Desde que nació, Roberto ha sido un niño especial, debido a la mala práctica del Doctor que me atendió durante el parto, por varios minutos mi hijo se quedó sin aire, el resultado fue que su cerebro se lesionó. No les voy a contar como finalmente, gané la demanda. Sino algo muy distinto.
Relato
Desde que nació Roberto, yo lo he cuidado, y gracias a la demanda que ganamos, digamos que puedo vivir de manera algo desahogada, y dedicarme a cuidarlo a él en todo momento. Por lo que después de que su padre falleció cuando Roberto era pequeño, yo soy la que me he encargado de hacerle casi todo. Ya que su condición, a pesar de sus veinticinco años, es similar a la de un niño pequeño. Por lo que depende de mí para hacerle todo, incluso bañarlo.
Roberto es bien manejable, aunque en ocasiones hace uno que otro berrinche, cuando se antoja de algún juguete. Pero basta que yo le regañe, para que él responda de inmediato, haciendo lo que yo le ordeno. Diariamente me bastaba decirle que se metiera en la ducha, y durante un buen tiempo lo fui supervisando, para que finalmente aprendiera a bañarse, y vestirse prácticamente solo, desde que cumplió los diecinueve.
Pero recientemente me di cuenta, de que Roberto, en ocasiones apestaba, y tan recientemente como hace pocos días, comprendí que mi hijo ya no se estaba bañando como era debido. Por lo que cuando lo mandé a bañarse, él hizo como si lo estuviera haciendo, se mojó el cabello, y al rato después de cambiarse de ropa se puso a ver la tele. Fue cuando yo le ordené que apagase el televisor, y comencé a revisarlo. Aunque yo había visto que él no se había bañado, sino que únicamente se mojó el pelo, se lo pregunté, y en su muy pobre dominio del lenguaje, me dijo que se había bañado.
Fue cuando le ordené que se quitase toda la ropa y comencé a revisarlo, sus brazos estaban sucísimos, al igual que el resto de su cuerpo, que apestaba a perro mojado. Cuando le dije que se quitase los interiores, fue que me llevé yo tremenda sorpresa. Quizás por negligencia de mi parte, o porque me resultaba mucho más cómodo, yo llevaba mucho tiempo que no veía a mi hijo completamente desnudo.
Ya que al fijarme en su miembro, me di cuenta de lo mucho que se le había desarrollado. Procuré no mostrar mi sorpresa ante Roberto, así que lo tomé por el brazo y lo llevé a la ducha. Y después de que el agua comenzó a caer sobre él, me di a la tarea de enjabonarlo personalmente, de pies a cabeza. Roberto únicamente se quejaba, haciéndome una que otra malcriadez, a medida que yo seguía enjabonándolo.
Pero al seguir pasando el jabón sobre su cuerpo, en particular por sus genitales, Roberto se quedó callado, y ante mis ojos, vi como su mustio y reposado miembro, comenzó a tornarse duro. Yo no salía de mi asombro, al ver la semejante cosa que mi hijo se gastaba entre sus piernas. Aunque procurando no hacer ningún escándalo, yo seguí enjabonándolo.
Yo en medio de todo no podía apartar la mirada de su grueso y largo miembro, mientras que mi hijo, sin mover ni un solo musculo, dejaba que el agua callera sobre su desnudo cuerpo, de pies a cabeza. Continuar haciendo eso, y recordarme que yo llevaba más de veinte años sin tener compañero, prácticamente fue la misma cosa.
Quizás por la misma situación en que ambos nos encontrábamos, traté de no seguir manipulado el grueso, y largo miembro de mi hijo. Pero una fuerza muy superior a mí digamos que me hizo continuar, y a medida que yo seguí prácticamente masturbando a Roberto, su cara se fue tornando diferente. Yo estaba súper excitada, y aunque no quería reconocerlo, deseaba intensamente tener eso dentro de mi mojado coño.
Sin soltar la verga de mi hijo, yo misma comencé a ir quitándome toda la ropa, con la excusa de no mojarla, a medida que lo bañaba, como cuando era pequeño. A todas estas Roberto ni tan siquiera pestañaba, miraba fijamente mis tetas, y desde luego mi peludo coño.
Yo procuré mantener la calma, a medida que seguía bañando a mi hijo. Fue cuando una de sus manos la colocó sobre mi coño, mostrando algo de sorpresa, y preguntándome donde estaba mi pipi, yo sin retirar su mano de mi coño, agarré la ducha y frente a él comencé a lavar mi coño diciéndole. Acuérdate Robertito mamá es diferente a ti, él hizo un gesto como si recordase, mientras que yo lo saqué de la ducha, y lo llevé hasta mi cama.
Ya en la cama, seguí acariciando su parado miembro, y sin darle muchas explicaciones, al acostarme a su lado dirigí su parada verga dentro de mi coño. Robertito, comenzó a penetrarme divinamente, a medida que yo movía como una verdadera loca mis caderas.
Sentí su erecta verga entrando y saliendo de mi coño, sus fuertes brazos apretándome contra su cuerpo, y su aliento sobre mi cuello. No podía creer que yo, me estuviera acostando con mi propio hijo. Pero a medida que lo seguimos haciendo, me fui dando cuenta de que Roberto, realmente lo estaba disfrutando al igual que yo.
No les diré que más nunca lo volvimos hacer, porque sería una gran mentira, ahora tengo otra manera de hacer que mi hijo, me obedezca sin hacer berrinches, ya que al igual que yo él disfruta tanto de nuestros encuentros, que es capaz de hacer cualquier cosa que le pida.
Relato erótico enviado por Anonymous el 14 de December de 2007 a las 13:35:08 - Relato porno leído 786351 veces
Si te ha gustado Comencé bañando a mi hijo… vótalo y deja tus comentarios ya que esto anima a los escritores a seguir publicando sus obras.
Por eso dedica 30 segundos a valorar Comencé bañando a mi hijo….
narrador
te lo agradecerá.
Comentarios enviados para este relato
delicius
(23 de March de 2014 a las 01:25) dice:
buen relato zorrita eres una hembra
disfruta de tu hijo saludos katebrown
(18 de October de 2022 a las 21:21) dice:
SEX? GOODGIRLS.CF
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