En esos momentos tendría apenas unos pocos años, y desde luego, que no sabía lo que decía. Para mi mamá, eso era una gracia de la nena, ya de adolescente, dejé de decirlo, pero no de pensarlo. Ya que bastó que en una ocasión, mi papá me dijera que eso no lo siguiera diciendo, para que dejara de hacerlo.
Relato
Pero ya a mis veintitantos años, no tenía novio, ya que en realidad no es que no quisiera, es que los chicos que conocí, en nada se parecían a mi papá. Ni física, ni emocionalmente, por lo que no me sentía atraída por ninguno. Aunque si tenía amistades varones, y fue precisamente en ese grupo de amigos, que una noche que salí a fiestear, tuve mi primera relación sexual, por lo que perdí mi virginidad. No estaba borracha. Honradamente les digo, que lo hice, porque me dio la gana, ya que estaba convencida, de que el hombre del que me enamorara, si realmente era como mi papá, eso no le importaría. Así que cuando salimos del pub, le pedí a Santiago, que en varias ocasiones se me había declarado, y no le había dado ninguna respuesta. Que me llevase a casa, momento que volvió a pedirme que fuera su novia. Pero como nuevamente me quedé callada, al pasar frente a su casa, un par de calles antes de llegar a la mía. Sabiendo que sus viejos no se encontraban, se me ocurrió hacerle una travesura, y le pedí que me permitiera entrar al baño. Después de que oriné, y me lavé en el bidet, seguí con mi travesura. Por lo que me quité las pantis, y las guardé en mi pequeña cartera de mano. Antes de que Santiago me volviera a decir algo, me senté a su lado en el sofá, pidiéndole que me besara. Casi de inmediato, me tomó entre sus brazos, y llevando su boca, hasta la mía, comenzó a besarme de manera desesperada. Tal era su desespero, que le tuve que decir que lo tomara con calma, que si seguía así, mejor me llevara a casa. Santiago se calmó, seguimos besándonos. En cierto momento, mientras que me estaba acariciando, metió una de sus manos bajo la falda de mi vestido, encontrando mi caliente coño, sin nada que impidiera que lo tocase. Desde luego que se sorprendió, porque de seguro no esperaba eso. Mientras que yo abrí mis piernas, dejándolo que siguiera explorando, y comencé acariciar por encima de la tela de su pantalón, aquel grueso y caliente bulto que se le había formado entre sus piernas. Entre los ardientes besos, y las caricias. Nos fuimos quitando toda la ropa, y en ese mismo sofá, comencé a sentir como su erecto miembro se fue deslizando dentro de mi húmeda, y caliente vagina. Santiago no paraba de empujarme toda su verga, cuando sentí una especie de ligero ardor muy adentro de mi coño. Pero sin importarme mucho seguí moviendo frenéticamente mis caderas, diciéndole. Papito que rico estás, y él sin poder detenerse, continuó penetrándome, hasta que se vino, y yo disfruté de mi primer orgasmo verdadero. Ya que en casa, en ocasiones mientras me duchaba, me autosatisfacía pensando en un hombre como mi papá. Al terminar de vestirnos, fui yo la que le dije. Santiago, esto no nos hace novios, tú sigues siendo para mí un buen amigo, y más nada, te quedó claro. El pobre chico se quedó, con cara de no entender lo que yo le había dicho. Hasta que se lo volví a repetir, pero con lo contento que estaba, creo que no le importó mucho, que no quisiera ser novia de él. Yo desde adolescente, me di cuenta de que estaba enamorada de mi papá, pero lo peor de todo era, que él no se daba cuenta de eso. Hasta que un día mi madre, enferma de leucemia en su lecho de muerte me dijo que cuando ella falleciera, me buscase un novio, y me fuera de casa, que por lo que yo más quisiera en el mundo, no me quedase a vivir sola con mi papá. Ya que ella se había dado cuenta de que yo lo miraba. Cuando finalmente ella falleció, no le hice caso, pero para calmar mi apetito sexual, cuando salía con mis amigos, le daba rienda suelta a mi coño. Por lo que en una ocasión en que salimos de un pub, a uno de ellos se le ocurrió, decir. Que fuéramos a su casa a seguir bebiendo, la primera en decir que si, fui yo. Sin importarme que fuera la única chica del grupo. La verdad es que no tan solo seguimos bebiendo, sino que nos pusimos a jugar naipes, como en muchas otras ocasiones, solo que por lo general, nunca estábamos realmente solos, como en esos momentos. Y cuando perdí el poco dinero que cargaba encima, por querer seguir jugando, aposté el vestidito que tenía puesto, perdiéndolo de inmediato. Así que sin que ninguno me tuviera que decir nada, frente a todos ellos, me lo quité, y se entregué al que ganó esa mano. Quedándome de lo más tranquila en braga, y sostén, además de mis zapatos. Los que también aposté y perdí, al igual que mi sostén, y posteriormente la braga. Hasta que me quedé completamente desnuda, frente a todos ellos. En ese momento, como ninguno de los cuatro se atrevía a decir o hacer nada, como deseaba seguir con la excusa del juego, de lo más tranquila aposte, que me dejaba acariciar las nalgas, y mis senos, si perdía. Y así seguí perdiendo, lo que a mí o a ellos se nos ocurría, por lo que llegó un momento, en que mis cuatro amigos, me acariciaban todo el cuerpo, incluso hasta uno de ellos, se puso a mamar sabrosamente todo mi coño. Ya para esos instantes, estaba deseosa de que alguno de ellos me penetrase, deseaba sentir alguno de sus miembros dentro de mi vulva. Así que me recosté sobre el sofá de la sala, y abriendo mis piernas, les dije. El que saque la carta más alta, será el primero, y así sucesivamente. Y tras los cuatro repartirse las cartas, a Julio le tocó un Rey, por lo que sin demorarse, fue el primero en acostarse conmigo, frente a nuestros amigos. Esa noche, los cuatro me fueron enterrando sus vergas, las que fui disfrutándome una a una. Claro que eso trajo en consecuencia, que todos ellos se convirtieran desde esa noche, en mis amigos con derecho. A los que poco a poco, además de que disfrutásemos del sexo de manera normal, comenzáramos a experimentar, otras variantes, como el sexo anal, oral, y desde luego manual. Pero una noche, que llegué algo borracha a casa, y mi papá vio el estado en que me encontraba, en lugar de regañarme, o de llamarme la atención de mala manera. Me preguntó cariñosamente, que me había pasado. Eso me dio sentimiento, y mientras que comencé a llorar, le dije. Que como estaba enamorada de alguien que no me hacía el menor caso, por despecho, desde hacía más de un año, me estaba acostando con varios de mis amigos, como lo había terminado de hacer esa misma noche. Yo además de estar sumamente borracha, y drogada. Estaba completamente despeinada, con mi blusa medio puesta, mostrando gran parte de mis paradas tetas, sin nada bajo mi corta falda, tan sudada, y hedionda a sexo, y alcohol. Que mi papá me dijo, Anita hace falta que te des un buen baño, mientras que yo te preparo algo caliente. Me encontraba recostada en la tina llena de agua, cuando mi papá entro al cuarto de baño con un tazón de sopa caliente, que él mismo me dio. Luego que me entregara mi cepillo de dientes, y el enjuague bucal, mientras torpemente yo misma me lavaba la boca. Mi papá tomó el jabón, y con sus mismas manos comenzó a enjabonar todo mi cuerpo, incluso hasta mis tetas, y mi coño. Sin yo atreverme a decirle nada. Y aunque me moría de vergüenza, por el estado en que había llegado a casa, y por encontrarme completamente desnuda ante él. Al terminar de bañarme, él tomó la toalla me indicándome que saliera de la tina, lo que así hice. De inmediato comencé a sentir sus fuertes manos recorriendo todo mi cuerpo, mientras él me secaba. Para luego conducirme a mi cama, y hacer que me acostase completamente desnuda. En ese instante, comencé a decirle. Papá, pero él amorosamente colocando su dedo índice frente a mis labios, aunque sin decirme nada, entendí que debía quedarme callada. Yo no lo esperaba, pero apenas retiró su dedo de mis labios, me plantó suavemente un tierno beso, en la boca. Lo que en medio de todo, me dejó loca, y sin idea de que era lo que pasaba. Pero a medida que mi papá siguió besándome intensamente, sus manos comenzaron a recorrer todo mi cuerpo, acariciándolo suavemente. Yo me encontraba completamente sorprendida, por las acciones de mi padre, pero a la vez me sentí sumamente feliz de que no tan solo me besara, sino de que también me acariciara, en especial, mis tetas, y mi coño. Su lengua se fue abriendo paso dentro de mi boca, sin que yo opusiera la menor resistencia. En esos momentos, separé mis piernas, y sentí varios de sus dedos, explorando mi depilado coño. A medida que él, con la otra mano, se fue desabotonando la camisa, y soltando la correa, y el broche de su pantalón. Una vez que se quitó toda la ropa, y continuó besándome, yo lo fui abrazando, a medida que él me continuaba besando, y acariciando. A los pocos segundos, fui sintiendo como su erecto miembro, me fue penetrando. Yo estaba que no cabía en mi cuerpo de la gran alegría que sentía, tan es así que dejé de sentirme, deprimida, mareada, o drogada. Todo lo contrario, me sentía más despierta y alerta, más feliz y contenta, que nunca. Disfrutando plenamente de lo que mi papá, y yo estábamos haciendo. Movía mis caderas, buscando sentir, más y más adentro todo su miembro, al tiempo que él, seguía empujándomelo todo, una y otra vez, besándome de manera incansable. Por un buen rato, nos mantuvimos así, hasta que mi papá con ternura, sacó su miembro de mi caliente coño, y tras darme otro tierno beso, me colocó de espaldas a él, para volver a sentir, como su miembro, se volvía a deslizar completamente dentro de mí. Con su boca, me mordisqueaba los hombros, el cuello, las orejas, chupándome toda, y haciendo que mi cuerpo en un estado extremo de excitación se quebrase. Yo no paraba de gemir, placenteramente, deleitándome con todo lo que él me estaba haciendo sentir. En mi puta vida, había disfrutado tanto del sexo, como a esa noche con mi papá. En esos momentos disfruté de un sin número de orgasmos, como nunca antes los había disfrutado. Desde esa noche, yo cambié. Mutuamente acordamos en mudarnos fuera de la ciudad, para quienes ahora nos conocen, yo soy su mujer, ya que tengo el mismo nombre que mi difunta madre. No he tenido más nunca la necesidad, de volver a salir con mis antiguos amigos. Hay momentos en que Eduardo, o sea mi papá, me agarra desprevenida, y me da unas tremendas mamadas de coño, haciendo que yo me sienta en la gloria, y hasta vea estrellas de felicidad. Mientras que en más de una ocasión sin previo aviso, basta con que yo le muestre mis desnudas nalgas, para que papi, quiera darme por el culo, sádicamente.
Relato erótico enviado por Anonymous el 14 de December de 2007 a las 13:35:08 - Relato porno leído 783541 veces
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Comentarios enviados para este relato
katebrown
(18 de October de 2022 a las 21:23) dice:
SEX? GOODGIRLS.CF
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