mi cuñada que me devolvió con su mirada más cariñosa un beso al aire y un guiño de ojo.
Relato
Cuando la sorpresa me dejo reaccionar, pensé lo más rápido que pude. Lo tenía todo recogido y preparado y me había costado eliminar las huellas de la noche anterior, no podía repetirlo. Por otro lado, aunque me había encantado todo lo que había pasado, no quería que aquello fuera a más. No estaba dispuesto a poner en peligro mi matrimonio. No quería convertirme en al amante de nadie y, menos que nadie, de mi cuñada.
- Mira A. esto no puede ser, no es por ti, es por mí, es por tu hermana, quiero seguir compartiendo mi vida con ella y no puedo traicionarla de esta manera. Ahora vamos a salir, te invito a cenar y a lo que surja, pero aquí volveré yo sólo, a dormir.
Mirando el rostro de mi cuñada expresando una decepción para la que no tenía palabras decidí lo que tenía que hacer. No podía dejarla así, despechada, no hay nada más peligroso que una mujer ofendida, y me tenía a su merced, tenía mi matrimonio agarrado por los huevos de su silencio. Tenía que conseguir satisfacerla y que su satisfacción, sin ser yo, me la debiera a mí, y sería yo quien tuviese mucho más que callar que ella.
Mi cuñada, a sus 42 años se conserva bastante bien gracias a su vida sana, no fuma ni bebe ni sale de fiestas, sólo trabaja y cuida y juega y hace deporte con sus hijos y sobrinos, lo que le proporciona una buena figura, añadida a los buenos pechos y culo respingón que la naturaleza le concedió tanto a ella como a su hermana. Pero estéticamente las dos hermanas son totalmente opuestas, todo lo que mi mujer procura arreglarse, yendo a la peluquería, poniéndose ropa que le siente lo mejor posible incluso luciendo buenos escotes, mi cuñada no, es un auténtico desastre, su pelo moreno, corto y liso no va nunca a la peluquería, no se pinta ni maquilla nunca y siempre viste pantalones y ropa ancha que tapa sus formas, preferiblemente informal o deportiva, nunca faldas ni vestidos y nunca escotes. Decidí empezar por cambiar aquello, al menos aquella noche.
Eran las 9 y los centros comerciales cierran a las 10, así, sin darle opción a opinar ni darle explicaciones, cogí el coche y fuimos a un centro comercial, la dejé en la peluquería para que, además del pelo, la maquillaran y le hicieran la manicura, mientras yo me fui a comprarle ropa. Le compré tres faldas a mitad del muslo y una vaquera mini, cuatro blusas y dos vestidos ajustados cortos de falda y amplios de escote, además de cuatro juegos de tanga y sujetador, telas de encaje y diseño sexy de los que permiten lucir escote. Nada de medias, era agosto. Llegué justo cuando la terminaban y con el tiempo justo para llevarla a la zapatería y comprarle unos zapatos que, sin tener demasiado tacón, sí que tenían bastante más que el calzado plano que siempre usa. Pasamos a los servicios, se probó la ropa y se dejó puesto el vestido que más me gustó, totalmente ajustado al cuerpo, con la falda bastante corta y un generoso escote que parecía hecho a medida del sujetador y que la hacía lucir espectacular.
Fuimos a cenar a uno de los mejores restaurantes de la ciudad, nos colocaron en una mesa en un rincón, con música romántica, velas y flores en la mesa y poca luz. Sólo después de haber pedido, mi cuñada, que había estado toda la noche bastante mohína, dejándose hacer sin decir prácticamente nada, sólo escuetamente lo imprescindible, mirándome casi con odio, me dijo:
- No sé qué estás haciendo ni qué quieres, pero nada de esto va conmigo. Me he entregado a ti en cuerpo y alma sólo quería otra noche contigo. No sé de qué vas.
- Tranquila A., relájate y disfruta. Sólo quiero hacerte feliz. Querías una noche conmigo y conmigo estás, pero te voy a dar mucho más.
La cena, el vino, el ambiente del restaurante, mi conversación amable y mis gestos cariñosos relajaron su crispación. Al salir del restaurante me paré a observarla y no pude reprimir una expresión de asombro, casi no la reconocía, lucía espectacularmente sexy. Nos acercamos a una máquina expendedora y saqué preservativos.
- ¿para qué queremos eso, si tú no usas?- Me preguntó.
- Yo no uso, pero tú sí que los vas a necesitar- le contesté, notando que la crispación volvía a su cara, pero no dijo nada, sólo me cogió de la mano y me dejó que la llevase donde quisiera.
Y quise llevarla a un disco-pub en el que esperaba encontrarme con mi amigo E. divorciado, noctámbulo y mujeriego empedernido. Con el pondría en marcha la fase definitiva del plan que había trazado para mi cuñada.
E., típico tío bueno guaperas, que siempre ha tenido un éxito tremendo con las mujeres, sin embargo tuvo la mala suerte de elegir para casarse una tonta, experiencia que le dejó traumatizado, desde el divorcio se niego rotundamente a volver a mantener ninguna relación sentimental por eso, aunque podría follar cuando quisiera con la que quisiese, se ha impuesto la exigencia de nunca follar él sólo con ninguna mujer, sólo folla, como mínimo, en tríos. Al veme, con evidente asombro exclamó:
-¡Cóño J. cómo tu por aquí? Y ¿quién es este pibón que traes … ¡no jodas que es tu cuñada! (mi cuñada A y mi amigo E. habían coincidido en alguna ocasión, pero no habían tenido nunca ningún trato)
- Si. Mi cuñada A. sabes que está casada pero ya te digo yo que más le valdría no estarlo (dije sin pensar pero en cuanto pensé lo que había dicho, me alegré de haberlo dicho). Resulta que esta preciosidad conoció el sexo de verdad con un hombre anoche, y esta noche venimos a que conozca mucho más.
- Pues esa es mi especialidad –dijo E. con su sonrisa más seductora- vamos a hacer feliz a esta preciosidad.
A mi cuñada se le salían los ojos de las órbitas, yo pensaba que se le iban a saltar las lentillas, por un momento temí por su reacción, pero mi amigo E., experto amante/bandido, controló rápidamente la situación, con su mirada más seductora dominó sus ojos al mismo tiempo que, cogiendo sus manos con extremada delicadeza, le habló con palabras que parecían caricias
- Tranquila A. tu cuñao es muy bueno pero muy bruto, pero tu relájate. Esta noche te vamos a llevar al cielo que te mereces.
Hablamos, bebimos (sin pasarnos), bailamos, bailamos mucho, sueltos y agarrados, en pareja y en trío, incluso en cuarteto cuando un amigo de E. compañero habitual de sus fiestas, llegó y se unió a nuestro grupo. Mi cuñada cada vez más suelta y relajada fue tomando confianza con todos y empezó a disfrutar la sensación de ser el centro de atención y deseo de todos. En un momento de parón de baile me pidió que la acompañase al servicio, al llegar, se me abrazó obsequiándome con un intenso morreo, cuando separamos los labios, mirándome fijamente a los ojos y sin dejar de abrazarme dijo:
- No sé si acabaré follando con estos o con alguno de ellos, pero esto es sólo para ti. Gracias J. muchas gracias, nadie nunca ha hecho por mi lo que tu. Aunque no quieras, te quiero.
Me limité a sonreir, no quise decir nada, temía que cualquier cosa que dijese estropease la noche.
Cuando salimos del pub, mi cuñada iba abrazada en medio de de E. y de su amigo, ella los cogía de la cintura mientras E, llevaba su brazo sobre los hombros de ella y su amigo la abrazaba por la espalda, llevando su mano, casualmente, a la altura de su pecho. Yo decidí ir apartándome discretamente y cuando decidieron ir a la casa de E. a “tomar la última”, alegué que al día siguiente tenía que madrugar y que viajaba, para retirarme. Al despedirme, di un cachete en el culo a mi cuñada que me devolvió con su mirada más cariñosa un beso al aire y un guiño de ojo.
Ambos iniciamos a besarnos con toda pasión, con aun más pasión que la primera vez, mientras nos besamos Armando comenzó a tocarme mi zona intima debajo la falda de mi vestido y como consecuencia a esto de inmediato me moje toda, ¡Quiero hacerte el amor! Me dijo suavemente al oído, -Lo sé y también quiero- le conteste.
Relato erótico enviado por putita golosa el 29 de August de 2010 a las 23:31:22 - Relato porno leído 513584 veces