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Como cambió el carácter de mi mujer…

Relato enviado por : narrador el 03/08/2011. Lecturas: 10530

etiquetas relato Como cambió el carácter de mi mujer…   Confesiones .
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Resumen


Zaida y yo, llevamos muchos años de casados, más de los que quisiera recordar, si bien es cierto que ella es mucho más joven que yo, ella ya está en los cincuenta y tantos, aunque realmente no los aparenta, ya que siempre se ha cuidado bastante bien, contrario a mí, que ya llegué a los setenta y la gente jura que debo tener más ochenta, de lo matado que me encuentro.



Relato


Pero desde que se me jodió la próstata, no he podido satisfacer a mi mujer como es debido, aunque durante un tiempo aún me queda la lengua y uno que otro juguete, que usabamos cuando finalmente la convencía de tener sexo, pero eso a la larga trajo en consecuencia de que su carácter cambiara mucho, se volvió, malcriada, grosera, sínica, en fin una completa amargada. Además de que después de un tiempo, terminó negándose a que yo tratase de satisfacerla aunque fuera con los dedos.

Pero por lo demás nuestro matrimonio continuó funcionando de lo normal, a diferencia de la mayoría de las ocasiones, cuando nos visitaban nuestras hijas con nuestros nietos, Zaida se portaba de lo mejor, pero apenas ellos partían, volvía a ser la misma de siempre, una vieja amargada.

Pero un día hablando en el patio trasero de mi casa con Ernesto, mi vecino y amigo desde mi juventud, me di cuenta de que mi mujer estaba sembrando unas matas, al principio no le puse atención, pero cuando a cada rato notaba que Ernesto no dejaba de mirarla, disimuladamente me fijé en ella.

La verdad es que se veía imponente, además que por lo visto únicamente tenía puesta una bata casera, que al darle la luz del sol transparentaba su hermoso cuerpo, yo como no soy de los que les agrada hacer un alboroto por cualquier cosa, me hice el desentendido, ya que Zaida en esos momentos, al parecer disfrutaba de estar arreglando y sembrando sus queridas flores. Ya en nuestra habitación mucho más tarde me di cuenta de que en realidad, ella se encontraba completamente desnuda bajo su bata de casa. Cuando le pregunté el motivo, me dijo bien malhumorada, es que como tú no haces nada en el patio, no te das cuenta del calor que hace.

Cuando mi mujer se dio cuenta de que Ernesto y yo estábamos charlando, se nos acercó y nos ofreció una limonada, y justamente se colocó donde un rayo de sol le daba en todo su cuerpo, Ernesto no podía quitarle los ojos de encima, y aunque es de mi misma edad, a diferencia mía, como él mismo dice se encuentra más saludable que un toro. Casi de inmediato mi amigo se volcó en halagos a mi mujer, lo que a Zaida aunque trató de ocultarlo, se que le gustó. Ya que el resto del día lo pasamos de lo mejor, hasta que le pregunté en nuestra habitación por qué andaba sin más nada puesto bajo la bata.

Después de ese día, comencé a pensar que sucedería si mi mujer se llegase acostar con mi amigo y vecino. La verdad es que en mi condición, de nada vale el ponerme celoso, y a pesar de lo malcriada y grosera que Zaida se había puesto, no he dejado de quererla y amarla. Por lo que decidí que si ella y Ernesto se llegasen entender, simplemente me haría el desentendido.

Realmente las cosas en casa continuaron iguales, ella bien malhumorada, y grosera. Fue cuando se me ocurrió regalarle un equipo completo de jardinería, durante los primeros días yo me dediqué ayudarla un poco, pero debido a mi condición, y pobre salud, me limité únicamente a dejarla que ella hiciera todo, fue cuando Ernesto sin querer posiblemente vino en mi rescate.

Como de costumbre Zaida únicamente usaba su bata para trabajar en el patio, y en ocasiones al inclinarse a recoger alguna herramienta, o sembrar alguna mata, su llamativo culo quedaba completamente al aire, aunque yo me había dado cuenta de ello, decidí no decirle nada por no amargarle la vida. Así que cuando Ernesto vio como una carretilla llena de tierra, por falta de fuerza, se me escapó de las manos, y terminó volteada sobre unas de las flores preferidas de mi mujer, me ayudó a levantarla, y a recoger la tierra, justo terminó cuando Zaida regresó, quizás de haber estado solo, me hubiera formado un alboroto, pero como Ernesto estaba presente y de inmediato, se ofreció a seguir ayudándonos, lejos de molestarse, me di cuenta de que la idea de su ayuda le gustaba bastante.

Por un rato yo permanecí con ellos, dándome cuenta de cómo los ojos de mi amigo y vecino, se perdían dentro del hermoso culo de mi mujer. Así que con la excusa de tomar mi medicación, y diciéndoles que debía acostarme por un rato como de costumbre, por los mareos que me producía, los dejé a los dos solos. Pero después de tomar los medicamentos, en lugar de acostarme, me quedé observando por una de las cortinas de nuestro cuarto, sin que ellos se percatasen de que los observaba.

Durante varios días las cosas continuaron sucediendo de esa manera, en ocasiones, Zaida entraba a casa, y subía hasta nuestra habitación para como ella dice, asegurarse de que estoy bien. Encontrándome acostado sobre la cama, aparentemente durmiendo. Por lo que regresaba al patio a continuar trabajando, en compañía de Ernesto, que no dejaba en todo momento de seguramente decirle algo que fuera del agrado de ella, lo sé porque aunque no lo podía escuchar, la manera en que mi mujer actuaba me daba indicios de que era algo de su entero agrado.


A la semana siguiente me di cuenta de que Zaida no se había abotonado la toda la bata, dejando que sus grandes y hermosas tetas pudieran ser vista, por cualquiera sin esfuerzo alguno, menos por mí si no tenía mis lentes puestos, los que casualmente dejé en nuestra habitación, aunque realmente solo los necesito para leer, como son bifocales y los cargo la mayor parte del tiempo puesto, cualquiera puede pensar que sin ellos no veo nada.

Ese día Ernesto se presentó a trabajar como de costumbre, pero en unos holgados pantalones cortos, y apenas pude, con la excusa de tomarme los medicamentos subí a nuestro dormitorio, todo continuaba de lo más normal, hasta que por accidente, quiero pensar yo, Zaida se mojó toda con la manguera, de inmediato mi amigo fue en su ayuda, y al estar Ernesto llegando donde ella, casualmente el fuerte chorro de la manguera hizo que la bata se abriera de par en par. Realmente no se que se dijeron, pero Ernesto se le quedó viendo, y a los pocos segundos, ambos se unieron en un fogoso beso, y abrazo.

Cuando presencié eso, supe sin lugar a duda, que Zaida y mi amigo terminarían acostándose juntos, lo que aunque me produjo cierto tipo de celos, en el fondo me sentí muy feliz por ella. Al parecer fue tanta su excitación, que sin detenerse a pensar que podían ser observados, no tan solo por mí sino por otras personas, los dos se tiraron al suelo del patio, donde continuaron besándose intensamente, no sé cómo se las arregló mi mujer, en cosa de segundos se despojó de su mojada bata, quedando del toda desnuda en los brazos de Ernesto, que por su parte, se terminó de quitar el pantalón corto, quedando tan desnudo como ella.

Yo desde mi habitación pude ver con toda claridad, como su verga se fue enterrando dentro del peludo coño de Zaida, y la cara de satisfacción de ella a medida que mi amigo metía y sacaba su verga, de su coño. El encuentro entre mi mujer y mi amigo fue algo tremendo, lo triste del todo era que mi verga ni tan siquiera daba muestras de estar viva. Pero eso no me importó tanto como el que mi mujer disfrutase como lo estaba haciendo.

Sus gemidos de placer de Zaida, los podía escuchar claramente, a pesar de que la ventana se encontraba cerrada, su rostro irradiaba una gran felicidad, y su hermoso cuerpo se movía de una forma y manera que lo único que yo podía sentir era una sana envidia por ellos dos.

Cuando terminaron, Zaida se volvió a poner su mojada bata, y Ernesto su pantalón, de inmediato la vi que se dirigía a la casa, y me volví acostar para hacerme el dormido. Sentí que entró en la habitación, seguramente se me quedó viendo, y luego debió cambiarse de bata, ya que después que ella regresó al patio, encontré la bata tirada en el baño.

El resto de la tarde, intercambiaron una que otra mirada, y hasta se volvieron a besar ocultándose tras una de las matas del patio. Al rato me levanté y los encontré trabajando como si nada, Ernesto se despidió, y Zaida entró a la casa, pero con un carácter tan diferente al que normalmente tenía, que no me quedó la menor duda de que eso le había caído muy bien.

Zaida y Ernesto se siguen entendiendo, hay ocasiones en que ella me dice que va a ir al salón de belleza, cosa que no hacía desde hace tiempo, pero muy bien sé que primero pasa por la casa de mi amigo, donde seguramente tiene un tórrido romance, en ocasiones los he visto como Ernesto le mama el coño a Zaida y ella su verga a él, como también he visto como ella deja que él le dé por el culo, cosa que realmente nunca me dejó hacer a mí, pero lo que me importa es que ella lo disfrute, y su carácter no se margue.

Sé qué pensarán o dirán que soy un cabrón, pero cuando uno realmente ama a su mujer y como yo no puede satisfacerla, entiendo que lo mejor es que ella pueda disfrutar de lo que le ofrece la vida.

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Comentarios enviados para este relato
jercillo10 (6 de August de 2011 a las 23:22) dice: Te felicito por seguir pensando en la satisfaccion y felicidad de tu mujer en todos los aspectos, y pienso que también a ti te hace bien.

katebrown (18 de October de 2022 a las 19:25) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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