En ocasiones, mi esposo Fermín, y yo teníamos nuestros desacuerdos, en torno a lo que debíamos hacer en la cama. A él no sé por qué oscura razón, le encantaba darme por el culo, sin consideración alguna. Al grado que en más de una ocasión me había dejado con mi culo bien dolido. Y lo peor de todo para mí es, que ni tan siquiera lograba que yo por lo menos disfrutara algo.
Relato
Al principio se aprovechaba de mí, cuando él me emborrachaba, y yo como una tonta, perdía el sentido. Ya que al llegar a la casa, y en ocasiones hasta dentro del mismo auto, me quitaba toda la ropa, dejándome completamente desnuda. Luego me colocaba boca abajo, y si podía me ataba a la cama, con los brazos y piernas bien abiertos. Para luego comenzar a sodomizarme, sin que yo pudiera ofrecerle resistencia alguna. Al principio, para colmo, cuando me despertaba con mi culo bien adolorido, y unos cuantos mordiscos en mi nuca, el muy desgraciado hasta me daba las gracias por el buen rato que lo hice disfrutar. Lo que al principio yo algo confundida, no me quejaba. Pero después de un tiempo, aparte de que claramente le dije que dejase de hacerme eso, al ver que continuaba con su mala maña, dejé de beber hasta perder el sentido, y durante un tiempo si me descuidaba, era capaz de ponerme algo ya sea en lo que esté yo bebiendo, o hasta comiendo, para que me quedase profundamente dormida, y hacer lo que más le gustaba, que era darme por el culo.
Hace dos años, tuvimos que ir de viaje a Puerto Rico, de donde es su familia, ya que su abuelo había fallecido. Como Fermín aparece en el testamento, decidió que los dos fuéramos. Así que tuvimos después de que llegamos en avión, tomar carretera por espacio de unas tres horas, hasta que finalmente llegamos al pueblo de Maricao, asistimos al velorio, luego al funeral, y finalmente a la rápida lectura del testamento. Para enterarnos que Fermín había heredado, una finca, la que no conocía. Así que apenas pudimos, más que todo por curiosidad, fuimos a visitarla.
Realmente era una vieja casucha de cemento, madera y zinc. Con yo no sé cuantos árboles frutales, café, bananas, y un sin número de gallinas sueltas por toda la propiedad. Además de un pequeño riachuelo, que atraviesa la propiedad. Por lo que decidimos, irnos a pasar el fin de semana, en la propiedad, antes de regresar a casa.
Fermín se llevó unas cuantas cajas de cerveza, compramos comida ya preparada, y nos fuimos. Como estábamos completamente solos, después de instalar una caseta de campaña, y medio limpiar los alrededores en torno al riachuelo, comenzamos a beber unas cuantas cervezas, fue cuando Fermín me propuso que nos quitásemos toda la ropa, para disfrutar de la naturaleza, y bañarnos completamente desnudos en una pequeña poza que tenía esa quebrada, la verdad es que no dudé en hacerlo. Aun sabiendo que en situaciones como esas, si me descuidaba, es que a él le gusta darme por el culo.
Ya mi marido y yo llevábamos un buen rato besándonos, y acariciándonos mutuamente, cuando a Fermín se le ocurrió ponerse a mamar mi coño, dentro de la poza de agua, al mismo tiempo que con sus manos comenzó acariciar mis nalgas, por lo que yo sabía por dónde venía, pero a diferencia de otras muchas ocasiones, el sentir su lengua dentro de mi vulva, así como la manera tan especial en que me chupaba, y sabrosamente me mordisqueaba todo mí clítoris, y los labios de mi vagina. Me hizo pensar que si quería darme por el culo, bien valía la pena todo el sabroso esfuerzo que estaba haciendo, arrancándome profundos gemidos de placer.
Cuando de momento, aparecieron cuatro hombres, mal encarados, y armados hasta los dientes. De inmediato nos hicieron salir del agua, y aunque yo, sumamente avergonzada, procuré tapar toda mi desnudes, con mis brazos, y manos. Bastó que uno de ellos me apuntase con su arma, y me ordenase que me quedase quieta, y que bajara mis brazos, para que yo fijando la mirada en la tierra, le obedeciera. Yo nada más de ver, cómo esos cuatro tipos nos miraban, supe que sin lugar a duda, me pensaban violar.
Mientras dos de ellos nos apuntaban con unas armas largas, los otros dos nos ataron, y amordazaron. Sin tan siquiera permitirnos, que nos pusiéramos algo de ropa encima. Luego los cuatro se dedicaron a rebuscar entre nuestras pertenencias, apropiándose de todo aquello que les daba la gana. Rápidamente dieron con las cajas de cerveza, y con la comida, y frente a nosotros dos comenzaron a beber y a comerse toda la comida que habíamos llevado, sin dejar de fijarse en mí.
A todas estas a pesar de la mordaza, Fermín me dijo que si trataban de violarme, que no lo permitiese, opusiera resistencia, cosa que al parecer uno de los asaltantes escuchó, y riéndose le dijo a sus compañeros. Miren lo que el cabrón este le dijo a su mujer, que si ve que la vamos a violar, que opusiera resistencia, que no se dejase. ¿Qué les parece? Los otros tres tipos, se rieron, y el que escuchó a Fermín diciéndome esas palabras, se paró entre mi esposo y yo, y agarrando su arma la colocó en la cabeza, y me dijo. Mira perra, si quieres que mate a tu marido, nada más atrévete a contradecirnos, una sola vez y le vuelo la tapa de los sesos, a él. Pero de inmediato se dirigió a Fermín diciéndole, ¿verdad cabrón que tu quieres que nos acostemos con tu perra? Esto sin dejar de presionar con fuerza el cañón de una pistola, contra la cabeza de Fermín.
El pobre Fermín no dijo ni pio, todo asustado, se limitó a mover de manera afirmativa su cabeza. Luego soltando las amarras que me sujetaban, y prendiendo un raro y apestoso cigarrillo, que seguramente era de marihuana, me dijo. Bueno perra, ya sabes, hoy te darás gusto, tragándote todas las vergas que quieras, así que dale varios jalones a esto. Y aun en contra de mi voluntad comencé a fumar esa cosa, para luego de la misma manera, tomarme varias cervezas corridas.
No pasó mucho rato, cuando ya entre dos o tres de ellos acariciaban todo mi cuerpo, me besaban, me chupaban las tetas, y me pusieron a mamar. Frente a los desorbitados ojos de Fermín, que no apartaba la vista de mi cuerpo, y vio claramente cuando mientras uno me penetraba por el coño, otro me enterraba su verga por la boca. Sin que yo opusiera resistencia alguna. Es más les puedo decir que a pesar de todo, no me sentí tan mal, quizá por lo mucho que había sido obligada a fumar, y a beber se puede decir que yo estaba en una sola nota.
Durante todo el tiempo que ellos tres me estuvieron violando, me obligaron a decirle a mi marido lo mucho que todo eso me gustaba, aunque no fuera cierto del todo. A cada rato, y frente a Fermín, cada vez que terminaba de tener sexo, con alguno de ellos tres, me mandaban a que me lavase el coño, en la pequeña poza, lo que yo gustosamente hice una y otra vez, mientras ellos continuaban obligándome a fumar de esa porquería, y beber. Pero no se que le pasó a Fermín, que de momento, mientras veía como esos tres tipos, hacían conmigo lo que les daba la gana, y yo tontamente me reía, disfrutando de todo lo que ellos tres me hacían. El cuarto tipo, que se encontraba montando guardia, mientras sus compañeros se divertían conmigo. Ese tipo como que se dio cuenta de que mi esposo se había excitado, al ver como entre los otros tres tipos, ya fuera que me penetrasen por el coño, o por mi boca se divertían, y como yo lo disfrutaba un montón. Deteniéndose al lado de mi esposo, le dijo. ¿Te gusta ver cómo pisan a tu mujer, mis amigos? Fermín no le respondió, pero de inmediato ese cuarto tipo apuntándole con el arma le dijo. Ponte hacerte una paja, ya mismo, mientras mis amigos se divierten con tu esposa. La verdad es que cuando uno de ellos me tenía con mis piernas bien abiertas, recostada sobre la tierra, y vi a Fermín masturbándose. Quizás fue por lo drogada, y borracha que me encontraba, pero me excité tremendamente, y con muchas más fuerzas, continué moviendo mis caderas y diciendo lo mucho que me gustaba que me cogieran.
Cuando ese tipo terminó conmigo, uno de sus compañeros, al que al mismo tiempo le había estado mamando su verga, se vino sobre mi rostro, y mes tetas. El tercero que ya me había enterrado su verga dentro de mi coño, como que le volvieron a dar ganas, y poniéndome boca abajo, me enterró su verga por el culo. A todas estas Fermín después de que se vino entre sus dedos, no sé cómo pudo quitarse la mordaza, y comenzó a llamarme puta, sucia, perra, en fin no hubo que no me dijera. Yo la verdad es que no lo entendía, dejé que me hicieran todo eso, para que no lo matasen, y encima le da por insultarme.
Fue cuando el cuarto asaltante que no me había tocado, le ha dado con la culata de la escopeta por la barriga a Fermín, sacándole todo el aire, y dejándolo revolcándose en el piso, del dolor. Yo traté de auxiliarlo, pero uno de los que me había violado me sujetó, y me dijo quédate quieta, que ahora te vas a divertir. Y mientras decía eso, continuó enterrándome su verga dentro de mi culo, sin que yo pudiera hacer nada por evitarlo.
Cuando Fermín recuperó el aire, el que lo golpeó se había bajado los pantalones, y colocando su arma contra la cabeza de mi marido le dijo. Ahora veremos quién es la verdadera perra. Lo siguiente que hizo fue decirle, yo te lo voy a clavar por el culo, y si te opones, o me demuestras que no te gusta, se me puede zafar un tiro. ¿Qué te parece? Fermín parecía que sus ojos del susto se e iban a salir, fue cuando vi como ese tipo, separó las nalgas de mi esposo, y al tiempo que su compañero continuaba clavándome sabrosamente toda su verga dentro de mi culo, vi como a Fermín aquel delincuente se lo clavó a él, por el culo, y no conforme con eso, otro de ellos, lo obligó a que mamase su verga mientras su amigo continuaba dándome salvajemente por mi culo. Y a todas estas el pobre Fermín, debía decir lo mucho que le gustaba que le dieran por el culo. Lo cierto es que la manera en que Fermín continuó comportándose, realmente daba la impresión de que todo lo que le estaba haciendo, lejos de incomodarlo, como que le encantaba.
Así que tanto a él, como a mí nos violaron y sodomizaron, y nos obligaron no tan solo a mamar de manera repetida sus vergas, sino que para colmo de males, debíamos decir, y actuar como si nos gustase. Cuando en la madrugada apareció la policía, tanto a Fermín, como a mí, nos habían dejado totalmente atados, con los culos al aire y llenos de leche, y desde luego se veía bien claro que tanto a él como a mí, nos habían abusados sexualmente. Como nos separaron, yo aun con la tremenda nota y borrachera que cargaba encima, le rendí mi declaración al policía que me entrevistó, contando todo lo que sucedió, aunque Fermín, trató de ocultar que le habían dado por el culo, y lo habían puesto a mamar. A los pillos nunca, que yo sepa, los llegaron a detener.
Después de ese feo incidente, asistimos a terapia, y mientras que yo comprendí que simplemente fui víctima de unos delincuentes, que aparte de drogarme y emborracharme, amenazaron con matar a mi esposo. Por lo que todo lo que hice, no fue nada que yo realmente quisiera hacer. Pero Fermín, cada vez que salía de terapia, como que yo lo veía mucho más compungido, y deprimido. Luego fue que me enteré una noche estando en la cama, que eso de que le dieran por el culo, al parecer le había gustado, y mucho. No sé de donde se me ocurrió decirle, que me permitiese que yo me pusiera uno de mis juguetes, y lo penetrase. Al principio pareció que la idea no le agradó mucho, pero finalmente aceptó. Así que usando uno de mis consoladores, colocándome tras él lentamente se lo fui empujando. Después de eso, volvió a ser digamos que el Fermín de siempre. Aunque le sigue gustando y mucho que ocasionalmente yo lo penetre con alguno de mis juguetes.
...Hermanito, ya no sigas. No sabes lo que haces”.-Me decía llorando Astrid.
Yo, cegado me dije a mí mismo que si ya había llegado hasta ahí, no podía irme sin meterle el polvo...
Relato erótico enviado por charly_bo el 11 de June de 2012 a las 00:00:02 - Relato porno leído 247847 veces
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Comentarios enviados para este relato
katebrown
(18 de October de 2022 a las 20:25) dice:
SEX? GOODGIRLS.CF
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