Bueno algo parecido nos ha sucedido, a mi esposo Ernesto y a mí.
Relato
El cuento trata de un matrimonio, en el que la esposa le pide al esposo que haga ciertas reparaciones en la casa, y el esposo lo único que le responde a ella, es que, él no es ni electricista, ni carpintero, y mucho menos albañil. Además le dice. Ubícate mujer, ubícate.
El esposo se va a trabajar, y al regresar a la noche a casa, encuentra todo arreglado, y le pregunta a su esposa que sucedió. Ella le responde, con una picara sonrisa, que conoció al nuevo vecino y él, realizo todos los arreglos, y al preguntar el esposo cuanto le cobró, la mujer le respondió, que nada.
Que él vecino le dio a escoger, entre prepararle un buen biscocho, o acostarse con él. El marido bien contento le dice a su mujer que desea probar el biscocho, y ella dando la impresión de que está confundida, le pregunta, de que biscocho tú me hablas.
Y él inocente esposo le responde, bueno el que le debiste haberle preparado al nuevo vecino. A lo que la mujer le respondió, de manera bien seductora. Y quien te dijo que yo era repostera. Ubícate mi amor, ubícate…
Bueno algo similar no ha sucedido a Ernesto y a mí, como ya les dije. Resulta que en la casa se tapó el lava platos, porque los hijitos de Ernesto, cuando nos vienen a visitar los fines de semana, en lugar de retirar la comida que sobra, y depositarla en la basura. Dejan los platos aun bastante llenos de comida, dentro del lavaplatos, les echan agua, y en consecuencia se tapa el lava platos. Otra de las cosas que acostumbran hacer sus hijitos, es tirar las puertas con fuerza, y eso ha hecho que más de una se descuadre. Cosa que si fueran niños pequeños yo las soportaría, pero se trata de un par de jóvenes, de cómo unos dieciocho y diecinueve años de edad.
Que se supone que sepan lo que hacen. Pero que además no pierden oportunidad de tratar de ligarme, cuando me baño, o cambio de ropa. Aparte que cuando están conectados a Internet, solo entran en páginas donde únicamente salen mujeres desnudas. Cosa que por lo visto a Ernesto no le incomoda para nada, ya que cuando se lo he mencionado, lo único que me dice es, bueno que quieres que hagan, que se pongan a ver machos…
Bueno después de cansarme de pedirle a Ernesto que hiciera las reparaciones, y que él constantemente me decía que me encargase de eso, que él tenía mucho trabajo en el banco, y no tenía tiempo para dedicarse a buscar quien lo hiciera, pero encima de eso cuando le pedía que me dejase el dinero, lo único que me respondía, era. El que yo sea gerente del banco, no significa que tengo dinero, encárgate de resolver eso, y después hablamos.
Como yo tengo mi propia tienda de regalos, y a menudo conozco a distintas personas. Por casualidad recientemente entró un vecino nuestro de nombre Esteban, buscando un regalo para su madre, un hombre como de mi edad, muy simpático, de trato muy fino, que resulta que además de ser decorador de interiores, me enteré que realiza personalmente, la mayoría de los arreglos que le encargan.
Cuando le consulté cuanto me costaría el realizar esos arreglos, él me dijo que primero debía ver la magnitud del daño, y después podríamos llegar a un acuerdo en que los dos nos beneficiáramos. En la noche se lo comenté a mi esposo, y de manera burlona me insinuó que Esteban era homosexual, y si no lo era le faltaba muy poco para serlo. La verdad es que Esteban es sumamente fino al hablar y sus modales son algo delicados, pero había algo en su manera de verme, que me hacía dudar, que lo que mi esposo decía fuera cierto.
Al siguiente día Esteban llegó a casa bien temprano, justo cuando Ernesto iba saliendo, quien no dejo de hacerme señas de que Esteban era loca. Yo aun me encontraba con mi bata de casa, y tras un cordial saludo, y un fugaz beso en la mejilla, me pidió que lo llevase a darle un vistazo al desagüe del lavaplatos, y revisar las puertas descuadradas, me dijo a manera de broma. Bueno después de que termine con este trabajo, con lo que me gane, me puedo retirar por el resto de mi vida.
Sin más ni más, me pidió permiso para quitarse la camisa, y tras hacerlo, se dedicó a destapar la cañería. La cosa que a medida que Esteban estuvo trabajando yo me fui fijando en su llamativo cuerpo, y a la vez de la manera en que ocasionalmente se fijaba en mi persona, aunque la bata que yo cargaba es algo corta, a la vez es bastante discreta, si así la quiero usar.
Yo que aun dudaba que lo que mi esposo me había dicho sobre Esteban fuera cierto, como para salir de dudas, mientras que él comenzó a trabajar bajo el lavaplatos, se me ocurrió, hacerle una pequeña travesura, por lo que fui a mi habitación, y rápidamente me quité las pantis, y el sostén por lo que sin mucho esfuerzo se podía dar cuenta cualquiera que bajo mi corta bata no carga nada puesto. Luego me arreglé el cabello y de inmediato baje a la cocina.
Al llegar Esteban se encontraba de lo más concentrado en su trabajo bajo el lavaplatos, pero al yo quedarme de pie a su lado y decirle que si necesitaba algún tipo de ayuda no dudase en pedírmela. De seguro se dio cuenta rápidamente que yo no estaba usando nada bajo mi corta bata.
Ya que en repetidas ocasiones me pidió un sin número de piezas, que seguramente no le estaban haciendo la menor falta, en esos momentos, pero le permitía ver mi descubierto coño con gran facilidad, ya que al buscar en su caja de herramientas me inclinaba hacia adelante, al tiempo que le daba la espalda a Esteban. Yo por mi parte, me di cuenta de cómo el bulto entre sus piernas fue creciendo, aunque él discretamente se las arreglo, para que no le estorbasen, metiendo su mano dentro del pantalón. Lo que me llevó a la conclusión de que Esteban podía ser cualquier otra cosa menos gay.
Satisfecha mi curiosidad, en parte, me pare justo frente a él, y tomando en cuenta lo que mi marido me había dicho, de que me encargase de resolver eso, y como no me había proporcionado nada de dinero, decidí por primera vez en mi vida ser creativa en cuanto a la manera de pagar mis deudas. Ya en una serie de ocasiones le he sido infiel a Ernesto, pero la mayoría de las veces, ha sido por su inatención a mi persona, y mis necesidades más íntimas. Así que seguí buscándole conversación a mi vecino, por lo que buscando apoyo contra el borde del lavaplatos, dejé que mi bata se abriese ligeramente, al tiempo que comencé a decirle que debía confesarle algo.
Yo estaba bien segura que Esteban, después de que me escuchó, se medio sentó bajo el lavaplatos, con su mirada bien fija en mi descubierto coño, puso atención a lo que yo le iba a decir. Por lo que en un tono, lastimeramente seductor, le dije. Esteban lo que quiero confesarte es, que no tengo nada de dinero para pagarte, pero no te vayas a molestar conmigo, que yo estoy bien dispuesta hacer lo que a ti se te ocurra, para poder cancelar en parte mi deuda.
Aunque no le podía ver su rostro, me imaginé que a él eso, no lo había agarrado de sorpresa. Pero al mismo tiempo fui retrocediendo, y cual si fuera una nena pequeña, agarré el borde inferior de mi bata, y a medida que le fui hablando, la fui enrollando nerviosamente entre mis manos. A la vez que fui poniendo cara de nena traviesa.
Esteban se levantó, y acercándoseme lentamente, extendió sus brazos alrededor de mi cuerpo, al tiempo que me dijo. No te preocupes, que tanto tú como yo sabemos cómo ambos podemos solucionar este pequeño inconveniente. El sentirme sujetada entre sus brazos, me dio una sensación de completa seguridad, así que hice algo que jamás había hecho en mi vida, y fue encaminarnos a mi propio dormitorio, donde ya frente a mi cama, nos comenzamos a besar de manera lujuriosa.
En otras ocasiones que le he sido infiel a Ernesto, jamás se me había ocurrido llevar a mi amante a nuestro propio dormitorio y menos acostarme con él en la misma cama en la que me acuesto con mi esposo. Pero en el caso de Esteban era algo completamente diferente, ya que a medida que nos fuimos besando, mi pequeña bata, yo misma me las quité sin mucho esfuerzo, al mismo tiempo que Esteban se deshizo de sus pantalones, y para mi sorpresa no llevaba más nada bajo ellos.
Era tanta la excitación que ambos sentíamos, en ese instante, que ni atención le pusimos a la ventana que se encontraba abierta de par en par. Ya completamente desnuda, Esteban me condujo a la cama, y a medida que me continuó besando por todo mi cuerpo, su rostro poco a poco fue bajando primero hasta mis senos, para luego continuar hasta mi ombligo, y luego de sabrosamente pasarme su lengua por mis pezones, y mi ombligo dirigió su rostro al centro de mis piernas, las que separó delicadamente, y sentí como su sabrosa lengua jugaba con mi clítoris, chupándomelo, y mordisqueándolo, al punto que me hizo disfrutar de un ardiente, temprano y sabroso orgasmo, como nunca antes lo había disfrutado en los brazos de mi esposo, que es de los que piensa que hacerle eso a una mujer, es algo sumamente asqueroso, sobre todo si está por venirle la regla.
Yo cuando sentí que Esteban continuaba mamando y mamando mi coño, no pude menos que dirigir mi rostro directamente a su verga, que en esos momentos al verla en todo su esplendor, la comparé con la de mi cornudo y bien coronado esposo, la que a la sazón resultó ser muy inferior en todos los aspectos. Por un largo mutuamente nos prodigamos, chupadas, lamidas, mamadas, y deliciosos mordiscos. Hasta que Esteban separando su cara de mi coño me dijo que deseaba penetrarme. Por lo que yo simplemente separé mis piernas, al tiempo que me recosté boca arriba sobre la cama, y vi como él se fue acercando a mí, con su erecto miembro entre sus dedos.
A medida que Esteban comenzó a penetrarme, por lo sensible que tenía mi vulva en esos momentos, el placer que disfruté fue bien grande. Por un largo rato estuvimos manteniendo sexo de esa manera, hasta que él sacando su miembro de mi ardiente coño, me propuso que cambiásemos de posición.
Yo estaba a su completo antojo, y le hice saber que lo que él quisiera yo lo haría, Esteban me colocó boca abajo y nuevamente me enterró su sabroso y viril miembro, dentro de mi mojado coño, pero colocándose tras de mí, y sujetándome fuertemente con sus brazos, al mismo tiempo que una de sus manos se aferró a mi clítoris, sin dejar de meter y sacar su ardiente verga de mi cuerpo.
Gran parte del resto de la mañana, Esteban y yo disfrutamos mutuamente el uno del otro, cambiando de posición, y en ocasiones manteniendo sexo oral. Yo perdí la cuenta, del gran número de orgasmos que Esteban me hizo disfrutar. Ya en la ducha, mientras aun manteníamos sexo, y nos duchábamos, fui yo la que le dije, que apenas con todo lo que habíamos hecho, no alcanzaba a pagarle el trabajo de destape completo. Esteban riéndose me respondió, espera que te pase la cuenta por las tres puertas que te voy a cepillar.
Cuando regresó mi esposo, desde luego que no le dije nada de la manera, en que yo creativamente había decidido pagarle a nuestro vecino. Pero gracias a su visita a mi casa, nos hemos dado cuenta de que aparte de las puertas que necesitaban ser reparadas, hay un par de ventanas que no cierran bien, claro que cuando se lo comenté a Ernesto mi esposo, el me salió con el mismo cuento, por lo que yo sigo usando mi creatividad para poder pagarle a Esteban todos sus esfuerzos.
Ambos iniciamos a besarnos con toda pasión, con aun más pasión que la primera vez, mientras nos besamos Armando comenzó a tocarme mi zona intima debajo la falda de mi vestido y como consecuencia a esto de inmediato me moje toda, ¡Quiero hacerte el amor! Me dijo suavemente al oído, -Lo sé y también quiero- le conteste.
Relato erótico enviado por putita golosa el 29 de August de 2010 a las 23:31:22 - Relato porno leído 515281 veces