente su concha. Saqué mi lengua y la introduje entre sus labios, ella se arqueó por la cintura. Tomé sus piernas y las subí a mis hombros; ahora podía lamer perfectamente su concha y recorrer mi lengua por su culo. Traté de introducir mi lengua en él. Sentí como lo frunció al intentar ser penetrado. Recorrí cada una de las nalgas dando pequeñas mordidas en ellas. Regresé a buscar su culo, pasé mi lengua por él; nuevamente lo apretó intentando sujetar mi lengua dentro de él. Bajé sus piernas y me senté en su vientre. Tomé en mis manos sus senos pequeños y los acaricié apretando el pezón. Estaban completamente erguidos. Coloqué mi verga entre ellos y traté de juntarlos para cubrir mi miembro entre ellos. Comencé a moverme como si los estuviera penetrando. Sentí que en un momento choqué con mi glande en la barbilla de ella. Elena sacó su lengua y la puso de tal manera que a cada envestida que yo daba hacia su rostro ella podía tocar la punta de mi lanza de carne. Me subí más hacia su cabeza y ella abrió la boca para recibirme dentro de ella. Ahora mi verga era frotada entre sus tetas pero entraba y salía de su boca. Con mis dedos jugaba con su clítoris, provocándole espasmos en las caderas que se movían como si fuera penetrada. En eso, Mario pidió el cambio, y apenas subió la intensidad de la luz lo suficiente como para ver donde estaba ella. Vi a Lorena que estaba boca abajo y a Darío comiéndole el culo. Se separó de ella al oír la voz de Mario. Ahora cada quien debía ir con su esposa, pero hacerse pasar como si fuera otro.

Llegue ante Lorena que estaba recostada sobre su pecho y le tomé las caderas, levantándolas para quedara a cuatro patas. Me coloqué detrás de ella y le comencé a comer el culo. Aun podía saborear la humedad que Darío le había dejado en su orificio. Metía y sacaba mi lengua de él. Aun tenía en mi boca el sabor del culo de Elena, y ahora saboreaba el de mi esposa. Levanté un poco sus nalgas y acerqué mi cadera a las suyas, tocando con mi verga su orificio. Nunca lo habíamos hecho por allí. Ella se retiró instintivamente al sentir su rigidez en su orificio y se despegó de mí. Volví a lamerle el culo e introducir uno de mis dedos en él, ella se dejó hacer. Aceptaba los dedos en su culo pero no mi verga. Comencé a moverlos dentro de ella mientras que con la otra mano se los introducía en su vagina. Esto hizo que ella respingara las nalgas para que pudiera introducirle más los dedos, le estaba gustando. Mario volvió a pedir el cambio. Solté a mi esposa y me puse de pie, con la tenue luz admiré su orificio completamente mojado de mi saliva junto con la de Darío. Esperé unos segundos y me hinqué junto a ella. Para hacerle sentir que era otro, la tomé de las caderas y la giré dejándola esta vez boca arriba. Me senté en su vientre y metí mi verga erguida entre sus enormes tetas. Ella sabe que esto me gusta, pero el cambio repentino de una a otra posición.

Mis movimientos los hice bruscos para aparentar ser alguien más. Quise saber si ella había hecho o estaba dispuesta a hacerle sexo oral a alguien más con los que había estado. Así que llevé mi verga hasta sus labios y coloqué mi glande en ellos. Ella sacó su lengua y comenzó a lamer mis jugos. Luego abrió la boca y admitió toda de un jalón. Con esto supe que sí le había hecho una mamada a alguno de los presentes. Le di un giro a todo. Me quite de sobre de ella, y la volteé boca abajo. Levante su cadera y le alcé las nalgas, volví a lamerle el culo, esta vez no se quitó sino que pegó sus nalgas a mi rostro, entonces introduje dos dedos en su orificio y metía y sacaba. Ella levantó aun más sus nalgas. Pude escuchar que se vino. Sus jugos chorrearon entre mis dedos, los cuales bebí desde su concha. Mojé mis dedos en ellos y los unté en la cabeza de mi verga, para lubricarla aun más. Pequé mi ingle a sus nalgas y froté mi verga en su orificio trasero. Ella instintivamente volvió a retirarse pero enseguida reculó hacia mí, haciendo que mi glande se hundiera levemente entre la carne de sus nalgas. Ella no objetó nada. Supe que estaba decidida a ser cogida por el culo.

La tome por sus caderas y hundí mi fierro en sus nalgas. Ella se arqueó más hacia abajo dejando su culo a mi entera disposición. Como dije, nunca lo habíamos hecho por allí, pero ella ahora lo permitía, quizás por estar escondida en el anonimato, y a oscuras y no saber con quién lo hacía. Sentí como se introdujo la corona de mi miembro, y esperé a que ella se repusiera, pero fue ella quién nuevamente reculó hacia mí para terminar hundiéndose mi lanza de carne dentro de su orificio. Comprendí que ella estaba deseosa de ser cogida por el culo, tal vez por saber que era otro quien se la cogía, o por la excitación de estar con otro. Comencé a entrar y salir dentro de su culo rítmicamente, conforme ella marcaba el paso al ir y venir hacia delante y hacia atrás metiéndose mi verga por entre sus nalgas. Su culo sí que me ceñía. Apretaba firmemente mi miembro lo que hizo que mi excitación creciera. Aceleré el ritmo de entrar y salir hasta que un borbollón de semen inundo sus entrañas. Permanecí dentro de ella, quién seguía moviéndose hasta extraerme la última gota de mi leche. Dentro de la habitación todos pudimos escuchar cuando alguna otra de las mujeres comenzó a gemir diciendo: me vengo, me vengo, así, así, más…“esos gritos excitaron a mí esposa de tal manera que cuando con mis dedos le arranqué un orgasmo a su concha, hizo que se viniera también gimiendo. La luz se encendió automáticamente. Ellas permanecían aun con los ojos vendados. Yo no me pensaba salir de su culo, pero dentro de mí pensé que ella lo había aceptado pensando que lo había hecho con otro. Así que antes de que Mario les dijera que podían quitarse las vendas, toqué a Carlos que estaba a mi lado y le hice la seña que cambiáramos de lugar. Él aceptó.

Ellas se descubrieron los ojos cuando les fue pedido por Mario; y la cara de asombro de Lorena fue mayúscula al ver que a su lado estaba Carlos, luego volteó para verme a su lado con Lía. Sus mejillas se sonrojaron una vez más.

El reloj de la pared marcaba las 4 am. Todos pasamos a la sala, de ahí al área de la piscina y terminamos los ocho esa cena nadando todos desnudos en la alberca.

Mario y Elena pasaron a vestirse, Lorena y yo solo nos cubrimos con unas toallas que había allí, y envueltos en ellas salimos para nuestro departamento. Los demás se quedaron nadando, no sin avisarnos que la próxima reunión sería en Cuernavaca, en una casa de Carlos y Lía.



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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 20:17) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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