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Desvirgada en un taxi

Relato enviado por : Manpara el 18/05/2013. Lecturas: 25602

etiquetas relato Desvirgada en un taxi   Confesiones .
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Resumen
Fuí violada en un taxi.


Relato
"Siempre fui una niña buena. Iba a la iglesia cada domingo, vestía decentemente, obedecía a mis padres y maestros, siempre hacía mis deberes y procuraba acercarme solo a otras niñas buenas de la escuela y de mi calle. Era virgen; mi papá me dijo siempre que me cuidara, que me protegiera de los hombres. Así que me cuidé, me cuidé tan bien que a mis pocos novios no les permitía ir más allá de los besos en la mejilla, no obstante que el "calor" comenzó a pegarme ahí abajo desde los 11 años. ¿Tocarme yo misma? ¡Ni pensarlo! Ni siquiera durante esas noches a solas en mi cuarto cuando el "calor" me atacaba con más insistencia, urgiéndome a explorar lo que la naturaleza me había prodigado. ¡No y no! Yo soy una niña buena. Todo eso se acabo aquella noche, poco después de cumplir mis 15 años.
Era Viernes, lo recuerdo bien, mis padres me habían dado permiso de visitar a mi abuelita por lo que al salir de la escuela me fui directo a su casa, a la que llegué poco después ya que se ubica a sólo cuatro calles de distancia de mi colegio. Pasé ahí la tarde muy contenta esperando que mi papá pasara a recogerme, sin embargo llamó para avisar que por una complicación en su trabajo ya no podría hacerlo, pidiéndole a mi abuelita que me mandara en un taxi. Eran ya las ocho de la noche cuando salimos. Mi abuelita insistía en acompañarme hasta la calle siguiente a tomar un taxi del sitio ubicado ahí, pero me sentía mal de agobiarla con una marcha que a su edad ya era muy pesada, eso sin mencionar que el frío de la noche pegaba considerablemente, así que sin escuchar sus reclamos le hice la parada al primer taxi que pasó y me subí a él no sin antes despedirme de la abuela con el beso acostumbrado.
Una vez sentada en la parte posterior del vehículo le indiqué al conductor cuál era mi destino, hecho lo cual me dediqué a pensar en mis cosas y a mirar por la ventanilla sin ponerle mayor atención. Pero en cierto momento noté que no seguía la ruta indicada, tomando en su lugar un camino desconocido entre calles solitarias. Bastante inquieta le pregunté sobre lo que hacía, sin recibir respuesta de su parte, cosa que me puso a temblar como una hoja. Antes de poder decirle cualquier otra cosa detuvo el auto en un estacionamiento totalmente a oscuras y sin un alma a la vista; se bajó del auto y entrando por la puerta opuesta a donde me encontraba sentada se me fue encima sin darme tiempo de nada.
En la penumbra pude reconocer a un hombre bastante mayor de unos cincuenta, grande y fuerte, calvo en la parte de arriba y con panza, con un fuerte olor a cigarro. Quise abrir la puerta pero estaba trabada y con una sola de sus manos me sometía mientras con la otra se quitaba el cinturón y se bajaba los pantalones. Yo peleaba como podía tratando de salir de esta situación, muerta de miedo por lo que me sucedía, pero nadie podía oírme y mi cuerpo delgadito y delicado no era rival para aquel salvaje. Que con sus palabras como, vamos putita, no te resistas que te va ha gustar, aun me daba más miedo.
Los botones de mi blusa escolar llegan hasta el techo del coche cuando me la quita de un tirón. Su mano, grande y áspera cogen mi sostén y me lo baja bruscamente hasta el ombligo. Mis pequeñas tetas quedan desnudas, rectas, apuntando firmemente hacia el toldo, vibrando como gelatinas bien cuajadas por la excitación y por el fuerte tirón. Con sus dedos coge mis pezones hinchados y los pellizca,- que tiernecita estas putita Ahhh. gruñendo como un animal salvaje. Mete luego su lengua caliente y húmeda en mi boquita. Su barba sin afeitar por días me rasca el rostro y el cuello al tiempo que lame como poseído ensalivándome la cara como un perro.
Mi corazón late a mil por hora, mientras entre mis piernas siento también el palpitar húmedo de mi cosita, caliente como un volcán listo a explotar.
- No! por favor no...ahh!
Suplico tenuemente, No me haga nada, pero me rindo. Intento cerrar las piernas pero no quieren, me siento débil ante su poder bestial. Al tiempo que succiona mis tetas que se pierden totalmente en su enorme boca jadeante, uno de sus dedos se engancha en el tirante de mi braguita y comienza a bajarlo sin miramientos. Siento como se desliza por mis nalgas y luego por mis piernas, para terminar arrugado y sin forma hasta el tobillo, atorándose entre las agujeta de en mi zapato.
No, no... por favor... ahhh... allí no! Soy una niña allí todavía... ahhh... No soy una mujer aún!.
Si zorrita si…. Que buena que estas. Te voy a follar hasta romperte. Aggg. Ahhh.
Intento hacer acopio de mis últimas fuerzas, de controlar lo que siento pero de nada sirve. Mi pelvis se mueve en círculos lascivos por debajo de su cuerpo poderoso, pesado y peludo como un oso.
- Ahh... Pare!, eso no por favor…Pare …ahhh,
Mis manos cogen su miembro, grande y gordo. ¡Cómo lo quiero! El instrumento crece y crece quemándome la mano mientras gotas de líquido preseminal mojan mis dedos y gotean hasta la las palmas de mis manos. Llevo una mano hasta mi boca y lamo mis dedos,. ¡Oh!, sé que es malo, que una niña no debe hacer eso, pero lo necesito tanto, lo he necesitado desde hace tanto tiempo que me es imposible detenerme. ¡Lo quiero ya!
Me agarra por las muñecas y me inmoviliza sosteniendo mis brazos por encima de mi cabeza. Mi inocencia, mi florecita adolescente está abierta y totalmente a su merced. Entonces empuja su pelvis entre mis piernas y siento sus muslos fuertes y peludos rozando mis delgadas y suaves piernas. Con la otra mano toma la parte posterior de mi rodilla forzándome a abrir aún más las piernas. La parte baja de mi pancita me duele al sentir su instrumento al rojo vivo empujando contra mi florecita, incandescente, fundiendo sus líquidos con los míos para favorecer la penetración. La cabeza entra entonces abriendo los labios exteriores, alojándose a gusto en mi interior, arrancándome un chillido que el sabe acallar con su lengua húmeda, succionándome el aliento. Se me pone la piel de gallina en los pechos y los brazos mientras la entrada de mi túnel de amor es mancillado, lo que al cabo de algunos instantes produce en mi pequeña caverna un calor que se extiende por todo mi cuerpo como una droga de placer.
Mi orificio llora y llora, chorreando jugos de goce bañando esa cabeza de hongo que aguarda como reposando antes del ataque definitivo, palpitando fuertemente. Los labios de mi florecita se hinchan, se relajan y se contraen, como una boca chupando al vicio, expectantes. La primera embestida le prodiga un rico goce a mi clítoris al restregarse el hongo en él. Siento espasmos de gran placer recorriendo mi piel, desde los dedos de mis pies aprisionados por los zapatos hasta la raíz de mis cabellos. ¿Me estoy viniendo? Nunca antes... jamás he sentido algo como esto.
Mientras que él bramaba.
Ves como te iba a gustar zorrita, soy todas unas putas, pero ahora viene lo bueno, putilla.

Su cacho de carne aún no ha pasado a los labios interiores. ¡Es enorme! Entonces se deja de remilgos y comienza la estocada final, avanzando dentro, seguro de sí mismo, abriéndolo todo a su paso. Siento un dolor virulento, tremendo, lo que indica que su rabo está pasando. No está dentro del todo aún cuando siento las cuerdas sedosas de mi himen rompiéndose, ese himen que tanto había cuidado. Chillo otra vez ahora más fuerte. Dolor, calor, las sensaciones se agolpan confusas en mi cerebro. Abajo siento como si se me hinchara el abdomen. Arqueo la espalda sobre el asiento y empujo mi pelvis hacia la suya. ¡Ahora ya está dentro! Siento su palo de macho dentro de mi orificio, amoldándolo a su gusto. Siento sus huevos pesados rascándome mi chocho. Una ola de ese, mi primer orgasmo, recorre todo mi cuerpo tembloroso. El comienza a moverse con más rapidez, reptando como serpiente furiosa en mis adentros, entrando y saliendo, resoplando palabras vacías, puta, zorra, te voy a romper, te voy a preñar, etc. agrandando mi cosita sin misericordia, romperá mi cuerpo con su fuerza, hendirá mis partes más delicadas. Me folla con su vergón, me jode sin perdón ni consideración, matando con cada golpe un poco, la niña que todavía llevaba dentro.
Mi cuevita engulle gustosa y hambrienta cada centímetro de esa furiosa virilidad que la ataca sin cesar, al compás desenfrenado de su amo que entre bufa y bufa se da tiempo para lamer la frescura de mi rostro de colegiala. Sigo chillando con agudos quejidos de mi garganta que ahora él ya no intenta acallar pues parece que le excitan aún más. La sangre sale de mis interiores, sangre de mi himen destrozado por su arma masculina. Me encanta, me vuelve loca, me hace sentirme dispuesta a todo, ¡SOY SUYA! Le ofreceré lo que quiera, cuando quiera, me siento feliz, me siento lasciva, voluptuosa, querida, deseada, usada. Siento placer, ¡siento SU placer!...¡ME SIENTO MUJER!
Entonces sucedió. Un fuerte gruñido salió de su boca impactándose su vaho directamente en mi rostro.
Me corro Aggg me corrooo…te preño…… zorritaaa…. Agggg..uhmmm.
Cálida, me llena por dentrosonlos dos últimos golpes de su miembro en mi vagina. Me siento plena. Segundos después y sin mediar palabra se incorpora pesadamente liberándome de su cuerpo, sacando de mis entrañas su masa húmeda y móvil como un péndulo, con un hilo viscoso que lo conecta aún a mi hoyuelo. Resopla fuertemente como volviendo a recuperar el aliento, se sube el pantalón y baja del auto para volver a tomar el mando del taxi, encendiendo n cigarro. Yo no sabía que hacer, me quedé sentada, muda, pero secretamente satisfecha. Tomé mi braguita y me la puse arreglarme lo mejor que pude cerrando los botones de mi sweater sobre la blusa, pues ya no tenía botones con qué cerrarla.
Volvió a arrancar el taxi y metros adelante alcanzamos una avenida bien iluminada y bastante transitada.
- Bájate aquí, tu casa está a cinco calles en esa dirección.
Sus frías palabras me hicieron sentirme más confundida, aturdida, decepcionada. No sabía si reclamarle, gritar pidiendo ayuda o darle las gracias pidiéndole vernos en otra ocasión. Sólo atiné a tomar mis útiles escolares y como un robot bajé del taxi como me pedía. De inmediato se incorporó al tráfico y se perdió entre los demás autos. Me quedé ahí parada por unos instantes, desconcertada, mirando cómo se alejaba de mi vida el hombre que había abusado de mí, que se había llevado mi inocencia de niña entre sus piernas, que me había convertido en unos minutos en mujer. Revisé mis piernas, no había huella de lo sucedido ni de mi infancia rasgada. Caminé lentamente hasta mi casa sin mirar a nadie de frente, abrí con mi llave y me fui casi corriendo directamente a mi cuarto sin poner atención a las palabras que mi mamá me decía desde la sala, pretextando que necesitaba con urgencia ir al baño.
Arrojé mis cuadernos sobre la cama, me encerré en el baño y me miré al espejo. Ya no me veía igual, la niña se había ido a algún lugar desconocido junto con aquél sujeto. Al recordarlo mi florecita adolorida volvió a palpitar inexplicablemente. Ahora lo recordaría por siempre. Abrí la llave del agua para llenar la tina, mientras comencé a desnudarme lenta, suavemente, dejando la ropa en el suelo cerca de la tina. Me introduje en ella y su calor acarició mi cuerpo dulcemente, despojándome de todo vestigio físico de lo sucedido. Pero en mi mente sucede lo contrario. Sentada ahí, acariciando mi cuerpo con el agua caliente, rememoro todo lo sucedido con un gran éxtasis. Miro hacia mi ropa y descubro mi bikini. Estiro el brazo y lo tomo, lo observo cuidadosamente. Ostenta orgulloso y desafiante la prueba de mi transformación. Lo acerco a mi nariz, lo olfateo con deleite. Huele a ambos, a mi dulce violador y a esa niña que ya no soy. ¡JAMAS LO LAVARE!
FIN.

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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 20:26) dice: SEX? GOODGIRLS.CF

pro2001 (18 de May de 2013 a las 03:01) dice: te vas a convertir en una gran putita


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