Yo era muy celoso y creí ciegamente en la fidelidad de mi esposa en los once años que duró nuestro matrimonio,
A pesar de la seguridad que tenía en la fidelidad de mi mujer, no me pude abstraer, en una ocasión que habíamos bebido mucho licor y estaba haciéndole el amor, que iniciara por primera vez, a pesar de lo celoso que era, una fantasía sexual junto con ella; comencé a sentir una tremenda excitación de pensar en silencio que la persona que le estaba haciendo el amor a mi mujer no era yo, era ese, su amigo casado
Relato
Yo era muy celoso y creí ciegamente en la fidelidad de mi esposa en los once años que duró nuestro matrimonio, un día de esos, mi esposa me manifestó su decisión irrevocable de separarse de mi, ya en ese entonces teníamos tres hijas, la mayor tenía ocho años, la segunda seis y la última apenas un añito.
Nuestros primeros cinco años de casados los vivimos colmados de pasión y de ilusiones y los seis siguientes los pasamos sin advertir el momento en que comenzó a germinar y a desarrollarse el espinoso seto que no sólo nos alejó, sino que abrió espacio al deterioro paulatino de nuestro amor y se instale en nuestra intimidad con la destrucción de nuestro matrimonio.
Su solicitud de separación me cayó como un baldazo de agua fría, no lo podía creer, nunca en todo ese tiempo, tuve la capacidad de presentir que el amor de ella se había terminado. Yo por mi parte, quise asumir la responsabilidad de haber sido el autor físico e intelectual de esta hecatombe matrimonial, pues nunca me preocupé de atender como era debido a mi esposa, por el contrario, hacía siempre lo que me daba la gana, pensaba que su amor me era incondicional hasta que la muerte nos separe, con mi forma de pensar y el atrevimiento del caso, me dediqué a las juergas, al alcohol, y tan discretamente como pudiese, a las mujeres, ella me descubrió, en tres o cuatro ocasiones, algunas innegables huellas de mi infidelidad.
Dos años antes de nuestra separación, pude percibir en ella, una discreta pero fuerte atracción hacia un hombre casado, se trataba de un vecino que vivía en la misma localidad que nosotros y que yo conocía sólo de vista, nunca me interesó propiciar amistad con él ni su esposa, sin embargo mi esposa se hizo muy amiga de ambos y mis hijas de sus hijas.
A pesar de la seguridad que tenía en la fidelidad de mi mujer, no me pude abstraer, en una ocasión que habíamos bebido mucho licor y estaba haciéndole el amor, que iniciara por primera vez, a pesar de lo celoso que era, una fantasía sexual junto con ella; comencé a sentir una tremenda excitación de pensar en silencio que la persona que le estaba haciendo el amor a mi mujer no era yo, era ese, su amigo casado, (a quien llamaré con el nombre ficticio de Julio) sentía que mi morbosa excitación aumentaba más y más con la secreta fantasía que gozaba sólo yo con mi mente.
Era tan morbosamente rica mi excitación, que no pude aguantar mas las ganas de hacerla participar, atrevimiento que sólo mi embriaguez y la morbosa excitación que sentía me impulsaron a hacer, sin importarme la vergüenza ni las futuras consecuencias que mi erótica fantasía nos podría producir a mi y a mi mujercita.
En medio de la lujuriosa cogida que le daba, me atreví a decirle muy arrecho, que quien se la estaba follando rico en esos momentos no era yo sino Julio, se lo dije de una manera tan natural y enardecida, que mis movimientos cóitales se hicieron de pronto más fuertes, rudos y rápidos, notando que ella, lejos de rechazar mi propuesta, se iba excitando cada vez más, apelando a la desinhibición que le daba su estado embriaguez, le pedí que me dijera el nombre del hombre que le estaba haciendo el amor a escondidas de su marido, de comienzo no se atrevió a contestar pese a su tremenda excitación, fue recién con mi tercera insistencia, que mi mujer se animó mencionar muy excitada y con voz de puta arrecha; Julio, Julio.
Al día siguiente ignoramos totalmente el hecho vivido, como si nunca hubiese sucedido, pero me picó el bichito de comenzar a morbosearme en secreto cuando le hacía el amor, que mi querida y fiel esposa era poseída por otro hombre en mi lugar, de esporádica, la fantasía se me fue haciendo imprescindible en cada relación sexual que tenía con ella, el morbo y la excitación que sentía con eso se convirtió en la dosis esencial del goce explosivo que me había acostumbrado a experimentar.
A pesar de estas fantasías, donde ella no siempre imaginaba a Julio, ya que habían momentos haciéndonos el amor en que charlábamos picantemente, por ejemplo iba diciéndole que su marido ignoraba que me la estaba montando en esos instantes - y ella me contestaba con cara de arrecha - que siguiera sin preocuparme por él que estaba de viaje - obviamente después, frases usuales que ella repetía como; que rica verga tienes, que rico me coges, así, así más rápido, más fuerte, hay que rico me cachas - y en medio de sus eróticas vulgaridades, me chupaba, me estrujaba, me pajeaba la pinga y comenzábamos a hacer el amor en todas las poses, imaginando ambos que no era yo con quien lo hacía, sino que lo hacía rico y en secreto, sin que yo lo supiese, con su misterioso macho y amante que la hacía gozar más que puta.
A pesar de la intensidad con que vivíamos esas fantasías, nunca dudé de la fidelidad de mi esposa. Es oportuno que les comente que por asuntos de trabajo me ausentaba de mi hogar por largas temporadas, que sumadas llegaban en algunos casos hasta seis meses al año.
Al poco tiempo de nacer nuestra última hija, ella me pidió de una manera irrevocable la separación, lo que me hizo sospechar que su último embarazo no lo había producido yo sino su amante; la cosa quedo allí, pues nunca quise enfrentar la verdad que incomprensiblemente preferí seguir viviendo con esa duda hasta hoy
Como yo seguía enamorado de mi mujer, la que además en el plano sexual me hacía inmensamente feliz, sin poder soportar la noticia, me puse secretamente a llorar en la calle todo mi desconsuelo, tratando en lo posible que nadie advirtiese mi inmenso dolor de amor.
Ella, como era guapa y tremendamente ardiente, provista de un par de hermosa tetas y una carita angelical adornado del bellísimo, largo y ondulado pelo castaño que tenía; de labios carnosos y excitantes, experta chupadora pingas, cosa que doy fe sin lugar a dudas, lo más peligroso en todo esto, pensaba yo, era su atrayente y extrovertida personalidad, sumida por las circunstancias de ser una mujer casada, es que trataba discretamente de ser coqueta, no obstante se notaba a la legua, que a ella le encantaba gustar, sus ojos delataban la natural pasión ardiente que estaba viviendo dentro de ella, siempre dijo que el sexo era el placer de los placeres y que nada en el mundo podría existir, algo que fuera mas rico que hacer el amor, ¿me comprenden ahora?
En los siete años que duró nuestra separación, no pueden imaginar todo lo que sufrí, la impotencia de no poder controlar sus sentimientos y sus acciones, me envolvía en un terrible martirio que no se lo deseo a nadie; se arraigó en mi la creencia de que ella me pertenecía, no obstante las evidencias insoslayables que ella se entregaba a nuevos romances, mis irresistibles celos simplemente no lo podían soportar.
Pasándome rápidamente al olvido, noté que tanto en su hogar como en su nuevo entorno social, me había convertido en actor de papeles secundarios, su atención estaba puesta en los nuevos protagonistas que su obra tendría por delante, constatar su total indiferencia en mi, la apacible vida que tenía junto a mis hijas, instalada en nueva y distante casa, sin que yo cuente para nada en su nueva vida, es más, alentada por su condición de mujer separada, gozó de un libertinaje sexual secreto con varios amantes y yo sufriendo sin poder hacer nada.
Sintiéndome culpable de la destrucción de nuestro matrimonio, por no prodigarle las atenciones que se merecía, me enfrasque en una pertinaz lucha por volver a conquistarla, con perseverancia de por medio, logré la reconciliación después de siete largos años.
Pude enterarme mientras nos encontrábamos separados, de algunos de sus affaires; un vecino soltero y maduro que vivía al lado de su nueva vivienda se enamoró terriblemente de ella y hasta le propuso matrimonio y cargar incluso con mis tres hijas; como el vecino, a quién llamaré Oscar, vivía solo, su casita le servía de refugio por las noches, que tras quedarse dormidas las tres niñas, empleaban para dar rienda suelta o noches febriles de sexo y placer.. y yo sufriendo sin poder hacer nada.
Comenzando a gozar de una repentina libertad, mi esposa se volvió un poco zorra, la iban a buscar amigas solteras y divorciadas para salir de plan con chicos, por supuesto que el que le tocaba a ella venía separadito y hasta con nombre propio para mi esposa.
Me pude enterar después, que Oscar se constituyó en su pareja oficial, pero como buena zorra que se volvió, le sacaba la vuelta innumerables veces, ella me contó en una ocasión ya reconciliados, que un ocasional amante se la llevó desde la mañana a su departamento y que le hizo el amor hasta en cinco ocasiones durante el resto del día, con la particularidad de hacerlo cada vez en un sitio distinto; empezaron en la sala, luego el dormitorio, sobre la mesa del comedor, en la cocina y en el baño, y a las siete de la noche salió apurada a darse el encuentro con Oscar, su enamorado, para esa misma noche entregarse a él aparentando ser toda una respetable dama.
Tengo también evidencias de que ella tuvo relaciones sexuales con jovencitos, casi adolescentes, por ejemplo con el hijo de una conocida amiga de la familia de ella, fue toda una temporada que ella, por el interés del muchacho, frecuentaba con mis hijas constantemente su casa, asistían a campamentos y otros paseos.
También de sus propios labios me contó una relación sexual y ocasional, que tuvo con otro jovencito, que se la chupó antes de hacer el amor.
Ella, al momento de separarnos tenía 29 años y yo 34; estos jovenzuelos aproximadamente 17 o 18 años.
Tuvo relaciones sexuales con un apuesto mecánico, que era amigo íntimo de su mejor amiga y yunta y después, sospecho, que como buena jugadora, se entregaba a algunos amigos del grupo que ella conformaba aseveración que no me consta pero me aferro al dicho que dice que “no hay corazón traidor para su dueño” (continúa mi relato en parte2)
Dos años después de nuestra separación, ella entro en sociedad con una amiga intentando hacer un negocio, las instalaciones de la oficina del esposo de su amiga (amiga mía también) les sirvió como centro de operaciones y allí, el esposo de nuestra amiga, muy amigo también de ambos, aprovecho luego de algún tiempo en que tuvo problemas matrimoniales, es decir vivían juntos pero sin tener una normal relación conyugal; ellos mi esposa y mi amigo, asumieron que ambos se encontraban entonces separados y en largas charlas en la oficina, fuera del horario de trabajo, empezaron a tocar temas relacionados con la intimidad de nuestro amigo, como que por ejemplo el no hacía el amor con su esposa hacía mas de seis meses y ella, mi esposa trataba de darle consejos también de carácter personal, y así fue iniciando nuestro amigo una sutil seducción sobre ella, que al comienzo era tomada a la broma pero después a la broma con ciertos rasgos de oculta seriedad.
Hasta que en una ocasión tuvieron la oportunidad de almorzar juntos, solos los dos, en un lujoso restaurante, por supuesto matizado al principio con aperitivos y entre la cena y la sobre mesa abundante vino, hasta allí llega mi conocimiento sobre estos hechos, aclarando que mi esposa me contó en una oportunidad que mi amigo y también de ella, le hacía propuestas amorosas de manera más directa y que según ella, declinaba por respeto a su amiga de quien Antonio, así lo llamaré era su esposo y padre de los dos lindos hijitos que ella conocía y acariciaba muy bien de manera mas que cotidiana.
Por allí me encontré con un relato, en una de estas web, que ella reconoce haberse acostado esa misma tarde con el esposo de su mejor amiga y que él insistiría después continuar con esta relación secreta y que ella se hacías de rogar, pero reconoció allí mismo que estaba tentada de repetir el plato, en cualquier momento, ya que la pasó estupendamente bien.
Lo que quiere decir que mi amigo se la folló a su regalado antojo, probablemente con todas las poses existentes, con previa chupada de pinga, él se enteró allí, esa tarde que mi esposa era una excelente mamadora de pichulas, y de verdad les digo, que nunca he encontrado a alguien que la chupe mejor que ella, como debe haber gozado mi amigo tirándose a mi esposa; para esto mucho antes de que mi esposa se separara de mi, mi amigo un verdadero don Juan desde muchacho, me contó que tenía un pene de gran tamaño y que las mujeres cuando terminaba de hacerles el amor lo alababan por su gran manejo y maestría con la mujer que acababa de follarse. El tenía en esa época 32 años y su esposa 28.
Mi esposa, hay que recordar, era la mujer mas ardiente del mundo, gemía, se movía, volteaba los ojos llenos de placer y lujuria y para colmo era multiorgásmica, como ya les dije antes, ella consideraba que hacer el amor, consideraba que tragarse por la boca y la chucha una buena pinga era el placer más exquisito que exista sobre la tierra, algo totalmente incomparable y el éxtasis y la arrechura que emergían de su ser, daban testimonio de su amplia vocación sexual viviendo dentro de ella.
Mi amigo un perfecto amante, y además inteligente y muy buen mozo, todas las chicas siempre se murieron de amor y deseo por él. Mezclándose en una sesión de pecado, de relación prohibida atenazado con su gran experiencia de experto amante y una mujer extremadamente ardiente, imagínense que no habrán hecho.
Hasta ahora me tiro unos tremendos pajasos, pensando en lo que sentiría mi amigo al comerse las tetasas de pezones rosaditos, la estrecha chuchita y mojadita de mi arrecha esposa que nunca fue dilatada, ya que sus partos siempre se efectuaron a través de cesáreas
Que rico se la debe de haber cachado, sobre todo pensando que ésta era una relación prohibida, ya que la mujer que se estaba cachando era nada menos que la respetable mujer de su intimo amigo, allí sintió el placer de la chupada de pinga que le debe de haber dado mi mujer, como ella lo sabe hacer, mordisqueándola, lamiéndola, tragándosela y pajeándosela con la boca con rápidos y armónicos movimientos, el estaba conociendo la intimidad de sus orgasmos y de los gesto de placer que junto con intensos gemidos habría con toda certeza producido, yo se por que se los digo.
Y mi esposa, sintiendo que el esposo de su íntima amiga, le mamaba con inmenso placer la tetas, esa era también la debilidad de mi amigo, tetas grandes y formaditas, es casi seguro que le habrá pajeado la pinga con las tetas, a mi me lo hacía, y luego ver su inmenso pene, el mío es normal tirando para chico, ingresando suavemente en su chucha mojadita y tocando el fondo, atenazarlo fuertemente por la espalda con sus piernas. Es casi seguro que no menos de tres polvos se deben de haber tirado.
El Lunes como si nada, siguió el trabajo y mi esposa, claro está fingiendo su traición frente a su mejor amiga; y mi amigo haciendo lo propio conmigo cuando nos veíamos, aunque cuenta a su favor el hecho de saber en esos instantes que ella y yo estábamos ya separados hacía más de dos años; sin embargo él fue confidente de mis penas, y sabía perfectamente de lo enamorado que estaba, de todo lo que sufría y sobre todo de mis esfuerzos por reconquistar el amor de mi esposa.
Pasado todos estos hechos, que desconocía yo en el momento de la reconciliación, llegó para felicidad mía el ansiado amiste, surgieron poco después algunos inconvenientes en nuestra relación, el hecho de habernos acostumbrado a tener verdaderamente nuestro particular espacio, la costumbre de dormir solos, cada uno en su respectiva cama matrimonial se había arraigado con mucha fuerza y fue imposible compartir el mismo lecho los primeros días de cohabitación.
De mutuo acuerdo, para evitar que a esas alturas de la vida tengamos que soportar nuestros defectos, acordamos dormir en habitaciones separadas lo que impidió en cierta medida un desenvolvimiento sexual activo, limitándose a las visitas que ella hacía a mi habitación para hacer el amor, por estar éste aposento mas alejada de los dormitorios de las niñas.
Sus visitas que al comienzo eran semanales, generalmente en la madrugada, eran para mi, no se para ella, llenas de erotismo y la fantasía de imaginar a mi esposa cachada por otros hombres, se acentuó con más fuerza en mi mente, de tal manera que me era imposible imaginar en algún momento que era yo quien le hacía el amor, todas, absolutamente todas nuestras relacione sexuales tenía que revestirla con la fantasía de que otro se la estaba tirando, en medio del placer lujurioso no me era difícil arrancarle ciertas confesiones que estaban relacionadas con las grandes cogidas que se dio durante el lapso que duró nuestra separación.
Cada vez que hacíamos el amor, muy excitado la interrogaba con quienes había cachado, cuantas veces con cada uno de ellos, como se la cogieron, como es que ella se las chupaba, le preguntaba si a ellos les gustaba esas tremendas mamadas y siempre me contestaba que los volvía locos, la interrogaba sobre el tamaño de las pingas que se había tragado por la boca y la vagina, ella con el dedo índice señalaba por encima de mi pene erecto y duro tres o cuatro centímetros de diferencia en favor de sus amantes. Me relataba sus aventuras en diversos hoteles y de las mañoserías, que especialmente era un experto, su pareja oficial de ese entonces, cornudo como yo, Oscar.
La relación matrimonial reconquistada nunca fue la misma, notaba en ella, por más que trataba de disimular, cierta frialdad, Hasta es probable que haya fingido conmigo en la mayoría de sus orgasmos que los representaba con un verdadero arte histriónico, tal vez no, por que como la ponía muy cachonda con mis fantasías que eran cada vez más y más atrevidas.
Cuando me la cachaba, yo muy arrecho, en la pose que la tuviera, le decía, ¡así te cachaban no? así te agarraban y así te la metían y tú, toda una putaza como debes haber gozado con lo mucho que te gusta la pinga no? ¡toma! ¡toma puta de mierda! Mientras tu marido trabaja yo te cacho rico en tu propia casa ¡UHF que rico! Y ella decía así así cáchame rico métemela toda que el cojudo de mi marido no está y te doy permiso para que vengas a tirarme rico cuando te de la gana.
Cuando me la chupaba le decía, a ver chúpamela como se la chupabas a ellos y de solo verla y sentirla como me la chupaba pensando que era otro me ponía al borde de arrojar incontrolablemente toda mi caliente y abundante leche.
Doce años después de que tuvimos nuestra primera fantasía, en que la hice imaginar que era Julio el que se la estaba tirando, inclusive ella mencionando arrechísima su nombre, lo intenté por segunda vez en uno de nuestras periódicas cogidas, desde esa vez nunca más me atreví a mencionar su nombre por celos, como era consciente que entre ellos existía una extra relación de erotismo, evitaba mencionarlo por lo evidente del peligro que podría estar alimentando en una infidelidad.
Siempre se trataba de personas incógnitas para mi, pero estoy seguro que para ella no, es mas estoy completamente seguro que ella los visualizaba con toda claridad, y por que no, Julio podría ser parte de sus actuales fantasías mientras hacía el amor conmigo.
Bueno un día en que me encontraba arrechísimo cachándomela rico, ella cabalgando encima de mi, con sus hermosísimas y grandes tetas moviéndose al mismo ritmo, de arriba para abajo y viceversa, con que ella me estaba cachando, me atreví a decirle imagínate que es Julio el que te está cachando rico, ella cerró los ojos y se exaltó moviéndose con mas fuerza y rapidez y su rostro quedó envuelto con un genuino gesto de excitación y de total arrechura, en ese instante, como si yo fuese Julio le dije, no sabes cuanto te deseaba, cuanto deseaba hacerte el amor; y ella espontáneamente siempre con los ojos cerrados y viviendo un terrible frenesí me dijo, yo también te deseaba, deseaba hacer el amor contigo y un instante después con la violencia que subía y bajaba deslizándose a través de mi pene se vino en un tremendo e indescriptible orgasmo que duró creo mas de tres minutos seguidos.
Nunca más ,como de costumbre, tocamos ese tema fue como si nunca hubiese sucedido. Pero yo ocultamente comprobaba que la atracción o el posible amor que mi mujer sentía por Julio era muy fuerte y duradero en el tiempo: es muy probable que en estos últimos diez años hayan sido amantes tanto a espaldas mías como las de su esposa.
He llegado a imaginar incluso, que desde nuestra primera fantasía cando vivíamos bajo un vínculo matrimonial y compartiendo el mismo lecho, ella me ha sido infiel con él; es más hasta he llegado a sospechar que su último embarazo bien podría ser producto de sus ilícitas relaciones cuando yo me encontraba de viaje muy lejos del hogar.
Ya reconciliados, y haciéndose en el transcurso del tiempo mas y más escasas nuestras relaciones sexuales, llegando incluso a producirse sólo una vez al mes, y más adelante cada tres o cuatro meses, empecé a notar ciertas señales que me hacían sospechar de que ella me estaba poniéndolos cuernos, Un presentimiento me decía que ella tenía algo con el hijo de la vecina, un jovencito más o menos de la misma edad que la mayor de nuestras hijas, era un pálpito que no me dejaba en paz y entré en remolino de celos que me hacía vivir un verdadero infierno, ella antes de que reviente el chupo, como gran maestra en el arte del engaño, me dio a entender que este chico era afeminado y que le gustaban los hombres, ¿que buena estrategia no? Inventando cosas que lo alejaran de cualquier suspicaz sospecha; pero una vez encontré de casualidad en su billetera, una tarjetita de cumpleaños que este chico le había dirigido a ella tratándola con mas que cierta intimidad, nada escandaloso pero que mostraba el grado de gran confianza que se tenían, el la piropeaba como su gordita favorita y le decía otras sandeces que sólo una persona que mantuviese algún vínculo especial podría hacerlo; ella en ese entonces con 40 años de edad y el chico apenas con 20, ¿qué otra conclusión se podría extraer de mis presentimientos y luego de la concluyente prueba encontrada de casualidad, La tarjetita la volví a poner en su sitio y guardé silencio absoluto, cuando la vi a ella, sobre el hecho que acababa de descubrir; no sin antes comentarles que cuando encontré aquella prueba, sentí que verdaderamente ese hecho me conmovió, era la primera vez en mi vida que tenía algo tangible que me estaba indicando una altísima probabilidad de su manifiesta infidelidad, me invadieron sentimientos extraños y contradictorios de impotencia, decepción pero a la vez sentía que mi pinga se había puesto al palo y una incontenible hola de excitación, de sentimientos de pura arrechura invadió todo mi ser, sólo imaginarlo toda una realidad y ya no sólo como producto de mi imaginación, de que este joven vecino se estaba tirando muy rico y a discreción a mi mujer por las mañanas, cuando yo me encontraba en mi trabajo y mis hijas en el colegio o la universidad.
Sólo tuve una idea fija, me dirigí al dormitorio de mi esposa quien no se encontraba en casa en aquellos momentos, tampoco mis hijas, me recosté en su cama observando detenidamente la tarjeta, mi excitación estaba al máximo imaginando como este chico se estaba culeando a mi mujer, hasta de repente todas las mañanas y teniéndome a mi bajo una dieta forzosa de varios meses, es que me saqué la pinga y que noté estaba mas dura que nunca , al palo, increíblemente durísima y que bastó una agitada de poquísimos segundos para explotar en un torrente de leche que jamás imaginé pudiese existir.
La pared que dividía su casa de la nuestra era de muy poca altura en el segundo piso, bastaba con levantar la pierna para atravesarse sin ninguna dificultad; mi mujer solita en la casa toda la mañana y este joven a la vez en la suya sin nada que hacer, pues no estaba siguiendo con sus estudios universitarios y tampoco trabajaba, es fácil deducir que la tentación en algún momento los empujó a consumar este muy bien asolapado adulterio.
Alucino que incluso lo debe de haber hecho hasta en mi habitación, en la azotea, muy cerca del paso a la casa del vecino, debe de haber sido a las 11 am , el entra furtivamente a la casa con un acuerdo ya planeado, ella lo toma de la mano y lo conduce hasta mi cuarto, se dirige hacia la cama y lo empuja para que se recueste alli , entonces se sube encima del cuerpo del muchacho aun vestido y comienza a besarlo con ardor, pasándole la lengua por sus labios, el se encuentra totalmente erecto, ella le acaricia el pene durísimo por encima del pantalón y le dice ¿no quieres cacharme? Y siguen revolcándose, besándose y manoseádose en la cama, entonces ella le comienza a desabotonar la camisa y la correa, le baja el pantalón y el calzoncillo hasta sus muslos, la enorme verga de este joven vecino aparece oscilando repentinamente, durísima y apunto de estallar, ella lo masturba con arrechura, y mirándole a los ojos con la cara de una total arrechura le dice media sonriente y muy seductora ¿te gusta lo que te hago? El contesta que sí, entonces ella acerca su boca y se traga el pene hasta la mitad, y comienza a pajearlo con la boca, de cuando en cuando se la chupa todito, hasta el fondo, el disfruta con un terrible éxtasis, luego se abalanza sobre sus hermosas tetas desnudas y comienza a mamárselas, baja por su barriga y llega hasta su chuchita mojada, adornada de un bien recortado bello púbico castaño claro, chuchita que se la chupa con gran frenesí. Unos cinco minutos después ella se sienta encima de su pene y comienza a cabalgar emitiendo estrepitosos gemidos y mirándolo a lo ojos le vuelve a preguntar ¿te gusta cachar conmigo? ¿te gusta como estamos cachando mi amor? Y así variando de poses, el perrito, a l filo de la cama, pierna al hombro, el sesenta y nueve, termina dándola en casi en un simultaneo orgasmo, el arriba y ella abajo gritando ambos de placer.
Así también se tiró al hijo de una antigua amiga en cuyo carro llegaban hasta una casa deshabitada que tenían sus papás; Tengo también serias sospechas de que mi mujer se ha acostado con un par de chiquillos amigos de mis hijas, una vez encontré a ambos en una situación por demás sospechosa, que hasta el día de hoy no me la puedo tragar, También tengo casi la certeza que se ha seguido viendo con mi amigo, después de un largo periodo sin tener ningún contacto, pero por alguna razón Oscar que ya estaba totalmente separado de su esposa, me estaba poniendo los cuernos con mi mujer, a pesar de la gran amistad que siempre nos unió. Con Julio ha habido una serie de situaciones que me da la seguridad de que con él también mi mujer me ponía los cuernos, situaciones de encuentros y visitas ilógicas e inesperadas que no tienen ningún sentido, salvo corroborar que entre ellos existía una relación de amantes.
La idea que ellos eran amantes y que cachaban con una verdadera pasión y lujuria en moteles o tal vez en algunas ocasiones hasta en su propio carro me ponía a mil por hora y terminaba imaginándolos bajo ciertas arrechantes poses, sobre todo a ella chupándole con placer su erecta y dura pichula que pertenecía a su amiga, la esposa de Julio; era entonces inevitable que me diera en esas circunstancias un frenético pajazo disparando gracias a mi excitación muy fuerte y lejos una abundante y espesa leche.
Con todas estas fantasías de inmenso placer, imaginando a mi esposa cachada por otros hombres , excitación que sólo podía mitigar mediante mis lujuriosos pajasos, empleando por turno a cada uno de sus amntes, es que tuve que aceptar la idea de que yo era un cornudo en potencia, que me encantaría ver en vivo y en directo como se la follan a la mala y haciendo de todo sin ningún tipo de inhibiciones, cuanto quisiera verla gemir cuando alguna pingasa se mueva en su conchita entrando y saliendo y que ella me mire a los ojos diciéndome con la mirada, mira que rico me están cachando, cuanto daría por verla mamar con lujuria alguna erecta y grandísima pinga y cuando la tenga toda en su boca que también me mire fijamente a los ojos y que con sensualidad me diga con la mirada, mira que rica pichulaza me estoy tragando.
Cuanto daría por verla cachar con cualquier persona extraña o conocida desde algún punto en que sólo ella y yo lo sepamos y que su ocasional amante crea que simplemente me están poniendo los cuernos sin que yo lo sepa.
Alguna vez le propuse a ella en pleno sesión de sexo , si le gustaría hacer el amor con dos hombres a la vez, al comienzo se mostraba un poco renuente, pero después abiertamente me decía que ella estaba dispuesta y que yo era el que se intimidaba, lo cual era cierto, ya que una vez que me venía el orgasmo me bajaba la intensidad de todas estas pasiones.
Solo diré, ahora que nuevamente estoy separado de ella, que he perdido una gran oportunidad de llevar una relación de cuernos consentidos con ella, me faltó decisión y coraje para aceptar mi realidad, si lo hubiese hecho ahora sería un feliz cornudo, viendo a mi arrecha mujercita cacharse a adolescentes, vecinos, amigos , Verla tirar con Julio y Oscar y que lo haga a discreción con quien quisiera y cuantas veces lo desease, yo disfrutaría pajeándome feliz y excitado de ver como otros hombres disfrutan de su gigantesco erotismo de mujer cachera, de mujer lujuriosa y después de que cada hombre se la haya tirado meter también mi pinguita al palo en su chuchita, por que no decir de todos mis amigos y vecinos. Lo que me perdí.
Ambos iniciamos a besarnos con toda pasión, con aun más pasión que la primera vez, mientras nos besamos Armando comenzó a tocarme mi zona intima debajo la falda de mi vestido y como consecuencia a esto de inmediato me moje toda, ¡Quiero hacerte el amor! Me dijo suavemente al oído, -Lo sé y también quiero- le conteste.
Relato erótico enviado por putita golosa el 29 de August de 2010 a las 23:31:22 - Relato porno leído 513655 veces