De turista a puta en una sola noche…

Pero la culpa de todo eso la tiene Vicente mi esposo, ya que justo cuando fuimos a embarcarnos en el crucero por el Caribe, me dijo que debía asistir a una convención y que me daría alcance en Curazao, y que además la gerencia le había ofrecido premiarlo con un crucero para nosotros dos, por el Mediterráneo.
Por lo que me embarqué sola en Miami, pero al llegar a San Juan, después de que hablé por teléfono con mi esposo, decidí bajar a tierra, para divertirme un poco. Sin tener la menor idea de lo que me esperaba.
Así que después de cenar, y justo antes de irme sola a la cama, cambié de idea, y decidí bajar a tierra, para conocer algo de la vida nocturna de San Juan. Por lo que me puse un pequeño, y bien ajustado vestido blanco de lycra, y como soy de piel morena, lo que sumado a mi estatura de un metro ochenta y cinco sin zapatos, me hace ver mucho más alta, cuando me puse las plataformas que había comprado, luego agarré mi pequeña cartera, y bajé a tierra junto con el resto de los turistas.
Aunque conozco el Viejo San Juan, llevaba varios años que no lo visitaba, así que decidí ir a la segura, y en lugar de estar caminando por las calles adoquinadas, decidí dirigirme al Hotel Sheraton, que además de tener un gran casino, para esos momentos también presentaba un interesante show con un imitador de Elvis.
Apenas llegué me dirigí al casino y me puse a jugar con las traga monedas, mientras me aprovechaba de las bebidas gratis que me traían. Y seguramente fue ese uno de mis grandes errores, ya que seguí bebiendo, y bebiendo. A medida que seguía jugando, y jugando. Me senté de lado, y sentí cierto escozor entre mis muslos, muy cerca de mi vulva. Por lo que de manera distraída y descuidada, separé un poco mis piernas, y comencé a pasar mis dedos sobre mi vulva, y parte de mis muslos.
Después de un rato, fue que me di cuenta de que al otro lado de la fila, había un tipo que no dejaba de observarme. Por lo que casi de forma automática, dejé de pasar mis dedos sobre mi coño, y cerré mis piernas. Al tiempo que me dije mentalmente, que bueno que Vicente no está aquí, porque de lo contrario me armaría un alboroto si se hubiera dado cuenta de que el tipo ese me estaba viendo el coño, de manera tan descarada.
Pero casi al mismo tiempo, sin dejar de ver al curioso que me estaba ligando, continué diciéndome a mí misma. Pero como Vicente no está, para aguarme la fiesta, continué haciéndome la distraída, y a manera de una pequeña travesura, volví a separar mis piernas, lo suficiente como para dejar que el tipo ese continuara clavando sus ojos entre mis piernas, para ver parte de mi coño, apenas cubierto por la transparente tela de la panti que cargaba puesta.
Luego con toda mi calma cerré mis piernas, y con la misma mano que me acariciaba el coño, le di a la palanca de la tragamonedas, y cual no fue mi sorpresa, que me pegué un gran premio. La maquina comenzó a chillar, y a prender sus luces, una y otra vez. Hasta que llegó uno de los oficiales del casino, y tras insertar una llave, la maquina se quedó en silencio. El oficial del casino me entregó un recibo, y me acompañó hasta la ventanilla, donde la empleada me preguntó si deseaba cheque o efectivo.
Desde luego que agarré el cheque, pero en lugar de regresar a las tragamonedas a seguir jugando, decidí ir a ver el show del imitador de Elvis. No bien me había sentado, cuando un par de jóvenes, de aproximadamente 25 o 28 años, casi de inmediato me buscaron conversación. Bueno como me encontraba sola, y no fueran a pensar que soy una anti social los dejé que me acompañasen en la mesa en que yo me encontraba, por lo que ellos dos en muestra de su agradecimiento, me invitaron unos tragos. Así fue que Mateo e Ignacio al poco rato me trataban como si me conocieran de toda la vida, Por lo que cuando me invitaron a bailar de inmediato les dije que sí.
Desde que comencé a bailar tanto con Ignacio como con Mateo, me gusto la manera en que ambos me apretaban contra sus cuerpos, y a medida que seguimos bailando y bebiendo, yo continuaba divirtiéndome de lo lindo, sin pensar ni por un segundo en Vicente. Cuando el show del imitador de Elvis terminó, ellos dos me invitaron a seguir la fiesta en su apartamento. Quizás en otro momento les hubiera dicho que no, pero como me estaba divirtiendo tanto, acepté.
Apenas entramos Mateo destapó una botella de ron y sin protocolo alguno comenzamos a beber los tres a pico de botella. Fue cuando Ignacio sacándome a bailar, me preguntó a manera de juego, cuanto cobraba por acostarme con ellos dos. Yo en medio de mi borrachera, y siguiendo el juego les dije que por ser dos les haría un precio especial, con derecho a todo.
A lo que los dos amigos parecieron agradarles, mis palabras. En cierto momento mientras bailaba con uno de ellos, no me acuerdo con quien exactamente, él comenzó a bajar mi falda, y una vez estuvo entre mis rodillas y mis caderas, yo misma me la termine de quitar, quedándome en pantis, al tiempo que él me desabotonaba la blusa.
En cosa de pocos segundos ya me encontraba prácticamente desnuda, fue cuando Ignacio el moreno de ellos dos tomó asiento en el sofá, invitándome que me sentase a su lado. Yo bien alegre así lo hice, y tras darme otro trago de ron, vi con cierta sorpresa como él sacó su gran verga del pantalón. La verdad es que no me dijo nada, ni tan siquiera me insinuó que se la mamase.
Siguiendo el juego, yo continué comportándome como entendía debía comportarse toda una verdadera puta, así que sin dudarlo ni por un instante, agarré entre mis dedos pulgar e índice el tallo de su gran miembro, y tras manipularlo suavemente junto con el resto de mis dedos, incliné mi cara hasta su colorada cabezota. Y lentamente comencé a pasar mis labios y mi lengua sobre su glande.
Ignacio a medida que yo comencé a mamar su negra gran verga, él colocó sus manos sobre mi cabellera, y con ellas fue moviendo mi cabeza, cuando de momento sentí que Mateo, el blanquito, comenzó a quitarme las pantis. Por lo que yo una vez que me las quitó, separé mis piernas.
Presentándole mi depilado coño, sentí sus dedos sobre mi vulva, y al tiempo que yo continuaba mamándole la verga a Ignacio, Mateo a medida que se iba quitando los pantalones con una mano con la otra continuó introduciendo sus dedos dentro de mi coño.
Ignacio se dio otro trago a pico de botella, y retirando mi cara de su verga me dijo. Antes de que me vaya a venir, quiero darte por el culito. Fue cuando caí en cuenta que a Vicente mi esposo llevaba tiempo que ni le mamaba su verga y mucho menos que me diera por el culo. Lo que en medio de todo me dio un ataque de risa. Risas que tanto Ignacio como Mateo debieron entender como que yo estaba completamente de acuerdo
Así que cuando Mateó sacó su mano de mi coño, y comenzó a penetrarme con su verga, comencé a sentir sobre el esfínter de mi culo, la ensalivada verga de Ignacio. Aunque la verdad me dolió un poco, una vez ambos me tuvieron bien clavada entre ellos dos, yo comencé a mover mis caderas como hacía mucho tiempo que ni lo hacía.
No lo podía creer, que estuviera teniendo sexo al mismo tiempo con dos tipos. Y a pesar de que no dejaban de llamarme puta, mamona, perra, y un montón de otros insultos, lejos de indignarme o molestarme, me hacían una gracia tremenda, por lo que no dejaba de disfrutar de lo que ellos dos me estaban haciendo.
Durante gran parte de la noche, cuando Mateo no era el que me daba por el culo, Ignacio me ponía a mamar su verga, hasta que según recuerdo, se les acabó la bebida. Por lo que Mateo, bajó a la calle a buscar algo más para seguir bebiendo, mientras yo no dejaba de mamar la gran verga de Ignacio.
Cuando Mateo regresó apenas entró me preguntó, si no me molestaba atender a otros tres clientes, a lo que yo en medio de mi borrachera le dije que no, que si quería invitase a todos sus amigos a joder con la puta.
Yo pensé que era jodedera, pero resultó ser cierto, se trataba de tres tipos asiáticos, que no se por qué me resultaban conocidos. Los tres chinos, vietnamitas, filipinos, o coreanos, entre ellos hablaban su raro idioma, pero una de ellos hablaba muy bien en ingles, por lo que ese le traducía a sus amigos, quienes no dejaban de reírse a medida que comenzaron a beber y a quitarse toda la ropa, quedando completamente desnuditos los tres, contrario a Ignacio o Mateo que únicamente se quitaron los pantalones.
Así que por el resto de la noche me la pase, bebe que bebe, dejando que me dieran por el coño, por el culo y mamando vergas. Ya en la madrugada, me acordé que el barco iba a zarpar, por lo que tras despedirme, y darme una ligera ducha, me vestí como pude, y como pude regresé al crucero. Justo antes de entrar a la escalerilla del crucero, abrí mi cartera, para buscar el pase de entrada, cuál no sería mi sorpresa al encontrarme con una gran fajo de billetes, que yo no tenía ni la menor idea de donde había salido.
Ya en mi camarote después de darme una buena ducha y descansar, al despertarme y nuevamente encontrar todo ese dinero, a la conclusión que llegué fue que eso fue lo que me pagaron por ser la puta que se acostó con todos ellos. Al principio me sentí mal, pero al poco rato recordé lo mucho que me había divertido y lo bien que la había pasado, por lo que decidí desde luego no decirle nada a mi marido.
Apenas el crucero llegó a Curazao, mi esposo subió a bordo, me dijo que lo de la convención había sido un excito tremendo, y que el crucero a las islas griegas era un hecho. Esa misma tarde, él comenzó a beber para celebrar, pero como que se le pasó la mano, ya que perdió el sentido, y tuve que pedirle a un miembro de la tripulación que me ayudase a llevarlo al camarote.
Fue cuando me di cuenta que el tipo que me ayudaba a llevar a mi marido era uno de los tres chinitos con los que me acosté en el viejo San Juan. Bueno como Vicente se quedó dormido, yo aproveché, y pasé bajo cubierta, donde nuevamente los tres chinitos, y otros tripulantes volvieron hacer conmigo lo que les dio la gana.
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