Gerardo y yo llevamos más de diez años de casados, y hasta hace poco, el serle infiel a mi esposo, era únicamente una loca fantasía, que en ocasiones revoloteaba en mi mente.
Relato
Por lo general salimos siempre los fines de semana y cenamos fuera de casa, bailamos, y en ocasiones ambos llegamos un poquitín tomados a casa, pero en otras, a Gerardo como que se le va la mano, y bebe hasta más y no poder.
Fue en una de esas ocasiones, que yo pensé que el pobre estaba tan borracho, que ni cuenta se llegaría a dar si yo me acostaba con otro hombre frente a él. La idea continuó dando vueltas en mi cabeza, aunque no me atrevía hacer nada, no dejaba de pensar en ello. Pero en la siguiente salida, me dije a mi misma, bueno si Gerardo hace otra de las del, tú has lo que se te antojé. Y en efecto mi esposo agarró una gran borrachera, en el hotel a donde habíamos ido a cenar y bailar. No habían dado las doce de la noche, cuando ya él se encontraba noqueado. No tienen idea de lo mal que me sentía yo, por la irresponsabilidad de Gerardo, ya estaba a punto de marcharme a casa, y dejarlo en la mesa, a su suerte, cuando alcancé a ver a Ricardo, un ex novio de la universidad.
Apenas él se dio cuenta de quien yo era, se acercó a la mesa y tras un cálido saludo, le conté mi desesperada situación. Ricardo le dio un vistazo a Gerardo, y me dijo. Deja que te ayude a llevarlo a tu casa, es lo menos que puedo hacer por ti en estos momentos. Con su ayuda monte a Gerardo en un taxi, y tras darle la dirección, me di cuenta de que Ricardo le pasó de manera discreta unos cuantos billetes, al tiempo que le decía al taxista. Tomate tu tiempo, antes de llevarlo a casa, ve y ponle gasolina al taxi, o si lo prefiere deténgase un buen rato, hágame ese favor.
Yo me quedé algo sorprendida, máxime cuando en lugar de irme en el taxi con mi esposo, Ricardo me dijo que él mismo, me llevaba en su auto. En el trayecto a casa, hablamos, lo escuché en un sin número de ocasiones decirme que estaba preciosa, que no sabía por qué él y yo habíamos terminado. Que aunque yo no lo creyera, él seguía enamorado de mí. Pero al mismo tiempo que decía todo eso, su mano derecha la colocó en mi rodilla, y lentamente la fue subiendo hasta mis muslos. En ese momento recuerdo que pensé, si este está enamorado, pero por mi coño.
Ya habíamos llegado a casa, y esperábamos en el estacionamiento, cuando Ricardo continuó con su fiero ataque, comenzando a besarme, como cuando éramos novios, y con la misma habilidad de entonces, una de sus manos se deslizó entre mis piernas, agarrando descaradamente mi coño. Yo a todas estas, estaba entre confundida, asustada, y porque no decirlo bastante excitada. Ya que en medio de la besadera, ni cuenta me di cuando me quito las pantis. Perdí la noción del tiempo dejando que Ricardo me besara y acariciara prácticamente todo mi cuerpo dentro de su auto, cuando llegó el taxi con mi esposo. Gerardo seguía durmiendo la gran borrachera que había agarrado en el hotel, y a duras penas, Ricardo y yo lo pudimos llevar hasta dentro de la casa, y una vez en nuestra habitación en lugar de colocarlo en la cama lo dejamos malamente recostado en el sillón de mi peinadora.
Ricardo no perdió el tiempo apenas dejamos a mi esposo sobre el sillón, de inmediato saltó sobre mí, besándome y acariciándome por todas partes, levantando la falda de mi vestido, me hizo retroceder hasta la cama, en la cual ambos nos recostamos. Y no bien lo habíamos hecho, cuando mi ex novio metió su rostro entre mis piernas. Casi de inmediato comenzó a lamer todo mi coño intensamente. Por unos instantes pensé en decirle que se detuviera, que yo amaba a mi esposo, y que no deseaba que él continuase haciéndome eso. Pero la verdad es que me gusto tanto lo que me estaba haciendo, que lejos de rechazarlo, e impedirle que continuase, yo misma terminé de quitarme el resto de la ropa.
Estaba tan excitada y caliente, que poco me importó que Gerardo estuviese durmiendo su borrachera frente a nosotros, lo que deseaba intensamente era que Ricardo continuara proporcionándome ese placer que me estaba haciendo sentir intensamente en esos instantes.
Yo me encontraba recostada sobre la cama, completamente desnuda, con mis piernas bien abiertas, y el rostro de Ricardo lamiendo y mordisqueando deliciosamente mi clítoris, por lo que no pude contener el deseo de sentir su miembro dentro de mí, así que una vez que me produjo un intenso orgasmo, casi le rogué seductoramente que me penetrase. Ricardo no me hizo esperar, casi de inmediato aun con su rostro todo mojado por mi flujo vaginal y su saliva, poniéndose de pie, extrajo su erecto miembro del pantalón, y sin demora alguna, se colocó sobre mí. Sentí como toda su verga se fue deslizando divinamente dentro de mi húmeda y caliente vulva, la que sin problema alguno se la fue tragando toda.
A medida que Ricardo metía y sacaba deliciosamente toda su verga de mi coño, y yo movía mis caderas de manera desenfrenada, buscando sentir más y más a dentro de mi todo su erecto miembro, ocasionalmente le deba un vistazo de manera accidental a mi marido, lo que me excitaba muchísimo más, nada más de pensar que abriese los ojos y me viera acostada con otro hombre frente a él y en nuestra propia cama. Morbosamente me hacía sentir muchísimo más excitada.
Ricardo continuó de manera incansable una y otra vez introduciendo todo su caliente y duro miembro dentro de mí, hasta que de momento me propuso cambiar de posición. Por lo que yo gustosamente me recosté boca abajo, levantando mis nalgas ligeramente, sentí como de nuevo su sabroso miembro volvía a golpear mi coño, una y otra vez, hasta que de momento sentí como con algunos de sus dedos, al mismo tiempo, comenzó a ir penetrando mi culo. De inmediato el recuerdo del sin numero de veces que estando en la Universidad, Ricardo a pedido mío me dio por el culo, por y que guardar mi virginidad, me asaltó.
Yo estaba de lo más inspirada moviendo mis caderas, disfrutando del tremendo placer que Ricardo deliciosamente me proporcionaba, cuando sacando su verga de mi coño, sin más ni más, retiró sus dedos de mi culo, y de un solo empellón, y sin consideración alguna me enterró su caliente verga por mi culo. Al tiempo que con una de sus gruesas manos agarró con fuerza mi caliente coño. Un fuerte grito, mescla de dolor, placer, y satisfacción se escapo con fuerza de mi garganta. Mi mayor temor aparte de que Ricardo me hubiera roto el culo, era que Gerardo por el grito que di, se fuera a despertar. Y me excitación subió a su máximo limite. Ante el real temor de que mi esposo me descubriera siéndole infiel, en nuestra propia cama, y para colmo, que mi amante me estuviera dando por el culo, cosa que en infinidad de ocasiones yo le había negado a él.
Gerardo comenzó a reaccionar, levantándose torpemente sin vernos, de inmediato levantó su rostro, sus entornados ojos, parecieron verme, al tiempo que sus piernas le fallaron y toda su humanidad fue a dar contra el piso de nuestra habitación, donde se quedó acostado de lado, con su pérdida vista fija en la pared tras de nosotros. A todas estas, Ricardo me dio con mayor fuerza, alternando sus penetraciones entre mi abierto culo y mi lubricado coño. Lo que como nunca antes me hizo disfrutar de un raro y muy placentero salvaje orgasmo. Fue en esos instantes que Ricardo extrajo por completo su verga de mi cuerpo, y tomándome por mí cabello, colocó mi rostro frente a su verga, la que sin esperar a que él me lo pidiera u ordenase, me dediqué a mamar justo en el momento en el que Ricardo se vino. Un fuerte chorro de su semen dio en mi rostro, y casi de inmediato con mi boca se lo continué mamando hasta que ya no le quedó más nada.
Yo me quedé tirada en la cama con mis piernas y culo bien abiertos, mi amante tras de terminar conmigo entró al baño, lo escuché orinar, para luego acercárseme, darme un beso en la frente, al tiempo que me dejaba una tarjeta con su teléfono, diciéndome. Que en otra ocasión que yo quisiera le llamara para volvernos a ver. A pesar de que yo también estaba algo bebida, y sumamente agotada por todo lo que me hizo Ricardo, me levanté más tarde y tras entrar al baño me di una buena ducha, y tal como salí de la ducha me acosté en la cama. Mientras que Gerardo permanecía roncando su borrachera en el piso de nuestra habitación. Al día siguiente cuando finalmente él se despertó, por un momento temí que recordase algo si es que hubiera podido verme. Pero al darme los buenos días lo noté avergonzado, como usualmente actúa después de que se despierta de una de sus borracheras. Por lo que yo, como de costumbre le dije hasta del mal que iba a morir, si seguía bebiendo de esa manera.
Pero algo que me di cuenta es que después de esa noche, no volvió a emborracharse como de costumbre, y al preguntarle cual era la razón, algo avergonzado, me dijo que en su última borrachera soñó que yo estaba teniendo relaciones de manera desenfrenada, con otro hombre en nuestro propio cuarto. Que él sabía que eso era imposible que fuera a suceder, pero que en su sueño, el responsable de que eso pasara había sido él mismo. Por lo que tomó la decisión de no volverse a emborrachar. Lo cierto es que ya es algo tarde, ya que desde día siguiente de aquella borrachera, me he seguido viendo con Ricardo, y en ocasiones con otros hombres, que ni tan siquiera conozco.
Ambos iniciamos a besarnos con toda pasión, con aun más pasión que la primera vez, mientras nos besamos Armando comenzó a tocarme mi zona intima debajo la falda de mi vestido y como consecuencia a esto de inmediato me moje toda, ¡Quiero hacerte el amor! Me dijo suavemente al oído, -Lo sé y también quiero- le conteste.
Relato erótico enviado por putita golosa el 29 de August de 2010 a las 23:31:22 - Relato porno leído 513650 veces
Relato casi en su totalidad real que demuestra que toda mujer casada es una puta sumisa en potencia
Relato erótico enviado por morboso sadico el 29 de July de 2009 a las 18:09:16 - Relato porno leído 299860 veces
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