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Como descubrí, que mi marido me alcahueteaba…

Relato enviado por : Narrador el 28/02/2010. Lecturas: 11704

etiquetas relato Como descubrí, que mi marido me alcahueteaba…   Confesiones .
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Resumen


Mi nombre es Raquel tengo 33 años, casada desde hace más de diez con Alfredo, y por cosas que pasan, descubrí que mi marido es mi mayor alcahueta.



Relato


Bueno, un sábado después de que asistimos a una fiesta el viernes por la noche, aparte de que me desperté casi a las tres de la tarde, me di cuenta de que me encontraba completamente desnuda. Cosa extremadamente rara en mí, ya que por uso y costumbre siempre me voy a dormir con algo encima, no sea que haya un incendio o alguna emergencia y tenga que salir corriendo de la casa, o por lo menos eso nos decía mi madre a mis hermanas y a mí, desde pequeñas.

A medida que me fui levantando de nuestra cama, también me di cuenta de que Alfredo se había aprovechado de que yo estaba profundamente dormida, y seguramente me lo había metido por el culo, ya que aparte de que sentía una pequeña molestia entre mis nalgas, y al sentarme en el excusado, expulsé de mi cuerpo una gran cantidad de semen y claro que algo más. Eso sin contar la gran cantidad de chupones, que tenía por todo mi cuerpo.

Después de bañarme, y vestirme, bajé a la cocina donde encontré a mi marido, con una sínica sonrisa en su rostro que me confirmó aun más que él se había aprovechado de mí. Haciéndome a tonta le pregunté ¿cómo me había dejado dormir hasta tan tarde? A lo que Alfredo me respondió, después de la borrachera que agarraste anoche, lo menos que podía hacer era dejarte descansar. Cuando me dijo eso, no se lo creí pero al tratar de hacer memoria de lo sucedido, me di cuenta de que posiblemente era cierto lo que me había dicho. Pero no seguimos hablando del tema.

Pero como dos semanas después, me desperté en medio de una pesadilla, aparte de que era bien tarde, nuevamente sin nada de ropa, y con mi culo adolorido. Al reclamarle a nuevamente a mi marido lo sucedido, él me dijo. Bueno si no te gusta que eso te pase, no te emborraches en las fiestas a las que vamos. Yo me quedé fría, preguntándole a mí marido ¿cómo era posible que yo me emborrachase en una fiesta? Su respuesta fue bien sencilla, al decirme. Haciéndolo. Me sentí indignada ya que entendí que eso era una calumnia, y de inmediato Alfredo me dijo, mira que bastantes veces te dije en la fiesta a la que fuimos, que no siguieras bebiendo, ya que te pones hacer cosas que me avergüenzan.

El resto de día aparte de que no quise seguir hablando con Alfredo, traté de recordar lo sucedido, si me acordaba que habíamos ido a una fiesta que daba uno de sus clientes, que mi marido y yo bailamos, que yo desde luego si me acordaba de haber tomado algo, y que él aunque me dijo que no siguiera bebiendo, me entregó un trago. Después de eso los recuerdos se nublaron, y lo último que recordaba era parte de la pesadilla, que tuve mientras me encontraba dormida.

Sentada en mi cama, mientras me cambiaba de ropa para ir de compras al centro comercial. Me puse a pensar en la pesadilla, lo que recordaba era que estaba desnuda y un sin número de hombres me agarraban por todas partes, frente a mi esposo, y que todos y cada uno de ellos llegaba a tener relaciones conmigo, una y otra vez, por cada uno de los tres orificio de mi cuerpo. Lo peor de todo era, que aparentemente yo disfrutaba todo lo que esos tipos me hacían, al igual que Alfredo disfrutaba que me lo hicieran frente a él.

En medio de toda esa pesadilla aparte de que me asustó bastante, por otro lado me excitó, quizás por lo morbosa de la situación, ya que en medio de todo era una vieja fantasía, que aunque en varias ocasiones había tenido, cuando recién casada, pero nada más por el miedo de lo que Alfredo pudiera llegar a pensar sobre mí, dejé de tenerlas. Justo en ese instante entró Alfredo en nuestro dormitorio, y me agarró, sentada en nuestra cama, con mis piernas bien abiertas acariciándome el clítoris. Fue algo que comencé de manera inconsciente, mientras recordaba ese raro sueño, Alfredo al verme semidesnuda no lo pensó mucho realmente y se me fue encima, colocando su boca directamente sobre mi coño, de inmediato comenzó a chupar y lamer profundamente toda mi vulva, al punto que como cosa extremadamente rara en breves segundos alcancé un frenético orgasmo.

Tras quedar completamente agotada por la excitante mamada que me dio mi marido, él se quitó toda la ropa y de inmediato separando mis piernas me penetró divinamente, toda mi vulva estaba supersensible, tanto que a medida que Alfredo continuaba metiendo y sacando su verga de mi coño, yo fui disfrutando de manera consecutiva de un sin números de ricos orgasmos, al punto que prácticamente quedé desmayada, sin fuerza alguna, pero tremendamente satisfecha.

Fue después de que él finalmente se vino, tras tomar aire un corto rato me preguntó en qué pensaba yo cuando me encontró acariciándome el coño, sobre la cama. Por un instante pensé en inventarle algún cuento, decirle que yo sabía que él estaba por entrar a la habitación y que estaba bien segura que eso lo excitaría. Pero cuando comencé a decirle, que me recordé de la pesadilla que había tenido, donde varios hombres desnudos me hacían de todo. No podía creer que finalmente se lo hubiera dicho a mi marido. Alfredo no hizo comentario alguno, todo lo contrario, me tomó entre sus brazos y delicadamente continuó besándome, mientras que yo, impulsada no sé porque continuaba hablándole de manera más detallada de mi sueño.

Esa tarde no salimos de compra, nos quedamos en la cama y cuando le contaba que en mi sueño, me había puesto a mamar la verga de quien sabe quien, Alfredo me colocó la suya frente a mi boca, y a pesar de lo agotada que me encontraba, sin demora alguna me he puesto a mamar la verga de mi marido, hasta que ya completamente erecta, la sacó de mi boca, se colocó tras de mí, y en cosa de segundos me estaba dando por el culo. Al día siguiente él no hizo comentario alguno, ni yo tampoco. En medio de todo me sentía súper avergonzada, por haberle dicho todas esas cosas a mi marido.


Por varias semanas todo volvió a la normalidad, es decir, me acostaba con mi ropa de dormir, y aunque mantuvimos relaciones, no pasó nada extraordinario. Hasta que Alfredo me indicó que nos habían invitado a otra fiesta, yo ante el temor de no hacer el ridículo por beber mucho, procuré no tomar nada, pero fue Alfredo el primero en servirme un trago, y luego otro, y otro. Hasta que comenzó a decirme que dejase de beber, pero al mismo tiempo me volvía a servir otro fuerte trago, el que yo me tomaba como si fuera agua. Pero a diferencia de otras ocasiones, que después de un buen rato perdía la conciencia de lo que hacía, en esos momentos aunque me estaba comportando de manera algo alocada, sabía lo que estaba haciendo.

Tan es así que cuando me puse a bailar con mi marido, con toda intención comencé a restregar mis tetas contra su cara, tras lo cual me tomó de la mano y discretamente salimos de la fiesta hasta una pequeña glorieta oculta en el jardín, al llegar a ese lugar algo me hizo recordar que ya habíamos estado en ese lugar en otras ocasiones, y a medida que aun bailábamos, fueron llegando varios hombres de los que se encontraban en la fiesta. Yo a pesar de estar consciente de su presencia, continué actuando como si ellos no existieran, me subí la falda de mi vestido y restregué mi cuerpo contra el de mi marido, quien a los pocos segundos, y como por arte de magia me ha bajó el zipper del vestido, el que dejé que se deslizase hasta el piso, tras lo cual quedé pantis sostén y el medio fondo que estaba usando en esos momentos.

Pero de la misma manera en cosa de segundos ya me encontraba sin nada encima, y lo más raro de todo era que yo seguía comportándome como si fuera la cosa más normal o natural del mundo. Alfredo dejó de bailar conmigo, varios de esos hombres me tomaron entre sus brazos, comenzaron acariciarme por todos lados, ante la mirada de mi esposo, quien por lo visto disfrutaba intensamente de todo lo que sucedía. Mientras que yo por mí parte también lo hacía.

Esa noche en la pequeña glorieta, fui penetrada por todas partes, un sin número de veces, y todo ante la mirada de mi esposo, quien lejos de estar molesto parecía disfrutar intensamente de todo lo que esos hombres me hacían, hubo uno que me puso a mamar su verga al tiempo que otro me daba por el culo, y así estuve teniendo un sexo salvajemente loco con varios de ellos, hasta que agotada tras un sin número de orgasmos, me quedé dormida.

Al día siguiente al despertar en nuestra cama, nuevamente sin nada de ropa, me moría de vergüenza, ya que recordaba todo y con una claridad tremenda. Entré al baño me asee y tras una buena ducha y ver las marcas de chupones por todo mi cuerpo, me armé de valor y decidí preguntarle a mi marido que era lo que había sucedido, como se atrevió a dejar que esos hombres me hicieran eso, y cómo era posible que él me hubiera estado viendo todo el tiempo, disfrutando de lo que sucedía.

Cuando bajé a la sala Alfredo estaba viendo un video, que para sorpresa mía, me encontraba yo bailando desnuda y pidiéndoles de manera bien descarada a varios de esos hombres que me lo metieran. Alfredo no me dejó hablar y de inmediato me dijo, lo he permitido porque te amo. Yo no supe que decir lo que era evidente en el video era que yo me les ofrecía, aun frente a mi propio esposo, quien por lo visto fue quien tomó el video.

Por un buen tiempo dejé de ir a fiestas, y de beber, pero un día no pude más y cuando mi marido me comentó que habíamos sido invitados a otra fiesta, de inmediato le dije que iría, esa noche simplemente no me puse nada bajo mi vestido, lo demás se lo pueden imaginar……

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Comentarios enviados para este relato
CIROJVR (3 de April de 2010 a las 07:03) dice: jajajajajajajajajjajaja bien puta que eres

katebrown (18 de October de 2022 a las 22:14) dice: SEX? GOODGIRLS.CF

katebrown (18 de October de 2022 a las 19:45) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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