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Desnudes

Ana Mireya Relato enviado por : Ana Mireya el 20/11/2013. Lecturas: 3879

etiquetas relato Desnudes   Confesiones .
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Resumen
Esta no es una historia solo una declaración de mi desnudes.


Relato
De dónde saque el gusto por andar desnuda por la casa, no lo sé. Sólo que un día comencé a practicarlo.

Me gusta sentir el roce de las sabanas sobre mi piel, el calor y el sudor que se transmite de una pierna a otra. Disfruto mucho abandonar la cama por la mañana, adormilada, dejando las sabanas en el camino e ir al baño a orinar. Siempre dejo la puerta abierta, me siento tranquilamente en el retrete y dejo que la orina caliente salga. La oigo golpear contra el mármol de la taza de baño y hacer eco en el fondo. Presiono un poco más para que salga la última micción y dejar descansada mi vejiga. En el inter unas gotas escurren por entre mi vello, las limpio meticulosamente, recorro la vulva con el papel higiénico de delante hacia tras casi como por inercia. En un estado casi zombi, me desprendo del papel en el bote de la basura.

Frente al retrete del otro lado de la puerta hay un espejo, mientras orino me observo, apenas distingo mi figura, me resulta familiarmente confusa. Al terminar me paro frente a él y me contemplo, me acerco más y más, me gusta lo que veo. Una mujer, sí, ya lo soy, atractiva, de 20 años, con unas piernas largas y hermosas, firmes, algo blancas para mí gusto pero de cualquier manera hermosas; una cadera amplia, maciza y bien formada. Me pierdo un momento en contemplar mi vello púbico, algo rizado, me gusta su color negro, y me gusta más lo que apenas esconde.

Acaricio un rato mis tetas, mi pezón largo y firme, duro, muy duro por el frío de la mañana, y contemplo el halo más rosado que le rodea. Mis tetas son grandes, no en balde se llevan su ración acalorada de piropos diarios. Parecen dos melones enormes y turgentes, seguramente igual de jugosos. Y no olvido mis hombros y mi cuello, termino sonriendo después de reconocer mi rostro y alborotarme mi risada cabellera negra.

Estoy contenta conmigo misma, con mis ojos grandes color miel, mis cejas delineadas y mis pómulos radiantes, y mis labios, esos labios gruesos, carnosos, que invitan a ser devorados y que siempre están dispuestos a devorar.

Después de alagarme lo suficiente con la mirada, pongo la cafetera y espero a que salga una deliciosa infusión. El aroma llena todo el espacio, me siento sobre una periquera y disfruto mi café. Siento como la tela del banquito se pega en mi piel, como se adhiere a mis nalgas y roza apenas mi vulva, acariciando los pelillos. Esa sensación me recuerda que soy capaz, muy capaz de sentir.

Desde mi departamento puedo ver parte de la ciudad, algunas casas y otros condominios; mi mirada recorre los departamentos vecinos y me pregunto si alguna alma compañera estará compartiendo conmigo el café en estos momentos. Abro las piernas por si alguna mirada extraña y solitaria se atreve a fisgonear. Es una manera de darle los buenos días.

Termino el café y con menos modorra que al principio me encamino al resto del día.

Me encanta mi desnudes, saberme dueña de mi. Mientras me baño dejo que el agua recorra mi cuerpo por completo, que las gotas me acaricien. Mis manos me conocen bien, saben donde tocarme para hacerme sentir, para hacerme detener, para hacerme gritar o gemir, para hacerme mojar. Cuando vivía con mis padres, papá se quejaba de las horas que pasaba en el baño, pero ahora puedo dedicarle el tiempo que necesite a reconocerme sin prisa.

Me gusta meter mis dedos en la vagina, recorrer primero a lo largo la vulva y sentir como se me van arqueando las rodillas, como me voy humedeciendo, y llenándome de una tensión relajante. Nunca termino. Me encanta quedarme con esa sensación de que me falto algo, me llena de una ansiedad durante todo el día. Esa ansiedad que provocara que todo el día pase apretando mis piernas entre ellas para cazar lo que decidí no concluir.

No puedo postergar más la salida. Me pongo unas pequeñas bragas azules, un bra azul marino de media copa. (Me encanta la media copa, siento que dejo más en libertad a mis muñecas para que hagan de las suyas). Enfundo mis piernas en una medias azules y me meto en un vestido corto, color violeta, de tipo cruzado y con un escote bastante pronunciado. Por supuesto las zapatillas. Salgo rumbo al trabajo.

El vestirme no me despoja de mi desnudes. Mientras voy por la calle siento la mirada de los hombres, en ocasiones soy capaz de percibirlas como tangibles. Varían. Si vienen de atrás percibo como se posan primero y fuertemente sobre mis nalgas, insistentes, demoledoras, poco a poco se meten bajo la falda, acarician la textura de las medias y viajan por toda la pierna. Si vienen de frente se clavan en el escote y acarician sin delicadeza mis prominentes tetas, tantas veces como les sea posible. Me encantan las miradas que me pescan subiendo escaleras, se clavan en la pierna y buscan llegar hasta el fondo, si pudieran horadarían mi sexo.

Aprecio las miradas descaradas, las que vienen acompañadas de una sonrisa, para ellas suelo abrir un poco más las piernas y dejar al descubierto, con mayor placer, mis encantos, imagino que es un abrazo cariñoso para la mirada afable.

Aunque tengo automóvil, prefiero desplazarme en el transporte público, de otra manera me pierdo de las miradas sicalípticas y feroces. En el metro no falta el hombre que se clave en mi escote, que recorra las curvas de mi cintura y mis caderas, incluso aquel que pase de las miradas a las caricias.

Sentir una mano que me toca con descaro me remite nuevamente a la desnudes de mi carne, sentir la mano tibia, torpe o decidida tocar mi pierna, mis nalgas, posarse con descaro o temor en ellas, sentir como las aprieta como se engolosina con ellas me deja extasiada. Y genera mayor deseo en mí. Son pocos los que se atreven, pero los agradezco, que van más allá y meten sus manos para acariciar mi sexo, para abarcarlo con la mano y los dedos llenos de ímpetu.

Seré descarada pero todo esto me deja con las ganas de salir a la calle completamente desnuda y entregar sin más mi desnudez a todas las miradas. Ya les contaré, pronto, lo que hago con ella.

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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 21:54) dice: SEX? GOODGIRLS.CF

katebrown (18 de October de 2022 a las 19:29) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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