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Comprando ropa.

Relato enviado por : Manpara el 04/02/2013. Lecturas: 11099

etiquetas relato Comprando ropa.   Jovenes .
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Resumen
Caminaba aquella mañana sin rumbo fijo. Dejaba vagar mis pasos y mis ojos.Buscaba en la calle algo que pudiera atraer mi interés.Ella pasó frente a mí, en dirección contraría. Tenía unos 15 años, pero no estaba desarrollada. Era flaca, con el pelo rubio a la mitad de su espalda menuda. Su carita angelical me atrajo inmediatamente. Y su cuerpo frágil y esbelto me pareció delicioso.



Relato
Caminaba aquella mañana sin rumbo fijo. Dejaba vagar mis pasos y mis ojos.
Buscaba en la calle algo que pudiera atraer mi interés.
Como de la galera de un mago aparecían frente a mí las pequeñas niñas que tanto me gustaban, que me alegraban el alma y hacían latir con fuerza mi corazón
Niñas rubias, niñas morochas. Con caritas graciosas, vestidas con faldas cortas para mi deleite
Todas custodiadas por sus celosas mamás que las aferraban fuertemente de sus suaves manitos. Vigiladas por desconfiados papás con cara de pocos amigos siempre atentos a posibles degenerados sueltos. Con ganas de matar a cualquiera que osara mirar a sus cándidas nenitas
Siempre me pregunté si no las deseaban también, si no las acariciaban cuando dormían, si no estarían enamorados de sus hijas tanto como yo
Es que para mí esas criaturas eran simplemente irresistibles.
Ella pasó frente a mí, en dirección contraría. Tenía unos 15 años, pero no estaba desarrollada. Era flaca, con el pelo rubio a la mitad de su espalda menuda. Su carita angelical me atrajo inmediatamente. Y su cuerpo frágil y esbelto me pareció delicioso.
Vestía un Jean y una remera que le dejaba al descubierto un ombliguito hermoso, su pancita se veía suave y caliente. La remera mostraba las pequeñas formas de sus tetitas incipientes
Como dije venía en dirección contraría. Pasó frente a mí, se la veía distraída y relajada, sin mucho apuro. Mi instinto me dijo que no iba a ninguna parte en especial. Y sentí que era una oportunidad para mí
Comencé a seguirla a unos metros de distancia, sus movimientos eran despreocupados y elásticos, su colita se bamboleaba al ritmo alegre de sus pasos
Yo la seguía. Mis ojos fijos en su figura de cristal, con la concentración de un gato cuando acecha a un pajarito que bajó al piso a comer unas miguitas de pan
Con todos mis sentidos enfocados en la indefensa criatura desaparecieron los ruidos de la calle, los autos, las gentes que pasaban en todas direcciones. Todo desapareció excepto su figura delicada y hermosa. El cazador y su presa unidos por el destino
Supe con seguridad que no se encontraría con nadie, que no estaba en su barrio. Que no iba a su casa ni a lo de una amiga
El instinto me llevaba tras sus pasos
Decidí acercarme. Deseaba atraparla.
Como podían atraparme a mí y asumía el riesgo. Reglas de la naturaleza que no se pueden romper. La seguí cuando entró en la casa de música. La pequeña miraba con desgano los CD
Me puse justo detrás y la observe con atención. Su pelo brillaba y casi podía oler su perfume de flor fresca
Interesándome por los mismos CD que ella estaba ojeando apoye distraídamente mi garra sobre su manito
No retiro la mano, ni se movió, lo que me indicó que era una chica sin miedo
Fingiendo ver los CD mi mano seguía sobre la suya. Su atención puesta en la portada de los discos no rechazaba mi contacto.

Sin prestarme atención siguió entretenida y distraída. Finalmente salió a la calle y siguió caminando.

En la cuadra siguiente la vi entrar decidida en una Gran tienda de Ropa, que tiene varios pisos.

Como si conociera el lugar tomo la escalera mecánica y subió hacia el segundo piso.

Yo también conocía la tienda, y supe que se dirigía a la sección niños.

Eran las 11 de la mañana y el lugar se encontraba bastante desierto, muy pocos empleados y nadie que prestara atención a esa niña y a ese señor que caminaba detrás.

Muy interesada miraba la ropa colgada en los percheros.

Se me ocurrió una excusa para acercarme y hablarle.

-Hola- le dije

-Hola- me miro y me sonrió.
-Perdóname, podrías ayudarme, tengo una sobrina. Quiero hacerle un regalo de cumpleaños, pensé en comprarle alguna ropa pero temo elegir algo que no le guste, soy un poco ignorante de lo que usan las chicas de su edad.

-Cuantos años tiene? – me pregunto interesada

-Cumple 12, todavía es una nena, y no sé que le pueda gustar.

-Acá hay muchas cosas lindas- afirmó.

-Podrías ayudarme a elegir algo?

Me miró por unos instantes y decidió que yo era un señor con cara de bueno

-Sí!- dijo amablemente.

Con decisión y suficiencia comenzó a elegir ropas para mostrarme.

-Le gusta esta remera? Que le parece esta camisa? Y mire estos pantalones!

Su alegría era un manantial y a cada paso encontraba lindas cosas para mi imaginaria sobrina.

Yo tomaba algunas y las llevaba conmigo.

-Si, tienes buen gusto, podría llevar algo de esto, pero no estoy seguro de que le quede el talle.

-Y ella como es?-pregunto cándidamente.

- Es un poco más baja que tu, muy poco, el cuerpo es parecido al tuyo, también delgada.

-Y... yo creo que esto le tendría que quedar.

-Me harías el favor de probarte la ropa para que pueda ver como te queda?

-Si! Contesto entusiasmada, como si al estar acompañada por un mayor encontrase el permiso para probarse sin reparos la ropa que le gustaba.

Nos dirigimos a una habitación apartada donde había dos hileras de probadores con cortinas. No había nadie más en ellos.

-Acá esta bien, dije.

Entró y le alcancé la ropa, corrí la cortina y esperé afuera.
Por debajo de ésta pude ver como se sacaba las zapatillas, como sus jeans se deslizaban por sus piecitos desnudos, y como su remera caía al piso.

Había conseguido llevarla hasta allí. Un cuarto de probadores vacío en una tienda inmensa donde los pocos empleados se encontraban atareados en sus quehaceres sin prestar atención a esa pareja de señor cuarentón con su nena preadolescente.

Para cualquiera que nos observara éramos sin duda un papa cariñoso dándole todos los gustos a su pequeña hija consentida.

Finalmente corrió la cortina y apareció frente a mí para mostrarme lo que se había puesto. Era una imagen algo cómica.

Llevaba un pantalón demasiado grande y una remera demasiado chica.

La dulce criatura me miraba sonriendo.

-Nos equivocamos- dijo risueña.

-Que suerte que te tengo de modelo! De lo contrario ya hubiera llevado algo que no le iba a quedar nada bien a mi querida sobrinita.

-El pantalón es grandísimo! Decía y riéndose me mostraba que se lo sostenía con una mano para que no se le cayera.

-Parece que mi sobrina y tu son más flacas de lo que suponíamos!

-Si! Me contesto muy divertida.

-A ver, déjame ver que talle es para que te pueda elegir uno mas chico- dije inclinándome.
El pantalón le bailaba en su cuerpito de niña y la remera muy chica dejaba al descubierto toda su pancita blanca. Sus tetitas se apretaban graciosas marcando los dos botoncitos que eran sus pezones.

Ella se reía divertida y yo buscando en el pantalón la etiqueta del talle metí la mano entre este y su carne tibia. Podía ver y tocar su bombacha blanca sostenida por un elástico descosido y flojo.

Como mi contacto le hacía cosquillas se reía aún más.

Parece que no somos muy buenos eligiendo talle decía yo y me reía y temblaba y le acariciaba la panza y le hacía cosquillas. Ella reía divertida y relajada.

Mejor te lo sacas y te traigo algo más chico- dije volviendo a correr la cortina pero no demasiado esta vez.

Por el espejo pude ver como se sacaba los pantalones despreocupadamente

Aparté la vista para no asustarla pero no pareció inquietarse mucho.

-Tome- dijo asomándose tras de la cortina. Sus hombros desnudos.
-Gracias- dije tomando la ropa- por favor espera mientras elijo algo mas para que te pongas.

- Traiga algo más chiquito!- dijo en tono de reto divertido.

En el salón no tardé mucho en elegir un cortísimo vestido de nena.

-A ver que te parece esto – le alcancé el vestidito que había traído.

-Mire, me queda muy corto! - rió al abrir nuevamente la cortina.

-Me arrodille frente a ella y observe detenidamente sus piernas largas y flacas.

El vestido demasiado pequeño apenas le cubría unos centímetros debajo de su bombacha.

Mi mano se poso en su muslo con naturalidad. Justo detrás de su rodilla. Sentí la firmeza de la carne joven, su calor, la increíble suavidad de su piel. Subí rozándole el contorno del muslo mientras percibía como se erizaba su imperceptible vello. Al llegar a la bombacha mi dedo se deslizo apenas dentro de esta tocando el contorno del nacimiento de su colita dura y parada. Me miraba sin temor, todavía divertida y alegre. Plena de confianza. Recibiendo con naturalidad mis toqueteos. Parecía sentirse muy cómoda con mis caricias casi paternales.

Me miró y dijo sonriente

-Todavía no encontramos nada que me quede bien!
Mi mano seguía en la parte trasera de su muslo caliente.

-Bueno, sácate esa ropa mientras voy a buscar algo más lindo.

Salí y me dirigí al salón. Tenía una tremenda erección. La respiración agitada y las piernas me temblaban. Por suerte no había nadie que me prestara atención.

Mientras elegía polleritas cortas y vestidos de nena me calmé un poco. Me sentía inspirado y feliz.

Volví al probador, descorrí la cortina hasta poder asomar mi cabeza y la encontré sonriente, sólo llevaba puesta su bombacha blanca y deshilachada.
La miré sin pudor. Su único gesto era el cubrirse apenas el pecho con uno de sus brazos, por lo demás se encontraba relajada, cómoda, y sonriente.

Parecía dejar de buen grado que la observara, mi mirada se paseó por sus pies desnudos y pequeños de graciosos y gordos deditos.

Sus uñas mostraban resto de esmalte rojo. Detalle coqueto de niña que juega a ser mujer.

Sus piernas largas y muy blancas, las rodillas redondeadas, el bello rubio y suave dando un reflejo dorado a toda su piel de seda. Mi mirada intensa se apoyaba en su cuerpo desnudo como si pudiera sentir su suavidad sin tocarla.

Con agrado dejó que la mirara, aceptando generosamente que disfrutara de su imagen celestial.

Distraída bajo su brazo descubriendo sus tetas diminutas, de rosados pezones.

Entré al probador que por suerte era bastante amplio y le mostré lo que había traído.

-Quieres que me pruebe todo esto?- me pregunto divertida tuteándome por primera vez.

-Si estas cansada lo dejamos - conteste sabiendo cual sería su respuesta.

-No, me encanta probarme ropa, no me canso nunca!

Hice un gesto de retirarme y me detuvo.

-Pero por favor quédate. Me da miedo cuando corres la cortina y me dejas sola!

Me senté en un pequeño banquito y me dispuse a disfrutar del mejor momento de mi vida.
Se puso el primer vestido y me mostró como le quedaba,
-Te gusta?. Me pregunto con coquetería.

Quise decirle que me gustaba más que el oxigeno que me mantenía vivo. Que me sacaría el corazón solo por seguir observándola.

-Precioso, respondí con calma.

Se cambio vestidos y pantalones y remeras frente a mi mirada voraz y creí que el corazón se me iba a saltar del pecho en cualquier instante.

Ella reía y disfrutaba cada cosa que hacía. Combinaba su gusto de mirarse en el espejo con el agregado de mi mirada que sin duda la divertía más que nada y le ponía un condimento que empezaba a descubrir y apreciar por primera vez.
Lleno de agradecimiento dije

-Puedo hacerte un regalo? -

-Si!

-Elige lo que más te guste y lo compro para ti.
-Gracias! El que yo quiera? – dijo muy contenta.

-Si, y mientras te decides voy a buscar algo más.

Salí y en el salón elegí algunas bombachitas.

Nada hay más dulce que esas pequeñas y delicadas prendas intimas con ositos, patitos, puntillas.

Viendo esas braguitas mágicas en mi imaginación se aparecen los culitos que las van a llenar.

Volví lleno de emoción.

Me mostró lo que había elegido. Un lindo vestido amarillo.

-Te gusta? A mi me encanta! Me queda bien? De verdad me lo vas a comprar!

Sus palabras salían a borbotones. Se la veía tan feliz!

Si te gusta es tuyo. También quiero que te pruebes estas prendas que he traído. La bombacha que llevas ya esta muy fea.
-Que lindas, Gracias!

Metió sus manos bajo la falda, se bajo la bombacha pasándola entre sus piernas, y le alcancé una de las que había traído. Se agacho para pasarla entre sus piecitos desnudos.

Tirando para arriba se calzo la braguita nueva.

Levantándose el vestido se miró en el espejo, era una bombacha con ositos que le quedaba algo apretada.

Se dio vuelta todavía con el vestido levantado y me pregunto

- Te gusta?

- No estoy seguro - conteste con el corazón latiéndome fuertemente - sácate el vestido para que te pueda ver con comodidad.
Se saco el vestido y dejó que la mirara largamente.
Probemos con otra!- dije con la máxima calma.

En ese momento me sorprendió pues hizo algo extraordinario.

Se saco la bombacha y desnuda se sentó sobre mi pierna.

-Gracias!- dijo pasando su bracito sobre mis anchos hombros y me dio un beso en la mejilla.

Comenzamos a mirar otras bombachas, cuando elegía alguna se paraba y se la ponía, se miraba en el espejo y luego dándose vuelta buscaba mi aprobación.

Elegimos varias que apartamos para ella.

En todo momento se lanzaba decidida y cómoda a sentarse en mis piernas. Parecia haber encontrado el lugar perfecto para su cuerpo de pequeña hada.

El contacto con su piel me nublaba la vista. Ml cerebro embotado de pasión me inflaba el pene que parecía querer romper el pantalón para salirse y tocarla. Mis manos la acariciaban suavemente mientras todo su cuerpito suave y desnudo se estremecía de puro e inocente placer.

Luego nos quedamos quietos, como suspendidos en el tiempo,

Ella desnuda sentada sobre mi bragueta hinchada, mi brazo empujando su cuerpito virgen hacia mí, mi boca sorbiendo los olores y sabores de su pelo y su cuello de seda sobre mis labios. Un movimiento casi imperceptible nos unía en una danza erótica y sutil.

Mi mano izquierda posada sobre su vientre, mis dedos entre sus piernas, presionando su pequeño sexo.

Pasaron minutos que duraron un siglo o quizás fue todo un siglo que pasó en un minuto.

Mi semen se descargo interminablemente en el interior de mis pantalones, sin otro impulso que ese suave movimiento que ambos realizábamos.

Su respiración agitada y su temblor acompasaron su orgasmo de niña. El primero de su vida.

El mío fue tan intenso que me quedé mareado y relajado, pegado a ella, que aún se sacudía en pequeños espasmos.

Le tomé la carita entre mis manos grandes y fuertes y la miré a los ojos.

Sentí la más grande sensación de amor de toda mi atormentada vida, sus ojos claros me pedían, me imploraban algo más. Algo que intuían. La besé suavemente y sentí su temblor.

La vestí. Le puse su bombacha deshilachada y su pantalón de Jean y le calce su remerita blanca que dejaba al descubierto su ombligo de mariposa.

Fuimos hasta el cajero y pagué por sus regalitos el dinero mejor invertido de mi vida.

Salimos a la calle y caminamos sin hablar tomados de la mano.

El aire me acariciaba el rostro, el sol era tibio y agradable, nunca me sentí más feliz.

La llevé a mi casa y le di todo lo que sus ojos me habían pedido.

Fin.


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Si te ha gustado Comprando ropa. vótalo y deja tus comentarios ya que esto anima a los escritores a seguir publicando sus obras.

Por eso dedica 30 segundos a valorar Comprando ropa.. Manpara te lo agradecerá.


Comentarios enviados para este relato
kiwiruben (4 de February de 2013 a las 23:22) dice: eso es pperversion.......

pelado45 (3 de March de 2013 a las 18:37) dice: Ojala escribas o hayas escrito la continuacion

pelado45 (3 de March de 2013 a las 18:35) dice: Debo reconocer que no seria mi estilo pero encontre este relato muy fino dulce y muy pero muy bien escrito Felicitaciones Manpara Un abrazo

ivloguer (20 de March de 2013 a las 23:17) dice: Felicitaciones Manpara, excelente relato

katebrown (18 de October de 2022 a las 21:27) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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