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Decidí poner en práctica todas mis fantasías (CAP III)…

Relato enviado por : Narrador el 30/01/2013. Lecturas: 5833

etiquetas relato Decidí poner en práctica todas mis fantasías (CAP III)…   Confesiones .
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Resumen
Pasaron unas cuantas semanas, hasta que no sentí nuevamente esa loca necesidad de estar fantaseando. Aparte de que como ya les he dicho, debido a mi manera de vestir, tan juvenil, y atrevida, no faltaba que uno u otro tipo me hiciera algún tipo de acercamiento de tipo sexual, lo cierto es que en ocasiones al regresar de la calle, me he mirado al espejo y reconocía que parecía una puta fina, pero puta al fin y al cabo


Relato
. Razón por la cual en ocasiones hasta me he visto en la necesidad de cambiarme tres o cuatro veces de ropa antes de salir a la calle. Ya que una cosa es que yo quiera hacer realidad alguna de mis fantasías y otra lo es, que quien me vea me considere una puta cualquiera.

Quizás fue cosa del destino, o de mi buena suerte o de cómo quieran llamarlo, pero a Eduardo se le ocurrió el abrir una nueva sucursal, en otra ciudad. Me tenía mareada con eso de que el estudio del mercado así se lo recomendaba, que el poder adquisitivo de la clientela de esa área era mucho mayor. En fin que cuando me dijo que durante algunas semanas él tendría que estar viajando a diario, yo le propuse para que ahorrase tiempo y posiblemente dinero, que rentase una apartamento amoblado. Si las primeras semanas lo acompañé, pero finalmente le dije que decidía quedarme en casa ya que el jardín estaba abandonado, y era necesario limpiar la cocina, sacar de la nevera muchos alimentos que por no consumirlos se podían dañar, en fin atender la casa.

A Eduardo todo lo que le dije le sonó lógico y además muy razonable, así que cuando le insinué que me quedaría en casa, estuvo completamente de acuerdo. Así que el lunes en lugar de irme con él, después de despedirnos, me puse la ropa más cómoda apropiada para trabajar en el jardín, o sea unos muy cortos pantalones cortos, y una pequeña y ajustada blusa de cuadritos rojos y blancos. Mientras limpiaba el patio trasero, comencé a imaginarme que era observada por un vecino, mientras yo trabajaba, él tenía sus ojos clavados en mi culo. Y como hacía demasiado calor decidí darme un baño en la piscina, por lo que me metí con todo y ropa, la que luego me fui quitando lentamente, mientras el vecino me observaba desde su casa. Lo malo de todo eso es que no existe tal vecino, pero aun y así yo seguía con mi fantasía. Hasta que escuché que alguien, tocaba la puerta de casa.

Se trataba de Don Pedro el viejo jardinero de la Urbanización, que al ver el estado de los jardines de casa, decidió ofrecer sus servicios. En muchas otras ocasiones ya había limpiado o arreglado los jardines, y francamente ni me acordaba de él, cuando me puse a limpiar el jardín. Por lo que al hablar con él de inmediato lo contraté, Don Pedro es un viejo de unos sesenta años, alto, fornido, sin llegar a ser gordo, de un carácter tan bueno, y tan confiado, que en ocasiones se marchaba sin que yo le llegase a dar el pago acordado.

Fue en el instante que lo vi que comenzaba a trabajar, que se me metió entre ceja y ceja el acostarme con ese viejo. Pero me acordé que él andaba en ocasiones con un par de chicos, como de unos ventitantos años, que lo ayudaban. Así que mi fantasía de acostarme con varios hombres a la vez, decidí realizarla con la ayuda de ellos. Por lo que le pregunté a Don Pedro, que debido al mucho trabajo acumulado, no sería recomendable que trajera sus ayudantes, él alegrándose mucho me dijo, verá señora yo estaba a punto de decírselo, pero me daba vergüenza, el fuera a pensar que yo me quería aprovechar de la situación. Yo le dije que no había problema que llamase a los chicos, y de esa manera avanzaríamos en el trabajo.

Desde que llegaron me di cuenta que los jovencitos de cuando en cuando, uno le daba un codazo al otro señalándole mi culo, y como de manera discreta Don Pedro los reprendía. Así que para aligerar la tensión, decidí no tan solo ayudarlos trabajando junto a ellos, sino que ocasionalmente les brindaba una que otra cerveza. Ya eran las cuatro de la tarde, y los tres definitivamente se encontraban algo picados por las muchas cervezas que les brindé. Fue cuando me di cuenta que la manera de verme de Don Pedro cambió, en sus ojos había algo de cierta malicia, y me di cuenta que a uno de los comentarios de los chicos, en lugar de reprenderlos como en la mañana, hizo un gesto con sus brazos, que no me dejó lugar a duda que deseaba mi cuerpo.

En cierto momento busqué la manera en entrar en contacto con los tres, sin que pareciera que me les estaba entregando. Así que les dije de manera algo seductora que mientras ellos terminaban de recoger las herramientas, yo me daría un baño, para sentirme más fresquecita, ya que sentía un calor insoportable. La ducha me la di bien rápido, pero en lugar de volverme a vestir, únicamente me puse una corta bata casera, sin más nada a bajo. Y sin usar más nada pasé por la cocina, y recogí varias cervezas, incluso hasta una para mí. Apenas llegué los ojos de los tres se clavaron en mi, y tras darles las botellas, dejé que se me cayesen el manojo de llaves que cargaba en la mano, y de la manera más natural les di la espalda, luego incliné mi cuerpo hacia adelante, y de seguro los tres se dieron cuenta de que no cargaba nada bajo la corta bata. Al darme vuelta sus ojos, parecían salirse de sus orbitas. Pero aun y así ninguno como que se atrevía a dar el primer paso, fue cuando se me ocurrió preguntarle a Don Pedro, que se me había olvidado sacar dinero del banco para pagarle, que podríamos hacer al respecto, uno de los chicos, comenzó a decir, bueno si no tiene dinero puede… y en eso Don Pedro le ordenó callar. Y continuó diciendo, señora no será ni la primera, ni la última vez que eso suceda, yo puedo pasar otro día a cobrar. Ya estaba perdiendo las esperanzas de hacer realidad mi fantasía, de acostarme con tres hombres, cuando se me ocurrió lo siguiente.

A pocos pasos de ellos tres, tras darme un largo trago de mi botella, comencé a caminar con rumbo a la casa, cuando al pasar al lado de un charco de agua y barro, di la impresión de haber perdido el equilibrio, por lo que caí sentada en medio del charco, de inmediato los tres rápidamente corrieron a levantarme, momento que aproveché para dejar suelto algunos botones de mi bata. De golpe sentí todas sus manos sobre mi cuerpo, tanto Don Pedro como sus ayudantes, procuraban ayudarme a ponerme de pie y limpiarme al mismo tiempo, todo el barro y tierra que se había adherido, con sus manos pasándolas por sobre todo mi cuerpo. Y zas que la pequeña bata se abre por completo, los tres se quedaron viéndome, mientras que yo con de manera coqueta y seductora les di las gracias, al tiempo que cerrando mis piernas, mantuve sujeta una de las manos de Don Pedro bien cerca de mi coño.

Eso y que los tres, prácticamente me tirasen al suelo, y me saltasen encima fue la misma cosa. Yo misma me terminé quitando la bata, y entregándome a esos tres hombres sucios y sudados, que apresuradamente me agarraban por todas partes, al mismo tiempo que trataban de bajar sus pantalones y sacar sus miembros, para enterrarlos en cualquier parte de mi desnudo cuerpo. Yo pensé que a Don Pedro le gustaría enterrarme toda su miembro dentro de mi coño, pero apenas tuvo oportunidad sentí como me lo clavaba por el culo. Para lo que yo ya estaba preparada, ya que al salir de la ducha, embadurné el centro de mis nalgas con vaselina. Uno de los chicos gustosamente me clavó su verga bien adentro de mi coño, mientras que el más joven, dirigió mi rostro directamente a su verga, la que me dediqué a mamar por un buen rato.

El resto de la tarde lo pasé de verga en verga, cuando no era que uno de ellos continuaba dándome por el culo otro me la enterraba dentro de mi caliente coño, o yo sencillamente se las mamaba. En una de esas fue que me di cuenta que mi vieja vecina, una señora que debe tener como unos cien años, se encontraba en su silla de rueda en su balcón observando atentamente todo lo que pasaba en mi jardín, por suerte la señora desde hace años supuestamente que padece de una condición que le impide hablar o comunicarse con otras personas, pero estoy segura que vio claramente todo lo que los jardineros y yo hicimos esa tarde en el patio.

Cuando finalmente ya bastante entrada la noche, Don Pedro y su dos ayudantes se marcharon, yo estaba molida, pero extremadamente satisfecha, aparte que por todo mi cuerpo apestaba a sexo, tenía rastros de semen, orina o de quien sabe que. Lo que por un buen tiempo al igual que en las otras ocasiones, generó que mis fantasías se detuvieran, ya que con el solo recuerdo de lo sucedido me bastaba, por lo menos durante un cierto tiempo.

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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 21:30) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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