Después de "sexo en el spa", la tarde morbosa con la chica que conocí entre vapores continúa, pero está vez, estamos acompañados...
Relato
Después de la maravillosa e inesperada tarde que me había deparado aquella Nuria, mi estado era muy relajado e imperturbable ante el ajetreo del hall del hotel.
El polvo me había dejado bastante somnoliento y, la verdad, no derrochaba ganas de iniciar una nueva sesión sexual, ni tan siquiera de pensar en ello. Claro, que sólo hacía unos 15 minutos antes, Nuria y yo lo dábamos todo en el spa como si el mundo se fuese a acabar esa misma tarde.
Me reincorporé de golpe en el cómodo sofá cuando apareció mi "conocida desconocida" bajando las escaleras seguida de su novio. Era alto, delgado, moreno, buen tipo y dibujaba en su cara una mueca entre ansiosa y avergonzada que parecía el puro reflejo de la que yo debía estar mostrándoles a ellos en ese preciso instante. Ella, en cambio, aparecía magnífica con un atuendo informal y con un gesto seguro y confiado acompañando su radiante sonrisa.
Las presentaciones fueron rápidas, pero a los tres nos dio tiempo de analizar las diferentes esquinas del triángulo con bastante precisión. Tanto Pascual como yo pudimos observarnos y tener una primera impresión, mientras Nuria, más rápida y avispada, no perdía detalle de las reacciones de ambos, sin abandonar su casi permanente sonrisa desde que bajó el último escalón.
Nos dirigimos a tomar algo en la barra del bar del hotel y, aunque la conversación comenzó lenta e insustancial, poco a poco la confianza creciente hizo que se animase. En un momento dado, la charla tomó los lógicos derroteros sexuales después de los acontemientos de la tarde, y todos nos soltamos y comenzamos a calentarnos peligrosamente. Pascual confesó que le había encantado la "confesión" de Nuria y que deseaba que hiciéramos un trío en plan "todos con todos". Me resultaba muy pudoroso confesar que yo también fantaseaba con tríos bisexuales, pero supongo que lo di a entender con mis asentimientos. Nuria abundó en la excitación afirmando que le ponía muchísimo vernos a los dos follar.
Después de un par de cervezas de animada conversación, ambos chicos nos encontrábamos más desinhibidos, y Nuria colaboraba con sus caricias, besos y roces a que aún nos soltásemos más. "¿Nos vamos a follar guapos?", lanzó sin ningún pudor mientras nos tocaba descaradamente la polla. Evidentemente, la seguimos como dos incautos camino de su habitación.
Una vez allí, los besos largos, húmedos, con lengua, que Nuria nos dedicó alternativamente acabaron por ponernos como motos a los dos, o mejor dicho, a los tres. En el momento álgido, nuestra chica se excusó un poco extrañamente con una visita al baño. Dejó la puerta ligeramente entreabierta, y a nosotros tumbados en la cama muy calientes esperándola como si no pudiésemos seguir sin ella. Pascual me miró y me dijo: "¿La vamos a esperar?". Viendo quizá que yo no sabía muy bien qué contestar, se acercó y me susurró: "Creo que quiere mirar un poquito furtivamente".
Se escuchaba cierto movimiento en el baño y yo me encontraba muy excitado, por lo que hice caso de las indicaciones de Pascual y me entregué a la tarea que teníamos a medias. Nos besamos mientras nos desnudábamos el uno al otro, y ambos pudimos comprobar la dureza del miembro del otro bajo los calzoncillos cuando los pantalones cayeron al suelo.
Cuando me hizo sentar y se arrodilló ante mí, pude ver como Nuria nos espiaba discretamente por la rendija de la puerta entreabierta del baño, y eso me puso aún más cachondo. Hice como si no la hubiese visto y disfruté de la mamada lenta y bien ensalivada que su novio me estaba realizando. Lo hacía realmente bien y tuve que esforzarme para no correrme en su boca.
Tras unos intensos minutos, ambos nos tumbamos en la cama y nos colocamos para dedicarnos un 69, yo arriba y él debajo. Mientras me afanaba en follarle bien la boca, intentaba hacerle gozar mamando su polla. Era grande, potente, con un capullo rosado que ardía en mi boca. La mojé entera con mi lengua y me la introduje en la boca haciéndole una paja con mis labios, arriba y abajo, incansablemente. El placer que nos dábamos era tal que los gemidos eran demasiado audibles incluso con las bocas tan bien ocupadas como estaban.
En su escondite, Nuria debió dar un respingo cuando Pascual me pidió que me tumbase bocabajo y comenzó a lamer mi culo y a introducir un dedo para prepararlo. Cuando colocó su polla en mi entrada debía estar al borde del infarto. Yo tenía suficiente con concentrarme en aguantar las primeras enculadas de su chico, que me producían un placer enorme. Cuando mi ano se acostumbró a las entradas y salidas de su pollón, el goce fue aún mayor, y con él, mis gritos, que casi se confundían con los de Pascual, que también lo pasaba en grande.
Las embestidas cada vez eran más potentes y menos consideradas, y la corrida parecía inminente, así que intenté colaborar y comencé a moverme. Pascual, sorprendido, paró en seco y dejó que fuera yo quien, con mi culo, me follase su polla a punto de reventar. Su respiración se aceleró aún más, y noté como descargaba varios chorros de caliente leche en mi interior, entre gritosy jadeos, mientras se agarraba a mi cintura para meterla lo más adentro posible.
Cuando sacó su polla de mi culo, noté como un espeso chorro salía con ella y resbalaba por mis huevos. Desde la puerta del baño, la voz de Nuria dijo: "Vaya espectáculo chicos, me habéis puesto muy cachonda. Muchísimo". Me giré para mirarla y la sorpresa fue mayúscula cuando la vi ataviada con un liguero y medias, zapatos de tacón negros y un corpiño. Dejaba al aire su coño y sus preciosas tetas y en la mano tenía un collar y una cadena. Sus intenciones quedaron claras cuando dijo: "A veces, me gusta mandar, y a Pascual, obedecer".
Mi polla seguía durísima. Nuria se sentó en la cama apoyada en el cabecero y mandó a su chico colocarse a cuatro patas ante ella y comerle el coño. Él obedeció sin rechistar y se afanó en la tarea mientras recibía pequeños golpes en el culo con la cadena de su ama. "Ven, acércate, quiero comerme esa polla de nuevo", me dijo a mí. Me acerqué a ella y le ofrecí mi pene, que comenzó a devorar como sólo ella sabía.
"Quiero que te folles a mi esclavo mientras él me come el coñito", dijo entre jadeos. "Para que se porte bien, voy a colocarle su collar, así haremos lo que queramos con él". La actitud de Pascual se tornó todavía más sumisa con el collar puesto, y su ama casi lo ahogaba obligándole a tragarse todos los jugos que salían de su coño. Yo me coloqué tras él y supuse que no valían delicadezas en ese juego, por lo que obvié la lubricación de su culo y confié en que bastase con la saliva que Nuria había dejado envolviendo mi polla. Coloqué la punta en su agujero y la empujé dentro con decisión. El grito de Pascual fue inmediato, pero su ama, lejos de preocuparse, esbozó una sonrisa divertida y morbosa.
La follada cada vez era más potente, y la facilidad con que notaba que mi polla entraba y salía de su culo caliente iba en aumento también. Nuria realmente gozaba con la comida desesperada de su novio, que no abandonaba sus jadeos y gritos, pero también lo hacía con su humillación y con mi imagen penetrándolo una y otra vez. Tras un buen rato que lo trs gozamos intensamente, la jefa del juego ordenó a su esclavo que parase y me indicó a mí que me sentase en el borde de la cama. Una vez así, y sin soltar la cadena que colgaba del cuello de Pascual, se sentó sobre mi polla dándome la espalda y comenzó a subir y bajar sobre ella llenándome los huevos de los flujos que bajaban de su coño. Mientras, su perrito observaba entre deseoso y profundamente humillado arrodillado ante la escena.
Nuria cabalgaba incansable mi polla a un ritmo frenético, y hasta mis pelotas botaban a su ritmo y chocaban con su coño en cada acometida. Mi polla tomó un grosor y dureza que conocía perfectamente, y que eran indicativo de una gran corrida, y así avisé a mi amazona: "Nuria, me corroooo". Noté como su coño abrazaba mi miembro varias veces y supe aliviado que se había corrido entre sus gritos escandalosos. "Córrete sobre él, quiero verlo". Me indicó que me pusiese de pie, y sin soltar la cadena de su perro, me colocó frente a él y comenzó a pajearme con vicio mientras me animaba: "Vamos, córrete, llénale de leche".
Mi polla no pudo más y comenzó a vomitar chorros de leche caliente sobre la cara de Pascual, uno detrás de otro, hasta que quedó palpitante y enrojecida ante él. Nuria dijo: "Bufff, ha sido la hostia", y me limpió delicadamente el capullo con una mamada lenta y agradecida.
"Chicos, esto hay que repetirlo, pero con más tiempo", escuché a Nuria comentar mientras me vestía. Miré de reojo mi reloj. Habían pasado casi cuatro horas desde que subimos.
yo le metia la verga en el culo una otra ves mientras ella le mamaba la verga ami compadre como una puta desesperada por momentos ella dejaba de mamarle la verga ami compadre por que el ya estaba a punto de venirse para luego mamarle el queso humedo y rojo de mi esposa
Relato erótico enviado por Anonymous el 24 de February de 2010 a las 00:07:43 - Relato porno leído 144342 veces