Si desde que estudié en la secundaria, primero me di cuenta de que los chicos de mi clase, se desvivían ya fuera por verme el coño o las nalgas, los chicos se las ingeniaban para ver. Por lo que un buen día decidí hacer una especie de travesura, y me fui al colegio, sin el pantalón corto que debíamos tener bajo la falda del uniforme, y usando las pantis que a mi mamá no le gustaba que yo me pusiera, por ser tan ajustadas y pequeñas que apenas y cubrían mi coño. De otra cosa que me di cuenta ya casi terminando la secundaria, es que por lo que yo tengo entre las piernas, cualquiera de ellos es capaz de hasta matar.
Relato
Ya varios años después cuando me puse a vivir con mi último marido, me sucedió algo que no debí olvidar nunca, de esa segunda cosa de la que me di cuenta en la secundaria. Yo trabajaba como vendedora de artículos de lujos para vehículos importados. Dentro de una gran firma que desde luego se dedica a vender autos, y desde que comencé a trabajar, en infinidad de ocasiones, había puesto en práctica, una de las cosas que me di cuenta en la secundaria, que los hombres son capaces de todo por verle a una las nalgas, incluso de meterse en cuentas, que después no pueden pagar. Pero eso a mí ni me va ni me viene, si después pierden su auto, por estar pidiendo que le incluyan un radio satelital, aunque no lo sepan ni prender, eso no es mi problema, lo mismo que si deciden montarles un juego de llantas radiales Michelini, con rines de magnesio. Mi jefe estaba súper contento conmigo, tanto que me invitó a cenar.
La verdad es que yo sabía de sobra que a mi jefe, se le caían las babas por mí, sobre todo cuando sabiendo que él me observaba, yo de manera desinteresada, le hacía ver a cualquier cliente lo brutal que se vería su auto con varios de los equipos y decoraciones que vendo, y si para ello me debía agachar, lo hacía pero de forma, y manera tal que mi jefe que no me pudiera quitar los ojos de encima se diera cuenta hasta del color que eran mis pantis, y lo pequeñas y finas que eran.
Yo cometí un grave error, y fue el decirle a mi marido que teníamos una reunión en la oficina, para un adiestramiento, sobre una nueva línea de productos para los autos. En la que iban a preparar una parrillada, y como mi esposo es alérgico al humo, yo supuse que no se molestaría en decirme que deseaba acompañarme. Pero algo que pasé por alto fue, que con la idea de ir a cenar con mi jefe, salí y me compre un hermoso vestido, demasiado fino como para ir a una parrillada. Yo la verdad es que no pensé en eso. Y tras una corta despedida, llegué en mi auto al fino restaurante en el que mi jefe me había invitado a cenar.
Más que cenar lo que hicimos fue ponernos a beber, y bailar. En consecuencia, tanto mi jefe como yo rápidamente se nos fueron las bebidas a la cabeza, y a medida que fuimos bailando, yo dejé que manoseara todo mi cuerpo, por lo que cuando él me propuso que fuéramos a un cercano motel, no lo dudé ni por un instante en responderle que sí.
Apenas entramos en la habitación, él me pidió que me desnudase al ritmo de la música de fondo, a lo que yo con gusto lo complací, así que a medida que fui bailando a los compases de un melódico Jazz, me fui desprendiendo poco a poco de todo lo que tenía puesto, hasta quedar completamente desnuda ante mi jefe. Quien ya se había sacado su verga, y la manipulaba entre sus dedos, esperando que yo se la mamase, como en efecto hice.
Después de un buen rato, me sorprendíal ver que mi jefe por lo visto le gustaba usar y mucho el polvito maravilla. Según me dijo se lo traía un cliente especial de él directamente desde Sur América. Por lo que cuando me invitó a que lo probase, gustosamente acepté. Después de eso, mi jefe me hizo de todo, parecía que no se cansaba nunca. Sentí su sabrosa verga penetrando mi coño, tanto por delante como por dé tras.
Me chupó las tetas hasta que mis pezones estaban bien hinchados, y finalmente cuando yo pensé que todo estaba por terminar, me ha dado hasta por el culo. Luego yo me di una rápida ducha y en mi auto, regresamos al restaurante. Ambos ya estábamos planeando nuestro próximo encuentro, cuando de momento justo cuando voy a estacionarme, que le han dado un tremendo golpe por dé tras a mi auto. Mi jefe se bajó para entendérselas con la persona que nos había chocado, cuando de momento veo por el espejo retrovisor que a mi pobre jefe, un tipo le estaba entrando a golpes.
Yo a pesar de lo asustada, y borracha que estaba me bajé de mi auto, y fue cuando vi a mi marido, golpeando como le daba la gana a mi jefe. El cual a pesar de sus torpes intentos de esquivar los golpes, parecía más bien que buscaba que le dieran en toda la cara. Después de que mi marido, dejó noqueado a mi jefe, me tomo por la mano, y a la fuerza me llevó hasta su auto, y de inmediato arrancó, yo nada más lloraba y le pedía perdón, pero él parecía no escuchar nada de lo que yo le decía, hasta que de golpe se paró en un callejón, me obligó a que me bajase, y cuando yo pensé en salir corriendo, me ha dado un empujón que caí sobre el maletero de su auto. Sin consideración alguna, me subió el vestido, me arrancó las pantis, y en medio de ese oscuro callejón me penetro por el culo son consideración alguna.
Yo no dejaba de llorar, y de pedirle perdón por haberlo engañado, pero nuevamente él parecía no escucharme hasta que finalmente acabó sobre mis golpeadas nalgas. De inmediato entro a su auto, y arrancó dejándome ahí tirada. Yo comencé a ponerme de pie, cuando sin saber ni cómo, ni de donde, aparecieron varios mal vivientes. Así que antes de que yo pudiera ponerme a gritar o salir corriendo, me ha rodeado, me arrancaron la ropa, y hasta que apareció el sol se estuvieron turnando obligándome hacer con ellos lo que les daba la gana. Cuando me desperté estaba toda sucia, sudada, apestosa, y llena de leche por todos lados, incluso hasta en mi cabellera, y orejas. Como pude me puse mi vestido, y caminando llegué al estacionamiento donde estaba mi chocado auto. De mi jefe no supe nada, hasta el siguiente día que fui a trabajar, por una parte me despidió, y por la otra me enteré que su mujer le había puesto el divorcio.
Cuando me dirigí a la casa al llegar, encontré toda mi ropa, o mejor dicho todas mis cosas, empacadas en bolsas de basura, que mi marido había tirado a la calle. Gracias a Dios una amiga mía me dio un espacio en su apartamento, donde tras contarle lo sucedido me dijo que yo me lo tenía bien merecido por estar de puta viviendo la vida loca.
Ahora estoy haciendo la calle, y esperando que una de mis nuevas amigas me consiga el nombre de una tipa que tiene buenos contactos.
Ambos iniciamos a besarnos con toda pasión, con aun más pasión que la primera vez, mientras nos besamos Armando comenzó a tocarme mi zona intima debajo la falda de mi vestido y como consecuencia a esto de inmediato me moje toda, ¡Quiero hacerte el amor! Me dijo suavemente al oído, -Lo sé y también quiero- le conteste.
Relato erótico enviado por putita golosa el 29 de August de 2010 a las 23:31:22 - Relato porno leído 515330 veces
Relato casi en su totalidad real que demuestra que toda mujer casada es una puta sumisa en potencia
Relato erótico enviado por morboso sadico el 29 de July de 2009 a las 18:09:16 - Relato porno leído 301101 veces
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Comentarios enviados para este relato
katebrown
(18 de October de 2022 a las 20:59) dice:
SEX? GOODGIRLS.CF
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