Esas fueron las últimas palabras, que logré escuchar a uno de mis agresores, antes de que se marchasen.
Relato
Yo había regresado de mi trabajo, y como de costumbre, apenas entré a mi casa, comencé a quitarme el vestido, para darme una refrescante ducha. Ya había salido de la ducha, y había comenzado a secarme, cuando sentí que el timbre de la puerta sonaba insistentemente, yo de inmediato pensé que se trataba de Irma mi vecina, y amiga, que acostumbraba venir a visitarme, apenas llegaba yo del trabajo. Además como el timbre de la puerta sonó de la misma manera, supuse que era ella.
Debido a la confianza que nos tenemos, yo únicamente me envolví en la toalla que estaba usando para secarme, pensando que luego de abrirle la puerta a mi amiga, nos iríamos a mi dormitorio, así mientras ella me contaba sus cosas, yo terminaba de secarme, y comenzaba a vestirme. Pero al abrir la puerta, lo que encontré frente a mi cara fue el cañón de un arma, y casi de inmediato recibí un fuerte empujón con la puerta, que me hizo caer al piso, ligeramente aturdida.
Apenas me medio recobré, traté de salir corriendo, pero fue totalmente inútil, ya que al intentar ponerme de pie, para salir corriendo, sentí sobre mi espalda un gran peso que me volvió a pegar al piso. Y una gruesa voz que me dijo. Si intentas escapar te meto un tiro. Asustada voltee a ver quién era la persona, que me dijo eso. Y lo que vi me asustó más todavía, ya que había tres hombres negros, vestidos de negro, armados, apuntándome, y con mascaras de luchador ocultando sus rostros.
Estaba paralizada del miedo, y cuando dos de ellos, me tomaron por los brazos, y me levantaron del piso, y por la manera tan brusca que me agarraron, la toalla que tenía alrededor de mi cuerpo se quedó en el piso, quedando yo completamente desnuda, en ese momento pensé que me iba a desmayar. El tercer tipo cerró la puerta, y de inmediato sus compañeros, y él me llevaron prácticamente cargada hasta mi habitación.
Ya en ella corrieron las cortinas, al tiempo que me tiraban sobre mi cama, como si yo fuera un saco de papas. Sin dejar de apuntarme con sus armas, yo que me moría del susto, traté de ocultar mi completa desnudes, con el cubre cama. Pero apenas comencé hacerlo, uno de ellos, me lo arrancó de la mano, mientras que otro, colocó su arma sobre mi frente diciéndome. Quédate quieta, no hagas nada, a menos que te lo ordenemos.
Muerta de miedo y vergüenza, lo único que atiné hacer, fue cerrar y recoger mis piernas y tratar en la medida que me era posible, ocultar mi desnudo cuerpo de sus enfermas miradas, con mis propios brazos. Lo siguiente que me dijo uno de ellos fue. Te vamos a dar dos opciones, una es, o haces todo lo que te ordenemos, y como te lo ordenemos, o no lo haces, y entonces te vamos a golpear, y a desfigurar tu cara, y finalmente te vamos a obligar, a la fuerza a que hagas lo que te ordenamos, tú escoges.
Yo me quedé en silencio, con mi cabeza entre mis rodillas, sin decir nada. Hasta que uno de ellos, dándome un fuerte golpe sobre mi cabeza, dijo. Bueno ¿qué decides? Yo de lo asustada que estaba apenas, y sin dejar de llorar, pude decirles, voy hacer lo que ustedes digan…Pero al mismo tiempo por dentro, los maldecía, y le pedía a Dios que los matase. Pero mis pensamientos no evitaron que los tres, siguieran hostigándome.
Uno de ellos salió de mi cuarto, y por lo visto se puso a registrar el resto de mi casa, mientras que los dos que se encontraban en mi cuarto, sin dejar de verme, registraban mi habitación. Al poco rato, el otro regresó con un par de viejas botellas de tequila, y vodka, que yo tenía guardadas desde hace mucho tiempo en el comedor. Mientras que los dos que se quedaron registrando mi habitación, echaron mano de mi cartera, de unas cuantas sortijas, y hasta de una vieja cadena de oro que me había regalado un ex novio, así como de todo el dinero que yo tenía.
Yo a todas estas, permanecía en la misma posición, tratando de ocultar mí completa desnudes, hasta que uno de ellos, me ordenó que me sentase en el borde de la cama, y al hacerlo destapo una de las botellas, y tras darse un trago, y pasársela a sus compañeros, quienes también bebieron, me la pasaron a mi diciéndome. Toma date un trago para que te relajes un poco, se ve que estas muy tensa. A mí no me quedó más remedio que seguir sus ordenes, a sabiendas que seguramente de todas me iban a violar, hiciera yo lo que hiciera.
Ya me había dado varios tragos, obligada a punta de pistola, cuando uno de ellos, tomó asiento a mi lado, y medio levantando su mascara de luchador, comenzó a besarme, y agarrarme por todas partes, sin que yo pudiera hacer nada para evitarlo. Luego de un rato, hizo que me tendiera sobre mi propia cama, y tras desnudarse por completo, y separado mis piernas, dirigió su miembro contra mi coño.
Desde luego que al principio, me sentí sumamente mal, violada, y abusada por esos tres tipos, pero a medida que siguieron abusando de mi, y obligándome a beber, dejé de estar tensa, es más en ciertos momentos comencé a reírme, y cuando uno de ellos me puso a mamar su verga, quizás por lo borracha que ya me encontraba, la agarré como si fuera toda una puta, profesional, o por lo menos eso dijo uno de ellos.
En mi vida había dejado que me hicieran las cosas que me hicieron esa noche, aparte de ponerme a mamar varias veces sus vergas, dos de ellos me dieron por el culo, y en una de esas ocasiones, mientras otro me tenía enterrada toda su verga dentro de mi coño. Por lo que a pesar de lo mal que me podía sentir, por estar teniendo sexo en contra de mi voluntad, lo cierto es que vuelvo y repito, quizás por lo mucho que me obligaron a beber, disfruté en parte de lo que me hicieron, incluso, cuando uno de ellos, antes de enterrarme su verga por el culo, esgarró un esputo, y lo untó entre mis nalgas. Lo cierto es que ahora me parece que fue algo súper asqueroso, pero en ese mismo instante, me gustó tanto que lo hiciera, que cuando comenzó a enterrarme su verga por el culo, en parte lo disfruté y mucho.
Yo había perdido la cuenta de todas las cosas que me hicieron, cuando uno de ellos al terminar de vestirse, sin quitarse la mascara, me dijo. Ya sabe Irma, esto le pasó, por andar con un hombre casado. Fue cuando yo en medio de mi borrachera, les dije. Primero mi nombre no es Irma, y segundo, yo no estoy saliendo con nadie. Debido a mis palabras los tres se quedaron viéndose mutuamente, uno de ellos agarró mi cartera, y sacó todo, buscando mi identificación, donde pudo corroborar que mi nombre no era Irma, de inmediato les dije que esa era mi vecina, y amiga. Fue cuando escuché a uno de ellos decirles a los demás. Coño… como que nos equivocamos de tipa…
De la misma manera que llegaron se retiraron, sin dejar ni rastro de ellos, ya que en todo momento que terminaba de tener sexo con alguno de los tres, me obligaban a que me lavase el coño, la boca o el culo. Yo estaba tan, y tan borracha, y agotada. Que apenas se marcharon, me quedé tal, y como estaba, completamente desnuda tirada en el piso de mi cuarto. Al siguiente día, pensé en llamar a la policía, pero nada más de pensar el sin fin de declaraciones que debía estar dando, y de que todo el mundo se enterase de que había sido violada, no por uno sino por tres tipos a la vez, me hizo cambiar de opinión. En cuando a mi vecina Irma, ese día pasó por casa, le conté lo sucedido, y desde ese día no la he vuelto a ver más, según me dijo, regresaba a casa de su familia.
Por suerte no quedé embarazada, ni con ninguna enfermedad sexual, en lo que si me afectó fue, que desde esa fecha, estuve un buen tiempo encerrada en casa, atravesando una fuerte depresión, hasta que comencé a ir a ver a una psicóloga, que me hizo ver, que nada de lo sucedido había sido responsabilidad mía.
...Hermanito, ya no sigas. No sabes lo que haces”.-Me decía llorando Astrid.
Yo, cegado me dije a mí mismo que si ya había llegado hasta ahí, no podía irme sin meterle el polvo...
Relato erótico enviado por charly_bo el 11 de June de 2012 a las 00:00:02 - Relato porno leído 247841 veces
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