DESVIRGUE A MI HERMANASTRA

Valentina en la hija de mi madrastra, es una de las criaturas mas hermosas sobre este planta, su rostro es angelical con sus ojitos de un azul profundo que contrasta con su piel canela clara, su nariz de maniquí y sus labios carnosos y provocativos. Estoy enamorado de cada parte de sus ser, me encanta su cabellera larga y suave, su manos delgadas y tersas y hasta sus pies diminutos y perfectos, cual tallados en mármol. Me considero uno de los hombres mas afortunados conviviendo con una diosa en la casa, todo en ella es perfecto, su aroma, su voz, sus gestos. Pero lo que me enloquece mas es su vientre, es plano y firme. Solo mirarle su vientre me produce morbo, no dejo de mirarlo cada vez que ella está en frente mio, especialmente cuando se pone unos pantaloncitos de lycra diminutos y ajustados, que le llegan hasta mucho mas abajo del ombligo dejando casi al descubierto su monte de venus depilado. La redondez de su pubis se hace mas pronunciada con esos pantaloncitos y dejan percibir la linea de sus labios vaginales, cerraditos y carnosos.
Por el hecho de ser mi hermanastra yo no me atrevía a decirle cuan perdidamente enamorado estaba de ella y me hacía mucho esfuerzo para que mis instintos de hombre no me delataran. Aprovechaba toda ocasión para tocarla o sentirla cerca, pero con mucho respeto, nunca me sobrepasé con ella y ni siquiera por accidente toqué sus senos o sus redondas nalgas. Y ganas no me faltaba, especialmente cuando andaba por la casa en pijama, con sus pezones firmes y erectos que casi rompían la tela de su pijama. En varias ocasiones, cuando ella se inclinaba o cuando se quedaba dormida en el sofá, logré mirar sus senos con sus pezones rosado y deliciosos. Incluso, en algunas ocasiones cuando ella se sentaba mal o cuando se quedaba dormida con sus piernitas separadas, logré ver, aunque no muy bien, su vaginita rasurada.
Desde los inicios de mi adolescencia viví este martirio, de amarla tanto sin poder tenerla, pero al mismo tiempo era un placer, al amarla tanto y tenerla tan cerca en mi casa. Muchas veces, con su inocencia se acostaba en mi cama. Como no podía tener un contacto íntimo con ella, me conformaba con intimidra con los objetos que entraban en contacto con ella. cuando ella bebía agua, yo bebía en el mismo vaso para poder posar mis labios donde ella los había posado. Cuando ella entraba a la ducha, yo corría a agarrar las tanguitas que se acababa de quitar, aún tibias y húmedas e impregnadas con ese intenso aroma a doncella, y las besaba con tanta pasión sintiendo ese sabor salado de su intimidad. Las olía con tanta pasión y no quería que no se escapara ni una sola molécula de su aroma enloquecedor.
Así paso mucho tiempo pero no me atrevía a decirle nada. Un día, cuando mi padre y mi madrastra salieron de la ciudad, aprovechamos la ocasión para "escaparnos" a un bar cercano a beber unos tragos. Muchos hombres jóvenes la asediaban y yo me moría de los celos y los ahuyentaba con el argumento de que ella era muy joven para andar consiguiendo novio. Bebimos unas copas y bailamos un poco, pero nos fuimos para la casa por temor a que la policía viniera y nos encontrará allí, pues no teníamos edad suficiente para beber. Llegamos a casa un poco ebrios y seguimos bebiendo de unas botellas que había ahí. Cuando el licor me proporcionó suficiente valentía y habiendo notado su cambio de actitud, le dije: "Valentina, eres muy linda". Gracias, dijo ella. "Eres la mujer mas linda del planeta", proseguí. Gracias, dijo de Nuevo. No dejé que terminara la frase porque mis labios sellaron los suyos con un beso vacilante pero tierno. Ella me correspondió. Nos sumimos en un beso tan largo y apasionado que cuando nos dimos cuenta no estábamos acariciando mutuamente nuestras partes íntimas. Sin pensarlo, y en vista que ella ya estaba entregada, le quité su jean en un par de segundos con tangas y todo y también la blusa y el brasier, no puso resistencia. No lo podía creer, mi diosa estaba ahí, tendida en el sofá con su inocente vagina desnudita y cerradita y sus hermosos senos paraditos y deliciosos. No perdí tiempo, y antes que ella reaccionara, me arrodille entre sus piernas y le besé sus labios vaginales con pasión. Ella soltó un suspiro de aceptación. Le bese la vagina durante varios minutos devorando cada gota de sus jugos vaginales que salían sin parar. Me concentré en su clítoris y le regale varios orgasmos, ella gemía de placer y arqueaba su espalda cada vez que se venía. "Penétrame, penétrame" me imploraba a gritos. De inmediato me coloqué en posición con mi dura verga apuntando hacia su inocente rajita. Con la punta de mi pene jugueteé con sus labios vaginales hasta que no resistí mas y empuje para penetrarla, el empujón fue brusco por mi inexperiencia, ella gritó con desespero y puso su mano en mi vientre, tratando de empujarme hacia atrás. Ignoré su dolor y empuje más duro, pero su vaginita estaba cerrada, la cabeza de mi verga chocaba contra su himen, seguí empujando tan duro que ella lanzó un alarido de horror. Se dio media vuelta tratando de cubrir su vagina de mi larga verga. Tardé unos minutos en convencerla para que siguiéramos intentándolo. Lo intentamos durante mas de una hora, yo le daba lengua para que se calmara y de nuevo trataba de metérsela, pero era en vano, ella no resistía y ya me estaba cansando de la verga. Dio media vuelta de nuevo y quedó en posición fetal, con sus redondas nalgas proyectándose en el borde del sofá. Coloqué la cabeza de mi verga justo en su ano rosadito y apretado y empecé a frotarlo, ella no reaccionó. Su ano estaba mojado con los líquidos vaginales y la sensación era deliciosa. Empecé a empujar suavemente, aumentando la presión cada vez hasta que sentía que su culito estaba cediendo, ella gemía de placer. Decidía entonces metérsela de uan vez por todas, antes de que ella se arrepintiera. Metí mi verga en su vagina para lubricarla, le di otro masaje a su culito, la tomé por las caderas fuertemente y se la empujé con tanta fuerza que sentía que la cabeza de mi verga se abría paso en sus entrañas. Valentina gimió lastimeramente, clavó sus uñas en uno de mis muslos, trató de escapar pero ya era demasiado tarde, la mitad de mi verga estaba dentro de ella. Empujé de nuevo hasta que entró toda, nos quedamos inmóviles por unos segundos, ella sollozaba y lloraba de verdad. Empecé a retirar mi verga suavemente y a meterla de nuevo durante unos segundos, pero Valentina no resistió y dijo "para, para, yaaaa" , llorando. "Espera", le dije. Fui a la mesa de noche de mi madrastra a buscar un lubricante que había visto días antes, me lo apliqué en la verga, se lo aplique en el culito a Valentina, la dilaté un poco con mis dedos y ahí si se la metía con firmeza pero lentamente, sentía el palpitar de su culito y la tibieza de sus entrañas, empecé a bombear con brutalidad pero ella ella lo soportó. Ella seguía gimiendo de placer hasta que llené su culito de leche por primera vez. Saqué mi gruesa verga de su culito y vi como brotaba el semen de su interior y se deslizaba por sus muslos. Yo no podría creer que me acababa de coger a la mujer mas hermosa del planeta. La ayudé a que se levantara del sofá y la acompañé temblorosa al baño para que se limpiara el semen que le salia del culito, la llevé a su cuarto y la acosté en su camita, me acosté al lado nos abrazamos tiernamente y nos quedamos dormidos.