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Cómo y por qué comencé a cogerme a mi mamá

Relato enviado por : Anonymous el 18/02/2010. Lecturas: 33333

etiquetas relato Cómo y por qué comencé a cogerme a mi mamá   Amor filial .
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Resumen
Éste es el primero de varios relatos en donde cuento mis experiencias y las de algunos conocidos, espero que las disfruten tanto como yo he disfrutado escribiéndolas.

Cómo y por qué comencé a cogerme a mi mamá

Esa tarde estaba acostado sobre la cama, meditabundo, miraba el techo color durazno de mi habitación. El timbre de la casa me sacó de mi ensoñación, corrí hacia la ventana y descorriendo las cortinas miré a mi tío desde el segundo piso donde me encontraba que con cierta ansiedad esperaba a que le abrieran.
Mamá lo recibió. Eran raras sus visitas y todas las hacía cuando mi padre estaba en casa. Desde hace algún tiempo su comunicación con ella había cambiado, de ser solo de saludos y comentarios esporádicos, se había convertido en algo parecido a una amistad.
Se echaba de ver en las fiestas y reuniones donde él la hacía reír con demasiada facilidad y con esa misma facilidad aceptaba ella su invitación a bailar, mientras mi padre prefería sentarse a beber y a charlar.



Relato
Éste es el primero de varios relatos en donde cuento mis experiencias y las de algunos conocidos, espero que las disfruten tanto como yo he disfrutado escribiéndolas.

Cómo y por qué comencé a cogerme a mi mamá

Esa tarde estaba acostado sobre la cama, meditabundo, miraba el techo color durazno de mi habitación. El timbre de la casa me sacó de mi ensoñación, corrí hacia la ventana y descorriendo las cortinas miré a mi tío desde el segundo piso donde me encontraba que con cierta ansiedad esperaba a que le abrieran.
Mamá lo recibió. Eran raras sus visitas y todas las hacía cuando mi padre estaba en casa. Desde hace algún tiempo su comunicación con ella había cambiado, de ser solo de saludos y comentarios esporádicos, se había convertido en algo parecido a una amistad.
Se echaba de ver en las fiestas y reuniones donde él la hacía reír con demasiada facilidad y con esa misma facilidad aceptaba ella su invitación a bailar, mientras mi padre prefería sentarse a beber y a charlar.
Tardé un poco en bajar a saludarlo, cuando lo hice, pude verlos sentados en la mesa del comedor, algo extraño en la escena me detuvo. Inmóvil, y oculto hasta cierto punto, los miré reír, callar, volver a reír y ponerse serios de nuevo. Algo no estaba bien. Luego, cuando el circulo de su conversación volvió a caer en lo serio, noté cierto desconcierto en ella. Desde donde me hallaba no pude dilucidarlo por la simple expresión de su cara. Mi tió se paró y acercándosele le dijo algo muy cerca del rostro, por un momento pensé que la besaría pero no fue así. Cualquier cosa que le haya dicho, no quería que el viento se la llevara a otra parte que no fueran los oídos de mamá.
Esta vez no me cupo la duda, pude leer claramente la perplejidad en su frente. Enérgicamente se paró de la silla y empezó a hablar mientras se dirigía a la puerta principal, la abrió y apuntó con el índice de la mano izquierda hacia el exterior. Era obvio que le estaba pidiendo que se fuera. El hermano de papá, que había dado dos pasos para seguirla, se detuvo. Ella insistió con el gesto de su mano y seguramente con las palabras que se le escapaban de los labios, que se largara. Él reaccionó y llegó hasta la puerta, pero en lugar de salir, la volvió a cerrar. La perplejidad se hizo dueña nuevamente del rostro de mi madre. Indignada por la reacción, tomó por segunda vez la palanca de la cerradura. La mano de mi tío se posó en la suya impidiéndole abrir. Ahora su mirada era de sorpresa y él se a provecho de eso para tomarla de la cintura y arrinconarla contra la pared. Mi mamá no movió un solo músculo y dejó que las manos de aquel hombre la recorrieran a placer y se llenaran de ella. La recargó aun más sobre el muro obligándola a separar las piernas para que él pudiera estar entre éstas. Como por instinto, reaccionó un poco y trato de empujarlo pero el intento murió al instante cuando las manos de él se lo impidieron. Sus brazos quedaron como suspendidos, sin saber que hacer, como dudando en volver a intentar safarse, así se quedaron, a la mitad del intento, flotando en el aire; al igual que sus ganas de defenderse. Su rostro, ahora también reflejaba incredulidad, indecisión y algo de miedo. El atacante no tardó en aprovechar la confusión que reinaba en la cabeza de la victima y con una mano tocó su pierna, subió por ésta y llegó a la pantaleta que hizo resbalar hasta las rodillas.
Obviamente ante tal circunstancia mamá volvió a reaccionar, aunque de nuevo de una forma débil y sin decisión. El desgraciado, con la misma mano que momentos antes le había bajado los interiores atenazó la muñeca del brazo con el que la pobre quiso impedir el ultraje y con la otra, ya se desabrochaba el pantalón en busca de su impaciente virilidad.
Yo estaba igual o más estupefacto que ella y solo reaccione cuando un largo y profundo gemido llegó a mis oídos como señal inequívoca de que mi tío había logrado penetrarla.
Corrí furioso hacia él y lo arrojé con todas mis fuerzas hacia el piso. Antes de echarme en su busca para golpearlo, no pude dejar de notar la enorme cosa que apuntaba al techo desde su entrepierna. Caí en cuenta que el alarido que ella había lanzado al sentir todo aquello invadir su intimidad, había estado a la altura de semejante tamaño.

Mamá gritaba sin decir nada al ver como le llenaba la cara de golpes. Los movimientos de mi tío mediaban entre querer defenderse y subirse los pantalones.

- Quítate muchacho, no quiero golpearte- amenazaba.
- Ya basta - atinó a decir mamá mientras trataba de separarnos.- Ya déjalo.

Por fin logró hacerlo y le permitió a aquél fajarse los vaqueros. Volví al ataque pero ella se interpuso.

- Andrés por favor, ya .- me rogaba.
Sin escucharla le propine dos golpes más. Quiso responder pero mamá rugió:

-¡Vete! ó llamo a la policía.

Mi tío salió de casa azotando la puerta.

Llevando aun los vapores de la cólera daba vueltas como endiablado, tiraba cada objeto que veía a mi paso. Más de una vez quise salir para seguirlo pero ella me lo impidió interponiéndose entre la salida y yo.

- Tranquilo, tranquilo, ya se fue. - Me decía.
Pero yo, que no escuchaba mas que a mi propia furia me lancé de nuevo hacia la puerta escupiendo toda clase de insultos. Realmente estaba fuera de mi. Mi madre me puso las manos sobre el pecho deteniéndome y logró arrojarme hasta el sofá. Tenía los ojos enrojecidos y desorbitados por el enojo.

- Shhhh.- Me tranquilizaba sobándome el pecho.- Ya paso papi.- repetía mientras sus manos me recorrían el cuerpo.

Desde que tenía seis años que no me llamaba asi. Yo seguía realmente enojado, sin poder diluir mi furia. Mi corazón estaba agitado y mi respiración era tan fuerte que hasta las costillas me estorbaban. Luego, paso lo increíble, su mano resbaló desde mi abdomen hasta mi intimidad. Creí que había sido un accidente y que un descuido provocado por la situación la había llevado ahí por error y que no tardaría en quitármela de encima, pero sucedió lo contrario, no solo la dejó sobre mi paquete sino que comenzó a frotarlo por encima de mis pantalones, que dicho sea de paso eran deportivos, y por eso me permitían sentir más que si hubiera llevado puestos mis jeans.
Como era de esperar mi miembro reaccionó, con la vergüenza encima gire la cabeza para mirarla. Ella me sonrió y acarició mis cabellos con los dedos de la mano que tenía libre mientras con la otra seguía despertándome la verga. Después de besarme entre cuello y quijada y al ver mi turbación exclamó suavemente:

- Esta bien mi amor, todo esta bien mi rey.

De sobra es decir que sofocó mi furia pero mi corazón y mi respiración estaban lejos de sosegarse.
Se dio cuenta de que mi pene estaba ya del todo despierto y dispuesto y lo sacó por completo. Me lo tocó y lo apretó de una manera tal que no pude evitar un gemido. Empezó a jalármelo cuidadosamente tratando de que sus hermosas uñas postizas que siempre llevaba impecables no me lastimaran. Aquella imagen de su blanca mano subiendo y bajando a lo largo de mi hombría aun me acompaña en mis solitarias noches. Ver eso me volvió loco, lo hacía con cuidado pero con la firmeza y decisión que da el haberlo hecho muchas veces. Me sentí un poco cohibido por el hecho de que con su mano podía contener casi toda mi verga a diferencia del enorme pitote que mi tío intento meterle. Sin embargo permaneció duro y a ella parecía no importarle ese detalle ya que no dejaba de decirme que me tranquilizara y que todo estaba bien.

- Cógemela - pedía refiriéndose a su mano.- ¿Así te gusta? ¿Así te la haces ?

- Si - le contesté, o al menos creí hacerlo.

No tenía idea hasta donde iba llegar todo aquello. A pesar de mi excitación dudaba en cogérmela de verdad, si llegado el momento, ella me lo pedía. Esperaba que en cualquier momento se quitará la ropa frente a mí para ofrecerme sus pechos y su firme trasero. Pero nada de eso aconteció y el simple hecho de imaginármelo precipitó mi eyaculación. No apartó su mano hasta que el ultimo chorro salió de mis adentros. Luego, se levanto muy tranquila, satisfecha diría yo, para buscar el papel higiénico con que se limpió y me limpió a mí. Después de guardarme el soldado me acarició por enésima vez el cabello y sonriendo atrajo mi cabeza hacia sus piernas para recostarme sobre éstas.
No supe que decir y nos quedamos en silencio un momento hasta que un ¿por qué? que no supe si dije o solo pensé la hizo hablar.

- Cuando eras pequeño era lo único que te calmaba cuando hacías un berrinche. Tal vez no lo recuerdes. Te tomaba tu cosita con mis dedos y la apretaba con suavidad hasta que dejabas de llorar, luego te quedabas profundamente dormido. Parece que todavía funciona.

Su picara sonrisa me encendió otra vez, pero de inmediato la cambio por algo más burlesco cuando se acordó de algo.

- Recuerdo que en ocasiones te acercabas a mí y te bajabas los pantaloncitos y me decías: " Me sobas mami". Y otras en que simplemente me tomabas la mano y te la ponías ahí. Supe que algo estaba mal entonces y decidí que tendría que hablarte en serio cuando fueras más grande pero por alguna razón dejaste de pedírmelo y ya no fue necesario.

La confianza en el tema me obligó a hablar. Quería preguntarle por que le había permitido a mi tío llegar tan lejos sin poner mas resistencia de la que le vi.

Pero solo atiné a preguntarle

- ¿Tú querías qué te cogiera?
Le sorprendió mi pregunta
-No - respondió demasiado pronto - no sé - dudó después.
Quité mi cabeza de sus piernas y me senté junto a ella.
-¿ Tú le diste esperanzas?
-No - volvió a negar - quizá fue tu padre.
La respuesta me dejó frío.
- ¿Mi papá le pidió que te lo hiciera?
- No exactamente. Sabes que tu padre esta enfermo y hace un año que esta medicado ¿no?
- Si - le contesté sin entender que tenía que ver todo eso con lo que hablábamos.
- Bueno pues esas medicinas tienen efectos secundarios y uno de ellos... - se detuvo para escoger mejor las palabras- uno de ellos hace a tu padre impotente. No logra un erección aunque este excitado.
-¿ No se le para?.- repetí
Mi madre me miró acusadoramente dejando claro que no le gustaba como sonaba eso y que por ello no lo había dicho así.
Como era posible que no se le parara con una belleza como ella, me pregunté; claro, una pregunta tonta pues eran los medicamentos los que causaban el problema.
- Entonces -continué- a eso vino, vino a decirte que el podía sustituir a papá en la cama mientras durara el tratamiento.
- No con esas palabras pero....
- Cuéntame
- Cuando entró empezamos a charlar, me hizo reír, ya sabes como es él. Después, al ver como le brillaban los ojos, supe que algo no estaba bien. Me dijo que sabía lo de su hermano. Le pregunté que como se había enterado, aunque yo ya presentía la respuesta.
- ¿Cuál era?
- Pues ya sabes que tu padre y él les gusta beber juntos, no es de extrañar que se lo haya contado en alguna ocasión de esas junto con otras cosas de nuestra intimidad.
-¿Cómo cuáles? - interrogué demasiado curioso, tanto que creí que no me contestaría. Pero lo hizo, aunque no era como quería escucharlo.
- Siguió diciendo que para una mujer tan apasionada como yo debía ser difícil aquella situación.
Yo quería saber con exactitud lo que mi padre la había contado a mi tío y enterarme detalladamente lo que la palabra "apasionada" significaba, pero ella no dio detalles de eso.
- Obviamente - continuó- me puse seria y él lo notó. Me dijo lo bella que era y lo afortunado que sería el hombre que me encamara e insistió en hacerme suya. Tuvo el descaro de pedirme que me lo dejara hacer solo una vez y que después decidiera si quería continuar o no. Como era de esperar me enojé y le recordé a su esposa. "Ella no tiene porque enterarse ni tampoco mi hermano", exclamó. Luego se levantó y acercándose a mí me dijo, casi me ordenó: " Vamos a la cama". Fue cuando me paré y le señalé la salida. No lo tomó muy bien y me puso contra la pared con la firme intención de cogerme. Pero después - añadió viéndome exquisitamente - apareció mi hombrecito y me defendió como todo un caballero. Gracias mi amor.
Esas ultimas palabras me animaron a hacer lo que hice. Sintiéndome más hombre de lo que mis 14 años decían que era me incorporé del sofá donde estaba y frente a mamá; orgulloso y estupidamente confiado, le exclamé:
- Yo puedo llevarte a la cama cuando quieras.
Ella se incorporó, los colores se le subieron al rostro y sus ojos brillaron pero no de la forma que esperaba. Me abofeteó ambas mejillas con una fuerza tal que devolvieron al sofá. Derrotado y desconcertado me quedé ahí con las manos sobre mi piel enrojecida.
Unos segundos más tarde su expresión cambio de enojo a arrepentimiento. Se arrojó hacía mí, tomó mi cabeza y la apretó contra sus suaves senos pidiéndome perdón en todos los tonos posibles.
-Discúlpame mi amor, perdóname, perdóname papi.
Yo solo podía sentir la suavidad de sus tetas en mi mejilla y su enervante perfume. Me separó de su regazo, tomó mi rostro entre sus manos y me besó en la boca sin abrir los labios.
-Te quiero Andres - me dijo - Pero prométeme que no vas a volver a decir que me quieres meter en la cama. Soy tu mamá. Sé que te confundí cuando te toqué pero ya te explique porque lo hice.
No supe que decir así que dije cualquier cosa.
- Cuando estará bien papá?
- Su tratamiento termina en seis meses.
La miré y ella mal interpretó mi mirada.
- No necesito a un hombre, puedo esperar a tu padre.
Quise preguntarle que iba a hacer entonces con su "apasionamiento" pero no me atreví y solo cuestione:
-Hace cuanto tiempo qué no..?
- No te preocupes por eso - evadió mi duda - Hay otras formas en que tu padre puede complacerme.
No lo dijo muy convencida y se dio cuenta de que lo notaba.
- Era suficiente lo que me hacía pero dejé de pedírselo cuando ví que sufría con eso porque le recordaba su deficiencia. Asi que hace mucho tiempo que ya no lo hacemos, Pero como ya te he dicho, puedo esperarlo, no te preocupes.
No quería permitir de ninguna manera que ella cayera en la tentación de acostarse con mi tío.
- Mi papá la tiene tan grande como su hermano?
-Claro mi amor, son hermanos - y como adivinando mi pesar continuó - y tú también la vas a tener así. Pero si no, no te preocupes, para la mayoría de las mujeres eso no importa.
A mi no me importaban las demás mujeres, solo me interesaba lo que ella pensará, mejor dicho, lo que ella sintiera al respecto.

Las cosas quedaron de esa forma. Me rogó que no le dijera nada a papá de lo que había pasado y se lo prometí. Tuve que conformarme con mirarla, admirarla y soñar con ella. A veces me acordaba que era mi madre y me avergonzaba pero no podía dejar de notar su belleza y más de una vez me sorprendió una mirada de lujuria.
Me dije que sino iba a tenerla podría fácilmente conformarme con su suave y experta mano, sin embargo, no me animaba a pedírselo como dice que lo hacía cuando pequeño. No quería ofenderla, ni tampoco que me volviera a abofetear o hacerla enojar.
Pasaron varios días. El ultimo de ellos regresé temprano a casa. Las clase se habían suspendido debido a una fuga de gas en el laboratorio de la escuela y nos mandaron de regreso a nuestros hogares. Llegué y lo primero que ví fue el auto de mi tío aparcado en nuestra entrada. Inmediatamente reviví aquel día. Entré como una fiera pero no encontré a nadie. caminé un poco y empecé a escuchar algo que me dolió en el cuerpo, la mente y el alma: eran los celos.
- ¡Así papi!¡ Así mi amor! - decía ella.
Ese papi y ese mi amor eran solo míos y de nadie más. La cama rechinaba, la cabecera hería la pared y mamá lastimaba mis oídos con sus gemidos, gritos y aullidos de placer.
Por un ingenuo momento creí que mi padre había revivido. Pero una voz me sacó a golpes de mi error,
- Ya no aguanto - imploró el hombre que estaba por explotar dentro de ella
¡Ah! no era papá, sino su hermano.
La cama y la cabecera dejaron de hacer ruido y escuche a mamá decir con la voz emputecida
-Shhhh, dame más papi, un poco más.
Encima de é,l trataba de no moverse demasiado, tenía la verga atravesada en su coño y no quería que mi tío se viniera antes que ella. Unos instantes después, en los que la pasión se desahogo solo con besos y caricias, volvió a mover sus caderas en busca de su anhelado orgasmo. El escándalo de cama, cabecera y gemidos regresó a mis oídos. No lo soporté más y salí de la casa.
Volví a la hora que siempre lo hacía de la escuela. El auto de mi tío ya no estaba. Abrí la puerta y ví a mi mamá todavía enrojecida de placer, con los ojos brillándole y una gran sonrisa en los labios.
- Hola - me saludó la infiel.
Aun podía notar, quizá exagerando, como le temblaban las piernas por los orgasmos sentidos.
De inmediato supo que algo iba mal por la expresión de mi cara.
- Qué pasa?
Hablé sin rodeos, tiré la mochila violentamente sobre el sofá y la encaré.
-Dijiste que no necesitabas a un hombre.
No entendió o fingió no hacerlo.
- Hace cuanto tiempo que te revuelcas con él? Papá no se merece una puta como tú - dije como si fuera yo el engañado.
Le dolió que le hablara así y me hizo frente.
- A ti no te importa tu padre. Lo único que quieres es cogerme. Crees que no me doy cuenta como me miras, crees que no sé que me espías cuando me baño o cuando me cambio de ropa - y al observar que mi indignación no cedía ante sus reclamos añadió enfática - además, a tu padre le encanta ver como me la mete su hermano.

De todas las cosas que esperaba escuchar, esas nunca pasaron por mi cabeza. Me desarmó por completo, recogí mi mochila y sin mirarla subí las escaleras y me encerré en mi habitación donde me dormí para no pensar.
Al despertar, un olor a jabón, perfume y mujer me encontraron mirando a un par de piernas perfectas, hasta donde podía ver estaban excentas de imperfecciones. Ella estaba sentada junto a mí. acababa de salir de la ducha y tenía solo una bata puesta. Me acarició el cabello como sabía que me gustaba.

- Tienes razón amor - empezó a decirme - Después de tu papá tú eres el hombre de la casa - Hasta ese momento no la había mirado a los ojos.- Debí pensar en ti antes que en tu tío.

No podía creer lo que escuchaba. El corazón se me agitó cuando imaginé la posibilidad de.....

- Si aun me deseas - continuó incorporándose de la cama y abriéndose la bata- entonces, hazme tuya y cógeme

Vio la duda en mi cara y el deseo en mis ojos. Se acercó, cogió mi mano y se la puso en una de sus perfectas tetas. La acaricié como mejor creí. Mi atención cayó sobre sus aureolas y sobre sus gruesos y grandes pezones que una vez que me los ofreció no pude dejar de chupar.
Se deshizo por completo de la bata, quedé como en éxtasis al pensar que semejante mujer iba a ser mía. Me hizo desvestir, me acomodó boca arriba sobre la cama y se montó sobre mi cuerpo.
- Qué guapo eres - musitó poniéndome sus manos en el pecho.
Si dijo algo después de eso ya no lo escuché porque mi pene invadió su intimidad y mis manos sintieron a tibieza y suavidad de sus muslos. Cuando volví al mundo, ella me cabalgaba y se agarraba los pechos. Aprovechó que se acercó para besarme y me susurró:
- ¡Coges rico!
Terminamos jadeando con su cabello acomodado sobre mi pecho. Me sentí todo un hombre. Se quedó un rato y después se fue despidiéndose de mi con un largo y húmedo beso.

- Ahora soy tuya.

Seguí cogiéndomela. Se lo hice en cada rincón de la casa. Nunca le pregunté si continuaba viendo a mi tío, tampoco si de verdad a mi padre le gustaba mirar. La verdad era que el único pensamiento que tenia era el de tirarmela una y otra vez.

fin






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Comentarios enviados para este relato
boa_canopus (23 de January de 2017 a las 23:03) dice: Me superencanto tu relato, tienes una excelente manera de abordar el tema, los detalles están muy bien planteados, te seguiré muy de cerca, saludos.

katebrown (18 de October de 2022 a las 22:14) dice: SEX? GOODGIRLS.CF

katebrown (18 de October de 2022 a las 19:46) dice: SEX? GOODGIRLS.CF

insepulto (16 de October de 2016 a las 05:04) dice: tu mama no aprovecho la oportunidad de una buena cogida, felicidades por tu relato.


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