Clavandome a la sirvienta… ( CON fotos)

Apenas vi Ursula la nueva sirvienta, más o menos de mi misma edad, morenita, delgada, con un culito paradito y respingón, dueña de una larga y abundante cabellera negra, aunque de tetas pequeñas, por todo eso, de inmediato me llamó la atención, aparte de que el uniforme le quedaba algo corto, tenía algo raro, un no se que, en su manera de mirarme, de hablar, de vestirse, y hasta de moverse. Yo de inmediato quedé cautivado por ella. Por lo que apenas pude comencé a dejarle saber quien era el que mandaba. Por lo que aprovechaba cualquier momento, en que mis padres no estuviesen presentes, para acercarme a Ursula, y comenzar a presionarla para que me dejase besarla.

Al principio Ursula era medio arisca, hasta que un día en que yo estaba en casa solo con ella, salí de mi habitación con una pequeña toalla alrededor de mi cintura, la idea de darme una ducha. Cuando a pasos del baño apareció ella, cargando la escoba y el recogedor. Yo la acorralé en el pasillo, y sin más ni más le di un beso a la fuerza. Bueno en medio de la pequeña lucha entre nosotros dos, mi verga se puso bien dura, aparte de que la toalla se deslizó hasta el piso, quedando yo con mi verga parada, y completamente desnudo ante la sirvienta. Ella se me quedó viendo, sorprendida. Momento que yo aproveché, y agarrando su mano la llevé hasta mi verga, obligándola a que me la agarrase. No bien sentí sus dedos alrededor de mi parado miembro, le dije. Por culpa tuya se me puso así, ahora me haces la paja, y aunque la verdad es que no esperaba que me fuera a obedecer, suavemente tras mantener mi verga entre sus dedos, comenzó a mover su puño, de arriba abajo. Yo y ella nos dejamos caer sobre el piso, a medida que ella continuaba masturbándome ricamente, yo la seguí besando y acariciando por encima de su ropa sus tetas. Cuando solté el primer chorro de leche, Ursula se quedó sorprendida.

Bueno de esa manera, se puede decir que comenzamos a tener sexo entre nosotros. Pero un día cansado de que nada más, nos besáramos y que ella me hiciera la paja, agarrándola por su larga, y abundante cabellera negra, le ordené que se pusiera a mamar mi verga. Ursula sin decir nada, abrió su boca, y comenzó a chupar mi verga de manera divina. Yo desde ese instante, aprovechaba cualquier ocasión, u oportunidad que se me presentaba, para que ella me mamase la verga.

Como al mes de estar aprovechándome, para que Ursula que me diera tan ricas mamadas, le dije que yo deseaba darle por el coño. Al principio toda asustada, me dijo que no, pero nada más bastó que yo insistiera un poco, para que al poco rato, ella transvasara por dejar que yo le diera por el culo. Yo en todo momento, procuraba no demostrarle lo mucho que ella y su sabroso culito me gustaban. Además Ursula, a medida que yo le iba enterrando mi verga por su culo, no ocultaba lo mucho que eso le gustaba. En ocasiones cuando no chillaba, o gemía diciéndome lo mucho que eso le gustaba, me pedía que le diera más, y más duro por su culo, en otras no bien había yo acabado, cuando ella, gustosamente volvía a mamar mi verga, para que se la volviera a enterrar entre sus nalgas.

Pero en cierta ocasión, en medio de nuestro desenfreno sexual, tiré mi mano hacia adelante, buscando agarrar su coño, y con lo que me conseguí, fue con algo que realmente no me esperaba. Lo que agarré fue una verga, casi tan grande y gruesa como la mía, cuidado si más grande aun. Aunque eso me dejó prácticamente congelado, bastó que Ursula moviera y apretase sus divinas nalgas, para que yo, sin soltar aquella cosa, que mi mano había agarrado, continuase clavándole mi verga por su culo.

Apenas me vine dentro de ella, y retiré mi verga de entre sus nalgas, le pedí una explicación. Era evidente para mi que la que yo creía Ursula, realmente era un transvesti. De inmediato se puso a llorar, pidiendome que no la descubriese, porque no quería perder el trabajo, que ella haría lo que yo le ordenase, aunque la verdad es que ya lo hacia, sin que yo me esforzase mucho. Pero al escucharme decirle que se calmase que yo no se lo iba a decir a nadie, se quedó tranquila. Esa tarde, Ursula me volvió a dar otra sabrosa mamada de verga, y me acariciaba los testículos. Cuando sin yo pedírselo, o tan siquiera insinuárselo, en un descuido mio, la muy puta comenzó a darme un sabroso beso negro. Eso me gustó tanto, que apenas se presentaba cualquier oportunidad, le pedía que me lo volviera hacer.

Hasta que un día cuando le estaba empujando mi verga por su apretado culito, al ver la manera en que ella lo disfrutaba tanto, sentí una gran curiosidad por saber que se sentía que a uno le hicieran eso. Es decir que le dieran por el culo, así que cuando Ursula comenzó a darme otro sabroso beso negro, le pregunté si así se sentía cuando yo le empujaba mi verga por su culo. Con su voz acaramelada, me dijo que no, que lo que ella sentía era mucho más sabroso, así que en ese momento en que yo me encontraba con mi culo abierto, dejando que Ursula me enterrarse sus dedos, y me diera un sabroso beso negro. El pedirle que me enterrase su verga, no me pareció tan mala idea. Así que en ese momento, cambiamos de papeles, Ursula me advirtió, que me podía llegar a gustar tanto, que después no me gustaría hacer otra cosa. Pero yo la verdad es que no le creí, y estando completamente desnudo, dejé que Ursula después de lavarme con mucha agua y jabón, me enterrase con mucho cuidado y cariño su gruesa verga dentro de mi apretado culo. Lo cierto es que no imaginé nunca, lo mucho que eso me iba a gustar. Tanto que en ocasiones Ursula, y yo discutíamos por ver, quien era el que al final terminaría, dejando que le dieran por el culo.