Categorias

Relatos Eróticos

Ultimas fotos

Photo
Enviada por narrador

Photo
Enviada por ELCASUAL

Photo
Enviada por rodolfosalinas


 

Consolando al amigo de mí marido…

Relato enviado por : narrador el 24/06/2011. Lecturas: 76441

etiquetas relato Consolando al amigo de mí marido…   Infidelidades .
Descargar en pdf Descarga el relato en pdf
Resumen
Cuando Ernesto mi esposo trajo a su amigo Ignacio a casa, y discretamente me contó que su mujer lo había abandonado, me sentí tan mal por el pobre Ignacio, que casi me pongo a llorar, pensaran que soy algo exagerada, pero es que Ignacio a diferencia del resto de los amigotes de Ernesto, en esos momentos yo pensaba que era el mejor marido del mundo, además nunca me había dirigido una mirada indiscreta, a diferencia del resto de los amigos de mi marido, que prácticamente en más de una ocasión me han desnudado con la mirada.



Relato
En fin yo tenía en muy alta estima a Ignacio, y no comprendía porque Irene su mujer lo había abandonado. Ernesto me pidió que le diera apoyo, ya que él ni idea tenía de lo que le debía decir a su amigo, a no ser que no fuera, recordarle que al igual que el resto de los amigos de Ignacio, Ernesto le advirtió sobre las correrías de Irene, pero Ernesto no les hizo el menor caso, hasta que ya fue muy tarde.

Por la misma situación, mi esposo prácticamente obligó que Ignacio se quedase en casa, por unos pocos días, mientras se le pasaba el duro golpe que recién y había recibido. Al día siguiente de la llegada de Ignacio, me levanté temprano como de costumbre, únicamente con mi transparente camisola de dormir, y no fue hasta que me encontré de frente a Ignacio, en el pasillo que conduce al baño, que me acordé de la presencia de él en nuestra casa. Aunque él de manera muy caballerosa, y elegante, pretendió no haberme visto, al tiempo que dándome la espalda de inmediato, se disculpó conmigo retirándose a su habitación.

Yo la verdad es que me sentí tan avergonzada, por mi pobre juicio, al no acordarme de su presencia y andar prácticamente desnuda por la casa. Yo desde luego no le comenté nada a Ernesto, y entiendo que Ignacio como todo un caballero, fue bien discreto con lo relacionado a ese pequeño incidente, lo que en el fondo hizo crecer más mi admiración, y lastima por la situación que él estaba pasando.

Ese día después de que les preparé el desayuno, Ernesto de inmediato recogió su maletín, y tras despedirse de su amigo y decirle que se sintiera como en su casa, se me acercó a mí, me tomó de la mano y lo acompañe hasta la puerta principal de nuestra casa, donde se despidió de mi, dándome uno de esos besos que me llegan hasta el tuétano, para luego decirme, acuérdate que el pobre, refiriéndose a su amigo, necesita mucho apoyo, tras lo cual me volvió a besar y se marchó para nuestro restaurante a trabajar.

Yo realmente no se me ocurría que decirle al pobre de Ignacio, así que me puse a limpiar un poco la sala a ver que se me ocurría. A los pocos minutos llegó él, tomó asiento en el sofá, y de momento que se puso a llorar. No sé si ustedes sientan lo mismo en una situación como esa, pero me dio un pesar tan grande, que dejando mi escoba, me senté a su lado, y procuré calmarlo, pero más lloraba Ignacio, así que lo rodee con mis brazos, y procuré calmarlo mientras que lo continuaba abrazando.

A los pocos segundos de haberlo abrazado, Ignacio, procuró separarse de mí, diciéndome. Eso mismo era lo que hacía Irene cuando me sentía mal, yo obviando lo dicho le volví abrazar, y nuevamente Ignacio separo su cuerpo del mío, diciéndome. Perdona pero Irene y tu son tan semejantes, y parecidas físicamente, que hasta me imagino oler su perfume en estos instantes. Yo de inmediato volviéndolo abrazar, le dije. Es porque tu ex mujer y yo usamos la misma marca y tipo de perfume.

Yo mientras lo abrazaba, sentí su rostro contra el mío, y accidentalmente una de sus manos se posó sobre una de las mía, lo que en parte me hizo sentir algo rara, al tiempo que le repetía una y otra vez, si quieres llorar sigue llorando, haz lo que te haga sentir mejor, yo sin dejar de abrazarlo, sentí su respiración contra la piel de mi rostro, y como su mano apretaba la mía cariñosamente. Fue cuando sentí ligeramente contra mi cuello sus labios, y un tímido beso que rosó mi piel. Nuevamente le dije, haz lo que te haga sentir mejor, y casi de inmediato volví a sentir como se posaron sus cálidos labios contra la piel de mi cuello. Ignacio continuó rozando sus labios contra mi piel, y lentamente fue pasando del cuello a mis mejillas, y de estas a mis labios. Yo se que quizás debí detenerlo, pero se sentía tan compungido, que en lugar de esos, lo continué abrazando intensamente, y besándolo que a los pocos segundos, me sentía sumamente rara, por no decir excitada. Ocasionalmente le repetía yo, cálmate que todo esto pasará, pero de inmediato le volvía a ofrecer mis labios, y dejaba que sus manos comenzaran a recorrer todo mi cuerpo. Mientras que Ignacio, cuando no continuaba besándome, me volvía a decir. Así mismo me besaba Irene, y yo la continuaba besando intensamente, hasta que ella de manera picara me comenzaba a soltar los botones de mi camisa mientras que yo me las arreglaba para soltarle el lazo del vestido, desabotonar, ayudarla a quitarse la blusa.

Ya en esos instantes sentí un tremendo calentón entre mis piernas, además la idea de hacer que Ignacio se sintiera mejor, comenzó a bullir en mi cabeza. Por lo que sin tomar en cuenta las consecuencias, comencé a quitarle los botones de su camisa. Desde un principio sabía que actuaba mal, pero mi interés en que Ignacio se sintiera mejor, fue mayor que mi sentido común. Por lo que cuando él comenzó a su vez a desabotonar mi blusa, yo le dejé continuar al tiempo que nuevamente me volvía a besar intensamente.

Pero de momento se volvió a detener y me dijo bastante avergonzado. No puedo continuar Ernesto y tú, son mis mejores amigos. Al decirme eso, de inmediato le respondí, Ernesto no se tiene que enterar de nada, esto es entre tú y yo, en ese mismo instante caí en cuenta de que yo, deseaba algo más que hacer que Ignacio se sintiera mejor. Y volviendo a besar a Ignacio, solté la correa de su pantalón y de inmediato yo misma solté el broche de mi falda, dejándola deslizar hasta el piso de la sala.

Como una desesperada, terminé de quitarme las pantis y el sostén quedando completamente desnuda ante los ojos de Ignacio, fue cuando noté en sus ojos una luz o un brillo especial, aunque su boca me llegase nombrar nuevamente a Ernesto, yo sabía cómo íbamos a terminar, por lo que nuevamente lo besé, abrazándolo con todas mis fuerzas, mis senos se aplastaron contra su pecho, y de momento sentí una de sus manos que raídamente se deslizó de una de mis rodillas, hasta mi coño. En ese mismo instante supe que no había vuelta atrás, así que abrí mis piernas y su mano se enterró por completo dentro de mi vulva.

Nos continuamos besando intensamente, sus manos acariciaban todo mi cuerpo, mis senos mis muslos, mi rostro, mientras que yo con una habilidad que ignoraba que tenía en mis manos hasta esos momentos, bajé la cremallera de su pantalón, y extraje de su interior, su erecto y cálido miembro. Aunque ocasionalmente mi marido me ha solicitado que le dé una que otra mamada, y ocasionalmente lo he complacido, por aquello de que no salga a buscar fuera lo que no se le da en casa. Cuando tuve el miembro de Ignacio entre mis dedos, lo que me provocó hacer de inmediato fue hacerle eso. Por lo que me arrodille frente a él separé ligeramente sus piernas, y agarrando suavemente su miembro, lenta y suavemente comencé a chupárselo. Al principio, Ignacio colocó sus manos sobre mi cabeza, pero luego las deslizó sobre mi espalda, y a los pocos segundos me detuvo.

Se levantó del sofá, se bajó los pantalones, y se me fue encima. Mi coño estaba más que lubricado, así que cuando su verga comenzó a penetrarme se deslizó totalmente dentro de mí. Casi de inmediato la comparé con la de mi marido, pero aun no había terminado de penetrarme cuando yo ya estaba gimiendo de placer, nuestros labios se volvieron a unir una y otra vez, su lengua exploró toda mi boca, sus manos acariciaban y me apretaban con fuerza contra su cuerpo, al tiempo que su verga entraba y salía una y otra vez de mi ardiente y mojado coño.

En mi vida me había sentido con tantas ganas como en esos momentos, yo movía incesantemente mis caderas, e Ignacio no dejaba de penetrarme divinamente, haciendo que para mi propia sorpresa, de manera extraordinaria disfrutase de un sinfín de múltiples orgasmos.

Por un largo rato nos quedamos tendidos sobre el sofá, hasta que Ignacio, poniéndose de pie, se levantó lentamente sin dejar de observarme de pies a cabeza, y como que de repente le entró un sentimiento de vergüenza, ya que súbitamente se subió el pantalón, y sin decir nada, dio media vuelta y se retiró a su habitación, mientras que yo me quedé extasiada, con mis piernas bien abiertas, tirada sobre el sofá, agradeciéndole desde el fondo de mi corazón lo mucho que me hizo disfrutar. Después de un buen rato me levanté, recogí mi ropa, y sin ponerme nada encima fui a darme una buena ducha y lavar mi coño. Lo interesante es que en ningún momento dejé de pensar en Ignacio, no es que me hubiera enamorado de él, no solo deseaba volver acostarme con Ignacio, y sobre todo que mi marido no se enterase. Por lo que después de secarme, tal y como me encontraba, me dirigí a su habitación.

Ignacio al verme se quedó sin moverse, yo me acerqué a la cama, y lo ayudé a terminar de desnudarse, y sin que él me dijera nada, nuevamente me dediqué a mamar su verga, por un corto instante. La que a los pocos segundos ya estaba bien dura y caliente. Algo que se que a mi marido le encanta, y me supongo que a muchos otros hombres también son mis nalgas, por lo que aun y a riesgo de que Ignacio me rechazase, como dicen se las ofrecí en bandeja de plata. Al acostarme a su lado de espaldas a él, después de estar nuevamente besándonos intensamente y dejando que sus manos acariciaran hasta los más íntimos espacios de mi cuerpo.

Cuando sentí su duro y cálido miembro, deslizándose entre la raja de mis nalgas supe que había logrado mi objetivo, y a los pocos segundos, Ignacio comenzó a penetrarme por el culo. Aunque las lágrimas se me salieron, una vez que lo tuve todo dentro, comencé a mover mis nalgas, y él a sacar y meter su verga una y otra vez, al tiempo que una de sus manos se enterró dentro de mi coño. Yo sabía de sobra que le estábamos jugando sucio a mi marido, sobre todo porque en muy pocas ocasiones, lo he dejado que me dé por el culo, a pesar de lo mucho que le encanta hacérmelo así. Aparte de que como ya saben Ignacio es su mejor amigo, y yo su infiel esposa.

Hoy en día Ignacio y yo somos amantes, Ernesto ignora todo desde luego, y aunque Irene eventualmente regresó con Ignacio, este sencillamente la botó de su casa.


Otros relatos eroticos Infidelidades

mi compadre me dejo embarazada

Categoria: Infidelidades
Ambos iniciamos a besarnos con toda pasión, con aun más pasión que la primera vez, mientras nos besamos Armando comenzó a tocarme mi zona intima debajo la falda de mi vestido y como consecuencia a esto de inmediato me moje toda, ¡Quiero hacerte el amor! Me dijo suavemente al oído, -Lo sé y también quiero- le conteste.
Relato erótico enviado por putita golosa el 29 de August de 2010 a las 23:31:22 - Relato porno leído 515333 veces

todo por mi hijo

Categoria: Infidelidades
Una madre es capaz de todo por sus hijos, aunque eso conlleve serle infiel a su marido.
Relato erótico enviado por Anonymous el 12 de July de 2009 a las 22:03:27 - Relato porno leído 443971 veces

como me cogi a mi suegra 6

Categoria: Infidelidades
Después de cogermela en secreto, mi mujer me propuso a mi suegra:
Relato erótico enviado por Investigador el 14 de February de 2006 a las 09:24:31 - Relato porno leído 313091 veces
Me coji a Sol la mujer de mi primo, ella tiene 33 años y yo 22, por fin hice realidad mi sueño de follarla en mi propia casa.
Relato erótico enviado por Anonymous el 20 de September de 2012 a las 00:19:51 - Relato porno leído 303245 veces

putas casadas

Categoria: Infidelidades
Relato casi en su totalidad real que demuestra que toda mujer casada es una puta sumisa en potencia
Relato erótico enviado por morboso sadico el 29 de July de 2009 a las 18:09:16 - Relato porno leído 301102 veces
Si te ha gustado Consolando al amigo de mí marido… vótalo y deja tus comentarios ya que esto anima a los escritores a seguir publicando sus obras.

Por eso dedica 30 segundos a valorar Consolando al amigo de mí marido…. narrador te lo agradecerá.


Comentarios enviados para este relato
maquinasex (6 de July de 2011 a las 14:53) dice: WUAOOOOO BUENO SIEMPRE SE A DICHO QUE LA CARNE ES DEBIL AMOR POR ESO SOY DE LOS QUE DIGO QUE LOS AMIGOS NO HAY QUE LLEVARLOS A LA CASA ... OJALA Y ME PUEDAS CONSOLAR AMOR ?? PINOCHOYEPETA@HOTMAIL.COM

gatofeo (25 de June de 2011 a las 07:43) dice: exelente tu relato corazon me gustaria contactarte mi correo elperico325@hotmail cuidate bye besitos...

TIM_DRAKE11 (24 de June de 2011 a las 20:55) dice: LA VERDAD ES UN BUEN RELATO DE INFIDELIDAD, Y AUNQUE A MUCHOS NOS PONDRA A MEDITAR A OTROS SENCILLAMENTE LES DARA LA IDEA DE COMO HACERLE JAJAJ... EXCITANTE Y BUEN RELATO

antiguo59 (24 de June de 2011 a las 03:00) dice: Esun buen relato

katebrown (18 de October de 2022 a las 22:11) dice: SEX? GOODGIRLS.CF

katebrown (18 de October de 2022 a las 19:35) dice: SEX? GOODGIRLS.CF

vihu (15 de July de 2011 a las 01:52) dice: ok.cosita rica dejame tu msn o algun numero para contactarme contigo,me gustaria follarte y poder chuparte tu rico culo y poder meterte mi verga y asi hacerte gozar mas cosita rica,espero tu respsta cosita rica,victor hugo


Registrate y se el primero en realizar un comentario sobre el relato Consolando al amigo de mí marido….
Vota el relato el relato "Consolando al amigo de mí marido…" o agrégalo a tus favoritos
Votos del Relato

Puntuación Promedio: 3
votos: 1

No puedes votar porque no estás registrado