La verdad es que de no haber sido por Clara, mi compañera de clases, y mejor amiga. No se me hubiera ocurrido buscar las revistas Porno que esconde mi hermano..
Relato
Todo comenzó cuando hablando ella, y yo sobre nuestros respectivos hermanos menores, me dijo que estaba contenta, ya que había encontrado en la habitación de su hermano Rolando, un sin número de revistas porno. Al principio no comprendí del porque de su alegría, hasta que me confesó, que su mayor temor era que Rolandito, de unos 18 años, fuera maricón. Ya que en innumerables ocasiones, a ella le había dado la impresión de que su hermanito no tan solo hablaba de manera muy femenina, sino que en varias ocasiones Clara sospechaba, él que se ponía la ropa de ella.
Aparte de que también ella ha tenido la idea de que su hermano se encontraba sexualmente activo, pero sirviéndole de mujer a sus amigos. Pero al encontrar las revistas, todos esos pensamientos con respecto a Rolandito, desaparecieron como por arte de magia. Aunque yo como soy muy mal pensada, estuve a punto de decirle, que era más probable que su hermanito usara las revistas, no para satisfacerse él, sino para atraer a otros chicos. Pero como Clara estaba tan, y tan contenta, no me pareció justo el aguarle su alegría.
Pero al regresar a casa, después salir de clases con mi amiga. Me comencé a preguntar a mí misma, si mi hermano Esteban, no coleccionaría ese tipo de revistas también. Por lo que apenas llegue a casa, de manera bien discreta, comencé a revisar su dormitorio. Una de las cosas que encontré, fue un sin número de medias, e interiores sucios, escondidos tras la puerta del closet, lo que me pareció raro fue que todos tenían grandes manchas amarillentas secas, que no podían ser otra cosa que lamparones de leche. Seguí busca que busca, y cuando estaba a punto de darme por vencida, me di cuenta que había una gaveta de su ropero, más corta que las demás, por lo menos por dentro.
Nada más me bastó tocarla, para darme cuenta de que el fondo era falso, y en efecto tras la madera encontré un gran número de revistas porno. Las que al principio pensé en votarlas, pero luego me dije a mi misma. Mejor no lo hagas, o Esteban se daría cuenta de que las encontré. No sé porque, en lugar de dejarlas tal, y como las encontré, me puse a ojearlas. Desde luego que tenían fotos de chicas desnudas en poses bien sugestivas, por no decir que vulgares. Pero entre una que otra foto de chicas desnudas, ocasionalmente aparecían manteniendo relaciones descaradamente, a veces con uno, o con dos, o hasta con tres o cuatro hombres. Fue algo, que no les puedo negar, que me llamó mucho la atención, ya que no es por nada, pero desde hace algún tiempo, en ocasiones, una de mis fantasías eróticas, más recurrentes. Es encontrarme en una situación como esa.
Lo cierto es que no sé que me sucedió, ya que en lugar de volver a poner las revistas de mi hijo en su lugar, dentro de su misma habitación, a medida que ojeaba las condenadas revistas, quizás de manera inconsciente, por lo menos al principio, comencé acariciar mi coño por encima de mi falda, luego a medida que continué no tan solo viendo las fotos, sino que leyendo alguno de los calientes artículos de esas revistas, introduje una de mis manos dentro de mi propio coño, y a medida que fui leyendo, o mirando las explicitas fotos, continué autosatisfaciéndome yo sola, hasta que logré disfrutar de un orgasmo, auto infringido, con mis dedos.
Guardé las revistas jurándome a mi misma que nunca más volvería, hacer eso. Pero ya se lo pueden imaginar. No pude cumplir con mi juramento, ya que a los pocos días volvía a hacer lo mismo. Y así continué haciéndolo par de veces en semana. Siempre, desde luego, aprovechando que mi hermano, y mis padres no estaba en casa. En ocasiones apenas lo sentía que se despedían, me aseguraba que todos en casa, ya se habían marchado, me quitaba toda la ropa, quedando completamente desnuda, y tirada en el piso de la habitación de Esteban, me auto satisfacía al tiempo que leía o le daba una ojeada a sus revistas. Digo cualquiera que me viera de seguro pensaría que yo era una enferma sexual, por no decir que una loca.
Pero en una ocasión fueron tan, y tan fuertes mis deseos, por estar viendo las revistas, que apenas sentí que sonó la puerta, completamente desnuda me dirigí a la habitación de mi hermano. Ya llevaba varios minutos dándome dedo, sobre mi inflamado clítoris, visualizándome a mi misma, siendo cogida tanto por el coño, como por el culo, y hasta por la boca, por tres tremendos chicos del equipo de balompié. Yo estaba de lo más inspirada, cuando de momento se abrió la puerta de la habitación de mi hermano de par en par.
Yo me quedé paralizada, tirada en el piso con mis piernas bien abiertas, y rodeada de las revistas porno. Era Esteban acompañado de dos de sus más cercanos amigos. Los tres se me quedaron viendo con asombro, con sus ojos clavados en mi coño y mis nalgas, mientras que yo no supe ni que hacer, ya que me quedé como paralizada. Los tres se vieron mutuamente, y nuevamente me volvieron a ver a mí. Yo pienso que de manera instintiva, en lugar de sentirme avergonzada, sin dejar de verlos a los tres, pero de manera seductora, continué dándome dedo sabrosamente sobre mí inflamado clítoris. Fue cuando Esteban, mi propio hermano, dando un paso hacia adelante, al mismo tiempo que comenzó a quitarse la camisa, y de inmediato el pantalón, junto con sus interiores. Casi de manera automática sus dos amigos, luego de volverse a ver entre ellos, como poniéndose de acuerdo, pero sin decir una sola palabra, también fueron haciendo lo mismo, hasta que los tres quedaron completamente desnudos ante mí.
Lentamente los tres se fueron acercándome a mí. Como decidiendo entre ellos que harían conmigo. Esteban fue el primero en colocarse sobre mi cuerpo, yo retiré la mano de mi coño, y tomando su verga entre mis dedos la dirigí directamente a mi hambriento coño. A los pocos segundos sus dos amigos, comenzaron acariciar mis nalgas y senos, al tiempo que mi hijo sin consideración alguna, clavaba sabrosamente su miembro dentro de mi coño. Yo no lo podía creer, estaba tal y como en mis más calenturientas fantasías, por lo que cuando uno de los amigos de mi hermano comenzó a penetrarme por el culo, no pude más que dejarlo que continuase, para al poco rato abrir mi boca, y recibir en ella la verga del tercero.
Durante el resto del tiempo que los tres estuvieron conmigo, teniendo sexo, me hicieron todo aquello que les dio su gana, mientras que yo colmada de placer y felicidad, movía mis caderas, los masturbaba, o les mamaba sus respectivas vergas. Hasta que me dejaron totalmente agotada, pero extremadamente contenta.
Por lo menos hasta que me desperté, y me encontré tirada en piso de la habitación de Esteban, llena de semen por todas partes. A duras penas me pude poner de pie, con un tremendo cargo de conciencia, diciéndome a mi misma que yo había sido la única responsable de todo lo que había sucedido. De no haber sido por mí, nada de eso hubiera pasado, me dije constantemente, si por lo menos me hubiera quedado encerrada en mi habitación, o en mi baño, no me hubieran encontrado, desnuda con las piernas abiertas acariciando mi coño, al tiempo que ojeaba las revistas.
Mientras me daba una larga ducha, en ocasiones al volver acariciar mi coño, recordaba el placer que había sentido, al dejar que mi hermano y sus amigos, me hicieran de todo. Pero de inmediato me sentía sumamente avergonzada. Al día siguiente, al despertarme, encontré a mi hermano en la cocina, preparando desayuno, y actuó como si nada hubiera sucedido entre nosotros. Yo estuve a punto de comenzar a pedirle perdón por lo sucedido, cuando él se me acercó y dándome un profundo beso de lengua en mi boca, me dio las gracias, y me dijo que a ver si lo podíamos repetir en otra ocasión, y de inmediato se marchó a la universidad.
Yo no supe ni que hacer, y fui donde mi amiga Clara, para que ella me aconsejase. No bien terminé de contarle todo con lujo de detalles, se me quedó viendo fijamente a los ojos, para luego darme un fuerte abrazo, y me decirme. Por lo menos tu hermano, no te salió marica como el mío. Ya quisiera yo que Rolandito hiciera eso. Ahora no sé si fue lo que le conté, o como lo hice, pero a medida que Clara comenzó abrazarme, sentí sus manos acariciando mi coño. Luego su boca se unió a la mía, y cuando me vine a dar cuenta, mi compañera de clases, y yo. Las dos completamente desnudas en su habitación, manteníamos un muy tórrido, y satisfactorio encuentro lésbico.
Relato erótico enviado por Anonymous el 14 de December de 2007 a las 13:35:08 - Relato porno leído 783542 veces
Si te ha gustado Descubrí las revistas que mi hermano esconde… vótalo y deja tus comentarios ya que esto anima a los escritores a seguir publicando sus obras.
Por eso dedica 30 segundos a valorar Descubrí las revistas que mi hermano esconde….
narrador
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Comentarios enviados para este relato
katebrown
(18 de October de 2022 a las 20:55) dice:
SEX? GOODGIRLS.CF
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