El viejo se acercó más a mi y me tomó de la mano y me dijo “los viejos tenemos encantos muy especiales, que las mujeres no conocen y tampoco se resisten
Relato
¡ Como fiel esposa lo digo...Qué experiencia!!!
Soy una mujer de 54 años, bien parecida, con algún quilo de más pero muy bien llevado, unos senos normales, bastante firmes, un culo que muchos hombres quisieran que sus esposas o novias tuvieran, a juzgar cómo lo alaba mi marido Juan. Pero sobre todo tengo una condición que como mujer casada y fiel que soy, Juan siempre me dice que una de las cosas que más le excita de mí es que cuando me penetra por la vagina, el calor interior que suelo tener es por demás llamativo, por lo que ello lo excita mucho más cuando me penetra.
Tenemos un hijo de 19 años, que cada día está menos en casa, por lo que podemos hacer una vida hogareña bastante libre de su presencia, sobretodo e los fines de semana, cuando suele ir con sus amigos a pasar el fin de semana a la casa de uno de ellos.
Juan es un esposo excelente, cumplidor en la vida sexual y sobre todo muy buena persona, ideal para eternizarnos como pareja. Sin embargo hay un detalle en él que siempre me ha molestado. Cuando tenemos relaciones últimamente para excitarse me dice que me haga la idea de estar haciéndolo con otra persona que no sea él y que mencione en voz alta el nombre de esa persona imaginaria. La verdad que siempre me negué a hacerlo, aunque a él le diera satisfacción, a mí no.
Un día llegó más lejos, me propuso compartir nuestras experiencias sexuales con otro hombre, quien a la postre sería quien me cogería por todos lados, y yo en forma pasiva lo aceptaría. Si aquello para mí concepción era imposible de satisfacer, esto lo era menos aún; no perdiendo la oportunidad de sorprenderme por lo osado de su propuesta. Pero en el fondo de mi deseo, estaba pendiente la duda de si Juan me lo decía para excitarse él o para hacerlo realidad.
Fue así que un día en un hotel de veraneo, Juan me comenta que conoció a un viejo en la piscina, que estaba hablando de sus conquistas en ese hotel, lo que lo excitó mucho y decidió ponerlo a prueba conmigo; pidiéndome aceptara atenderlo tan solo 10 minutos.
Una de las noches luego de cenar con Juan, paseamos por los alrededores del hotel comentándome que esa noche él tenía una sorpresa para mí, que lo único que me pedía era que fuera permisiva y tolerante con la persona que conocería.
En realidad, no me molestó la propuesta de conocer a una persona, ya que siempre sería una variante a nuestro diario vivir, siempre y cuando no pasara de eso.
Cuando legué a mi habitación que estaba toda a oscuras, presiento que algo raro había. Descubro en el silencio y en las penumbras que se trataba del señor que Juan había invitado quien tenía 75 años y se llamaba Pedro; estando sentado en un sillón en actitud absolutamente relajada, al cual Juan saludó con respeto y admiración una vez haber prendido la luz.
Inmediatamente Juan me toma de la mano con mucha dulzura y me presenta a Pedro acercándome a él, en el momento que le pregunté qué es lo que hacía en el hotel, si estaba solo y a qué se dedicaba. El me contestó que era asiduo concurrente del hotel que era soltero y que su máximo placer era conocer a esposas amables que accedieran conocerlo en presencia de sus maridos, para que no hubiera ninguna duda de sus sanas intenciones de simplemente llegar a conocer a las personas, lo más posible en la medida que éstas se lo permitieran. Me pregunté, cuál sería su medida para llegar a conocerlas, cuando me contesta que si le daba 10 minutos, con gusto me contestaría la pregunta; a lo que atando cabos recordé el pedido de mi esposo que le ofrendara tan solo 10 minutos, a lo que acepté intrigada, algo desconcertada y sorprendida; después de todo no tenía ninguna otra cosa más interesante para hacer en ese momento que mirar TV con Juan.
El viejo se acercó más a mi y me tomó de la mano y me dijo “los viejos tenemos encantos muy especiales, que las mujeres no conocen y tampoco se resisten cuando nos ponemos cariñosos y amables con Ustedes, sobretodo cuando sus esposos están presentes y comprueban que sus actos son absolutamente insípidos, inocentes y sin otra intención que de satisfacer sus propias necesidades,. No busco que la otra persona se excite, ya que al estar casada, no me interesaba que esta situación le terminara complicando su vida. Es más – ampliando me dijo- cuando me doy cuenta que la mujer pueda estar excitándose por mis acciones y comienza a vibrar, abandono el intento de conocer más a la persona” . Acto seguido me invitó a que me dejara llevar por su arte y que me quedara tranquila ya que mi esposo estaba presente y no dejaría que nada raro ocurriera.
Yo miré a mi esposo, para evaluar cómo venía la situación, ya que en realidad no creía que Juan supiera lo que podría suceder después, haciéndose el desentendido. Esto me inspiró mi líbido, de tal modo que traté de seguir atentamente la charla del viejo.
Lo que nunca me imaginé, sucedió, Pedro me comentó que él había observado en todas las mujeres que había conocido íntimamente tenían en su cintura un punto que al estimularlo, eran capaces de aumentar su libido hasta tal punto que les es difícil negarse a las propuestas subsiguientes.
No puedo negar que esto me interesó mucho, y que resultaba todo una aventura conocer lo que estaba diciendo, y prestarme para ello. Por lo que me acerqué más a él, y mirándome a los ojos me pidió que le diera la espalda, cosa que hice. Cuando giré, quedé enfrente a mi esposo quien observaba tranquilamente, tomándome Pedro con ambas manos a ambos lados de mi cintura y con un leve movimiento de tracción hacia él, me acercó hasta tomar contacto con su sexo, que a esa altura estaba totalmente erecto, mientras mi esposo ni cuenta se había dado de lo que estaba pasando, ya que su mirada estaba dirigida a las manos del viejo en mi cintura..
En ese momento mirando a mi marido, me percaté que él no se estaba dando cuenta de nada de lo que en realidad podía ocurrir, aunque fuera delante de sus propios ojos. Por otro lado si demostraba excitación el viejo pararía y mi esposo impediría cualquier otra intención de éste. Por lo que resolví dejarme llevar y permitirle que tomara la iniciativa.
El viejo comenzó a acariciarme las piernas por debajo de la falda, hasta llegar a la bombacha, metiéndome un dedo por debajo de ella, cuando de repente me hace tomar contacto en profundidad con él, sintiendo su pene entre mis nalgas, como si fuera un misil. El movimiento fue tan lento e imperceptible que mi esposo tampoco se dio cuenta de lo que estaba pasando realmente, ya que me había empezado a mojar intensamente pero yo no podía ni quería demostrar que eso me calentaba muchísimo, gracias a los dedos del viejo dentro que se metían cada vez más profundamente en mi vagina.
La situación de calentura y pasividad que debía demostrar, era tal a esas alturas, que no se cómo hice para no girar y mamársela ahí, en frente a mi esposo, pero no lo quise hacer ya que el viejo pararía si demostraba estar excitada. Con prudencia busqué con una mano su pene, bajándole la cremallera y sobándole con mucha suavidad, cariño y forzado control.
En ese momento siento que sustituye sus dedos por la punta de su pija, que en segundos me penetraba enteramente, sin dar a conocer exteriormente la gran excitación que tenía, pero en ese momento el viejo que debía controlarse, por lo que había comentado, empezó a jadear intensamente en mi nuca, diciéndome, “tu concha está tan caliente que te eyacularé ya adentro, aunque tu esposo nos esté mirando”. En ese momento observo que mi esposo comienza a percibir la excitación del viejo y estaba a punto de abortar todo, cuando le pido que lo dejara que estaba todo bien, que yo ni ahí de sentir nada porque el viejo lo único que hacía era apretar mi cintura y acercarme a él y nada más.
Pedro continuó entonces el mete y saca de tal forma que no se notaba desde la posición de Juan, al tiempo que yo comencé a tener mi primer orgasmo, al mismo tiempo que siento todo el esperma del viejo dentro de mí, acabando completamente dentro de mi vagina, hasta la última gota, cuando debió sacarla y hacerlo afuera, aunque debo reconocerle que su decisión posibilitó que ambos gozáramos más aún.
Yo disfruté como loca y cuando nos separamos, mi esposo no entendía nada, porque fue tal el disimulo que lo único que se percató es que estuve con otro hombre como él soñaba, y que no había pasado a mayores.
Juan de esto nada se dio cuenta, pero la próxima vez, trataré de estar sola, para disfrutarlo todo lo que no pude, mientras mi esposo disfrute de la piscina. Así quedé con Pedro, un vivo increíble para parejas increíbles.
Ambos iniciamos a besarnos con toda pasión, con aun más pasión que la primera vez, mientras nos besamos Armando comenzó a tocarme mi zona intima debajo la falda de mi vestido y como consecuencia a esto de inmediato me moje toda, ¡Quiero hacerte el amor! Me dijo suavemente al oído, -Lo sé y también quiero- le conteste.
Relato erótico enviado por putita golosa el 29 de August de 2010 a las 23:31:22 - Relato porno leído 513561 veces
Relato casi en su totalidad real que demuestra que toda mujer casada es una puta sumisa en potencia
Relato erótico enviado por morboso sadico el 29 de July de 2009 a las 18:09:16 - Relato porno leído 299797 veces
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Comentarios enviados para este relato
katebrown
(18 de October de 2022 a las 19:19) dice:
SEX? GOODGIRLS.CF
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