CUMPLEAÑOS

CUMPLEAÑOS

Empezaré por contar, que el día que cumplí l2 años, me sucedió algo que en el primer momento, me asustó bastante, pero hoy, visto a la distancia de los años pasados, fueron los momentos mas felices, de mi corta edad.
El 5 de diciembre de 1997 cumplía 12 años, y recuerdo que era un día muy caluroso, y que como siempre mis padres, me despertaron a las 8 de la mañana, para desearme felicidad y darme el regalo que les había pedido, un par de patines, y me recordaron que volverían temprano para salir los cuatro a cenar. Debo aclarar que no soy única hija, sinó que tengo un hermano mayor, Hernán, que me lleva dos años. Al irse mis padres, mi hermano vino a mi cuarto para ver como eran los patines, y comentó que nunca aprendería a patinar, que solo alcanzaría a romperme la cabeza, y que los patines mejor los iba a utilizar él. Todo para hacerme enojar, cosa que sucedió ra-pidamente, empezamos a luchar como lo hacíamos casi todos los días. Se me tiró encima y jugamos un buen rato, hasta que descubrió mis orejas y empezó a morderlas contando hasta 12, primero una y luego la otra. Yo gritaba que me dolía, pero en verdad en ningún momento me hizo doler. Luego hizo lo mismo con mi nariz y como me gustaba que mi hermano jugara conmigo, me quedé quieta, espe-rando mas mimos. En el juego, el pequeño camisón, se había subido tanto, que dejaba mis pechos al descubierto. Bueno, dije pechos, pe-ro no eran tales, apenas dos tetitas que empezaban a florecer. Her-nán dejó mi nariz en paz, y se lanzó sobre mi ombligo, pero no me mordía, sinó que me daba fuertes besos, y soplaba de tal manera, que hacía unos ruidos espantosos. En verdad no sé como empezó, pero en un instante sentí que me besaba los pezoncitos y quise decir-le que no, que allí no, cuando una sensación extraña, me hizo guar-dar silencio. Me besaba uno y luego el otro, me daba pequeños mor-dizcos, y la sensación extraña, aumentaba, verdaderamente me gus-taba lo que me hacía mi hermano, y me dejé estar, entregada a ese placer, que me brindaba. Hernán solo estaba cubierto con bermuda con el cual dormía, y su pecho se apoyó sobre mi cuerpo, mientras sus manos empezaron a acariciarme por todos lados. En un momen-to dejó de besarme y me miró con cara extraña y me dijo casi en un susurro, te molesta, que te bese aquí. Porqué si te molesta me voy.
Nó, no me molesta, es que me parece que algo raro, que mi hermano me bese las tetitas, pero me hacés sentir una cosa rara, algo que me gusta.
Bueno fueron mis palabras las que hicieron que Hernán continuara con sus caricias, que de a poco se fueron extendiendo por todo mi cuerpo. Me besaba los ojos, la boca, el cuello, el pecho, mientras su brazo derecho, se introdujo entre mis piernas y su mano me acari-ciaba la espalda, su otro brazo me abrazaba por el cuello y me apre-taba contra su cuerpo. Empecé a sentir que mi conchita se mojaba, y el brazo que la rozaba, cada vez que se movía, me hacía mas pla-centero el abrazo. De pronto dejó de abrazarme, y me dijo: Te estás mojando la bombacha, te la voy a sacar. Yo ya no contestaba, que mi hermano hiciera todo lo que quisiera, estaba como en una nube, solo quería que siguiera con sus besos y caricias, que no terminara nunca. Y así fue, me saco la bombacha y sus dedos empezaron a re-correr mi conchita, mientras yo apretaba mis piernas, como prote-giéndola. Me besaba el ombligo, las tetitas, y sus dedos buscar mas y mas. Sus besos bajaron y bajaron y con sus manos, abrió mis pier-nas, y sentí su boca explorando mi sexo. ¿Te gusta? Preguntó, Sí, le dije, y sus besos no dejaron rincón sin besar. Ahora sé que mi her-mano no tenía ninguna experiencia real, solo lo que veía en las pelí-culas y revistas pornos, pero algo había aprendido, porque su lengua empezó a buscar el interior de mi conchita y yo a mojarme mas y mas. Y fue entonces que la lengua de mi hermano, encontró mi clíto-ris y comenzó a darle golpecitos y sus dientes lo mordían suavemen-te, y una de sus manos acariciaba mis tetitas. Fue suficiente, un tem-blor comenzó a recorrer mi cuerpo y como si un golpe eléctrico me abrazara, sentí como el placer me hacía estremecer, casi hasta el desmayo. Había sido mi primer orgasmo, y me lo había brindado mi hermano.
Hernán, sin dejar de besarme, se había sacado el bermuda, y estaba completamente desnudo, y fue acomodando su cuerpo junto al mio, y cerca de mi cara se encontraba su pene rígido y rojo por el deseo.
Acarícialo un poco, no tengas miedo, Juli. Y comencé a acariciar su
Pene, mientras el me seguía besando mi conchita, cada vez mas pro-fundamente, y yo volvía sentir el placer de sus besos, hasta que un nuevo orgasmo me hizo estremecer, y abracé el cuerpo de mi herma-no fuertemente y su pija quedó cerca de mi boca, mientras yo excla-maba: Ah. Ah, ahhhhhhhhhh. Hernán aullaba: besálo, besálo. Y un
chorro de un líquido pegajoso me mojaba la cara.
En un primer momento, solo estaba gozando pero luego, sentí como asco de lo que mi hermano había hecho en mi rostro, pero todo pasó cuando Hernán, se acostó a mi lado y con su bermuda me limpió, mientras decía: Te gustó Julieta.
Si, me gustó, pero no hay peligro de…
Peligro de que. Tenés miedo de algo.
Si, ¿Y si tenemos un hijito?
No, no tengas miedo que todavía no hicimos nada.
Y entonces ¿Qué hicimos?
Jugamos, solo jugamos, pero esto no lo tiene que saber nadie, ni pa-pá ni mamá, ¿estas de acuerdo?
Si, porque si lo saben, creo no les va gustar nada.
Mientras hablábamos Hernán no dejaba de acariciarme y empecé a sentir como su pija se ponía dura, apretada a mi cuerpo, y el placer se iba apoderando de mí. Hernán llevó una de mis manos hasta su pija e hizo que lo acariciaba, y me enseñaba como debía hacerlo, y que se lo besara, como él lo hacía con mi conchita. Comencé a besarlo con miedo al principio, pero mi hermano me dijo que hiciera de cuenta que era como un chupetín, que me lo metiera en la boca.
Y me lo metí en la boca, apenas un poco, mientras Hernán se movía acompasadamente. Adentro, afuera, adentro, afuera. Hasta que me pidió que lo dejara porque estaba por acabar y no quería hacerlo en mi boca, así que me abrió las piernas, se arrodilló entre ellas y me apoyó su pija entre los labios de mi conchita, buscando la entrada. Yo, al borde de un orgasmo, dejaba que me tomara, que su pija me fuera penetrando de a poco, y en eso, no pude contenerme y un or-gasmo me hizo estremecer, mucho mas que antes, mientras mi her-mano acababa dentro mío. Permanecimos abrazados un largo rato, su cuerpo encima mio, casi desmayado. Se tiró junto a mi y nos quedamos quietitos y en silencio largo rato. Cada uno en su sueño.
¡Eres lo máximo Juli! Te prometo que nunca dejaré de jugar contigo
No le contesté con palabras, le dí un beso y él me lo devolvió en la boca, y con su lengua abrió mis labios y jugó con la mía, Entonces me dí cuenta que estaba toda pegajosa y le pedí que me dejara, que quería lavarme. Y bueno, no fui sola, nos bañamos juntos, e hizo que se la volviera a chupar. Y así bajo la lluvia de la ducha, se la chupé hasta que terminó en mi boca y me pidió que tragara su semen, cosa a la que me resistí, pero ya lo tenía todo en la boca y algo me tragué.
No era feo, pero no quise hacerlo.
Todavía tenía miedo que algo malo me pasara.
Hoy varios años después, recuerdo mi primera vez, y me doy cuenta de lo tontita que era, pero recuerden que solo había cumplido 12 años. Y mi hermano, con sus catorce, no se había dado cuenta que no me había desvirgado, que ya lo haría en el próximo encuentro, y que yo no le dejaría desperdiciar su leche.