CHIQUITA CALIENTE

Marisa es una vecina desde hace ya muchos años, una tarde de las tantas, sabiendo que yo estaba sin trabajo, me ofreció de realizar la pintura de su cuarto lo que acepté sin dudarlo, por lo que me dispuse a empezar a los pocos días. Marisa era una mujer de 40 y pocos años, recién separada y con dos hijas: Clara de 21 años y la más chica pero muy bien formada Mariana, de 17 añitos. A Marisa esa misma tarde que empecé el trabajo hice todo lo posible por ver que onda para tener algo pero de carácter únicamente sexual no teniendo una respuesta concreta pero si con la certeza de que podía llegar a pasar algo en cualquier momento. Al día siguiente, yendo con toda la intención de terminar con Marisa en la cama, me encuentro con el hecho de que no estaba, atendiéndome Marianita, que en pijama vino a abrirme: “estoy embromada, tengo un resfrío que mas o menos y el pecho tomado”, a lo que dije bromeando, “pasa que vos lo que querías era quedarte porque sabías que venía yo, pero no vas a tener suerte, sos una nena para mi”. Ella no dijo nada, solo con una sonrisa socarrona se dio media vuelta y se metió en el baño; no pude evitar comerle la colita hermosa con la mirada.
Demoró en salir del baño, pero al salir la vi rara, su mirada seria y provocativa, su postura frente a mi era otra, me hablaba y era como que me amenazaba en cada frase. Como no soy de callarme las cosas le dije que no me gustaba su forma de tratarme. “Así que soy muy nena, creo que te equivocás, es más, estoy segura que en la cama soy mejor que muchas, me gusta entregarme por completa,…, si te parezco una nena te puedo demostrar que soy una mujer capaz de dejarte la pija brillante de tanto chupártela, p0rque no me haces a mi lo que le querés a ser a mi mamá?” . Quedé petrificado, no atiné a nada, ella enseguida de hablar, comenzó a desabrocharse el pantalón de pijama, “decime que no querés cogerme, que no te gusta mi cuerpo y te dejo trabajar tranquilo”. No aguanté más, acercándome a ella suavemente, dejé que su mano se metiese en mi entrepierna, mientras comenzaba a comerle el cuello. Me llené la mano con uno de sus glúteos, mientras la otra desabrochaba la parte de arriba de su pijama. Me hizo sentar en el sillón mirándome picaronamente mientras se arrodillaba a mi costado, bajando mi pantalón, tomó mi pene con su mano y con su lengua empezó despacito a lamerlo, desde la punta del mismo fue bajando hasta llegar a los testículos, los que también chupó una y otra vez, era toda una experta. Luego de haberlo gustado por completo, lo rodeo con sus labios y entero lo metió en su boca y empezó a succionarlo. Yo en tanto jugaba con mis dedos en lo mas hondo de su colita, su cara reflejaba que gozaba mucho eso, viendo que quería aún más, se me dio por decirle: “sos fatal Mariana eh?, tenés linda cola, cuantas veces te la cogieron, debe ser muy rico fornicarte por el culito bebe; sos una nenita muy mala, te mereces unas palmaditas bebota” provocando en ella una sonrisa pícara, a lo que enseguida golpeé su nalga con mi mano. Ella ni se inmutó del golpe y siguió mamándola como si nada, continué pegándole nalgadas mientras sentía que su chupada estaba por hacerme acabar. Cuando la fui a sacar de su boca para eyacular, continuó prendida al miembro como si nada, sin más dejé la leche en su boca. “Seguís pensando que soy una nena de mami o podés llegar a considerarme ya aprobé el examen de mujer?” , a todo eso se tiró en la mesa y abriendo su conchita dijo “me vas a coger o no?.
Primero acerqué una silla, sentado en ella dejé que mi lengua primero lamiese toda su vulva, gemía de placer y pedía más, jugando con su clítoris no paraba de meter mis dedos en su ano mientras ella sobaba una y otra vez sus pechitos y pedía que por favor me la cogiese. “Te voy a coger cuando yo quiera nena, quiero comerte bien comida la concha antes de metértela, que suavecita que la tenés bebe”, con mis dedos abrí su concha y metí mi lengua cuan larga es, mientras Mariana suplicaba para ser cogida de una vez por todas. La posición de cogida fue rara pero exquisita, con sus pies casi en mis hombros, primero hice rozar varias veces la punta de mi pija por el borde de su conchita provocando largos gemidos de placer y suplicas de por favor que la cogiese de una buena vez. Por fin y casi sin avisarle le enterré el miembro en lo hondo de su vagina, provocando un grito de placer total; me movía despacio disfrutando cada penetración al máximo mientras la beba me miraba y con su lengua me provocaba aún más. “Sos una pendejita muy mala sabes, no se hace eso de provocar a los mayores, porque yo me quiero coger a tu mamá y vos me hiciste frente para terminar así como estamos ahora Marianita, garchándome a una nenita, le dije. “Seré una nenita como vos decís, pero bien que la estas pasando mi vida, tu pija me encanta, es muy rica de chupar y adentro de la concha me calienta más, quiero que me acabes afuera por favor”, decía entre gemido y gemido. Cuando estaba a punto de explotarme el pene lo saque y dejé que ella eligiese donde quería la leche; tomó mi pija con su mano y sin dejar de agitarla la llevó a sus tetitas donde dejó caer todo el semen, para posteriormente seguir mamándomela un ratito mientras con su socarrona mirada parecía decirme que quería más todavía.
Me dijo en forma burlona, “me voy a dar una ducha para sacarme toda tu leche del cuerpo pero mirá que quiero seguir cogiendo negrito”. Mientras ella se bañaba yo aproveché para descansar y aprontarme para hacerle la hermosa cola; al rato la veo aparecer con su uniforme de liceo. “Hola profe, vengo a que me tome la prueba, mire que no estudié pero con tal de salvar hago lo que me pida”, dijo en voz dulce y piadosa, mientras sonreía. Siguiéndole el juego dije: “esto no puede ser alumna Mariana, va a tener que hacer un ORAL, y después una prueba”. Sentado en el sillón la hice arrodillarse entre mis piernas, “empiezo profe?” me dijo, y solo con sin ayudarse de las manos, metió mi pija en boquita para comenzar a succionarlo nuevamente; con una de mis manos ayudando su movimiento, disfrutaba la mamada, que intercalaba a veces jugando con la punta de su lengua sobre mis testículos. “No me acabes, quiero guardar la leche para llenarte la colita bebé” le dije, a lo que ella confesó: “juro por mi mami que vas a ser quien me va a desvirgar el culo, estoy tan caliente en estos momentos que quiero que me lo cojas y sentir algo diferente”.
Fue todo suave, contra la cómoda de su cuarto, comencé a comerle el cuello, mientras levantando su pollerita tableada mis dedos jugaban con su conchita, con su hermosa cola al aire separando sus glúteos dejé rozar varias veces mi miembro contra el orificio de su ano viendo como el mismo se dilataba. Mientras tanto ella solo esperaba a ser penetrada, el espejo reflejaba sus ganas pero a la vez también el hecho de experimentar algo nuevo también la ponía algo nerviosa; primero le metí un dedo y gimió suavemente, “poneme la pija por favor!!!”, cuando vi que ya estaba lista enterré el miembro en su culo a lo que el gemido se transformó en grito placentero. Ante su visto bueno de que siguiese empecé despacio a cogerla, cada vez que la penetraba su cara reflejaba un goce indescifrable que era acompañado a veces por gemidos y otras por gestos de su cara de pendeja deseosa de coger y coger. Primero tomado de sus caderas me movía despacito como para que no le doliese mucho, cada penetración creo que la disfrutábamos al máximo los dos, ella por descubrir algo nuevo, mientras el hecho de pensar que estaba desvirgándole la cola a Marianita me daban ganas de no acabar. Luego si, como vi que la pendeja aguantaba camiones, me volví perro: con una mano la agarré del pelo y mientras le comía el cuello con mi boca, con la otra mano escarbaba su ya cogida concha y le decía “te voy a dejar la leche adentro bebé, me gustó mucho el haberte cogido la cola yo primero que todos, cuando te vea por la calle solo voy a pensar que esto (y le apreté la nalga), lo cogí yo primero”. Ella riéndose no atinaba a decir nada, solamente se dejaba fornicar a mi placer. La leche se la dejé en el culo, “no me la saques por favor, dejame gozarla un ratito más, que rico que fue todo”. Esa mañana no pude quedarme, pero los días restantes Mariana siguió siendo mi “chiquita caliente”.