Me instalé en esa habitación de hotel con el propósito de almorzarme a una linda sexoservidora y cuando tocaron a la puerta me lleve la sorpresa de mi vida. (Adjunto foto de ella con su madre, mi ex-cuñada y las fotos de la página donde la contacté, además de la que tomé en el acto)
Relato
¿Quién era el más sorprendido de los dos? No lo sé. Afortunadamente supe sobrellevar el impacto de verla ahí parada, frente a mí, justo a la entrada de mi habitación y la hice entrar.
Evité las preguntas obvias: “Y tú, ¿qué haces aquí?” o “¿Por qué estás haciendo esto?” Lo cual ya era bastante evidente.
Llevaba un vestido negro muy entallado que, dado su estatura y complexión, la hacía ver muy delgada. Además acentuaba sus bonitas nalgas y marcadas caderas.
Nos quedamos mirando fijamente el uno al otro. Era evidente que con aquella expresión amenazante en su mirada me quería decir algo como: “Si les dices algo a mis padres yo les cuento que fuiste tú quien me buscó para esto”. Así que actué como convencionalmente haría con cualquier otra sexoservidora.
—Allí está tu dinero —le dije señalándole los billetes que estaban sobre la mesita.
Ella dudó unos segundos pero al ver tal cantidad (le estaba pagando por tres horas) lo tomó.
—Desnúdate —le ordené, en tono neutro.
Aquella chica, que no rebasaba los dieciocho años, se comenzó a desvestir frente a mí. Pese a ello su mirada no perdió su actitud amenazante, como esperando que ante aquella yo me rindiera y le pidiera que parara. Yo, sin embargo, no dije nada y esperé a que cayera la última de sus prendas.
Por primera vez vi a mi sobrina; ya crecidita; desnuda.
Hacía tiempo que no contrataba a una escort. La verdad no había tenido dinero suficiente pero dado que estaba por concluir un trabajo por el que me pagarían una buena cantidad, me propuse a hacerlo. Lo único malo es que aún faltaban un par de semanas para que me lo liquidaran. Yo mientras me moría de ganas por los amables servicios de una sexoservidora.
Durante el tiempo de espera de dicho pago no dudé en entrar a las páginas habituales donde ávidamente repasaba el menú. Por ese momento andaba con ganas de una chica jovencita, de esas que apenas han alcanzado la mayoría de edad. Así que, sacrificando voluptuosidad por juventud, me quedé con tres opciones, ninguna de ellas muy frondosa, pues tenían cuerpos más bien delgados y naturales (sin silicona), pero justamente eso daba idea de que sí eran muy jóvenes, y es lo que yo deseaba. Una chica sin mucho recorrido y prácticamente novata en el ámbito.
Me dispuse a hacer una selección. Me deshice de la primera opción pues, a pesar de que ella prometía una verdadera experiencia tipo “teen-girlfriend” (lo cual ya me tenía muy prendido), según vi en el mismo foro de la página, ella no cumplía lo prometido; además, según algunos de sus clientes, cobraba mucho más que el promedio. La segunda opción, por lo que noté en sus fotos, estaba en exceso maquillada y me dio desconfianza, por lo que al fin sólo quedó una a la cual elegir.
La chica con la que ya se me hacía agua la boca, no sólo por sus fotos (que la mostraban: delgada; pequeña; bien proporcionada, con pechos pequeños pero naturales y de nalgas redonditas y respingadas) sino que, además, por los buenos comentarios que muchos clientes comentaban. Según palabras de sus seguidores, la chica lo entregaba todo en la cama; parecía que, además de hacer esto por dinero, lo hacía también por el gusto de fornicar en sí. Vamos, que por lo que contaban le encantaba coger.
Traté de no dejarme llevar por dichos comentarios y busqué los más objetivos, que, por lo menos, coincidían en que sí era muy joven. En fin, me dispuse a ponerme en contacto con ella vía telefónica pero su celular siempre me mandaba a buzón. Parecía que todo el tiempo estaba ocupada.
Yo, que ya estaba ansioso, reconociendo mi obsesión, y mi incapacidad monetaria para solventarla en ese momento, decidí citarme con mi cuñada (ex-cuñada en realidad, ya hace años que se divorció de mi hermano) pues, además de su plática, confiaba en disfrutar de sus apasionadas carnes que de vez en cuando me brindaba desde hacía tiempo. Como siempre nos vimos en un restaurante cercano a su trabajo.
Durante el almuerzo se desahogo conmigo. Y si bien yo quería que se desahogara pero sexualmente, en ese momento ella lo hizo emocionalmente. Yo ya sabía que tendría que servirle de paño de lágrimas pues aquello, posteriormente, me lo sabría bien recompensar en la cama.
Me platicó que sus hijas cada vez estaban más rebeldes. La menor no dejaba de faltar a la prepa para irse con sus amigos a los conciertos, y la mayor se había salido de la Universidad con la idea de que algún cazador de talentos algún día la descubriría y así, de botepronto, se convertiría en una famosa actriz o modelo, sólo por su bella figura.
Era obvio que al haber sido educadas por mi hermano, un total desobligado, salieran así, pero yo no podía decirle eso a Adriana.
En fin, después del almuerzo nos fuimos a un hotel cercano y allí sí que desahogamos nuestros cuerpos. Ella, aunque se volvió a casar, no le satisface del todo su actual pareja y yo... bueno pues tenía ganas de saciar mis deseos y liberar la tensión como ya he dicho.
No bien entramos al cuarto, yo la agarré de sus rollizas nalgas a dos manos. Sobre aquel pants que vestía, masajee y estrujé sus carnes que se desbordaban de mis palmas. Así, aún con la ropa puesta, nos besamos y acariciamos por largo rato. Dado que ella era jefa en su trabajo, podía llegar a la hora que le placiera, por lo que teníamos tiempo de sobra, así que me dispuse a disfrutar de aquella candente hembra.
Poco después, ella se dirigió a mi entrepierna y bajó el cierre de mi cremallera, hizo a un lado mi calzón y sacó mi tieso miembro para introducirlo en su cálida boca y darme una de sus expertas mamadas. Ella sí que sabía cómo hacerlo.
Mamó y mamó; succionó a diferentes ritmos y me lamió desde los testículos hasta el glande dejándome bien bañado de su saliva. Volteé hacia el espejo y fue inevitable preguntarme (como en otras ocasiones): ¿por qué el pelmazo de mi hermano dejó a una mujer como esa? Y es que, además, lo hizo por una señora sobrada en carnes y pasada en años.
Ahora también miro hacia un espejo, pero esta vez el reflejo que me devuelve es el de un hombre casi de cuarenta años con una jovencita de dieciocho completamente desnuda sobre él, que además es su sobrina.
No puedo creerlo, es como si las facultades de su madre le hubiesen sido heredadas a mi sobrinita que en este momento tengo sentada a horcajadas sobre una de mis piernas al mismo tiempo que me brinda su habilidoso servicio oral.
Sentirla totalmente desnuda sobre mí es una sensación deliciosa, como nunca antes sentí. Puedo percibir la frescura de sus labios vaginales justo encima de mi rodilla y mi pene en el interior de su boquita.
Siendo ahora succionado por una boca más joven pero igual de habilidosa que la de su madre, sé que aquella pericia no sólo proviene de tal legado. Sus habilidades, notablemente desenvueltas, seguro que han sido pulidas por varias sesiones practicando el sexo con amigos o con novios, según intuyo gracias a lo que su mamá me ha confiado (pues ella se ha encontrado condones usados en su habitación).
Bruñendo mi polla firme pero suavemente con una mano, no deja de mamar mientras que con la otra acaricia mis huevos haciéndome leves cosquillas. Sus mejillas se hunden mientras sorbe y absorbe, luego da lengüetazos que apenas rozan mi miembro, justo en la punta del meato urinario. Buena técnica, eso es seguro. Tomo consciencia de que lo que leí en el foro era cierto, la chica es una excelente sexoservidora.
Mientras me sigue dando aquel oral tan intenso pienso en su madre, Adriana (a quien apenas unas semanas me había cogido en aquel otro cuarto de hotel pagado con su propio dinero). Ella ya no es una chavita como cuando la conocí siendo novia de mi hermano, sin embargo, también se mueve rico y con mucha pasión; además, a diferencia de una sexoservidora (como lo es su hija), con ella puedo venirme al natural sin látex de por medio, cosa que hice mientras la tenía de a perrito.
Y es que tenerla en cuatro con ese par de suculentas nalgas chocándose por sí mismas en mi área púbica no tiene paralelo, ni siquiera con su retoño (a quien por cierto coloqué en la misma posición para tener un punto de comparación). Adriana (la mamá) las tiene más de señora, más frondosas (vamos, hay carne de donde agarrar). Alejandra en cambio, ahora que se la estoy metiendo por primera vez, noto que son más macizas pero menos voluminosas; lo cierto es que la chiquilla aprieta bien chingón; además la textura de su piel es muy suave al tacto.
Vuelvo a ver hacia el espejo con la plena consciencia de lo que estoy haciendo, me estoy cogiendo a la hija de mi hermano y me encanta. Sin embargo, no quiero sólo disfrutar del momento, es necesario darle un escarmiento a aquella chiquilla rebelde que a diario le saca canas verdes a su pobre madre. Ya estuvo bueno de ser un buen cliente.
Comienzo dándole unas buenas nalgadas hechas a palma abierta y con toda la fuerza que puedo, ella sorprendentemente no protesta. Le retiro la almohada que mañosamente se había acomodado bajo su vientre con el fin de descansar su cuerpo sobre ella. La tomo de la cinturita de avispa que tiene y le comienzo a dar duro. Aplico todas mis fuerzas de macho cabrío a mis embestidas a tan juvenil trasero, aprovechando que yo estoy firmemente parado sobre el suelo mientras que ella está a mi merced sobre la cama.
La sujeto tan firmemente como puedo para que no se escape ni de uno sólo de mis duros empellones, pues es necesario que esta chica aprenda que ganarse el dinero así también tiene su chiste. No todo son piropos y regalitos.
De repente aquella chiquilla me sorprende al pedirme, mejor dicho ordenarme que me la coja aún más fuerte. Tras un breve momento de admiración, aquella petición suya no hace menos que encenderme y es así que la tomo de las axilas cargando su peso sobre mi cuerpo, cosa que logró gracias a que ella enreda sus piernas con las mías. Sus pies no tocan el suelo, yo la sigo cargando mientras ella me da la espalda y me la sigo cogiendo como ella merece. Pequeña nenita, es una ninfa del sexo.
Cargándola me la llevo hacia un espejo que da de piso a techo. Allí ella apoya ambas manos en él y, sin sacarle el miembro, yo la tomo de sus piernas no dejándole tocar el piso. Me la sigo re-cogiendo al mismo tiempo que nos miramos en el reflejo delante de nosotros.
Es cierto lo que decían, a ella le encanta el sexo. Esto no sólo lo hace por dinero.
Me salgo de ella dejándola de coger sólo para darle la vuelta y así poder verla de frente. Parecería como si fuera la primera vez que la miro. De verdad que es muy bella (es bueno que su rostro no tenga nada del papá pues, sino, me sentiría muy mal y no podría besarla como lo hago ahora). Está deliciosa, es lo único bueno que ha hecho mi hermano en su vida.
Ella relame sus labios como si disfrutara del sabor de nuestras salivas. No sé si es puro “profesionalismo” de su oficio, o si en verdad lo está disfrutando, lo cierto es que me gusta verla así.
La vuelvo a cargar tomándola de su cintura y se la clavo pero ahora frente a frente. Vuelvo a ver hacia el espejo, no puedo creerlo, me estoy dando el gusto de mi vida: me estoy cogiendo a una jovencita que, además, resulta ser de la familia, jajaja. Nunca había soñado con tal perversión, pero en fin.
Casi me hace olvidar mi propósito de darle una lección pero, al verla así, tan menuda, te da la impresión de que la puedes partir en dos y justo es lo que me propongo. Tomándola de sus nalgas comienzo un bombeo intenso a más no poder. Le tengo que enseñar que no todo es miel sobre hojuelas.
Le doy duros empellones dejándosela ir hasta el profundo fondo de su vagina, que por cierto está bien apretadita... hummm... qué delicia.
Cuando la miro a la cara me doy cuenta que lo está disfrutando. Vaya, tal parece que nació para esto, sin duda es su vocación.
La aviento sobre la cama y yo mismo me aviento sobre ella. Tomándola patitas al hombro me sigo cogiendo tan estrecha vagina. «Felicidades Adriana —yo pienso—. Has hecho una mujercita fabulosa en la cama y disfrutable en el sexo».
Después de revolcarnos en la King Size ella se sube sobre mí y me da una de las mejores cogidas que nadie antes me ha dado, ufff es hermoso ya que, gracias a que el espejo está delante, si me incorporo un poco, puedo ver aquellas preciosas nalgas suyas entre las que resbala mi pene por en medio.
Aprovecho que mi celular está en el buró cercano y lo tomo. Gracias a él tomo una foto de ese par de suculentas nalgas y, en sí, de nuestra cópula. Sé que es peligroso guardar una prueba de ello pero no podía dejar pasar la oportunidad de un recuerdo de ese encuentro.
Al contemplar dicha imagen no puedo más y me vengo, deliciosamente por cierto, esta hembra es sin duda una de las mejores sexoservidoras con las que tenido el gusto de estar.
Tras un breve descanso nos bañamos y, después de relajarnos, continuamos con nuestro encuentro de sexos. Al final fue ella quien me dio una lección, la chiquilla encontró su verdadera vocación y yo no soy quien para negarlo.
A partir de ese momento ya no pude ver a mi sobrino como tal, sino ya lo veía como un hombre que deseaba cogerme sin control, a cada oportunidad que mi sobrino tenia lo aprovechaba para ver mi cuerpo, esto era cuando me cambiaba, bañaba, entre muchos otros momentos que tenia para verme y lo más lascivo era que yo no hacía nada para evitar que me viera, al contrario cada vez que me bañaba dejaba la puerta abierta para que me viera y así en la ducha con la certeza que me estaba viendo yo hacía movimientos sensuales e incluso con el pretexto de lavarme mi zona intima yo me la tocaba con tanta sensualidad que sin duda sabia que él tenía su pene bien erecto desde donde estaba viéndome.
Relato erótico enviado por putita golosa el 27 de July de 2010 a las 23:14:27 - Relato porno leído 309837 veces
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Cangreburguito
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Comentarios enviados para este relato
katebrown
(18 de October de 2022 a las 20:34) dice:
SEX? GOODGIRLS.CF
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